Este cronista debe admitir que Josep Guardiola
volvió a conquistarlo. Si en 2008 creyó que no duraría demasiado, tras un mal
comienzo de Liga en su primera experiencia como entrenador de Primera División,
luego acabó en la cima con un Barcelona espectacular, que para muchos puede
llegar a ser el mejor equipo de la historia del fútbol.
Nuevamente, para el inicio de la temporada 2013/14
en el Bayern Munich, intentando cambiar los esquemas de un equipo tan ganador,
que en la anterior se llevara el triplete (Liga Alemana, Copa Alemana y Champions League) de la mano de un gran
entrenador y de mucha experiencia como el veterano Jupp Heynckes, no sonaba muy
bien intentar una variación en el juego e importando un esquema como el que
podía aportar el catalán.
Los primeros magros resultados, como la derrota ante
el gran rival alemán de este tiempo, el Borussia Dortmund, por la Supercopa
Alemana, al mismo que venció apenas tres meses antes en una excelente final de
Champions League, y el empate sobre la hora, con triunfo por penales, contra el
Chelsea de José Mourinho en la Supercopa de Europa, parecían corroborar la
hipótesis.
En síntesis, el Bayern Munich, con la decisión de
contratar a Guardiola en vez de hacer la plancha con la certeza de los éxitos
de Heynckes, se parecía mucho a aquél Boca Juniors que con la salida de Alfio
Basile a la selección argentina y sus cinco títulos con la camiseta azul y
amarilla, fue a buscar a quien terminó siendo la contracara, Ricardo Lavolpe,
que consiguió el milagro de perder un campeonato que parecía imposible perder
en el Apertura de 2006.
Tampoco era una situación fácil. Hoy se sabe que fue
el propio Guardiola quien buscó a los dirigentes bávaros Uli Hoeness y Karl
Heinz Rummenigge, para decirles que quería dirigir al Bayern, enterado de que
Heynckes se encontraba próximo a jubilarse.
Todos se disputaban a Guardiola y las casas de
apuestas pagaban por las distintas posibilidades en la Premier League. Tanto es
así, que ni el Chelsea, ni el Manchester City, ni el Manchester United
contrataban entrenadores a la espera de la decisión de Guardiola, que sin
embargo dejó a todos boquiabiertos cuando se anunció su fichaje por el Bayern y
su acelerado aprendizaje de alemán en su año sabático en Nueva York.
Y poco a poco, el Bayern fue cambiando de modo de
jugar, y sus aficionados fueron perdiendo el miedo y entendiendo que se podía
practicar un fútbol mejor, un modelo superador el tan ganador de la temporada
anterior, y comenzaron a verse los resultados en los marcadores, y en los
partidos.
Pero lo visto ayer en Manchester, ante un poderoso
equipo como es el City del ingeniero chileno Manuel Pellegrini, fue para el
asombro. El Bayern se paseó por la cancha, arrasó con los “ciudadanos” y jugó
un partido perfecto, de toques, posesión y juego efectivo, en el que llegó a
tener una posesión del 79 por ciento, y una diferencia de 0-3 que pudo ser
muchísimo mayor si no es porque los alemanes desperdiciaron una y otra vez sus
posibilidades en las cercanías del arquero rival Hart.
El Bayern es un equipo compacto, con cracks en cada
una de sus líneas, y que fue perfeccionando la técnica a partir de la base de
la temporada pasada, desde un gran arquero como Neuer, uno de los mejores
laterales del mundo como Lahm, volantes con gran ductilidad, y tres atacantes,
todos de excelente pie, como los dos wines (con perdón de los “modernos”) como
Ribèry y Robben, y un nueve que también sabe con la pelota, que ayer fue Thomas
Müller pero que muchas veces es Mandzukic.
Los alemanes no sólo pueden estar con la pelota en
sus pies durante muchos minutos sin perderla y haciéndola correr por todo el
campo, sino que cuando llegan de contragolpe, lo hacen en serio, con
superioridad numérica, hasta reducir a la nada misma a equipos como el City,
que hace apenas unos días había vapuleado al United, su clásico rival de la
ciudad, por la Premier League.
Una vez más, Guardiola parece reírse de las
predicciones de este cronista y derrumbar varias ideas del fútbol, como que cuando
un equipo gana tanto, lo mejor es hacer la plancha y dejar todo como está.
Tal vez siga siendo así, pero puede haber hermosas
excepciones como ésta de Guardiola. Siempre que sea para jugar mejor, un cambio
es bienvenido. Y hoy, este Bayern parece
insuperable, salvo que se encuentre con algún genio en el camino, o una mala
tarde, porque por suerte, el fútbol sigue siendo (mal que le pese a unos
cuantos) “la dinámica de lo impensado”, como maravillosamente lo definiera,
visionario, el periodista Dante Panzeri.
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