Otra vez sopa. Como en cada definición de campeonato argentino, reaparecen los vicios y los elementos de corrupción que todos conocen, especialmente los dirigentes, pero que nadie cambia. Mucho menos, claro está, la Justicia ordinaria, que no se mete con el fútbol para que siga, siga, la "fiesta".
Conviene aclarar que cuando hablamos de "fiesta", nos estamos refiriendo a lo que supuestamente encierra una definición de un campeonato argentino, el Torneo Apertura 2009, por demás extraño, sin la participación de los equipos que tradicionalmente peleaban por el máximo galardón y que ha quedado reducida a Bánfield (que nunca fue campeón) y Newell's Old Boys de Rosario, con más chances matemáticas para los sureños del Gran Buenos Aires.
Bánfield debe ir a jugar a la Bombonera de Boca Juniors, donde paradójicamente se coronara campeón su rival de la zona, Lanús, en 2007, y aunque los locales no tienen ninguna chance en un año de muchos grises, y vienen jugando muy mal, apenas si le ceden a´su adversario 4500 entradas, lo cual habla de dos posibilidades: 1) la estupidez de empecinarse en una política nefasta de no compartir espacio con los que sienten otros colores (aún con el argumento de la capacidad de socios y la imposibilidad de darle mayor lugar al adversario porque la política de la distribución de entradas generales depende de un criterio subjetivo, como el de otorgar o no la segunda bandeja en vez de únicamente la tercera), 2) Alimentar la reventa de entradas a los hinchas de Bánfield desde el propio Boca Juniors, es decir, sumarse a la mafia de la reventa por la que ya en internet aparecían anuncios pidiendo 300 pesos por cada boleto, una inmoralidad a la que ya estamo acostumbrados no sólo en el fútbol sino en cualquier espectáculo que se precie de tal.
A propósito de esto, llama la atención lo que decía por televisión un hincha de Bánfield desesperado por no haber conseguido una histórica entrada para ver, por fin, a su equipo campeón: si la cola iba a paso de hombre y sólo se habían habilitado tres ventanillas en el estadio Florencio Solá, ¿cómo se agotaron tan pronto las 4500 entradas a la venta? ¿o será que, como siempre, de esas 4500 se pusieron a la venta la mitad, o menos, y el resto fuera a parar a la barra brava y a las agencias de dirigentes conocidos o directamente a los bolsillos de descomedidos amigos que las revenden por los sistemas conocidos? ¿Y la Justicia? bien, gracias. ¿Y la AFA? más que bien, gracias, sin tiempo para estas "pequeñeces", mientras todos conocen de sobra los procedimientos. ¿La AFA desconoce lo que ocurre, o será que sabe mucho más de lo que debería saber y por ejemplo, algún dirigente del ascenso de una colectividad muy popular en el país, muy vinculado en muchos momentos al seleccionado argentino, tiene directa relación con alguna agencia?.
A horas de un partido decisivo para la vida de Bánfield, su experimentado entrenador, Julio César Falcioni, afirma que su equipo, si obtiene el campeonato, no dará la vuelta olímpica en la Bombonera para "no herir" a los hinchas rivales. ¿Desde cuándo dar una vuelta olímpica es herir a los hinchas que ni siquiera tienen que ver con la lucha de su equipo por obtener un título? el fútbol argentino está atravesando una enorme crisis de confusiones al respecto. Desde el folclore, se puede llegar a entender que el archirrival pueda querer "dar la vuelta" en el estadio adversario. Pero que el equipo al que le toque salir campeón, cualquiera sea, ahora no pueda festejar su conquista por "herir" a los hinchas adversarios ya suena a una crisis que venimos comentando también con lo de la venta de entradas y en reiterados artículos en este blog, y que tiene que ver con una cuestión más sociológica que deportiva: el hecho de no poder respetarnos como distintos en la sociedad argentina. Desde el establecimiento de los pulmones que separan a hinchadas rivales, hasta la negativa a otorgar mayor número de entradas al equipo visitante, hasta el hecho de decir que no se dará la vuelta olímpica para no generar violencia o ánimo en contra que provoque que el rival salga con todo a ganarnos (como si además, se deconociera una posible incentivación, penada reglamentariamente).
Todos estos hechos nos cuentan de lo mal que está la Argentina como país. Estos días previos a la definicón del Apertura no nos hablan de fútbol. Nos hablan del país. El fútbol es apenas un recorte, una foto de lo que ocurre pero en 90 minutos. No vive en una burbuja.
Por estos días, recordamos que hace justamente 40 años, por el antiguo campeonato Nacional, Boca Juniors se coronó campeón en el estadio Monumental de Núñez al emoatar 2-2 con River Plate, con dos recordados goles de Norberto "Muñeco" Madurga. River consiguió colocarse 2-2 y con un gol más que marcara, conseguiría por fin un campeonato que se le negaba desde 1957. No pudo ser, Boca salió campeón delante de la hinchada de River, y dio la vuelta olímpica aplaudido por la platea archirrival, que se había privado de un ansiado campeonato minutos antes. A lo sumo, hubo una picardía riverplatense de encender los grifos para dificultar la vuelta boquense, pero hubo aplausos y reconocimiento del rival sin un solo incidente de peso. Otra sociedad, otro tiempo, otra cultura.
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