Si bien el conflicto data de varios meses, desde los
tiempos de José Mourinho como entrenador del Real Madrid, esta semana
recrudeció con las declaraciones del laureado portero internacional Iker Casillas
acerca de que si en unos meses no cambia su situación en el club, evaluaría
marcharse luego de catorce temporadas.
Casillas cree, aunque no lo manifiesta, que la
pérdida de la titularidad en la portería del Real Madrid no tiene relación con
su juego sino con razones extra deportivas, por lo que coloca su situación en
el nivel de la injusticia, desde que primero fue reemplazado por Jesús Adán y
luego, ya de manera constante en la Liga Española, por Diego López.
Casillas no es un portero más sino uno de los
mejores (acaso el mejor) del mundo y todo su entorna apunta a que la idea de su
permanente suplencia no parte de su actual entrenador, el italiano Carlo
Ancelotti, ni del todo por Mourinho, sino desde el mismísimo presidente del
club, Florentino Pérez, desde que fue sindicado como una de las fuentes de
conocimiento de la mala relación entre el plantel y el portugués en la pasada
temporada.
Mourinho, enfrentado con casi todos los estamentos
de la Liga y del propio Real Madrid, llegó a señalar a Casillas, a través de su
pareja, como uno de los responsables de que se difundiera el conflicto y la
relación entre ambos no tuvo vuelta atrás, mientras que en esos días calientes,
que hoy parecen tan lejanos, el diario deportivo Marca llegó a informar de una
reunión fuera del club entre los capitanes y Pérez, absolutamente desmentida
por el dirigente hasta enfrentarse con el legendario periódico, en la que se le
exigió la salida del portugués para junio de 2013, cosa que finalmente ocurrió.
Aún así, Pérez siguió manifestándose contra varios
medios, ya con Mourinho fuera del plantel e incorporado al Chelsea, lo cual
indica el nivel de enfrentamiento que sigue teniendo por aquello que sucedió
con los capitanes y que provocó la salida de un entrenador con el que se había
jugado mucho y había apostado a futuro y hoy mismo sigue diciendo que con él,
el equipo dio “un salto cualitativo”.
Lo cierto es que Casillas lleva meses sin
continuidad, y pese a estar en una élite de porteros, va perdiendo lugar como
titular en la propia selección española a pocos meses del Mundial y cuando ya
finalizó la etapa clasificatoria, por lo que desde ahora no son muchos los
partidos amistosos que restan hasta la hora de comenzar en Brasil la Copa del
Mundo.
Este factor, sumado a la incomodidad que tiene el
propio Casillas con buena parte de la dirigencia del Real Madrid y que no toda
la grada está con él porque aquellos que sostenían a Mourinho prefieren a Diego
López, aunque sean minoría, han generado por primera vez en su trayectoria, siempre
ligada a los blancos, un deseo de cambiar de aires ya sea para diciembre o para
junio.
¿Puede ir Casillas al Barcelona? Aunque parezca una
locura, no lo es y el impedimento pasa mucho más por la historia del portero y
su afectivo vínculo con el Real Madrid, que por el presente y otros factores.
Uno de ellos es que el portero titular del
Barcelona, Víctor Valdés, seguramente saldrá al final de la temporada para
emigrar al Mónaco o a algún equipo de la Premier League, por lo que el camino
queda abierto para un jugador de su nivel.
Otro es la gran relación existente entre Casillas y
los referentes del Barcelona como Xavi Hernández y Carles Puyol, que fue lo que
abrió la compuerta del conflicto en los tiempos de Mourinho, cuando el arquero
los llamó por teléfono luego de la seguidilla de clásicos calientes que ya
estaban generando un clima de guerra, para encontrar juntos una solución y
aplacar los ánimos, algo que no gustó para nada al portugués, que vive de esos
enfrentamientos. Son parte de sui juego.
Y el tercer elemento que podría jugar a favor es el
de la estocada de Casillas a Florentino Pérez, al pasar a jugar en el
archirrival, que si bien no sería una movida ajedrecística como la de la
contratación de Luis Figo en aquella campaña electoral de 2000, no estaría
lejos y produciría un notable daño al dirigente.
Por cierto, una encuesta difundida este fin de
semana mostró que el cuarenta y cinco por ciento de los simpatizantes del Real
Madrid cree que Casillas pasará a jugar en el Barcelona, es decir que sea así o
no, hay una construcción en el imaginario del madridismo, y un real temor a que
el hecho se concrete y a tener que soportar las consecuencias.
Por todo esto, tanto el Real Madrid como Ancelotti
se juegan mucho en estos meses y los resultados de este fin de semana, que
justo lo acercan a la punta gracias a su triunfo ante el Málaga y al empate del
Barcelona en Pamplona ante Osasuna y la derrota del Atlético Madrid en Cornelía
ante el Espanyol, generan una enorme expectativa para el gran clásico del próximo
sábado ante los blaugranas.
Allí también, tal vez, haya alguna posibilidad de
medir cómo el barcelonismo recibe a Casillas, aunque seguramente vuelva a
sentarse en el banquillo, siguiendo nerviosamente las alternativas del partido.
Algo a lo que un gran portero como él, no termina de acostumbrarse.
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