A una jornada de la finalización de la fase de grupos de la Copa Libertadores de América, la competición internacional más antigua de equipos, de los cinco participantes que representan a la Argentina, sólo uno tiene asegurado su pase a octavos de final (Estudiantes de La Plata), y Boca Juniors necesita sólo un empate de local, para ser el segundo conjunto de este país en ingresar en la etapa siguiente.
Sin embargo, tanto Lanús, como San Lorenzo y River Plate, ya se han quedado en el camino en una competición de 32 equipos de los que la mitad de ellos ingresan en los octavos de final. Los casos más sorprendentes son los de San Lorenzo y River, que contando con planteles bastante costosos y numerosos (especialmente el primero), han fracasado en su intento de alcanzar el plano internacional que los proyecte y los potencie en el futuro próximo.
San Lorenzo ha quedado eliminado una jornada antes de la definición de su grupo, y lo propio ocurrió con River, que además pudo haber quedado en el camino dos jornadas antes si en el primer partido, como local, no se imponía en el último minuto y con un gol en evidente offside. Pero además, quedó eliminado en Paraguay, ante Nacional, que a su vez jugaba sin chances tampoco al ocupar la última colocación del grupo. Sin embargo, el elocuente 4-2 de los paraguayos sobre los argentinos, marcó el fin de la participación del conjunto argentino y una nueva frustración.
Lo llamativo es que el fútbol argentino, que está teniendo serios problemas también para lograr su clasificación para el próximo Mundial de Sudáfrica 2010, tampoco parece marchar en la dirección correcta con sus equipos, en un hecho que ya se repite demasiado. En 2008, en la anterior edición de la Copa Libertadores, participaron los mismos cinco equipos que en la actualidad (Boca, River, San Lorenzo, Estudiantes y Lanús) con un sexto surgido de una etapa previa, Arsenal, cosa que no ocurrió en esta oportunidad. Y casualidades o no, también en aquella oportunidad los que llegaron más lejos fueron Boca Juniors y Estudiantes de La Plata.
Tampoco parece casual que en la tabla general de los últimos seis torneos cortos, de las tres últimas temporadas en los torneos locales argentinos (la forma en la que se miden los promedios para los descensos de categoría), los dos equipos que la lideran son Boca y Estudiantes. Y menos casual parece que desde 1996, es decir, en 13 ediciones de la Copa Libertadores, sólo Boca Juniors la ha ganado entre los equipos argentinos (en 2000, 2001, 2003 y 2007) y que llegó a la instancia final (2004).
¿Por qué ocurre esto? Los motivos son muchos y ya nos hemos extendido algunas veces en esta columna. Lo primero es que el medio presiona mucho en cuanto a la obtención de resultados, y el eje de “éxito/fracaso” genera que los entrenadores deban irse pronto si no se cumplen los objetivos mínimos.
Por ejemplo, en el actual Torneo Clausura actual, en diez jornadas disputadas (la mitad del campeonato), ya han cambiado entrenador Racing Club, Independiente, San Lorenzo, Rosario Central (dos veces), Estudiantes, Gimnasia de Jujuy, Godoy Cruz de Mendoza, y Bánfield, es decir, ocho equipos de veinte que han cambiado de proyecto, en muchos casos hasta de sistemas tácticos, en la mitad de una competición, con todo lo que eso implica y con la inestabilidad que eso genera.
También es cierto que siendo el fútbol argentino exportador de jugadores, sus torneos desde hace años se han convertido casi en un sub-23 o plus-30, es decir que prácticamente no hay jugadores de edad intermedia, la mejor edad para jugar al fútbol, por lo que todo se reduce a jóvenes con gran futuro, que en la medida que tengan un buen rendimiento emigrarán, o veteranos a punto de dejar la práctica profesional o el caso de los retornados desde el exterior para finalizar sus carreras en los clubes de sus amores, casi como “semiprofesionales” o “postprofesionales”, como los casos de Christian “Kily” González (Rosario Central), Ezequiel González (Rosario Central), Roberto Sosa (Gimnasia), Juan Sebastián Verón (Estudiantes), o Marcelo Gallardo (River Plate) entre otros.
Las presiones que comentábamos generan también que la mayoría de los jugadores salgan a las canchas como si fuera una guerra, por todo lo que hay en juego, y muchos analistas sostienen que más que “jugar al fútbol” se “choca” al fútbol, con cantidades industriales de lesionados y suspendidos.
En ese contexto, sólo parece haber lugar para jugar al fútbol en los equipos con mayor tranquilidad, como los citados Boca o Estudiantes, el actual líder, Vélez Sársfield, o Lanús, el segundo, debido a que también se trata de los clubes con mejor situación económica y que han apostado a proyectos a más largo plazo.
Por otra parte, la pérdida de posiciones claves que generaba el fútbol argentino, como los volantes creativos, los marcadores de punta, o los volantes centrales, se fueron agotando para tratar de “adaptarse” a una competición distinta, como la europea, también fueron modificando la técnica y hasta la táctica, y hoy, muchos equipos adoptan esquemas con cuatro volantes, dos de ellos centrales y dos por los costados. y dos delanteros de punta, acabando desde hace años con los extremos.
Las causas son muchas, desde económicas, técnicas, tácticas y culturales, pero el fútbol argentino parece haber perdido su rumbo, y puede pagarlo muy caro como consecuencia.
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