La selección argentina sumó anoche una nueva
frustración al empatar 1-1 en el Monumental ante la colista Venezuela, en un
partido en el que apareció devorada por la ansiedad y que impensadamente
consiguió igualar cuatro minutos después de que la “Vinotinto” se pusiera en
ventaja al comenzar el segundo tiempo.
Era la gran ocasión para que el equipo que ahora
dirige Jorge Sampaoli desarrollara un fútbol de ataque, estético, ante un
conjunto que ya estaba eliminado del Mundial y que, se suponía, no opondría
mayor resistencia, al punto de que jamás había obtenido un solo punto en sus
visitas al país en toda su historia.
Sin embargo, pese a un inicio arrollador, el equipo
argentino fue una máquina de perderse goles hasta que Venezuela logró empujarlo
unos metros hacia atrás y esto se profundizó cuando sorpresivamente, y como en otros momentos clave de la
selección nacional, Amgel Di María se lesionó y eso obligó al reemplazo por
Marcos Acuña, quien se fue transformando en una de las figuras del equipo por
su sacrificio.
La selección argentina sigue en zona de repechaje,
aunque ahora el partido de octubre como local ante Perú adquiere otros ribetes
porque el equipo que dirige Ricardo Gareca, que ganó 1-2 en Ecuador, tiene los
mismos puntos pero mucha más cantidad de goles a favor (26 a 16) aunque con el
mismo averagge, por lo que ese encuentro aparece como decisivo para las chances
de la albiceleste .
A los 3 minutos ya se había producido la primera llegada de la selección argentina y
la gran ocasión para Mauro Icardi, pero tapó bien con los pies el arquero Fariñez. Venezuela, demasiado atrás, arrinconada
contra su arquero desde el principio.
Buen toque del equipo argentino, pero esta vez, sin
la oposición rival casi hasta los últimos metros de la cancha, lo que le
permitía hacer circular la pelota casi libremente antes de encontrarse con el
vallado de los jugadores venezolanos.
A los 9 minutos, un sensacional desborde de Angel Di
María por la izquierda, entrando casi al área, terminó en un centro rasante que
Icardi no pudo empujar al gol al lado del arco.
Otra vez Icardi pudo marcar a los 13 minutos tras un
pase cruzado de Lionel Messi a Di María, y el centrodelantero del Inter se
arrojó pero no pudo alcanzar el balón.
También Ever Banega lo perdió a los 17 minutos,
cuando ya el equipo argentino se dio cuenta de que la clave estaba por las
puntas, pero en especial, en explotar más la izquierda, y así fue como Lautaro
Acosta desbordó con facilidad, y tras un rebote en un centro rasante, la pelota
fue a Banega, quien de frente al arco, no pudo marcar.
Pasados los primeros veinte minutos, el equipo
venezolano se fue acomodando a la situación y al mismo tiempo, el argentino
sintió el desgaste inicial, a lo que se
sumó, al poco rato, la inesperada lesión de Di María, que obligó a Jorge
Sampaoli a reemplazarlo por Marcos Acuña, aunque ahora por la punta contraria
al partido ante Uruguay, y más de puntero que de volante.
Al comenzar el segundo tiempo llegó el balde de agua
fría, cuando en la primera escapada de todo el partido, la defensa argentina
quedó mal parada y Jhon Murillo definió perfectamente a la salida de Sergio
Romero, con demasiado campo libre.
Desde ese momento, el equipo argentino entró en
absoluta desesperación, con un Monumental en estado de cabildeo, que ya no
perdonaba ningún error.
El alivio llegó a los 9 minutos, cuando un gran
desborde de Acuña por izquierda, terminó en un centro corto que ahora sí,
Icardi pudo empujar a la red, con la ayuda del defensor Rolf Feltscher Todo
volvía a comenzar.
Icardi protagonizó otra jugada que dejó dudas cuando
se discutió un posible penal que el árbitro chileno Roberto Tobar Vargas no
cobró, posiblemente porque el delantero del Inter cayó unos segundos más tarde.
Inmeditamente después, Sampaoli dispuso el ingreso
de Darío Benedetto por Paulo Dybala, otra vez de discreto partido.
A los 29 minutos, Sampaoli entendió que Icardi y
Benedetto se superponían y que en cambio Javier Pastore podía darle más
claridad al traslado de la pelota para que llegue limpia a los atacantes,
buscando un socio –tardío- para Messi.
El silencio del Monumental en los últimos minutos
era elocuente. El público se quejaba de
cada fallo y rumoreaba ante cada posibilidad de contragolpe venezolano, al
notar que los minutos corrían y el equipo argentino carecía absolutamente de
ideas para llegar al gol salvador.
Y en el descuento, en medio de los nervios de todo
el equipo, Pastore quedó solo ante Faríñez pero otra vez el arquero respondió
con categoría y ya no hubo tiempo para más. La selección argentina se retiró
desolada, desperdiciando una oportunidad de oro.
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