Con todos los problemas que tuvo en el mercado
veraniego, entre fichajes no concretados, la salida de Neymar al PSG, la
crecida del Real Madrid, consolidado luego de ganar dos Champions Leagues
seguidas, la larga lesión de su mayor contratación, Ousmane Dembélé y la
incerteza sobre la continuidad de una de sus grandes figuras, Andrés Iniesta,
pocos podían apostar a que la Liga Española tendría al Barcelona como un líder
tan firme, tan holgado y ya alejado a cuatro puntos del Atlético Madrid,
mientras que su rival de siempre, el Real Madrid, la observa a mucha distancia
de siete puntos, con sólo dieciocho en juego.
En buena parte, el Barcelona se aprovechó de un mal
comienzo de Liga por parte de los blancos, incapaces de ganar en su estadio,
Santiago Bernabeu, y que acabaron derrotados inesperadamente ante el Betis,
sobre el final, con un gol del ex Barcelona, el paraguayo Tony Sanabria.
Pero también es cierto que los blaugranas se han ido
consolidando a partir del sentido común que va imponiendo su nuevo entrenador,
Ernesto Valverde, sin apelar a movimientos extraños y tratando de sacar el
mejor jugo a su plantilla, que no experimentó demasiados cambios respecto a la
pasada temporada y que en el caso de los fichajes, van ingresando de a poco,
máxime que el más importante, Dembélé, no podrá jugar hasta 2018.
El excepcional comienzo de Lionel Messi, autor ya de
nueve goles en apenas seis partidos de Liga, el mejoramiento físico de Iniesta,
el muy buen momento de Sergio Busquets y la consolidación de la defensa, son
factores determinantes de la marcha del Barcelona, que en la próxima jornada
recibirá en el Camp Nou a Las Palmas, con buenas perspectivas para seguir
sumando el cien por ciento de los puntos en disputa.
Esto también le va permitiendo a Valverde la
experimentación con distintos jugadores que van rotando, porque los resultados
por mucha distancia de goles con sus ocasionales rivales van permitiendo
cambios durante los partidos para ir probando variantes tácticas, como por
ejemplo el caso de Sergi Roberto, tanto de volante derecho como en su antiguo
puesto de lateral por el mismo lado, o bien los ingresos de Lucas Digne y
especialmente, el brasileño Paulinho, autor ya de dos goles en los momentos que
tuvo para participar, en un gran aprovechamiento de sus posibilidades.
Paulinho es un caso especial porque según se supo,
el Barcelona pidió consejo para su fichaje la fútbol chino, a la propia Confederación
Brasileña (CBF), que se mostró escéptica sobre que el ex volante del Tottenham
podría adaptarse a una forma de juego de toque colectivo, porque lo suyo
pertenece más al terreno de la potencia y la llegada al fondo desde atrás, a
modo de sorpresa.
Sin embargo, Paulinho ha rendido mucho hasta el
momento, aún manteniendo su estilo y sin representar el juego tradicional del
Barcelona. Por contrario, no puede afirmarse que pese a la lesión de Dembélé,
Gerard Deulofeu, en otro de sus regresos, haya conseguido protagonismo y ha
sido muy irregular, sin haber alcanzado el nivel pretendido, que es el que
alcanzó en la pasada temporada en el Milan.
Este es un Barcelona mixto. No es el equipo que
encantaba en temporadas pasadas ni tampoco se acerca a la idea de contundencia
de la anterior con el triplete sudamericano porque no ha logrado reemplazar a
Neymar y el uruguayo Luis Suárez no ha conseguido la capacidad goleadora del
pasado.
Es un equipo que por momentos puede mantener cierto
toque en el medio, en el que mantiene su base titular, pero Messi lleva a sus
espaldas todo lo que significa la aceleración desde tres cuartos de cancha y no
siempre encuentra en los dos laterales una descarga como en el pasado.
Ante el Girona, en el pasado fin de semana, pudo
observarse la situación del líder. Maniatado, bien marcado, bloqueado en su
creatividad y en un partido sólo mediocre, necesitó apenas de un par de errores
y alguna hilvanación de alguna jugada para decidir el partido y sacar una
diferencia de tres goles.
En este momento, la sensación que transmite el
Barcelona es que recién en la octava jornada, ante el Atlético Madrid, segundo
a cuatro puntos, y en el nuevo Wanda Metropolitano de la capital española, se
encontrará con un compromiso serio, de riesgos efectivos, porque el clásico
ante Real Madrid será muy cerca de fin de año.
Sin embargo, el partido de la próxima jornada, ante
Las Palmas, en el Camp Nou, será un extraño test en una jornada rodeada de
circunstancias políticas porque es el día sindicado para que los catalanes
voten en un Referendum sobre la posible independencia de España que no tiene
certeza de realizarse, aunque el propio Barcelona ha tomado posición a favor del
mismo.
Acaso una turbulencia como ésta sea hoy más
obstáculo que los propios rivales de Liga, al punto tal de que los medios
deportivos catalanes ya comienzan a tratar temas como el posible fichaje de
invierno de otro brasileño, Phillippe Coutinho, que se quedó en la puerta en
agosto.
Con poco para decir de una Liga demasiado
encaminada, todo indica que sólo asuntos externos como los políticos o los
fichajes puedan despertar de cierto letargo a los seguidores del Barcelona, que
imaginaban, seguramente, una Liga mucho más dificultosa y de transición que
ésta, de paso tan firme y con el Real Madrid tan lejos en apenas seis jornadas.
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