En estos días tan extraños, justo cuando Josep
Guardiola se encuentra en el centro de los focos del fútbol mundial por dirigir
a un Bayern de Munich que en pocas horas se juega la chance de repetir una
final de Champions League nada menos que ante el Real Madrid, uno de sus
mejores amigos, y ex compañero en la cantera y luego en el plantel profesional
del Barcelona, Tito Vilanova, fallece a los 45 años tras luchar contra una
cruel enfermedad.
Vilanova fue quien sucedió a Guardiola en el
Barcelona, cuando luego de desgastantes cuatro años, de luchas contra los
medios y la parafernalia de la Liga Española, se quedó sin energías para
continuar y decidió renunciar.
En ese momento, el club decidió, con mucho tino,
dejar todo en manos de quien hasta ese momento era su ayudante, y además, uno
de sus grandes amigos del fútbol, como Vilanova, quien más allá de ganar una
Liga totalizando cien puntos, manteniendo intacta la filosofía de juego, no
pudo continuar tampoco debido a su enfermedad, siendo reemplazado en buena
parte del año por su ayudante Jordi Roura.
Para muchos, allí es cuando lentamente comenzó a
terminar de romperse un sistema tan ganador, una filosofía basada en una gran
concentración, aplicación al juego, pero que requería de una gran presión que
ejercieran desde los delanteros a la defensa adversaria.
La falta de Guardiola primero, quien había logrado
una motivación especial en sus dirigidos, y de Tito luego, por la imposibilidad
de estar presente, fue ablandando la estructura y aunque los jugadores
respetaban a Roura, todos sintieron que no era lo mismo y ya esa disciplina
para llevar adelante el juego se descontrajo, con consecuencias hasta hoy mismo
y esta temporada que posiblemente quede en blanco, algo inédito para el
Barcelona en los últimos tiempos.
Ya este Barcelona tiene muy poco que ver con aquel
que deslumbrara desde 2008, o incluso el que ya venía gustando en sus tiempos
incipientes con el holandés Frank Rikjaard en el banquillo. Hoy, parece un
equipo desmotivado, con jugadores en muy baja forma, y con algunas cuestiones
ligadas al juego que sorprenden, como el abuso de los centros aéreos a la
cabeza de nadie (especialmente por parte de Daniel Alves desde la derecha) o la
escasa participación de Lionel Messi, absorbido a veces por los marcadores
centrales, o los pases largos de José Manuel Pinto, desde el arco.
Es cierto que se le ha recargado a Gerardo Martino,
el actual entrenador argentino, muchos de estos cambios que no resultaron
positivos para el equipo, pero hay que entender que detrás de estos cambios
hubo una cantidad de factores extras que atender, desde los problemas que
atravesó el club en la temporada desde lo institucional, hasta la propia
convocatoria a Martino para hacerse cargo del equipo cuando Vilanova, ya
finalizado el período de pretemporada, se dio cuenta de que no podría cumplir
su sueño por otro año y tenía que abocarse a su tratamiento.
El traspaso de Vilanova a Martino para la actual
temporada que ahora está llegando a su fin, pudo haber marcado un antes y un
después en la historia futbolística contemporánea del Barcelona, que ya no
parece un equipo distinto al resto, sino un equipo al que la mayoría puede
complicar, a partir de haber perdido esa precisión, ese cambio de ritmo y esa
capacidad de gol que antes tenía.
Y si algo representó Vilanova, si por algo su muerte
conmovió, no fue sólo por haber formado parte del Barcelona sino por encarnar,
acaso contra su voluntad por haber sido un hombre de muy bajo perfil, el
trabajo paciente, tranquilo, pero metódico y comprensivo, con los jóvenes de la
cantera.
Representó a aquellos que muy desde abajo, en
silencio, pueden llegar a lo más alto, lo que acaso sea el mejor de los éxitos,
el que no necesita de los ruidos para ser considerado entre los mejores.
Las casualidades, una vez más, parecen no existir. O
tal vez sea demasiada coincidencia. La vida de Tito Vilanova se apagó cuando
pareciera ser que asistimos al final de un ciclo, al cambio, al menos, de
varios de los grandes protagonistas de la Liga Española y del fútbol mundial,
como parte de un Barcelona que ha desplegado un fútbol admirado en todo el
planeta y que, como a todo, le llega el momento de ir dando vuelta la página,
aunque conserve materia prima como para aspirar a seguir con una filosofía a la
que no debería renunciar y es la que el propio Vilanova representó,
construyéndola con un enorme esfuerzo.
Justo semanas antes del fallecimiento de Vilanova,
que como pocos representó el trabajo de La Masía, el Barcelona fue cuestionado
por la FIFA por incumplir una serie de reglamentaciones, aunque ahora haya
logrado que se le permita fichar jugadores mientras se resuelve el caso.
El mismo Barcelona que llegó a colocar en la terna
por el Balón de Oro FIFA World Player a tres jugadores de su cantera como
Lionel Messi, Andrés Iniesta y Xavi Hernández, algo muy poco usual.
El trabajo de Vilanova, como parte de una inmensa
estructura dentro del Barcelona, daba entonces sus grandes frutos, como para
que en estos tiempos en los que acaso se cierre la temporada en blanco, no se
pierda de vista el norte que deja este entrenador que se fue, reconocido tanto
en lo profesional como en lo humano.
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