domingo, 6 de agosto de 2017

Ya nada será igual en el fútbol con la transferencia de Neymar (Yahoo)




Ya consumada la transferencia de Neymar al Paris Saint Germain y también ya presentado ante una multitud que lo aclamó, coreó su nombre y cantó con música brasileña de fondo, va quedando claro que no se trata de un pase más en el fútbol mundial sino un hito como en otro sentido lo fue la Ley Bosman a mediados de los años noventa.

No sólo por los 222 millones de euros que costó su pase, ni tampoco por los cerca de 500 del total de la monstruosa operación, tomando en cuenta el pago de la prima al propio jugador y los años de contrato con el club parisino, sino por las consecuencias que esto traerá para el fútbol mundial.

Desde el punto de vista económico, las cifras astronómicas que se pagaron por Neymar, más del doble de lo que se había pagado hasta el momento en la transferencia más cara de la historia, terminaron por inflar los precios de los pases de la mayoría de las estrellas, lo que generará una burbuja que puede acabar como aquella inmobiliaria de Madoff que terminó en un desastre general para el sistema cuando explotó y bien lo saben especialmente los habitantes de España y de los Estados Unidos.

Pensar que jugadores de muy buena calidad pero aún con más futuro que presente como Philippe Coutinho, Paulo Dybala o Julian Draxler puedan valer ya alrededor o más de cien millones de euros sólo forma parte del aumento significativo que todos los clubes generaron a partir de estas cifras disparatadas. Pero ya parece haberse disparado todo y no habrá manera, por ahora, de que el mercado se calme.

El principal motivo de esta situación es que quienes iniciaron esta situación no son clubes tradicionales, sino los nuevos dados en llamarse “clubes-Estado”, esto significa que se trata de entidades privadas, sociedades anónimas, que reciben fondos por fuera de lo que ellas mismas generan a partir de ser sostenidas por países con intereses políticos determinados y que están ligados con los accionistas de estas mismas instituciones deportivas.

Dos casos concretos de lo que describimos son el PSG con su titular, el qatarí Nasser Al Khelaifi, que acumula una fortuna personal de 16.000 millones de euros, pero que mucho más allá de eso, tiene el respaldo de su país y los petrodólares, para haber participado de la transferencia de Neymar con gastos por fuera del club porque hay un interés particular y es que el brasileño será la cara del Mundial 2022 que organizarán los asiáticos.

Además de que entonces el club se exime del pago total que salga genuinamente de sus arcas, se logra entonces evadir lo que la Unión Europea de Fútbol (UEFA) llamó el “Fair Play Financiero”, una serie de condiciones por cumplir por parte de todos los clubes afiliados a las federaciones nacionales miembros por el que hay un techo de gastos y un equilibrio de sus finanzas.

De hecho, el dirigente a cargo de esta área de la UEFA, el italiano Andrea Traverso, sostuvo ante un caso como el del PSG que “nada se puede hacer si cuenta con el dinero para gastarlo”, con lo cual, cerró la puerta a un control más estricto por parte de la entidad a los increíbles gastos del club francés.

El otro caso de “clubes-Estado” proviene de los más fuertes de la Superliga rusa. También Rusia tiene su Mundial, el año próximo, y los clubes han recibido un enorme apoyo estatal en la temporada que al finalizar dará lugar a la máxima cita futbolística del planeta cada cuatro años, algo parecido a lo que ocurriera con la liga brasileña cuando se acercaba el Mundial de 2014.

El nivel de gastos de los clubes rusos para esta temporada ha sido altísimo y tan solo el Zenit de San Petersburgo contrató cuatro jugadores argentinos de primer nivel como el defensor Emanuel Mammana al Milan, los volantes Leandro Paredes (Roma) y Matías Kranevitter (Atlético Madrid) y al delantero Sebastián Driussi (River Plate), uno de los dos máximos goleadores de la liga de su país en la pasada temporada.

Un tercer caso es el de la Superliga china, alentada por el gobierno de ese país, que con el tremendo crecimiento general necesita ahora un más alto posicionamiento en una de las actividades con más visibilidad en el planeta como es el fútbol y así es que el torneo local se potenció como nunca, al punto de que ahora comenzó a aparecer cierta preocupación por los excesivos gastos de las entidades participantes.

La otra fuerte consecuencia del pase de Neymar al PSG es el del “efecto dominó” por el que una ficha va derribando a otra, que a su vez derriba a otra que a su vez derriba a otra en un juego interminable y de final impredecible, porque con el dinero que le ingresó al Barcelona, ahora el club catalán, insuflado de euros, va en búsqueda de otras estrellas que suplan al brasileño y esto generará que a su vez los clubes que reciban esos fondos irán por otras estrellas a cambio de las que perdieron y la burbuja será incontenible.

Si por ejemplo, el Barcelona fichara en más de 100 millones a Coutinho (necesitado como está el club azulgrana de tapar la frustración por la salida de Neymar ante su propia afición y para demostrar que su poderío institucional sigue intacto), el dinero que recibiría el Liverpool haría que fueran ahora los “reds” de Anfield los que saldrían, con tanto dinero en su cuenta, a buscar a otra estrella y alimentarían la caja de otro club para tapar la salida de Coutinho y buscarle un reemplazo.

Cuando en 1981 Boca Juniors adquirió el pase de Diego Maradona a Argentinos Juniors en 4 millones de dólares y la cesión de algunos jugadores, el entonces entrenador José Pastoriza, ya fallecido, calificó como “obscenas” las cifras pagadas y en 1994, “L’Osservatore Romano”, la publicación ligada a El Vaticano, dijo lo mismo del pase de Gianluiggi Lentini del Torino al Milan, que pagó 13 millones de dólares.

Hoy, esas cifras parecen una broma al lado de lo que el fútbol acepta como pagos por una transferencia.


Por todo esto, hay un antes y un después del pase de Neymar del Barcelona al PSG.

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