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Justamente si hay algo que tiene el Barcelona, además de la magia y el talento necesario en sus jugadores, asunto básico en un deporte, es sentido común. Parte de la premisa de no compartir la tenencia de la pelota. Luego, administrarla bien, al jugador que está libre, y asegurando el traslado mientras se avanza.
Claro que el Barcelona tiene un genio como Lionel Messi, el mejor jugador del mundo por mucha distancia con los demás, y que es argentino.
Esto nos lleva a la reflexión de por qué a Messi no se lo ve tan cómodo en la selección como lo está en el Barcelona. La respuesta no es muy difícil. El fútbol argentino (lo venimos diciendo hasta el hartazgo en nuestros artículos que ustedes pueden leer en este mismo blog) va perdiendo identidad de manera alarmante porque los cientificistas se apoderaron del discurso dominante, de los espacios de comunicación, y por lógica, de los equipos.
Por ejemplo, ahora en el fútbol argentino y en la propia selección, se juega con el llamado "doble cinco". Una ridiculez por donde se lo mire. Dos jugadores que hacen lo que antes hacía uno solo, como sigue haciéndolo uno de los equipos que mejor juegan, Huracán (Bolatti), o lo hace, salvando las distancias de presupuesto y claridad de conceptos, el Barcelona. Antes, los Lazatti, Perucca, Rossi, Rattín, Merlo, Gallego, Marangoni y tantos otros, no necesitaban de un ayudante para su tarea. Pero además, en el caso de la selección argentina en concreto, si casi nadie la ataca por el temor que genera la camiseta (sí, la camiseta, la historia, los nombres), ¿para qué haría falta una línea de cuatro volantes que no tienen a quién marcar? porque jamás se adelanta a un defensor, eso sería ya un sacrilegio. Como siempre, se atrasa un delantero y se pierde una función de ataque. Una más, que se suma a la falta de wines, al final de los especialistas de la punta, los marcadores de punta a la antigua, y no estos "laterales-volantes" que no llegan bien al fondo, y le ganan las espaldas cuando los atacan. Pero eso no es todo: queremos retirar la camiseta 10, cual NBA, y ya se habla de la necesidad del 4-4-2 como se juega en Europa, sin un jugador creativo, el que maneja el equipo. Nos detenemos nuevamente aquí para distinguir eso del enganche. Una muy buena entrevista del diario Perfil con Norberto Alonso y Ricardo Bochini, dos eximios 10 de los años setenta y ochenta, aclara que hoy se le dice "enganche" al que lleva el número 10, cuando "enganche" es el delantero que se retrasa unos metros para asistir a los de punta, lo que hizo Tévez ante Venezuela, por detrás de Messi y Agüero.
¿Qué tiene que ver todo esto con Messi? clarito: que el crack del Barcelona juega en su equipo cerca de otros cracks, de otros creativos. Que el Barcelona ataca con tres delanteros de punta y dos asistidores cerca (Iniesta y Xavi) y un "5" a la antigua (Yaya Touré) y no parece, por caso, que ese juego estuviera perimido. ¿O si? ¿qué opinan los resultadistas?.
En cambio, en la selección argentina que, por si acaso recordamos, es el plantel de jugadores que el entrenador decide convocar sobre todos los jugadores argentinos del mundo entero, con la riqueza que eso supone, juega cun cuatro volantes, con doble cinco, con laterales volantes y con apenas dos puntas, Messi y uno más, y ambos, sin grandes asistidores atrás, con dos carrileros y dos volantes centrales. Por eso, cuando en Marsella el entrenador argentino dijo en conferencia de prensa que "sería boludo" si cambiara a Messi de la posición que juega en el Barcelona, sorprendió que ningún periodista presnte le recordara a Maradona que en el Barcelona, Messi juega en ese lugar, pero acompañado por cuatro jugadores de ataque, y en la selección, por uno y algún sacrificado que "corra" para ayudar. es decir, Messi juega en el Barcelona inmerso en una filosofía del culto al juego, al espectáculo, y le va fenomenal y se divierte. En Argentina, juega entre computadoras, cálculos y corredores, y se tensa y no le va tan bien. A eso íbamos.
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