Alguien alguna vez dijo que el cero a cero era “el
resultado perfecto” por supuesta falta de errores. Muchos jugadores del partido
de anoche en el estadio Vicente Calderón, y de ambos equipos, también lo
piensan, lo cual empieza a generar mayor preocupación, pero si además estamos
hablando del marco de una semifinal de la Champions League, y que todo hacía
prever lo que ocurrió, puede decirse, como homenaje a Gabriel García Márquez,
que el de Atlético Madrid y Chelsea fue una crónica de un empate anunciado.
Siempre se dice también que cuando uno no quiere en
fútbol, dos no pueden, pero si además, el otro tampoco tiene demasiados deseos
de profundizar y no ve con tan malos ojos el cero a cero porque de esta manera
un gol en Londres, en la revancha, casi que le daría el pase a la soñada final
del 24 de mayo en Lisboa, menos que menos hay chances de ver un buen
espectáculo.
De hecho, Diego Simeone decidió un esquema con un
solo delantero (Diego Costa) aún en condición de local, y apenas con su
compatriota Diego Ribas por detrás, y dos líneas de cuatro sin demasiado vuelo,
sólo yendo y yendo hacia el arco de Peter Cech porque el Chelsea de José
Mourinho, dada su característica de entrenador rocoso desde siempre, le cedió
campo y pelota.
Eso de ninguna manera significó que los locales
tuvieran claras situaciones de gol. Todo lo contrario. La sólida defensa “blue”
estuvo siempre cómoda porque los rojiblancos abusaron de los centros y los
pelotazos, por lo que los dejó venir y se metió en el área grande y sus
alrededores, y auxiliado por un David Luiz que aunque juegue de “cinco” es un
quinto defensor, dejó que los minutos corrieran y apostó decididamente al cero.
Una de las paradojas de la serie ocurrió al
promediar el primer tiempo, cuando en una estirada, el arquero internacional
checo Peter Cech chocó contra el travesaño y debió ser reemplazado por Mark
Schwarzer, algo inusual pero además, con el ingrediente de que el otro arquero,
el del Atlético, el belga Thibaut Courtois, pertenece al Chelsea y casi no
juega por una polémica porque en el contrato figuraba que los españoles, de
usarlo para estos partidos, debían pagar 300.000 euros, pero la UEFA anuló la
cláusula.
Courtois casi no tuvo trabajo porque el Chelsea ni
se molestó en llegar. Apenas si Mourinho colocó en el ataque (por llamarlo de
alguna manera) a Fernando Torres, un ídolo de los hinchas del Atlético, por ser
un símbolo del club y haberse formado en su cantera, aunque no inquietó nunca a
su ex equipo.
El Chelsea sólo puso un micro delante del área
chica, una pared, y cada pelota que entraba al área era rebotada por su defensa
o descolgada por los dos arqueros que jugaron.
Un partido chato, en el que Simeone, sobre el final,
vio que tal vez podía arriesgar algo e hizo entrar a lo mejor que tenía en el
banco: David Villa, José Sosa y especialmente al turco Arda Turán (que regresa
de una publialgia), pero todo demasiado tarde, y tampoco pareció demasiado
desesperado, como si los dos apostaran al partido revancha del miércoles de la
semana que viene en Londres, en Stamford Bridge.
El Chelsea sabe que como local se hace fuerte (con
Mourinho, en dos ciclos, sólo perdió allí un partido, y fue por la Premier
League ante el Sunderland el fin de semana pasado), y el Atlético, que marcando
un gol, está casi en la final luego de cuarenta años sin disputarla.
Los dos tienen ahora una parada intermedia en sus
ligas en la que se la juegan mucho. El Atlético ante Valencia en Mestalla y el
Chelsea, en lo que es casi una final, ante Liverpool en Anfield, para luego
recuperar este chip de Champions y apuntar todos sus cañones al partido
revancha.
Mientras tanto, el gran torneo europeo sigue y esta
noche a las 20,45 (15,45 de la Argentina) se juega la segunda semifinal en un
estadio Santiago Bernabeu que seguramente estará a reventar para el gran
clásico entre Real Madrid y el Bayern Munich de Jose`Guardiola, un viejo
adversario de la casa blanca.
Allí estaremos, esperando ver más fútbol que anoche.
No es muy difícil que ocurra, conociendo a los dos entrenadores y la categoría
de sus jugadores.
Como dice el escritor uruguayo Eduardo Galeano,
somos mendigos del buen fútbol. Esperamos que el Real Madrid y el Bayern nos
rediman luego del bodrio del Calderón.
Resulta intolerable, aunque ya estemos anestesiados
por la repetición y una fuerte justificación mediática del resultadismo barato,
que con el dinero que lleva gastado el Chelsea en jugadores, en noventa minutos
no pueda ofrecer aunque sea algunas gotas de fútbol, pensando aunque sea un
poco en los espectadores.
Mourinho (detestado e insultado durante varios
momentos en el estadio), nos hace creer que esto ya no es un juego, apenas una
competencia de vanidades y un negocio para pocos. No parece ser el mejor camino
para el fútbol.
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