El Barcelona no tiene paz. Vive, otra vez, días de
furia, que en verdad forman parte de una cadena ascendente y conforman un magma
complicado, que va minando cada día aquel ciclo brillante hasta 2012 y que
ahora oficialmente va tocando su fin.
Lo último de lo último llegó en una semana, como
para no poder cerrar tranquilos ni siquiera el año calendario. El TAS, la
última instancia judicial en el ámbito del deporte mundial, falló en contra del
Barcelona y a favor de la FIFA en la decisión de impedirle fichar jugadores
hasta 2016 por infligir el reglamento de fichaje de menores extranjeros.
El presidente del Barcelona, Josep María Bartomeu,
se mantiene de un hilito, porque no sólo no fue el votado en las elecciones
(asumió siendo el vice por la renuncia de Sandro Rosell, a su vez involucrado
en hechos de corrupción en el fichaje del brasileño Neymar), sino que también
podría ser citado a la Justicia, y ayer tuvo que decidir la salida de su
director deportivo, el ex arquero Andoni Zubizarreta, que se va tras una pésima
gestión, especialmente a lo referente al plantel.
Zubizarreta quedó con un pie afuera tras el domingo
negro del Barça en Anoeta, cuando no sólo perdió la chance de colocarse
momentáneamente por encima del Real Madrid en la Liga (los blancos tienen un
partido menos y habían perdido un rato antes en Mestalla ante el Valencia) sino
que su ahora muy discutido DT, Luis Enrique Martínez, tomó otra extraña
decisión coherente con lo que fue toda la primera parte de esta temporada: no
colocó ni a Lionel Messi, ni a Neymar ni a Daniel Alves entre los titulares,
supuestamente por haber llegado de Sudamérica, de sus cortas vacaciones, a muy
pocos días del partido.
Consultado Zubizarreta por la periodista Mónica
Marchante del Canal Plus, que tiene los derechos de transmisión de la Liga, en
una entrevista que ve muchísima gente, el directivo dijo que en cuanto a la
sanción del TAS que impide fichar jugadores al Barcelona, “es responsabilidad
de Bartomeu, no mía, pero pongo mi cargo a su disposición”.
Zubizarreta duró horas. Era despedido en la mañana
de ayer, con un escueto comunicado, y al rato también se fue su colaborador
inmediato, el ex defensor Carles Puyol, que apenas su duró un trimestre en funciones,
aunque abrió la puerta para regresar en el futuro.
El Barcelona es un hervidero, y si se suele decir que para ser campeón hace
falta que las tres patas del proyecto funcionen (dirigentes, DT y jugadores),
en este caso, no funciona ninguna.
El diario deportivo catalán “Mundo Deportivo”, dio a
conocer el domingo que en el entrenamiento del viernes, Messi había discutido
con Luis Enrique en lo que comenzó por algunos fallos en un partidito de cinco
contra cinco, y se fue ampliando, pero ayer el periódico insistió en que en la
propia Jornada del partido en San Sebastián ante la Real Sociedad, volvieron a
discutir.
En la cancha, el Barcelona no sólo perdió 1-0 sino
que en la propia salida, ya se había metido un gol en contra por intermedio de
Jordi Alba y como sucede en los últimos tiempos, ya no lo pudo remontar,
primero sin sus tres estrellas, y luego, en el segundo tiempo, con ellas.
Messi, con muy mala cara desde el banco, aportó
algo, Alves terminó tirando centros a la cabeza de nadie, y Neymar acabó desdibujado,
pero de fondo, este Barcelona no tiene nada que ver con aquél que nos
deslumbrara en el pasado. No hay una idea madre, no hay un sistema táctico
firme y el DT Luis Enrique sigue con cambios estrambóticos y figuras poco
claras que ya no cuentan con el consenso de casi nadie, ni siquiera de los que
lo pedían cuando Gerardo Martino se inmoló y salió un año antes de que
finalizara su contrato.
Es al día de hoy que el DT de la selección argentina
se cuestiona el haber aceptado tan pronto los requerimientos del Barça, por
aquello de que el tren no pasa dos veces y parecía una oportunidad única, pero
en una autocrítica feroz, cree que no siguió lo que sus instintos le indicaban:
que no era el momento propicio. Después, ya era tarde y prefirió regresar con
los suyos, afirmando cuantas veces pudo que fue él quien falló en la temporada
pasada, como si todo lo demás (dirigencia en todos los niveles, algunos
jugadores importantes) no tuvieran nada que ver.
Luis Enrique demuestra día a día que lo de Martino era
exagerado. Hay medios que llegaron a decir que el argentino utilizaba métodos
anticuados para su trabajo y que no le daba lugar a los modernos mecanismos que
el club le ponía a su disposición. Falso. Su sucesor se encarga de ponerlo en
evidencia día a día. El “Tata” no contó
con fichajes como los de esta temporada (Rakitic, Mathieu, Vermaelen, Suárez,
Ter Stegen, Bravo) y debió contentarse con un plantel desgastado.
Este Barcelona ya no asusta, ni sorprende. Se repite
una y otra vez, sin ideas, sin cambio de ritmo, con mal uso de muchas de sus
estrellas o sin uso, casi, en algunos casos (Rakitic), con Mathieu a veces en
un inexplicable lateral, con Javier Mascherano, bajo en estatura, salvando
atrás como central cuando se venía hablando de la necesidad de fichar en ese
lugar a jugadores de categoría, con Suárez apretado en un costado, sin los
espacios como en Liverpool o la selección uruguaya, y con Messi que, a veces,
tiene que ir a buscar la pelota muy atrás, alejándose del arco rival y acabando
como asistente más que como goleador.
Todo indica que Messi comienza a cansarse de Luis
Enrique, como muchos otros en el vestuario. Lo que ocurrió este domingo no
parece gratis y si ya existían habladurías sobre su posible marcha (harto ya de
estar harto) en julio, el hecho de que haya comenzado a seguir, justo ayer, al
Chelsea por su cuenta de Instagram, contribuye al aumento de los rumores.
En el Chelsea juega Cesc Fábregas, cuya novia es
íntima amiga de Antonella Roccuzzo, la novia de Messi, aunque días pasados el
entrenador, José Mourinho, afirmó que no hay chances de contratarlo porque el
club no podría pasar el Fair Play Financiero de la UEFA, que exige un
determinado estado de cuentas con deudas muy bajas, a menos que venda
jugadores.
Espera también el Manchester City, donde juegan
Pablo Zabaleta, Sergio Agüero, dos muy amigos de Messi, su compatriota Martín
Demichelis y hasta su ex compañero Yaya Touré. Y se trata de un club en
desahogada situación financiera. Y aún espera, agazapado, el PSG francés.
Aún quedan más capítulos en este Barcelona. El
domingo se juega bastante como local ante el Atlético Madrid de Diego Simeone
por la Liga, y no vaya a ser que caiga Luis Enrique. Y otros esperan que
mañana, en la anunciada reunión de Comisión Directiva, se llame a elecciones,
aunque no parece posible.
El Barcelona no tiene paz y los días de aquel ciclo
de gloria con Josep Guardiola ya terminaron. El DT sigue su gran trabajo en el
Bayern Munich, en Alemania, aunque algunos lo proponen como director deportivo
y hasta presidente de proyectos futuros. ¿Con o sin Messi?
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