domingo, 10 de septiembre de 2017

La selección española recupera su identidad (Yahoo)




Un gran alivio ronda a la selección española. Luego del pasado Mundial de Brasil, en el que no sólo no pudo pasar la primera fase sino que mostró signos de fin de ciclo, lo que se refrendó en la pasada Eurocopa de Francia en 2016, un cono de sombra se había proyectado sobre el futuro.

De hecho, la sensación que aparecía era la de un desinfle como es lógico cuando una generación brillante de jugadores comienza a decaer y da paso a otra distinta, que trae el acertijo de la novedad.

Y no sólo lo que era buena parte de la base de aquel Barcelona brillante que lo ganó todo comenzaba a dejar su lugar, sino que también dejó el cargo de entrenador, al finalizar el pasado Mundial, Vicente Del Bosque, el gran continuador de la línea de juego que impuso –para fortuna de los aficionados de La Roja- el fallecido Luis Aragonés especialmente desde que finalizó el Mundial de Alemania 2006.

Pero allí apareció la muy buena elección de la Federación Española, involucrada hoy en serios problemas institucionales por la destitución de su presidente Angel María Villar, quien ocupaba ese cargo desde 1988, por hechos ligados a la corrupción.

Es cierto que por el consejo del propio Del Bosque, que pesó porque su sucesor ya dirigía a los juveniles y con bastante suceso, pero la designación de Julen Lopetegui como continuador de la línea de sus dos antecesores, terminó siendo un gran acierto, no sólo por los resultados sino porque la selección española mantuvo su línea de posesión de balón, sino porque encontró muy buenos ejecutantes entre los jóvenes que se fueron sumando a la generación intermedia.

Un hecho muy importante que marca el cambio es que esta selección española, que vapuleó sin atenuantes a la italiana (que tampoco jugó mal, sólo que se vio ampliamente superada en el Santiago Bernabeu) más allá del elocuente 3-0 final, no sólo ya tiene más de medio pasaje al Mundial de Rusia sino que convenció completamente en su juego y está compuesta ahora por la misma cantidad de jugadores del Barcelona que del Real Madrid, acaso como símbolo de los nuevos tiempos que llegaron.

Esta selección, puede decirse, ya no tiene una base fija en un equipo, como sí tuvo la de Aragonés-Del Bosque, porque el Barcelona marcó una etapa muy clara y hoy, todo es mucho más parejo como lo indican las últimas performances y que si bien el Real Madrid dominó en las dos últimas temporadas, el Barcelona puede volver a hacerlo por la enorme distancia entre sus dos plantillas y el resto de los equipos de la Liga.

Una tercera parte pasa por algunos pocos jugadores del Atlético Madrid (Diego Costa podría sumarse a los rojiblancos en enero) y otra pata importante de esta selección, lo que ya no constituye una novedad pero sí es un hecho extraño respecto de la historia del fútbol español es la cantidad de jugadores pertenecientes a ligas extranjeras, en especial la Premier League.

Nada menos que cinco jugadores de la Premier, uno de la Major League Soccer de los Estados Unidos, otro de la Serie A italiana y otro de la Bundesliga, totalizan ocho convocados que no participan en la Liga Española, lo cual también da a entender cómo es, hoy, el reparto económico del fútbol español.

En cuanto a lo futbolístico, esta selección española ha recuperado la frescura y la creatividad del medio hacia adelante, perdida en los tres años anteriores.

El equipo español seguía siendo protagonista de los partidos, pero carecía de la definición requerida como para establecer en la red la enorme diferencia de posesión de balón que establecía con el rival a partir de la muy buena administración desde la salida desde el fondo (la base se mantiene).

Ahora, David De Gea transmite la misma sensación de absoluta seguridad que antes Iker Casillas, cuyo momento parece haber pasado para ceder la posta al portero del Manchester United, mientras que Daniel Carvajal le agregó, desde la banda derecha, no sólo una gran salida sino una potente llegada al fondo, tal como lo hace en el Real Madrid.

Si en el medio nunca hubo demasiada dificultad con Sergio Busquets para la marca y la distribución, ahora Koke y un ya veterano Andrés Iniesta pueden descargar en la magia del gran momento por el que atraviesa Isco Alarcón, y para completar la zona aparece David Silva para un claro 4-1-4-1 con otro proyecto de crack en el ataque, Marco Asensio, si bien este es un lugar de mucha disputa cuando regrese Diego Costa (quien desde enero estará mucho más activo) o con la competencia de otro goleador de gran presente, Alvaro Morata.


Con esta perspectiva, y el recambio que generan Thiago Alcántara, Saúl o Pedro, y con la seguridad que transmiten los que cumplen funciones defensivas, la selección española ha encontrado nuevamente un camino para ser considerada otra vez candidata, tal vez junto con Alemania y Brasil, para volver a ganar un Mundial en Rusia 2018, aunque ya con varios jugadores distintos, con un necesario recambio, pero sin renunciar a la idea de jugar con una cierta estética y con un gran respeto por el balón.

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