lunes, 19 de abril de 2021

Con la Superliga Europea, el fútbol ya no será lo que fue (Jornada)


 

Ya está. El fútbol, el gran fenómeno de masas del último siglo en todo el planeta, el que lo paraliza cada cuatro años con sus mundiales, no volverá a ser lo que fue. El deporte rey con las más bellas reglas y acciones en un campo de juego, que permitía igualar al más pobre con el más rico aunque sea por noventa minutos, el que permitió conquistas soñadas y posibilitó que se supiera de las hazañas de los Leicester, los Defensa y Justicia, los Steaua Bucarest, las “Águilas Verdes” nigerianas, los leones de Camerún, los Defensor Sporting, los Atalanta, quedará definitivamente en manos de los ultra ricos, de los bancos y los mega grupos televisivos, que decidieron terminar con una etapa que conservaba una dosis de romanticismo o de ilusión de competencia con un tinte igualitario, para bajar el telón con el impulso de la llamada Superliga Europea.

Esta nueva competición, anunciada anoche por los doce clubes más poderosos de Inglaterra (el llamado Top-6 integrado por Manchester United, Manchester City, Liverpool, Tottenham, Chelsea y Arsenal), España (Real Madrid, Atlético Madrid y Barcelona) e Italia (Juventus, Inter y Milán), y que espera a otros tres (creen que el PSG francés y los alemanes Bayern Munich y Borussia Dortmund, pero ahora parece complicado), termina con la vieja Champions League de la UEFA, de la que no sólo se rebela para recibir mucho más dinero de un nuevo inversor, sino que generó una repulsa generalizada de la dirigencia del fútbol europeo y mundial y hasta de la Unión Europea y de los mandatarios Boris Johnson y Emmanuel Macron.

¿Por qué se llegó a esto cuando la UEFA venía resistiendo la presión de los doce clubes ahora nucleados en la nueva Superliga, especialmente representados por el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, y el mayor accionista de la Juventus, Andrea Agnelli cuando ya les había ofrecido a cambio una nueva Champions League desde 2024/25 con más partidos y mucho más dinero? Porque son insaciables y porque siempre quieren ir a más y venían estudiando el antecedente de la Euroliga de basquetbol, que hace años hizo algo muy parecido, porque quieren todo el poder y no sólo una parte, y eso lo sabemos muy bien en Sudamérica cuando hace escasas semanas quebraron el brazo de la FIFA desde la Asociación de Clubes Europeos (ACE) y no permitieron que los jugadores de las selecciones nacionales fueran cedidos para los partidos de clasificación mundialista, que no se disputaron mientras en Europa se llevaron a cabo tres fechas en dos semanas. ¿Mayor muestra de poder que eso?

Ahora fueron por más, sin importarles absolutamente nada. Ni que, por ejemplo, para poder acceder a un nuevo torneo, los clubes de la Premier League inglesa deben consultar a la Federación (FA) para el visto bueno, por reglamento, ni que hayan sido advertidos por la UEFA de que serán suspendidos “lo antes posible” de sus competencias (y en ese caso, esta misma Champions podría dejar fuera de las semifinales al Real Madrid, al Chelsea y el Manchester City, y la Europa League al Arsenal y al Manchester United), ni que la FIFA haya amenazado con que sus jugadores no podrán formar parte de ninguna competencia oficial con sus selecciones nacionales (la argentina se vería afectada sin Lionel Messi, Lautaro Martínez,. Paulo Dybala, Sergio Agüero, Ángel Correa, Eric Lamela y Giovani Lo Celso).

Lo que sí importa es que esta nueva estructura, que ya tiene sitio web propio y que recurrió a la Justicia, según carta enviada a la agencia AP, en resguardo de los movimientos que hagan la UEFA y la FIFA, recibirá 3500 millones de euros a repartir (unos 300 millones para cada club ) sólo por participar, provenientes de la banca JP Morgan y de la Key Capital, vinculada a Borja Prado, colaborador de Florentino Pérez, contra los 3200 millones de euros que en total aportaba la UEFA para la Champions, aunque repartidos entre muchos más equipos.

Si estos doce clubes no recibieron el OK del París Saint Germain o continúa el silencio del Bayern Munich, socio de ellos en la ECA y que participó en reuniones anteriores, no se debe a ninguna idea romántica sino que los parisinos, a través de su máximo accionista, Nasser Al Khelaifi, están ligados a Qatar en toda regla, al punto de recibir de ese país fondos ilimitados al punto de ser catalogado como un “Club-Estado” y no sólo eso, sino que el jeque dueño del club es también el dueño de la empresa BeIn Sports (Al Jazeera),  que tiene los derechos televisivos de la Champions League. Los potentes alemanes, aún vigentes campeones de Europa, no se pronuncian por tener los auspicios de Qatar Airways, aunque sus compatriotas del Borussia Dortmund rechazaron entrar en esta nueva estructura y sostienen (acaso para empujarlos) que los de Munich tampoco van a aceptar.

Lo cierto es que el fútbol ya no será lo que fue. Algún lector podrá preguntarse cuánto cambia, al final, que doce o quince clubes poderosos pasen de los 3200 millones para 32 a los 3500 millones para una docena o poco más. Lo que cambia no es el capital sino la filosofía, porque en esta nueva Superliga ya se informa que apenas cincos por fuera de ella podrán clasificarse para competir con los ricos, que tendrán una base estable les vaya bien o les vaya mal. Es decir, al diablo con los méritos, con las clasificaciones. Entre todo el resto de Europa, apenas cinco equipos tendrán la fortuna de jugar esos partidos, vender sus derechos, ilusionarse con ganar un título que tenga valor europeo real.

Pensemos en el hincha del Ajax, del Benfica, del Sporting de Lisboa, del Sevilla, todos clubes con varios títulos europeos.  ¿Por qué ellos no están en esa Superliga nueva, con más conquistas que el Arsenal, Chelsea o Tottenham? ¿Qué es lo que determina que unos puedan formar parte del lote de privilegiados y otros no? El dinero, solamente el dinero.

Lo que se termina de generar, entonces, es el final de los tiempos de la meritocracia en el fútbol europeo, lo que en cualquier momento arrastrará al resto del mundo. Ahora se entiende más el apuro de la FIFA por un Mundial de Clubes de 24 equipos en China, o aquella nueva Champíons de la UEFA para dentro de tres años. Era el apuro por no perder a los que, de todos modos, se querían ir para tener aún más poder del que tienen, la ambición cel capitalismo sin rostro humano que desde hace rato se mostraba en el fútbol pero que ahora mostró la peor cara.

Hay que decir también que esto no es nuevo y que es otra demostración de que el fútbol se lo fue comiendo todo y avanzó hasta niveles insospechados. ¿Qué hizo la política, qué hicieron los organismos internacionales cuando los clubes europeos aprovecharon la sentencia Bosman de 1995 y sus equipos salieron a la cancha con once jugadores extranjeros, como Inter o Arsenal?  Apenas una comisaria europea, desde Bruselas, se planteó una estructura supra deportiva para poner un límite porque el fútbol se sabe tan fuerte que vive por fuera de él al punto de no aceptar la Justicia civil y sanciona, de una forma u otra, al que sale de sus fronteras, y lo máximo que acepta es el TAS. ¿Es esto viable? ¿Puede haber una Justicia general y otra para el fútbol? Las consecuencias son éstas y en cierto modo, parece que llegamos tarde o muy justos sobre la hora.

¿No es, acaso, este Florentino Pérez –impulsor de esta Superliga- el mismo que echó de la dirección técnica del Real Madrid a Vicente Del Bosque en 2003 pese a ganar la Liga –y antes la Champions- porque era gordo y pelado, y a Claude Makelele porque no vendía camisetas aunque luego necesitó una década para encontrar un reemplazante en ese puesto?

El ejemplo lo podemos ver de este lado del Océano Atlántico: las federaciones nacionales de los diez países sudamericanos rogándole a Gianni Infantino, presidente de la FIFA, que interceda ante los poderosos clubes europeos para poder jugar la clasificatoria al Mundial, los calendarios de los torneos se ajustan a los europeos aunque se descanse en invierno y se juegue a altas temperaturas en verano, los seleccionados nacionales juegan con sistemas tácticos europeos porque los mejores juegan allí y por si fuera poco, si se quiere en un término más de cabotaje, hay Toque de de Queda en Buenos Aires desde las 19, pero las copas continentales se juegan más tarde “por una excepción” del estado nacional. Otra vez coronita para el fútbol sobre cualquier otra actividad humana.

Por eso, aunque el comisario de “Modo de Vida” de la Unión Europea, Margaritis Schinas, sostenga que “no hay espacio para reservar el modelo de deportes a los pocos clubes ricos que quieren cortar los vínculos con todo aquello que las asociaciones defienden”, suena a lágrima de cocodrilo. Era lo mismo pero mucho antes, era preocuparse por la salud del deporte más hermoso del mundo, que concita pasiones, que genera pasiones únicas y con miles de millones de seguidores.

Lo dijo bien Gary Neville, ídolo del Manchester United, asqueado con su club  y contra los otros cinco de su país que forman parte de esta nueva Superliga: “Los dueños del United, City, Liverpool, Chelsea no tienen nada que hacer con el fútbol de éste país. Son más de cien años de historia de fans que han vivido y amado estos equipos y necesitan ser protegidos. Ya saben cuál es la motivación, la avaricia. Esto es muy grave, es un acto criminal contra los seguidores del fútbol. No se confundan. Este deporte es el más grande del mundo”.

El fútbol de los parques, de las plazas, de los larguísimos viajes para acompañar a los equipos, de los cientos de miles que lo siguen en las canchas o en la TV o en las redes sociales, que lloran y ríen por los éxitos o fracasos, no se merecen esto, Que el fútbol los excluya por intereses puramente económicos al 0punto de ni dejarlos participar.

Es como cuando éramos chicos y en medio del fragor de un partido, llegaba el dueño de la pelota, la agarraba y se la llevaba. Así nos están dejando. Y no hay derecho a aceptarlo.

 

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