No por merecido, ni por históricopor los 113 años de espera en conseguirlo, puede concluirse que este título del Torneo Apertura logrado por Bánfield sea para el gran recuerdo, más allá del de sus propios hinchas. El equipo del Taladro es justo campeón aunque lo consigue finalmente con una derrota ante un Boca Juniors de un año gris como pocos, y beneficiado con la derrota de Newell's Old Boys de Rosario como local ante otro deshilachado San Lorenzo, en lo que fue la segunda derrota consecutiva como local en la lucha por el campeonato (la anterior fue ante Arsenal), lo que demuestra el nivel del fútbol argentino en estos momentos.
Si algo se le endilgaba en tiempos pretéritos al fútbol mexicano desde la Argentina, era que no podía encontrarse allí un equipo hegemónico, es decir, uno que marcara un determinado tiempo, ya sea por su juego, por el carácter de sus jugadores, por la impronta de su entrenador. Hoy eso mismo le ocurre a un fútbol argentino en grave crisis, que exporta casi todo jugador más o menos valioso que produce su cantera, y que genera torneos sub-23 o plus-30, con juveniles que en muchos casos están verdes como para tener continuidad en Primera, o veteranos que regresan a un quasi-amateurismo con las cuentas repletas de dólares o euros a jugar a los clubes de sus amores. Todo esto, con despropósitos de horarios, de pérdida de identidad colectiva en cuanto al gusto por la estética salvo casos puntuales, como el Huracán del Clausura, o el Estudiantes de algunos pasajes de este Apertura o del pasado Clausura y alguna otra excepción.
Con la caída de los llamados "grandes", algunos de los cuales ya se encontraban en la pendiente (Racing Club o River Plate), otros estaban en un mal camino (Independiente) y otros que no han tenido continuidad (San Lorenzo y Boca), con Huracán desmembrado por ventas de sus figuras al mejor postor, y Vélez y estudiantes dedicados a torneos internacionales, hubo terreno fértil para que equipos como Newells o Bánfield llegaran a posiciones de vanguardia y fueran, efectivamente, los más regulares.
Bánfield tuvo algunos elementos destacables, más allá de no deslumbrar. Los cuatro jugadores en función clara de ataque, James Rodríguez y Walter Ervitti en la creación, Santiago Silva y Sebastián "Papelito" Fernández en la línea final, han tenido una gran influencia y han marcado la diferencia en cuanto han podido, con especial énfasis en Silva, goleador del torneo. Atrás, la seguridad de Sebastián Méndez y la regularidad y el carácter que transmite su arquero Christian Luchetti también gravitaron. Y no hay que dejar de mencionar la ratificación de Julio César Falcioni como entrenador, que ya había tenido un importante papel en Bánfield en el ciclo anterior, en el que estuvo a punto de llegar a las máximas instancias en la Copa Libertadores de América de 2005.
El hecho de que Bánfield sea el séptimo equipo difente consecutivo en ganar un torneo oficial argentino (Estudiantes 2006, Lanús 2007, San Lorenzo 2007, River 2008, Boca 2008, Vélez 2009, los anteriores) demuestra la paridad, que no significa, en este caso, otra cosa que mediocridad en la que vive el balompié albiceleste.
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