Por primera vez en una década, y basado en su gran
presente, el Real Madrid aparece como el gran favorito para ganar la próxima
Liga Española de fútbol y de esta manera, retener el título conseguido en la
temporada pasada, en la que dominó todo el año, contra las previsiones de una
gran paridad.
Real Madrid tuvo que luchar siempre desde abajo,
tratando de remontar la enorme diferencia que le había sacado el Barcelona en
el juego a partir de que los catalanes se apoyaron en la vieja escuela de toque
y posesión de balón que salvo algunos pocos momentos de excepción, fue lo que
heredaron desde los primeros tiempos del holandés Johan Cruyff primero como jugador
en los años setenta y más tarde como entrenador en los noventa.
En los años pasados, y sumido en una enorme
confusión que llevó a la desesperada contratación de José Mourinho como
entrenador y una enorme cantidad de fichajes carísimos para poder hacer frente
al dominio de su rival, el Real Madrid fue perdiendo identidad en su sistema de
juego, hasta que tras la rápida salida de Rafa Benítez, tomó la responsabilidad
del banquillo Zinedine Zidane y éste consiguió por fin que el equipo se
serenara, recuperara el buen fútbol, y tomara confianza con la llegada de los
merecidos títulos.
Tras los siete que consiguió el Real Madrid con
Zidane, el último la semana pasada tras vencer con total justicia al Barcelona
en los dos partidos por la Supercopa de España, y con escasos minutos de
Cristiano Ronaldo en la cancha, quedó claro que si bien siguen siendo las dos
mejores plantillas de la Liga, hoy los blancos son netamente superiores al
Barcelona y se encuentran un par de escalones arriba.
El Real Madrid no sólo gana, sino que convence y
tiene en el banquillo soluciones para cualquier problema. Tanto es así que el
propio Gerard Piqué, a quien nadie puede tildar como madridista, sostuvo tras
caer por 3-1 en el Santiago Bernabeu en la revancha por la Supercopa de España
que “es la primera vez en la década que no hay nada que decir porque nos
superaron”.
En el verano que está llegando a su fin, el Real
Madrid le ganó claramente la Supercopa de Europa al Manchester United y luego,
ganó la Supercopa de España al Barcelona, mientras que lleva 69 partidos
consecutivos marcando goles, y si tomamos en cuenta que es el campeón actual de
España, Europa y mundial y que en diciembre volverá a jugar el Mundialito de
clubes, está claro que hoy es el principal candidato.
Es tanta la seguridad de la plantilla y de Zidane,
que el Real Madrid ha fichado poco porque no tuvo necesidad de ningún refuerzo
entre los titulares sino sólo para el banquillo (Dani Ceballos y Theo Hernández
entre ellos), mientras que el Barcelona, aún con 222 millones de euros en su
cuenta, se ha descapitalizado deportivamente al perder una de sus patas más
importantes del Tridente sudamericano, al brasileño Neymar, que ya brilla en el
PSG.
El Barcelona pudo fichar al lateral Nelson Semedo,
al defensor colombiano Yerry Mina, pudo conseguir el regreso del canterano
Gerard Deulofeu, y pugnar por los pases de Philippe Coutinho, Dembelé o Jean
Michel Seré, pero la sensación es que el equipo está sumido en una cierta
depresión que va mucho más allá de haberle ganado bien al Betis en el Camp Nou.
Hoy, este Barcelona depende más que nunca del genio
de Lionel Messi, porque la creatividad en el medio comienza a resignarse a la
irregularidad y veteranía de Andrés Iniesta, a la espera de que Ivan Rakitic
reencuentre su nivel, y será difícil que aparezca un reemplazante ideal para
Neymar.
Pero al margen de los nombres, el Barcelona fue
perdiendo el hilo conductor a un juego que pasaba más por la horizontalidad y
el cambio de ritmo y el corte justo hacia el área rival y cada año que pasa va
perdiendo fuelle y se va desinflando en la medida de que varios de sus grandes cracks
van envejeciendo o se van retirando y ya no es tan firme la apuesta a la vieja
filosofía, como es el caso del fichaje de Paulinho.
Si esto es así con el Barcelona, qué decir de un
Atlético Madrid que estuvo impedido de fichar en este mercado y que tiene como
punto de mira para el invierno a Vitolo, a quien ha cedido a Las Palmas, y al
goleador Diego Costa, pero que por ahora deberá conformarse con lo que hay.
Uno de los equipos que mayor apuesta económica ha
hecho para esta temporada ha sido el Sevilla, con la idea de subir aún más
escalones en el intento por acercarse a la lucha por meterse entre los líderes.
El argentino Eduardo Berizzo, de buen suceso en el Celta, reemplazó como
entrenador a su compatriota Jorge Sampaoli, que se marchó a su selección
nacional, mientras que los andaluces llevan gastados 61,50 millones de euros en
fichajes como Simon Kjaer, Banega, Navas, Pizarro, Muriel y Nolito.
También el Villarreal ha fichado al delantero
colombiano Carlos Bacca, procedente del Milan, y el Valencia ha hecho lo propio
con el portero Neto, o el defensor
Gabriel Paulista, con Marcelino en el banquillo.
De cualquier modo, es claro que si los gastos de los
primeros equivale al del resto del lote de los equipos de Primera (algunos como
el recién ascendido Girona, han gastado apenas 4,50 millones, o el Málaga 4,70
o el Espanyol 5,10) es evidente que la diferencia entre ricos y pobres se ha
agrandado en vez de achicarse.
Sin dudas, éste sigue siendo uno de los principales
problemas de la Liga si quiere pelear el primer lugar con la Premier League
inglesa, donde la brecha entre el primero y el último es mucho menor, y eso
garantiza una mayor paridad y no tanta distancia como en el fútbol español.
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