DESDE MONTEVIDEO
El debut oficial de Jorge Sampaoli como director
técnico de la selección argentina no podía tener un escenario más exigente: hoy
a las 20 horas la espera nada menos que la uruguaya en el mítico estadio
Centenario, colmado con 55 mil personas que ya agotaron las entradas para ver
un clásico muy caliente y que puede ser determinante para la clasificación
mundialista en el grupo sudamericano.
La selección argentina no ha recibido buenas
noticias en las horas pasadas al conocerse el fallo definitivo del Tribunal
Arbitral del Deporte (TAS), desde Suiza, que ratificó la decisión de la FIFA de
mantener los puntos quitados a Bolivia a favor de Chile por la mala inclusión
del jugador Nelson Cabrera, y de esta forma, el equipo de Sampaoli sigue hoy en
posición de repechaje, en el quinto lugar, un punto debajo de Chile y Uruguay.
Esto hace que algunos medios hayan tildado casi como
dramático al clásico, incluso algunos se han referido al mismo como “la final
del mundo” o con frases parecidas y siempre grandilocuentes, pero si bien hay
una coincidencia en que se trata de un partido trascendente, no parece que vaya
a definir todo, porque incluso si el equipo argentino cayera, en el caso de que
Ecuador perdiera en Brasil, la distancia
con el sexto podría mantenerse y el resultado podría obrar más desde lo
psicológico que desde lo estrictamente matemático.
Lo reconoció el propio Sampaoli en la conferencia de
prensa del martes en Ezeiza: “Si perdemos, se van a generar diferentes estados
de ánimo que nos pueden llevar a la desesperación y a la locura. Yo lo siento
como un argentino más que va a jugar un partido que va a definir la historia de
Argentina en el Mundial”, en una frase que suena exagerada, tal vez acorde al
ritmo frenético que impone el entrenador, cuyo libro biográfico lleva el título
de “No escucho y sigo”.
De cualquier modo, no puede decirse que Sampaoli
haya escabullido el bulto. Todo lo contrario, y tal como hizo en 2015 cuando en
esta misma clasificación dirigía a la selección chilena y tuvo que enfrentar a
Uruguay en este mismo escenario, y con la celeste sin una de sus estrellas,
Luis Suárez, en duda para esta noche, el entrenador de Casilda prefirió optar
por un esquema muy ofensivo, pocas veces utilizado por sus antecesores
especialmente en compromisos de esta índole.
Y si aquella vez cayó 3-0 con “La Roja”, también es
verdad que no contaba con Lionel Messi en su equipo, y se espera que el esquema
sea lo suficientemente fuerte como para dominar futbolísticamente a los
locales, marcar goles (que es uno de los déficits de esta selección, cosa
increíble con los delanteros que tiene) y soportar los embates celestes,
especialmente los contragolpes, las llegadas de la dupla atacante –una de las
mejores del mundo- con el referido Suárez y con Edinson Cavani, y el juego
aéreo con gente muy alta y con mucho oficio.
Todo indica que Sampaoli se juega con un esquema con
tres defensores, de los cuales hay certezas de la participación de Gabriel
Mercado y Nicolás Otamendi, pero hay dudas sobre si se sumará a ellos como
líbero Javier Mascherano, definitivamente fuera de la carrera como volante
central, para ganar velocidad por abajo, o si optará por la altura de Federico
Fazio.
Delante de ellos, seguramente uno de los volantes
centrales para la marca y la salida será Lucas Biglia, ya recuperado de la
lesión, pero persiste la duda sobre si el otro será Guido Pizarro o Leandro
Paredes, y delante de ellos, en una línea más ofensiva, acaso el punto fuerte
del conjunto nacional, con la dupla Lionel Messi y Paulo Dybala.
Como alas, jugará Angel Di María por la izquierda
aunque por la derecha permanece la duda mayor, porque podría ingresar Lautaro
Acosta, para dar mayor fuerza a la ofensiva, o bien Emiliano Rigoni, para
volantear con llegada, o Fabricio Bustos y hasta Marcos Acuña, estos dos
últimos para un mayor equilibrio en el retroceso. Y adelante, la otra gran
novedad, algo que parecía imposible en ciclos anteriores: la presencia del
goleador del Inter, Mauro Icardi, superando las cuestiones extradeportivas sin
sentido.
Este equipo argentino, especialmente si contara con
Acosta por la derecha, plantea, casi, un propósito de romper el mediocampo para
ir decididamente en busca del gol, casi al límite de un 5-5 de tiempos muy
pasados, y sólo nos genera dos dudas tácticas: quién será el jugador que maneje
el juego, asegurado el primer pase, la definición o los desbordes, porque este
esquema obliga casi a Messi o a Dybala a regresar mucho a buscar la pelota, y
cómo sería la marca por el lado izquierdo, sin un marcador de punta ni un
volante muy recostado hacia allí, y con Di María que no siente la marca.
En cambio, Uruguay, de la mano del veterano
entrenador Oscar Tabárez, muy ducho en estas lides, planteará un partido mucho
más clásico con su esquema habitual de 4-4-2, con una gran solidez atrás, un
mediocampo algo renovado con Matías Vecino y la nueva estrella de Boca Juniors,
Nahitán Nández, y con la ahora probable presencia de Suárez acompañando a
Cavani.
Seguramente los celestes jugarán con el factor
tiempo, con cautela, esperando el momento exacto para el contragolpe y el hueco
perfecto para aprovechar las posiciones y jugar al error, con su especialidad
en el juego aéreo.
Con todos los condimentos de un gran clásico, lejos
de otros tiempos en los que ni se molestaban, necesitados unos de los puntos y
no los otros, Uruguay y Argentina recrearán seguramente un partido muy
atractivo que puede dejar huella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario