Lo dijo su entrenador, Pep Guardiola, a pocas horas de la final que terminó ganando de manera angustiosa y en tiempo extra ante los argentinos de Estudiantes. “El futuro del Barcelona es negro si nos vamos a poner a comparar con lo ocurrido en 2009” y tiene razón. Desde ahora ya no es sólo considerado el mejor del mundo por opinión sino por derecho propio al ganar el Mundial de Clubes de Emiratos Arabes Unidos, completando un año sensacional.
El Barcelona consiguió quedarse con la Liga Española, con la Copa del Rey, con la Champions League en una gran final ante el Manchester United, las Supercopas de España y de Europa, y el Mundial de Clubes, que estuvo a tan solo un minuto de perder cuando empató el partido 1-1 ante Estudiantes con un providencial gol de una de sus nuevas figuras de su cantera, Pedro.
Guardiola demostró en la final del Mundial de Clubes que no sólo es un joven entrenador que administra un plantel de grandes estrellas, sino que se trata de un gran orientador y un muy buen observador de los partidos. Los cambios, especialmente los de Pedro y el inesperado del joven Jeffren, también surgido de sus divisiones juveniles, dieron vuelta un resultado que parecía incómodo porque Estudiantes planteó muy bien el partido a través de su también muy buen entrenador, Alejandro Sabellla.
El Barcelona no jugó a su nivel los dos partidos del Mundial de Clubes. Ante el débil Atlante mexicano, tuvo que luchar más de la cuenta porque se encontró perdiendo en los primeros minutos a través del gol de Rojas, y tardó casi todo el primer tiempo para empatar, en cierta forma porque su gran figura Lionel Messi no llegaba de la mejor forma física y atrás mostró ciertos desacoples.
Y Estudiantes aprovechó esos errores que vio en el Barcelona en semifinales para plantearle un partido final lejos de su propio arco, y no dejando espacios para el ataque de los catalanes, planteado apenas con Ibrahimovic, acompañado de más atrás con los cerebros Iniesta y Xavi, sumados a un Messi que sorprendió en un nuevo rol de volante, algo más cercano a sus primeros años juveniles, antes de que comenzara a colocarse como extremo derecho, y tal vez un anticipo de un trabajo con miras a su participación en el Mundial con la camiseta albiceleste de Argentina.
Por eso, el Barcelona sufrió mucho cuando Mauro Boselli, el delantero de Estudiantes, aprovechó otro error como el cometido ante el Atlante, marcó de cabeza el 1-0 para los argentinos, porque ya no se trataba de un equipo tan vulnerable como el mexicano y poco faltó para que el trofeo se le escapara de las manos, si no fuera por la aparición de Pedro y porque, fiel a la tradición sudamericana, los liderados por Juan Sebastián Verón optaron por retrasarse y ceder la pelota, que era lo peor que podían hacer, y tuvieron suerte de que Ibrahimovic tuvo una noche errática y mucho de lo que él mismo fabricó, no pudo resolverlo en la red.
Para el Barcelona no es, de ninguna manera, un título más. Por un lado, porque necesitaba este título como ratificación de su poderío futbolístico, ahora fuera de dudas desde lo formal, y por otro, porque en las dos oportunidades anteriores que ganó la Champions League (1992 y 2006) se le había escapado en Japón el título mundial ante el San Pablo y ante el Inter., ambos de Brasil.
Seguramente por eso las lágrimas de Guardiola, que siendo tan joven ha logrado tanto para el Barcelona y para su propia carrera, ratificando el buen rumbo que tomó al elegir la mejor forma de expresar un hermoso juego como es el fútbol, apostando siempre por la estética, por el buen trato de la pelota, y sacando lo mejor de cada uno de sus brillantes jugadores.
Pero esas lágrimas de emoción de Guardiola también reflejan el grado de sufrimiento, de complejidad para llegar a la cima del mundo, porque desde lo que indicaban las propias apuestas previas a la final (7 a 1 para los catalanes) hasta las consideraciones de una prensa española y catalana demasiado confiadas, nadie imaginaba que Estudiantes podía generarle tantos inconvenientes.
También este Mundial de Clubes ratificó que la Copa Libertadores de América sigue siendo un torneo de jerarquía, al menos para los que ocupan los primeros lugares, porque Estudiantes logró dificultar más al Barcelona que el mismísimo Real Madrid, lo cual ya dice mucho por sí solo.
También este Mundial de Clubes reiteró un concepto con respecto a las temporadas pasadas, y es que el resto de los continentes se haya aún demasiado lejos de los dos que han dominado el fútbol desde principios del siglo XX: Sudamérica y Europa.
Esto no significa que para que haya aún mayor justicia para el título mundial, los seis campeones continentales deban ingresar en la misma fase, pero ya se ganó cierto terreno con respecto a la anterior Copa Intercontinental, cuando los otros continentes directamente eran excluidos por la FIFA.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario