domingo, 24 de septiembre de 2017

Curso de Fútbol y Política desde el 9/10



Curso “Fútbol y Política en la Argentina”
“Del Desastre de Suecia 58 hasta la Superliga y la AFA de Chiqui Tapia”

A cargo de Sergio Levinsky, periodista, sociólogo, y autor del libro “AFA, el fútbol pasa, los negocios quedan” (2016)

Desde el Lunes 9/10, todos los lunes de octubre y noviembre de 18:45 a 20:45 en la sede de la Asociación de Ex Alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires (AEXCNBA), Moreno 590, 1er Piso, Buenos Aires.

Informes e inscripción: AMAPEPYP (Asociación Mutual de Ayuda al Personal de Empleados Públicos y Privados 7 de agosto (Matrícula Nro CF 2610), Bolívar 218, 3er Piso, Oficina 11 y 12, Buenos Aires. Teléfono: (+5411) 4342-6597/amapepyp@gmail.com

Informes para Socios de la AEXCNBA y ex alumnos del CNBA:


Se entregarán certificados de asistencia

El Barça se aleja demasiado pronto (Yahoo)




Con todos los problemas que tuvo en el mercado veraniego, entre fichajes no concretados, la salida de Neymar al PSG, la crecida del Real Madrid, consolidado luego de ganar dos Champions Leagues seguidas, la larga lesión de su mayor contratación, Ousmane Dembélé y la incerteza sobre la continuidad de una de sus grandes figuras, Andrés Iniesta, pocos podían apostar a que la Liga Española tendría al Barcelona como un líder tan firme, tan holgado y ya alejado a cuatro puntos del Atlético Madrid, mientras que su rival de siempre, el Real Madrid, la observa a mucha distancia de siete puntos, con sólo dieciocho en juego.

En buena parte, el Barcelona se aprovechó de un mal comienzo de Liga por parte de los blancos, incapaces de ganar en su estadio, Santiago Bernabeu, y que acabaron derrotados inesperadamente ante el Betis, sobre el final, con un gol del ex Barcelona, el paraguayo Tony Sanabria.

Pero también es cierto que los blaugranas se han ido consolidando a partir del sentido común que va imponiendo su nuevo entrenador, Ernesto Valverde, sin apelar a movimientos extraños y tratando de sacar el mejor jugo a su plantilla, que no experimentó demasiados cambios respecto a la pasada temporada y que en el caso de los fichajes, van ingresando de a poco, máxime que el más importante, Dembélé, no podrá jugar hasta 2018.

El excepcional comienzo de Lionel Messi, autor ya de nueve goles en apenas seis partidos de Liga, el mejoramiento físico de Iniesta, el muy buen momento de Sergio Busquets y la consolidación de la defensa, son factores determinantes de la marcha del Barcelona, que en la próxima jornada recibirá en el Camp Nou a Las Palmas, con buenas perspectivas para seguir sumando el cien por ciento de los puntos en disputa.

Esto también le va permitiendo a Valverde la experimentación con distintos jugadores que van rotando, porque los resultados por mucha distancia de goles con sus ocasionales rivales van permitiendo cambios durante los partidos para ir probando variantes tácticas, como por ejemplo el caso de Sergi Roberto, tanto de volante derecho como en su antiguo puesto de lateral por el mismo lado, o bien los ingresos de Lucas Digne y especialmente, el brasileño Paulinho, autor ya de dos goles en los momentos que tuvo para participar, en un gran aprovechamiento de sus posibilidades.

Paulinho es un caso especial porque según se supo, el Barcelona pidió consejo para su fichaje la fútbol chino, a la propia Confederación Brasileña (CBF), que se mostró escéptica sobre que el ex volante del Tottenham podría adaptarse a una forma de juego de toque colectivo, porque lo suyo pertenece más al terreno de la potencia y la llegada al fondo desde atrás, a modo de sorpresa.

Sin embargo, Paulinho ha rendido mucho hasta el momento, aún manteniendo su estilo y sin representar el juego tradicional del Barcelona. Por contrario, no puede afirmarse que pese a la lesión de Dembélé, Gerard Deulofeu, en otro de sus regresos, haya conseguido protagonismo y ha sido muy irregular, sin haber alcanzado el nivel pretendido, que es el que alcanzó en la pasada temporada en el Milan.

Este es un Barcelona mixto. No es el equipo que encantaba en temporadas pasadas ni tampoco se acerca a la idea de contundencia de la anterior con el triplete sudamericano porque no ha logrado reemplazar a Neymar y el uruguayo Luis Suárez no ha conseguido la capacidad goleadora del pasado.

Es un equipo que por momentos puede mantener cierto toque en el medio, en el que mantiene su base titular, pero Messi lleva a sus espaldas todo lo que significa la aceleración desde tres cuartos de cancha y no siempre encuentra en los dos laterales una descarga como en el pasado.

Ante el Girona, en el pasado fin de semana, pudo observarse la situación del líder. Maniatado, bien marcado, bloqueado en su creatividad y en un partido sólo mediocre, necesitó apenas de un par de errores y alguna hilvanación de alguna jugada para decidir el partido y sacar una diferencia de tres goles.

En este momento, la sensación que transmite el Barcelona es que recién en la octava jornada, ante el Atlético Madrid, segundo a cuatro puntos, y en el nuevo Wanda Metropolitano de la capital española, se encontrará con un compromiso serio, de riesgos efectivos, porque el clásico ante Real Madrid será muy cerca de fin de año.

Sin embargo, el partido de la próxima jornada, ante Las Palmas, en el Camp Nou, será un extraño test en una jornada rodeada de circunstancias políticas porque es el día sindicado para que los catalanes voten en un Referendum sobre la posible independencia de España que no tiene certeza de realizarse, aunque el propio Barcelona ha tomado posición a favor del mismo.

Acaso una turbulencia como ésta sea hoy más obstáculo que los propios rivales de Liga, al punto tal de que los medios deportivos catalanes ya comienzan a tratar temas como el posible fichaje de invierno de otro brasileño, Phillippe Coutinho, que se quedó en la puerta en agosto.


Con poco para decir de una Liga demasiado encaminada, todo indica que sólo asuntos externos como los políticos o los fichajes puedan despertar de cierto letargo a los seguidores del Barcelona, que imaginaban, seguramente, una Liga mucho más dificultosa y de transición que ésta, de paso tan firme y con el Real Madrid tan lejos en apenas seis jornadas.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Sexo, Machismo y omertá en el fútbol argentino




El 24 de marzo de 2016, Adam Johnson, hábil delantero del Sunderland inglés, en ese momento de 29 años, ingresaba a prisión por una sentencia de seis años tomada por el juez Jonathan Rose al considerarlo culpable de violar a una menor de 15 años, a la que le ocasionó “graves daños psicológicos”.

Johnson, un gran delantero que supo llegar a integrar el riquísimo plantel del Manchester City entre 2010 y 2012, y ganó una FA Cup, una Premier League y una Community Shield, y al que costaba marcar por la punta izquierda, conoció a su víctima cuando ésta se acercó entre tanta gente a pedirle un autógrafo y luego quedaron en contacto por la vía de las redes sociales y el jugador la sedujo hasta violarla.

En la casa de Johnson, que tiene una hija de poco más de dos años, un procedimiento encontró videos pornográficos extremos (algunos, de animales) y búsqueda de portales web eróticos de adolescentes, en tanto se supo que la menor violada bajó mucho su rendimiento escolar y el propio jugador aceptó que la vio “atractiva sexualmente”.

Más allá de que lógicamente Johnson se encuentra sin club porque ninguno quiso tomarlo al conocerse el fallo, pagó una fianza para quedar en libertad, primero, y luego sí ingresó en prisión para cumplir la condena y fue suspendido por su club, el Sunderland.

Distinto parece ser el caso de Alexis Zárate, de 23 años, un prometedor delantero que provenía de Independiente y que había integrado los seleccionados argentinos sub-17 y sub-20.

Zárate también tiene que enfrentar, tras la jornada del 18 de setiembre de 2017, una condena de seis años y medio de prisión, por ahora no efectiva. Por “abuso sexual con acceso carnal”, según la sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal de Lomas de Zamora.

La violación por la que fue condenado por la Justicia se produjo el 16 de marzo de 2014 en un departamento de la localidad de Wilde, en la provincia de Buenos Aires, en el que también estaban el novio de la chica, nada menos que una de las actúales figuras de Independiente, Martín Benítez, y también otro jugador en ese entonces juvenil, Nicolás Pérez.


La abogada de la víctima, Raquel Hermida Leyenda, que había pedido 12 años de prisión para Zárate, dijo a los medios que durante su testimonio, el ahora jugador de Témperley denigró a la chica, mientras que describió que Benítez sostuvo que se trataba de una relación “ocasional” a la que le restó importancia, cuando la víctima relató que su entonces novio no acudió en su ayuda, al comprobar que estaba siendo violada por Zárate.

Benítez y Pérez fueron procesados por “falso testimonio” pero la abogada Hermida Leyenda vinculó el escaso interés de la Justicia, especialmente en Benítez, por tratarse de un jugador importante, dando a entender el peso que supuestamente Independiente tiene por el poder que representa históricamente el club.

Si bien Zárate fue apartado del partido que este mismo lunes debía jugar Témperley ante Rosario Central por la Superliga, el club no había emitido un comunicado ni había tomado una medida drástica hasta pasado el día completo de la sentencia.

El tema del sexo sigue siendo tomado por el ambiente del fútbol argentino como si fuera un asunto de picaresca, casi de estudiantina. Así puede recordarse lo sucedido a fines de los años ochenta con un célebre jugador de los años sesenta, Héctor “Bambino” Veira, quien hoy sigue siendo ídolo de San Lorenzo y respetado desde varias tribunas, aunque haya estado involucrado en un confuso episodio con un menor en aquel tiempo, y hayan existido antes muchos relatos que lo precedían.

Veira llegó a ser perseguido por uno de los principales comunicadores de la TV de ese tiempo, Bernardo Neustadt y fue tapa de varias revistas durante los primeros años del menemismo, pero luego su caso se fue esfumando y el afamado ex jugador y DT sólo permaneció en la cárcel de Villa Devoto once meses entre 1991 y 1992 porque la Corte Suprema, en tiempos de la presidencia de Carlos Menem y ante la apelación, decidió recaratular  la causa como “Tentativa de violación” y le redujo la pena a tres años, pero como Veira ya había cumplido más de un tercio de la pena, quedó en libertad condicional. En su momento se dijo que la amistad que tenía con el Presidente pudo haber sido el factor clave para esta recaratulación de la causa, porque en la Corte Suprema, contaba con la mayoría de los jueces.

En 2008, durante la fiesta del Centenario de la fundación de San Lorenzo de Almagro, Veira fue ovacionado por la hinchada siendo uno de los más idolatrados entre todos los protagonistas, y años más tarde fue parte de un programa de TV de “Galanes” en el que se contaban anécdotas relacionadas con conquistas de mujeres, nuevamente vanagloriándose en público de ello.

Pocos recordaron entonces aquellas canciones de algunas hinchadas como “Todos con el culo en la pared....llegó el Bambino” u otras del mismo tono. El tiempo lo cura todo y hasta siguen siendo jocosas, para muchos, las anécdotas de los llamados “Carasucias” de los primeros años sesenta, entre los que se encontraban el propio Veira, Narciso Doval o Alberto Rendo, que se relacionaban con viajes, azafatas o  comportamientos en los hoteles, que suelen ser festejados con la misma picaresca.

Lo sexual siempre estuvo presente en las canchas. Desde el “este es el famoso River, bájense los pantalones” que continua en la actualidad, a comparar un triunfo, especialmente si es amplio, con la consumación del acto sexual, aunque no sólo eso, sino que paradójicamente –como observaba muy bien el fallecido antropólogo argentino Eduardo Archetti- la paternidad, producto de los resultados en la historia, de un equipo sobre otro, no parecía poner en riesgo siquiera que el producto de la misma sea “un hijo bobo”.

Hay muchos casos como el de Benítez ahora, o Zárate (por el momento) o Veira anteriormente, que por el hecho de producirse dentro del fútbol no han tenido el castigo que merecen, por una suerte de omertá que siempre ha tenido este deporte por su enorme poder, conseguido en base a la gran popularidad pero en especial, por el rol exagerado que siempre ha tenido en el país hasta llegar a que el propio presidente de la Nación, Mauricio Macri, haya llegado desde el fútbol y no sólo él: hoy mismo se está cerrando la posible organización del Mundial 2030 entre tres países (Argentina, Uruguay y Paraguay) cuyos tres presidentes lo fueron antes de clubes de fútbol (Horacio Cartes de Libertad, Tabaré Vázquez de Progreso).

Y esta omertá del fútbol no es sólo patrimonio de la Argentina, aunque en Sudamérica el machismo, por ejemplo, aparezca de forma mucho más exagerada. Desde la propia sede de la FIFA no se acepta la injerencia de la justicia ordinaria y se suele castigar luego en el interior del fútbol cualquier apelación a la misma. Como si en la vida hubiera una Justicia de los hombres y en forma separada, una del fútbol.

Recién con la asunción como presidente de FIFA del ítalo-suizo Gianni Infantino, fue designada como secretaria general una mujer, la diplomática senegalesa Fatma Samoura, que al poco tiempo perdió la mayor parte de su poder, entre tantos hombres que la rodean.

El pasado 10 de setiembre se produjo en la Bundesliga la novedad del debut como árbitra de Bibiana Steinhaus en el partido entre Herta Berlín y Werder Bremen. Steinhaus llegó precedida de las mejores calificaciones, pero inmediatamente se vinculó su designación con el hecho de estar casada con el reconocido árbitro inglés Howard Webb, quien dirigió la final del Mundial 2010 entre España y Holanda en Sudáfrica.

Al mundo del fútbol siempre le costó reconocer lo diverso. Días pasados, también, se supo que el jugador mexicano Jonathan Dos Santos había dejado a su novia a poco de casarse al blanquear su relación con otro futbolista, que según informaciones que circularon, por ahora no desmentidas, es argentino y de bastante relevancia.

¿Irá preso Zárate? ¿Se hará justicia con él y también con Benítez? ¿Se romperá algún día el cerco del fútbol y éste dejará la secundaria para tratar de llegar a la universidad?


Si bien hay algunos “brotes verdes”, ese tiempo parece aún lejano. Y más, en tierras sudamericanas y más específicamente, argentinas.

jueves, 14 de septiembre de 2017

A propósito de la Bombonera vs Perú: demasiados parecidos con 1969 (So-Compa)




Todo indica que ante la selección argentina se jugará gran parte de sus chances de acceder al próximo Mundial de Rusia ante Perú el próximo 5 de octubre en la Bombonera, lo que refresca el duro recuerdo de lo ocurrido el 31 de agosto de 1969, cuando empataron 2-2 y este resultado selló la eliminación de los albicelestes por única vez en una clasificación para un Mundial en toda su historia, y así se quedaron afuera de México 1970.

Pero esa es apenas un detalle de una importante cantidad de similitudes y paralelos que se pueden trazar con aquella época, desde el hecho de que en ambos casos, la selección argentina tuvo tres directores técnicos (en aquella clasificatoria, a Adolfo Pedernera, José María Minella y a Humberto Maschio, y ahora a Gerardo Martino, Edgardo Bauza y a Jorge Sampaoli), o que en aquel tiempo la AFA estaba intervenida y en éste, en algún momento del torneo clasificatorio, también lo estuvo.

Justo antes de comenzar el grupo clasificatorio, en el que la selección argentina tenía que enfrentar a Bolivia y Perú, en partidos de ida y vuelta y primero ambos en condición de visitante, había sido desplazado el único interventor que había realizado un exhaustivo trabajo de investigación sobre algunos males del fútbol nacional, Armando Ramos Ruiz, muy elogiado siempre por el gran periodista Dante Panzeri, en aquellos años, por su honestidad.

La cuestión es que los dirigentes de clubes de mayor peso habían acudido a la Casa de Gobierno para quejarse de Ramos Ruiz y de sus intentos por cambiar algunas estructuras, nada menos que ante el presidente de facto, el dictador Juan Carlos Onganía. Éste aprovechó para destituir, de paso, al director técnico de la selección argentina, Humberto Maschio, e invitó a los jugadores albicelestes a comer para arengarlos sobre la necesidad de la clasificación.

Onganía no se iba a perder una campaña nacionalista, como ya había hecho al regreso del Mundial de 1966 en Inglaterra, tras el escándalo de la expulsión de Antonio Rattín en Wembley, ante los locales, que se explotó hasta la saciedad por el lado del victimismo.

El lugar de Ramos Ruiz, como interventor de la AFA, fue ocupado por el dirigente de Chacarita Juniors (que había salido campeón del torneo Metropolitano meses antes), Aldo Porri, de una línea más cercana al hombre fuerte del fútbol de aquel tiempo, una especie de Julio Grondona de la prehistoria, Valentín Suárez.

Porri designó como DT a don Adolfo Pedernera, y como secretario técnico, a Raúl D’Onofrio, padre del actual presidente de River Plate, Rodolfo.

Claro que estos cambios no le salieron gratis al equipo nacional. Toda la preparación para la altura de Bolivia se cayó por el cambio de profesionales y los jugadores aparecieron sin fuerza como para contrarrestar a los locales y al final, se perdieron tanto ese partido como ante Perú, y apenas si hubo tiempo para recuperarse y a duras penas se venció 1-0 a Bolivia en Buenos Aires.

Ya para el partido decisivo ante una de las mejores generaciones de futbolistas peruanos, en la Bombonera, no alcanzó el empate 2-2 pese a que había muy buenos jugadores como Roberto Perfumo, Silvio Marzolini, Miguel Brindisi, Ángel Marcos y Alberto Rendo, entre otros, y por única vez (las otras fueron por decisión propia, como en 1938, 1950 y 1954) la selección argentina quedaba eliminada de un Mundial en el césped.

Tras la eliminación para México 1970, Ramos Ruiz intentó una explicación: “No llegamos al Mundial no porque se hubiera cambiado al interventor y al DT, sino porque se decidió el cambio de la conducción médica, que era propia de la AFA, fundamental en esos dos partidos iniciales, que contaba con toda una experiencia práctica. Esa fue la improvisación máxima del fútbol argentino de todos los tiempos pasándose por alto, al expresar este concepto, las alternativas que las nuevas autoridades debieron afrontar para el nombramiento del nuevo DT, luego de que (Osvaldo) Zubeldía y (Pedro) Dellacha, no aceptaran las proposiciones consiguientes. 

Fue tal la improvisación que el seleccionado, después del primer partido en La Paz, y en todo el período de concentración prevista que durara hasta el último partido de la serie, apenas si pudo entrenarse con la intensidad normal, toda vez que la acentuada baja de peso de los jugadores exigía una dosificación de las prácticas”.

La cuestión es que Oswaldo “Cachito” Ramírez se transformó en el héroe de la Bombonera, dándole la clasificación a Perú, que luego en el Mundial avanzaría hasta los cuartos de final y sería eliminado acaso por el mejor equipo de la historia, el Brasil de Pelé, en recordado partido.

Un gran periodista de todos los tiempos, testigo de lo ocurrido en la Bombonera, don Osvaldo Ardizzone, ya fallecido, lo recordaba así en la revista “El Gráfico”: “Creo que nuestra selección no podía ganar nunca ese partido porque Perú era un equipo mientras que nosotros por momentos fuimos Marcos, por momentos fuimos Rendo…De la misma manera y en la misma proporción, mientras nosotros atacábamos con más frecuencia, con más propiedad de la pelota y del terreno, ellos llegaban más cerca del gol…es que cuando uno sabe lo que quiere y está convencido de lo que puede hacer, lo hace. Ese fue Perú. En cambio, Argentina fue la contrafigura”.

Al quedar eliminada la selección argentina, el interventor Porri pidió una licencia aduciendo problemas de salud y fue reemplazado por Leopoldo Oscar Ferrari, dirigente de Estudiantes de La Plata. Es decir que hasta la renuncia definitiva de Porri, Ferrari tuvo la extraña figura de interventor interino de la AFA.

Onganía se sintió decepcionado con los dirigentes provenientes del fútbol luego de esta eliminación del Mundial y decidió entonces designar un interventor que proviniera de un ámbito completamente ajeno y así fue que convocó a Juan Martín Oneto Gaona, abogado e industrial formado en el Colegio Champagnat y en la Universidad de Oxford que dijo ni bien asumió que desconocía absolutamente de fútbol…

Oneto Gaona, entonces, propuso un rumbo acerca del “fútbol nacional organizado como empresa” pero enseguida agregó que “la única condición es que ni melenudos ni patilludos ni porrudos integren el seleccionado”.

Para 1970, los clubes debían 2000 millones de pesos al Estado, que había salido en su auxilio, como tantas otras veces. Hasta en eso se parecen aquellos tiempos y estos.

El fútbol argentino pasaba de la chance de organizar ese Mundial (perdió ante México en la votación en la FIFA) a quedarse fuera de la participación en el torneo. Parecía que los cambios serían inminentes y que los dirigentes sentarían cabeza por fin….y nada de eso sucedió. Todo siguió igual o peor y los clubes siguieron aumentando su deuda hasta quedar varias veces al borde de la quiebra. Es más, en 1970, el Estado suprimió, por decreto, el impuesto municipal que gravaba las entradas a los partidos en la ciudad de Buenos Aires y en 1971 se implementaría la apuesta de los Pronósticos Deportivos (PRODE) para que los clubes tuvieran cada vez más recursos…


¿Qué sucederá esta vez, si la selección argentina no logra clasificarse al Mundial?

martes, 12 de septiembre de 2017

La banalidad del factor “estadio” ante Perú




La selección argentina perdió por penales ante Brasil por la Superclásico de las Américas en la Bombonera en 2012, fue derrotada 1-3 por Brasil en el Gigante de Arroyito en 2009 por la clasificación al Mundial de Sudáfrica, fue eliminada por Uruguay, también por penales, en  el Cementerio de los Elefantes de Colón de Santa Fe durante la Copa América 2011 en cuartos de final, no pudo pasar de un empate ante Bolivia en el estadio único de La Plata en esa misma Copa, cayó en Córdoba ante Paraguay en esta serie, y perdió en el Monumental en el debut ante ecuador y tampoco le pudo ganar a la colista Venezuela.

Con todos estos datos contundentes, colocar la energía en determinar en qué estadio recibir a la selección peruana el próximo 5 de octubre, en un partido vital para los intereses y el futuro de la selección argentina, resulta temerario.

Tanto es así, que como sucedió en no muy lejanos tiempos de Edgardo Bauza como director técnico, nadie se hace cargo de la decisión y recién ahora, y muy distante de la Argentina, desde Emiratos Árabes Unidos, el “Patón” reconoce que fue él quien ideó la chance de jugar partidos en la Bombonera en esta misma clasificación “luego de dialogar con los jugadores”.

En cambio, esta vez nadie se hace cargo. Desde el actual director técnico, Jorge Sampaoli, pasando por los jugadores, de quienes se dice que “les da lo mismo” pero no parece, y hasta llegando al presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, o el hombre fuerte del fútbol argentino y no casualmente presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici, comisario político en el balompié local del presidente argentino Mauricio Macri, también ex mandatario xeneize.

Lo que es claro es que el irrisorio debate sobre el escenario del partido ante Perú, cuando la selección argentina más necesita dedicarse a pensar cuál es el mejor camino para jugar mejor y alcanzar por fin una victoria necesaria para llegar al Mundial, tuvo episodios lamentables, como cuando el actual presidente de River Plate, Rodolfo D’Onofrio, recordó la eliminación albiceleste ante el mismo rival en 1969, al empatar 2-2 en la Bombonera, para quedar fuera del Mundial de México 1970, por ahora por única vez en la historia (las otras tres veces que la selección argentina no participó de Mundiales, en 1938, 1950 y 1954, fue por su propia decisión).

Un buen archivo le recordaría a D’Onofrio, por ejemplo, que su padre, Raúl, era el secretario técnico de una AFA intervenida cuando estuvo a cargo de ella Aldo Porri, en 1969, justo cuando la selección fue eliminada del Mundial de 1970, pero no es cuestión, sino de entender hacia dónde van los propósitos.

¿O acaso al debatirse si se debe jugar en el Monumental, la Bombonera o el Gigante de Arroyito no se logró desviar la atención, por varios días, de lo principal que es el muy mal juego del equipo nacional y la falta de ideas para llegar al gol, con los mejores atacantes del planeta?

Cabe recordar que el último gol convertido en una jugada por un miembro de la selección argentina en esta clasificación ocurrió el ya lejano 15 de noviembre de 2016, en el 3-0 a Colombia en San Juan (a propósito, ¿no habría entonces que pensar en esta sede, ya que estamos en ello?), el mismo dia que el plantel decidió no hablar más con la prensa, afectado por una dura información de un medio radial sobre Ezequiel Lavezzi.

Desde ese partido, la selección argentina le ganó 1-0 de penal (que no existió) a Chile, cayó 2-0 ante Bolivia, empató 0-0 contra Uruguay y 1-1 contra Venezuela, con un gol en contra.

Apenas si los medios tomaron para su análisis las sinceras declaraciones de Paulo Dybala en la previa del partido entre Barcelona y Juventus por la Champions League acerca de que no se siente cómodo jugando en la actual posición, al lado de Lionel Messi, porque siente que ocupan el mismo jugar en la cancha pero que es él quien debe adaptarse al supercrack.

¿No es acaso el director técnico, en este caso Sampaoli, quien tiene que buscar la forma de encontrar la mejor vía de ataque para el equipo? El entrenador tuvo 92 días para preparar el partido de Montevideo ante Uruguay, y 97 para el de Venezuela en Buenos Aires, y no parece contar demasiado el argumento de que no tiene con él a los jugadores por muchos días.

Según buena parte de la prensa que hasta los dos partidos ante Uruguay y Venezuela llegó a ver a Sampaoli como alto, rubio y de ojos celestes, parecían determinantes los kilómetros recorridos por el DT en Europa para visitar jugadores, conocimos hasta qué tipo de achuras comieron con su ayudante Sebastián Becaccese en la casa de Messi, o que la revolución tecnológica había llegado al fútbol con las camaritas 4K o los metros de cable para un circuito cerrado para poder observar los entrenamientos desde la oficina en Ezeiza.

Es decir que no hay excusas. Lo que se necesita es tener una idea para jugar al fútbol en el Monumental, la Bombonera, el Gigante, el Kempes o Racing, sin caer en la eterna parábola argentina de que tal es mufa y cual es frío.

No vaya a ser que mañana se diga que la selección no se clasificó al Mundial porque en vez de sonar entero el himno nacional se escucharon algunas estrofas o porque no sonaron lo suficiente Los Redondos o Callejeros y en cambio apareció demasiado tiempo Soda Stéreo.

No hay que engañarse. Los partidos se ganan y se pierden en el césped. La necesidad de buscar un estadio con más aliento o de que el himno suene más fuerte o más tiempo son sólo excusas para no hablar de lo que hay que hablar, que es el juego, a qué jugamos.

Y los rivales, que tantas veces temieron al fútbol argentino, que respetaron una larga y rica historia, van captando estas expresiones de debilidad, una manera de empezar con el pie izquierdo.

La única forma de remediarlo es la más sencilla: jugando al fútbol, olvidándose de tantas idas y vueltas, de todas las excusas y especulaciones.



domingo, 10 de septiembre de 2017

La selección española recupera su identidad (Yahoo)




Un gran alivio ronda a la selección española. Luego del pasado Mundial de Brasil, en el que no sólo no pudo pasar la primera fase sino que mostró signos de fin de ciclo, lo que se refrendó en la pasada Eurocopa de Francia en 2016, un cono de sombra se había proyectado sobre el futuro.

De hecho, la sensación que aparecía era la de un desinfle como es lógico cuando una generación brillante de jugadores comienza a decaer y da paso a otra distinta, que trae el acertijo de la novedad.

Y no sólo lo que era buena parte de la base de aquel Barcelona brillante que lo ganó todo comenzaba a dejar su lugar, sino que también dejó el cargo de entrenador, al finalizar el pasado Mundial, Vicente Del Bosque, el gran continuador de la línea de juego que impuso –para fortuna de los aficionados de La Roja- el fallecido Luis Aragonés especialmente desde que finalizó el Mundial de Alemania 2006.

Pero allí apareció la muy buena elección de la Federación Española, involucrada hoy en serios problemas institucionales por la destitución de su presidente Angel María Villar, quien ocupaba ese cargo desde 1988, por hechos ligados a la corrupción.

Es cierto que por el consejo del propio Del Bosque, que pesó porque su sucesor ya dirigía a los juveniles y con bastante suceso, pero la designación de Julen Lopetegui como continuador de la línea de sus dos antecesores, terminó siendo un gran acierto, no sólo por los resultados sino porque la selección española mantuvo su línea de posesión de balón, sino porque encontró muy buenos ejecutantes entre los jóvenes que se fueron sumando a la generación intermedia.

Un hecho muy importante que marca el cambio es que esta selección española, que vapuleó sin atenuantes a la italiana (que tampoco jugó mal, sólo que se vio ampliamente superada en el Santiago Bernabeu) más allá del elocuente 3-0 final, no sólo ya tiene más de medio pasaje al Mundial de Rusia sino que convenció completamente en su juego y está compuesta ahora por la misma cantidad de jugadores del Barcelona que del Real Madrid, acaso como símbolo de los nuevos tiempos que llegaron.

Esta selección, puede decirse, ya no tiene una base fija en un equipo, como sí tuvo la de Aragonés-Del Bosque, porque el Barcelona marcó una etapa muy clara y hoy, todo es mucho más parejo como lo indican las últimas performances y que si bien el Real Madrid dominó en las dos últimas temporadas, el Barcelona puede volver a hacerlo por la enorme distancia entre sus dos plantillas y el resto de los equipos de la Liga.

Una tercera parte pasa por algunos pocos jugadores del Atlético Madrid (Diego Costa podría sumarse a los rojiblancos en enero) y otra pata importante de esta selección, lo que ya no constituye una novedad pero sí es un hecho extraño respecto de la historia del fútbol español es la cantidad de jugadores pertenecientes a ligas extranjeras, en especial la Premier League.

Nada menos que cinco jugadores de la Premier, uno de la Major League Soccer de los Estados Unidos, otro de la Serie A italiana y otro de la Bundesliga, totalizan ocho convocados que no participan en la Liga Española, lo cual también da a entender cómo es, hoy, el reparto económico del fútbol español.

En cuanto a lo futbolístico, esta selección española ha recuperado la frescura y la creatividad del medio hacia adelante, perdida en los tres años anteriores.

El equipo español seguía siendo protagonista de los partidos, pero carecía de la definición requerida como para establecer en la red la enorme diferencia de posesión de balón que establecía con el rival a partir de la muy buena administración desde la salida desde el fondo (la base se mantiene).

Ahora, David De Gea transmite la misma sensación de absoluta seguridad que antes Iker Casillas, cuyo momento parece haber pasado para ceder la posta al portero del Manchester United, mientras que Daniel Carvajal le agregó, desde la banda derecha, no sólo una gran salida sino una potente llegada al fondo, tal como lo hace en el Real Madrid.

Si en el medio nunca hubo demasiada dificultad con Sergio Busquets para la marca y la distribución, ahora Koke y un ya veterano Andrés Iniesta pueden descargar en la magia del gran momento por el que atraviesa Isco Alarcón, y para completar la zona aparece David Silva para un claro 4-1-4-1 con otro proyecto de crack en el ataque, Marco Asensio, si bien este es un lugar de mucha disputa cuando regrese Diego Costa (quien desde enero estará mucho más activo) o con la competencia de otro goleador de gran presente, Alvaro Morata.


Con esta perspectiva, y el recambio que generan Thiago Alcántara, Saúl o Pedro, y con la seguridad que transmiten los que cumplen funciones defensivas, la selección española ha encontrado nuevamente un camino para ser considerada otra vez candidata, tal vez junto con Alemania y Brasil, para volver a ganar un Mundial en Rusia 2018, aunque ya con varios jugadores distintos, con un necesario recambio, pero sin renunciar a la idea de jugar con una cierta estética y con un gran respeto por el balón.

jueves, 7 de septiembre de 2017

Reflexiones sobre la selección argentina



La distancia de un día del partido ante la selección venezolana, nos permite, tal vez, una mayor frialdad para cierto análisis de lo que ocurre en el entorno del equipo argentino, en una situación tan tensa, tan complicada, pero también en las crisis aparece la oportunidad. En este caso, saber que pese a todo sigue dependiendo de sí misma y que ahora hay cuatro semanas en el medio, debería servir de aliciente.

La selección argentina tiene una final ante Perú porque el empate no le sirve y dependiendo de lo que ocurra en el Chile-Ecuador, que se jugará antes (lo cual también le da posibilidades de jugar con ese resultado), hasta podría quedar sexta de no ganar, pero también es cierto que aunque no aprovechó el factor en el partido del martes en el Monumental, ser local, tener el público a favor y conocer el resultado del otro partido más trascendente, son demasiados factores a favor que deberían tomarse.

Pero al margen de la oportunidad y del propio juego de la selección peruana, que vaya si complicó al fútbol argentino en el pasado, con las tres experiencias que lo certifican (1985, 2009 y especialmente, 1969 en la Bombonera, la única vez que un equipo argentino quedó eliminado en el césped de un Mundial), el tema es lo que ocurre con el conjunto nacional.

Y lo que ocurre tiene varias aristas, porque no creemos que haya responsabilidad en una sola persona, sino que es compartida por todos los estamentos.

Es cierto que el lector podría decir que con todo el desastre y el caos que fue siempre la AFA desde hace décadas (recomiendo, con perdón, mi libro “AFA, el fútbol pasa, los negocios quedan” para entender este ciclo), la selección argentina tuvo mucho protagonismo desde hace cuarenta años y ha sido finalista del último Mundial y de las dos últimas Copas América, y es rigurosamente cierto.

Pero también lo es que en muchos aspectos, el equipo argentino fue tres veces finalista pese a la AFA y no gracias a la AFA. Y esto, puede trasladarse a tantos otros deportes, como cuando Los Pumas fueron terceros en el Mundial pese a la UAR y no gracias a ella, o cuando Guillermo Vilas, o Gabriela Sabatini fueron campeones pese a la AAT y no gracias a ella.

Entonces, como ya hemos escrito muchas veces en nuestro blog, y el lector puede buscarlo en artículos anteriores, la AFA tiene buena parte de responsabilidad porque nunca tuvo un proyecto y por eso tantas veces se optó por cambiar de director técnico como si eso fuera la panacea, la receta mágica, pero a su vez esto trajo permanentes cambios de líneas de juego, de contacto con los jugadores, de formas de trabajo distintas, sin una orientación clara.

Pero la cuestión mayor, por delante incluso del párrafo anterior, es que para el futuro –ya no hay tiempo para las dos próximas y últimas fechas de esta clasificación- es que la AFA debe cambiar, por fin, el eje económico por el cual, desde hace casi cuarenta años en forma acentuada, el fútbol argentino no sólo es netamente exportador, sino que lo hace en función del gran capital sin reparar en lo que culturalmente genera la dependencia de tener que producir determinados puestos en la cancha y no otros, los que tradicionalmente produjo y que le generaron el respeto mundial.

Como también lo hemos referido profusamente, el fútbol argentino ya no produce arqueros que no den rebotes y que usen bien los pies (salvo raras excepciones), marcadores centrales elegantes, tiempistas y con presencia, no necesariamente muy altos, marcadores de punta con posibilidad de marca y con técnica de salida, porque no hay punteros a los que marcar al no producir tampoco punteros (o wines, o extremos) porque en Europa se juega sin ellos en muchos casos, ni tampoco ya hay números diez clásicos, los reggistas o los manejadores de los equipos en los partidos, los que conducían y hacían circular la pelota, mientras que los números “ocho”, que antes rondaban los cien goles por carrera, se convirtieron en simples “carrileros” porque es lo que en Europa fichan.

Entonces, este análisis anterior es lo que, creemos, termina siendo el gran determinante de lo que ocurre en los últimos años con la selección nacional, desde la falsa creencia de la mayoría de los entrenadores a su cargo de que aquellos que juegan en el fútbol europeo son superiores a los del torneo local por el simple hecho de codearse con “los mejores” en las principales ligas del mundo. Una falacia porque los que son considerados de segundo nivel, o sea del torneo local, en seis meses o un año posiblemente pasen a jugar en Europa y entonces, milagrosamente, de un día para otro son parte de una élite que no eran meses atrás.

Y no sólo eso, sino que el puesto en el que efectivamente rendían y por lo que han llegado a ser profesionales, muchas veces en Europa es modificado y no siempre para bien y terminan jugando en posiciones que no son las adecuadas, en función de un proyecto 8que allí sí existe) distinto.

Entonces, cuando estas selecciones se arman, muchos de los jugadores que llegan son más europeos que argentinos, por su costumbre de participar en ligas de otras culturas, con otras ideas y con otros conceptos.

Al margen de esto, la AFA tampoco ha sabido ni vender ni aprovechar culturalmente la aparición de tantas estrellas (pese a la desculturización) y ya ha desperdiciado dos épocas doradas, la de Diego Maradona y va en camino de hacerlo con la de Lionel Messi, quien ya cumplió treinta años.

Por ejemplo, el cuerpo técnico de Jorge Sampaoli tiene una decena de integrantes pero en pleno siglo XXI, no hay un psicólogo aplicado al deporte que hubiese podido aprovechar las semanas sin partido y sin contacto con los jugadores para trabajar en cuestiones anímicas (y no a distancia, como el esperpento de Alemania 2006, cuando todo era mediante el chat), cuando lo tienen casi todos los clubes del propio torneo de Primera División de la Argentina.

¿O no es psicológico que Angel Di María se lesione en cada partido decisivo? ¿O no lo es el estado de ansiedad de Mauro Icardi, o que Gonzalo Higuaín falle con esta camiseta lo que no falla con ninguna de los clubes en los que jugó? ¿O no lo es la inmensa mochila de frustraciones que este equipo carga en sus hombros?

Ni hablar de un sociólogo especializado (válgame Dios) que pudiera trabajar con cuestiones como identidad, la relación de los jugadores y el plantel con la prensa, o el público, y por qué hay tanta distancia entre los protagonistas y la gente.

Sosteníamos en otros artículos que es muy difícil, desde la lógica pura, querer avanzar cuando no se quiere saludar a la gente en ninguna provincia, ni salir a los lobbies de los hoteles, o mostrar una mano por la ventana de los autobuses a muchísimos miles de hinchas de todo el país que esperan con ansiedad el contacto mínimo con quienes tienen el honor de representarlos.

Esta, digámoslo, es una selección muy antipática. Enfrentada siempre con la prensa, con la que ahora oficialmente no hablan desde el 17 de noviembre pasado –diez meses- por una cuestión de una versión de un periodista de una radio sobre un jugador que ha tenido demasiado peso en el plantel sin que ese mismo protagonismo haya estado en el césped.

Esta es una selección que tampoco conoce la historia de la camiseta, tan gloriosa, y que la gran mayoría de sus jugadores no aparece nunca preocupada por conocer cuestiones culturales o deportivas relativas al equipo, y sólo muestran una cohesión como grupo, pero no hacia afuera.

Es, como nos decía hace unos cuatro años Carlos Bilardo en una larga charla, una generación de futbolistas que ha amasado demasiado dinero desde muy joven, y que entonces, si bien tiene hambre deportivo, no tiene la condición humana para aceptar a rajatabla lo que se le indica, demasiado propensa a cortarse sola a la primera de cambio, cosa que no sucedió con anteriores generaciones campeonas.

Es, además, una generación sin un vínculo con la cultura, apenas con los rasgos propios con su clase social de origen, lo cual la ha limitado en su relación con la prensa, por miedo a declarar algo inconveniente o sencillamente, por no saber bien qué decir.

Un prestigioso colega europeo relató a este escriba que para un periódico en el que trabajaba pudo pasar un día entero con un jugador de la selección y su familia, en su casa, y volvió a editar el artículo y no había reunido un material más o menos publicable, porque el protagonista no había dicho, en todo el día, nada que valiera la pena.

Sumado a esto, las redes sociales generaron el muy escaso interés por dialogar con la prensa porque hoy les permiten expresarse a través de ellas al público claro que en forma unidireccional y con la censura a todo lo negativo que podría contarse.

Claro que al no tener proyecto alguno, la AFA se hizo eco de esta situación sin entender, desde su departamento de Prensa, que el centro de la acción no son los jugadores, que deben estar agradecidos de formar parte de una selección argentina, con lo que eso representa, sino la propia selección nacional, y que no puede ser que todo lo que se genera como información esté orientada sólo hacia los medios grandes, o amigos, sin importar el resto.

Es una Prensa al servicio de las estrellas, de la comodidad de los jugadores, que no presiona (y menos aún la AFA) para que acabe de una vez por todas esta situación de estrellato y comodidad y los jugadores estén obligados a hablar y también a saludar a la gente, como corresponde a una delegación oficial de un deporte de un país.

Finalmente, el juego.  También hemos escrito que queríamos analizar la producción de Sampaoli como DT desde lo que ocurre en el césped y no en el entorno, no por su carácter, por sus tatuajes o por su militancia peronista en su juventud. Todo esto, alentado por una prensa “progre” que lo tomó como propio por ciertos integrantes que lo rodean en el plantel que le caen simpáticos, o por su gusto por bandas de rock como “Los Redondos” o “Callejeros”, que comenzó a mirarlo como alto, rubio y de ojos celestes, o también por algunos puntos de contacto (sólo eso) con Josep Guardiola.

De momento, el equipo argentino tiene una vorágine lógica por su estado de ansiedad no tratado por un profesional, y por el miedo a la eliminación de un Mundial, cosa que no ocurre desde 1970.

Es un equipo al que le falta pausa, que tiene un ataque con jugadores que se superponen, algunos flancos importantes como la marca por el sector izquierdo o el inmenso campo que queda por detrás del último hombre, o la carencia de un pasador (¿Fernando Gago?) ante la falta de un diez.

Pero la “revolución” pregonada por Sampaoli cayó o se intentó en un muy mal momento. Es tiempo de afianzarse, de temple, de elegir bien a quienes puedan afrontar partidos tan trascendentes, y luego, tener una idea clara de “a qué” se quiere jugar.


martes, 5 de septiembre de 2017

La selección argentina no encontró el camino y se complicó aún más (Jornada)




La selección argentina sumó anoche una nueva frustración al empatar 1-1 en el Monumental ante la colista Venezuela, en un partido en el que apareció devorada por la ansiedad y que impensadamente consiguió igualar cuatro minutos después de que la “Vinotinto” se pusiera en ventaja al comenzar el segundo tiempo.

Era la gran ocasión para que el equipo que ahora dirige Jorge Sampaoli desarrollara un fútbol de ataque, estético, ante un conjunto que ya estaba eliminado del Mundial y que, se suponía, no opondría mayor resistencia, al punto de que jamás había obtenido un solo punto en sus visitas al país en toda su historia.

Sin embargo, pese a un inicio arrollador, el equipo argentino fue una máquina de perderse goles hasta que Venezuela logró empujarlo unos metros hacia atrás y esto se profundizó cuando sorpresivamente,  y como en otros momentos clave de la selección nacional, Amgel Di María se lesionó y eso obligó al reemplazo por Marcos Acuña, quien se fue transformando en una de las figuras del equipo por su sacrificio.

La selección argentina sigue en zona de repechaje, aunque ahora el partido de octubre como local ante Perú adquiere otros ribetes porque el equipo que dirige Ricardo Gareca, que ganó 1-2 en Ecuador, tiene los mismos puntos pero mucha más cantidad de goles a favor (26 a 16) aunque con el mismo averagge, por lo que ese encuentro aparece como decisivo para las chances de la albiceleste .

A los 3 minutos ya se había producido  la primera llegada de la selección argentina y la gran ocasión para Mauro Icardi, pero tapó bien con los pies el arquero Fariñez.  Venezuela, demasiado atrás, arrinconada contra su arquero desde el principio.

Buen toque del equipo argentino, pero esta vez, sin la oposición rival casi hasta los últimos metros de la cancha, lo que le permitía hacer circular la pelota casi libremente antes de encontrarse con el vallado de los jugadores venezolanos.

A los 9 minutos, un sensacional desborde de Angel Di María por la izquierda, entrando casi al área, terminó en un centro rasante que Icardi no pudo empujar al gol al lado del arco.

Otra vez Icardi pudo marcar a los 13 minutos tras un pase cruzado de Lionel Messi a Di María, y el centrodelantero del Inter se arrojó pero no pudo alcanzar el balón.

También Ever Banega lo perdió a los 17 minutos, cuando ya el equipo argentino se dio cuenta de que la clave estaba por las puntas, pero en especial, en explotar más la izquierda, y así fue como Lautaro Acosta desbordó con facilidad, y tras un rebote en un centro rasante, la pelota fue a Banega, quien de frente al arco, no pudo marcar.

Pasados los primeros veinte minutos, el equipo venezolano se fue acomodando a la situación y al mismo tiempo, el argentino sintió el  desgaste inicial, a lo que se sumó, al poco rato, la inesperada lesión de Di María, que obligó a Jorge Sampaoli a reemplazarlo por Marcos Acuña, aunque ahora por la punta contraria al partido ante Uruguay, y más de puntero que de volante.

Al comenzar el segundo tiempo llegó el balde de agua fría, cuando en la primera escapada de todo el partido, la defensa argentina quedó mal parada y Jhon Murillo definió perfectamente a la salida de Sergio Romero, con demasiado campo libre.
Desde ese momento, el equipo argentino entró en absoluta desesperación, con un Monumental en estado de cabildeo, que ya no perdonaba ningún error.

El alivio llegó a los 9 minutos, cuando un gran desborde de Acuña por izquierda, terminó en un centro corto que ahora sí, Icardi pudo empujar a la red, con la ayuda del defensor Rolf Feltscher Todo volvía a comenzar.

Icardi protagonizó otra jugada que dejó dudas cuando se discutió un posible penal que el árbitro chileno Roberto Tobar Vargas no cobró, posiblemente porque el delantero del Inter cayó unos segundos más tarde.

Inmeditamente después, Sampaoli dispuso el ingreso de Darío Benedetto por Paulo Dybala, otra vez de discreto partido.

A los 29 minutos, Sampaoli entendió que Icardi y Benedetto se superponían y que en cambio Javier Pastore podía darle más claridad al traslado de la pelota para que llegue limpia a los atacantes, buscando un socio –tardío- para Messi.

El silencio del Monumental en los últimos minutos era elocuente.  El público se quejaba de cada fallo y rumoreaba ante cada posibilidad de contragolpe venezolano, al notar que los minutos corrían y el equipo argentino carecía absolutamente de ideas para llegar al gol salvador.

Y en el descuento, en medio de los nervios de todo el equipo, Pastore quedó solo ante Faríñez pero otra vez el arquero respondió con categoría y ya no hubo tiempo para más. La selección argentina se retiró desolada, desperdiciando una oportunidad de oro.


La gran oportunidad para salir del repechaje (Jornada)



Esta noche a las 20,30 en el estadio Monumental, la selección argentina tendrá la gran oportunidad de salir del repechaje y, por fin, encarrilar una clasificación en la que viene sufriendo demasiado y nunca pudo consolidarse ni en la tabla de posiciones ni en el juego.

Enfrente estará una débil selección venezolana, ya desde hace tiempo eliminada del Mundial 2018, y con problemas futbolísticos (no estará Tomás Rincón, uno de sus jugadores claves), y económicos (la crisis del país no permite pagos importantes y tiene escasísimo presupuesto para prepararse), sumados a que por esta última razón muy posiblemente tenga que dejar el cargo su entrenador, Rafael Dudamel, quien casi saca campeón mundial  este año al sub-20 (cayó en la final ante Inglaterra).

Si bien Venezuela le quitó dos puntos a Colombia como local el pasado jueves, no parece un rival de fuste para una selección argentina con tantas estrellas, pero que deberá tener suficiente paciencia si es que comienzan a pasar los minutos sin abrir el marcador, y tendrá que encontrar una línea de juego que permita transitar mejor el último tramo de la clasificación al Mundial sin pasar por los sobresaltos de otras oportunidades.

Será el debut como local de Jorge Sampaoli como entrenador, tras el primer partido del pasado jueves en Montevideo, con un magro empate sin goles que dejó un sabor agridulce porque se trató de un limitadísimo rival que festejó el punto conseguido, y porque dio la clara sensación en el segundo tiempo, que ambos supieron los otros resultados y se dieron cuenta de que sin agredirse hacían un buen negocio y eso atentó contra el espectáculo haciendo recordar otros tiempos con las mismas camisetas.

El plantel de la selección argentina sabe que el equipo está en deuda con el público porque en esta clasificación hubo escasas buenas actuaciones y desde el mismo inicio, con derrota como local ante Ecuador, hubo que correr contrarreloj, y tampoco ayudó el enorme desorden institucional de la AFA, que determinó dos cambios de entrenadores en el mismo ciclo. Comenzó con Gerardo Martino, siguió con Edgardo Bauza, y el último tramo será con Sampaoli, cada uno con una línea de juego diferente.

El nuevo entrenador, una vieja ambición de los jugadores de mayor peso del plantel y también de los principales dirigentes, llegó con una idea basada en la tenencia de la pelota en el mayor tiempo posible, y en principio, de una táctica agresiva hacia el arco rival, pero en Montevideo no acertó el camino y además estuvo muy contenido por una sólida defensa celeste.

Sampaoli parece haberse decidido por tres cambios respecto del partido pasado. Javier Mascherano regresa a la titularidad aunque como marcador central, y ya no como volante como jugó por muchos años en el equipo nacional, reemplazando al suspendido Gabriel Mercado. En el medio se produciría la vuelta de Ever Banega –suspendido- por Guido Pizarro, para acompañar a Lucas Biglia, y como ala derecha jugaría Lautaro Acosta, mucho más ofensivo que Marcos Acuña, quien en Montevideo actuó más de volante por el sector cuando su fortaleza radica en la punta izquierda.

De esta forma, el entrenador busca darle más volumen al juego y un mayor acompañamiento a Lionel Messi, que siguió generando solo la mayoría de las jugadas del equipo argentino, en lo que ya parece una constante, la “Messi-dependencia” que admite el propio cuerpo técnico pero que no logra encontrar hasta ahora otras variantes pese a contar con figuras como Paulo Dybala o Mauro Icardi.

En este caso, Venezuela no parece tener la fuerza de Uruguay para oponerse a lo que intentará ser un monólogo argentino aunque el joven arquero visitante Wuilker Fariñez viene precedido de una gran actuación ante Colombia y resultó clave para el 0-0 final.

Lo que se espera, más allá de un triunfo, es que el equipo argentino recupere la memoria, que juegue en forma colectiva y que no dependa sólo de su máxima estrella, y que de esta forma se despeje el camino tan complicado hacia el Mundial de Rusia.

Si bien la selección argentina se encuentra en zona de repechaje, tiene los mismos puntos que Chile y un solo gol menos en el averagge por lo que esta es la ocasión propicia para colocarse entre los cuatro primeros de la tabla, máxime que en octubre espera otro compromiso accesible de local ante Perú para cerrar en Quito ante Ecuador.


No se trata de ganar de cualquier manera, sino de entender, por fin, que para ganar primero hay que jugar. Y la selección argentina tiene jugadores de sobra para conseguirlo.