Se jugaban
demasiado en el Clásico español. Los dos ingresaron al campo del estadio
Alfredo Di Stéfano, sin público y con una lluvia pertinaz, sabiendo que el que
ganaba le pondría mucha más presión a un Atlético Madrid que lideró toda la
Liga y que ahora que quedan menos de diez partidos, justo parece derrapar y que
debe jugar después ante el Betis en Sevilla.
El Real Madrid
estaba a tres puntos de Atlético y el Barcelona, sólo a uno, con la diferencia de que los azulgranas ya no
juegan la Champions League, si bien tienen que definir el sábado la Copa del
Rey ante el Athletic de Bilbao, y los blancos tienen el compromiso de vuelta de
los cuartos de final de la copa europea ante el Liverpool, el miércoles, luego
de vencer como locales 3-1 en la ida.
La gran pregunta
era quién llegaba mejor. El Real Madrid, esta temporada, equipo en el verdadero
sentido del término. Superado ya el duelo por la partida de Cristiano Ronaldo,
y con Karim Benzema como estandarte del ataque y jugador completo, Zinedine
Zidane logró reencauzar a un plantel al que la mayoría daba por terminado, con
ciclo cumplido, aunque lo readaptó, con un 4-4-2 que en ocasiones puede ser un
4-3-3 con el joven (y aún no del todo maduro, aunque es un diamante en bruto)
Vinicius Junior acompañando a la estrella francesa y goleador, mientras que al
tradicional mediocampo de los últimos años, con Luka Modric, Toni Kroos y
Casemiro, le agregó, dependiendo del caso, el despliegue del uruguayo Federico
Valverde o la ductilidad de Marco Asensio. Y atrás, pocos repararon en que los
cuatro que se pararon ante el Barcelona (Lucas Vásquez, Militao, Nacho y Mendy)
son todos diferentes a los que vinieron jugando en los últimos tiempos (Daniel
Carvajal, Sergio Ramos, Raphael Varane y Marcelo).
El Barcelona es
todo lo contrario. Llegaba también en alza anímica, en especial, desde que Joan
Laporta ganó las elecciones de hace poco más de un mes y le dio otra confianza
a sus jugadores, pero es evidente que sí se trata de un fin de ciclo, y que si
bien hay una buena base para el futuro con varios jóvenes que piden pista
(Mingueza, Araujo, Pedri, Dest, Riki Puig), otros, seguramente, emigrarán y
hasta Lionel Messi sigue en duda hasta que el 1 de julio comience la temporada
siguiente y tome la decisión final de quedarse o marcharse.
Y este Barcelona
se encuentra en tal transición, que pese a las chances de llegar a la punta
ganando el Clásico, su entrenador, Ronald Koeman, cometió un par de errores
tácticos gruesos, como acentuar la marca con tres defensores, liberando a los
dos laterales (Jordi Alba y Sergiño Dest) hasta la mitad de la cancha. Esto
produjo un espejismo porque en los primeros diez minutos, se decidió a tocar y
a mantener la posesión de la pelota pero a la primera en serio que tuvo el Real
Madrid, demostró su solidez y la idea de que sabe muy bien lo que quiere. Federico
Valverde, que apareció como cuarto volante, aceleró hacia el campo rival, se
dio cuenta de que había un vacío a la espalda de Alba, hacia allí fue el pase a
Lucas Vázquez, y su centro, sin marca (los tres centrales estaban a la
suficiente distancia como para no llegar tampoco), fue capitalizado a la
perfección con un brillante taco de Benzema.
Sólo habían
pasado 12 minutos y bastó para que el Barcelona entendiera que había varias
cosas que estaban mal. Los huecos entre os centrales y los laterales y un mal
uso de un jugador poli funcional como lo es el neerlandés Frenkie De Jong, que
debió salir más atrás para ir adelantándose en la cancha, algo que recién
descubrió Koeman para el segundo tiempo, cuando ya su equipo estaba 2-0 abajo,
porque a los 27 minutos, un tiro libre de Kroos se desvió en Dest y tampoco
Alba pudo rechazar la pelota, que se metió en el arco de Ter Stegen. Sólo en
los últimos dos minutos, con un córner de Messi que sobró a Thibaut Courtois y
casi se transforma en olímpico (la pelota rebotó en el palo) y otra tapada del
gran arquero belga al rosarino, en el área chica, disimularon las enormes
diferencias tácticas.
Koeman apostó
entonces, en el descanso, a la entrada de Antoine Griezmann por Dest, algo
lógico en cuanto a que es más probable que se llegue al gol con delanteros,
porque Messi está muy solo en este Barcelona, con la única compañía de un errático
Ousmane Dembélé, que es muy veloz y hábil, pero que siempre elige mal al final
de la jugada (una suerte de Sebastián Villa blaugrana). Y a los 14 minutos llegó el descuento de
Oscar Mingueza y la idea de que se podía soñar con el empate.
Fue allí que
Zidane volvió a pensar. Por un lado, estaba el compromiso de mitad de semana
con el Liverpool, y su equipo estaba jugando un partido intenso y en campo muy
pesado por la lluvia, y por otro, era el momento de reciclar todo, y comenzaron
los cambios. Asensio reemplazó al
cansado Valverde y al notar que Koeman hizo ingresar a Sergi Roberto por Sergio
Busquets (una manera, a su vez, de reconocer que se había equivocado quitando a
Dest por derecha cuando debió salir un central y bajar allí a De Jong para tener
salida limpia y sorpresa), armó una línea de cinco defensores, con Marcelo
ayudando a Mendy, Casimiro por delante
de ella, otra línea de tres con Asensio, Modric e Isco, dejando arriba, solo, a
Mariano. De este modo, no sólo tenía un vallado casi impenetrable, sino tres
posibles asistentes para un delantero potente y con hambre.
Es cierto que la
última imagen que nos dejó el Clásico es que el Barcelona pudo haberlo empatado
con el remate del ingresado Ilaix al palo y con Ter Stegen jugado a un rebote
en el área del Real Madrid, pero no deja de ser un espejismo como los diez
minutos iniciales de dominio del Barcelona.
Hoy el Real
Madrid es un equipo mucho más sólido, que tiene más claros los conceptos, y que
encontró en Zidane ya no sólo a un gran motivador y manejador de vestuarios de
estrellas sino un buen conocedor de la táctica adecuada en su equipo. Enfrente,
un grupo de jóvenes con futuro, un genio que se va haciendo veterano y que
tiene poca compañía, y una joya que puede jugar en varios puestos pero que no
la saben usar, en un contexto de fin de ciclo.
Todo eso pudo
notarse en el Clásico jugado bajo una intensa lluvia, que le otorgó un
condimento épico especial.
No está todo
dicho en la Liga, pero sí, las cosas están bastante claras de los dos lados, y
el resultado lo refleja en parte, porque en lo conceptual, la distancia es
bastante mayor que en los números.
No hay comentarios:
Publicar un comentario