Varios medios europeos, especialmente los de Madrid
y los sensacionalistas ingleses, a los que rápidamente se sumaron algunos
argentinos, a bastante distancia de los hechos, han instalado ya que Lionel
Messi cuenta con una importante chance de cambiar de aires cuando finalice la
actual temporada y que la historia con el Barcelona, donde juega desde 2000 en
sus distintas categorías, está llegando al final.
Messi, formalmente, se ha encargado de desmentir el
domingo, tras el muy buen partido que el Barcelona le ganó 3-1 al Atlético
Madrid por la Liga Española, cualquier salida, ya sea al Chelsea o al
Manchester City, pero lo más llamativo del caso es que esta vez atribuyó las
versiones claramente al propio entorno del Barça y no a Madrid, por lo que
pidió que haya un cambio para no perjudicar al equipo.
Si siempre hubo demasiados intereses alrededor del
Barcelona, nunca como ahora. Con el anuncio de esta semana pasada del adelanto
de las elecciones presidenciales en el club, desde una comisión directiva
acorralada por tantos traspiés en todos los órdenes, cada vez más versiones y
más invectivas comenzarán a rodar hasta junio, mientras llega la etapa de las
definiciones futbolísticas en todos los frentes.
El Barcelona deberá enfrentarse en cuartos de final
de la Copa del Rey contra el ganador de la serie entre el Real Madrid y el
Atlético (que parece bastante inclinada para los segundos), en Liga no puede
perderle pisada al Real Madrid, y a fines de febrero, espera el Manchester City
por los octavos de final de la Champions League.
Messi también desmintió en la entrevista citada que
tenga algún problema con su entrenador Luis Enrique, si bien esto sí parece
quedar en seria duda. Sin saberlo, y días antes de que ocurriera, un veterano
jugador como Xavi Hernández, cuya claridad en sus manifestaciones es
indiscutible, llegó a decir en un programa de TV de Xavier Sardá (uno de los de
mayor audiencia en Cataluña) que no hay más burda excusa para no entrenarse que
una gastroenteritis, que fue justamente lo que esgrimió el propio club para
justificar la ausencia del crack al día siguiente de que su DT lo excluyó de la
titularidad por considerar que había llegado tarde desde sus vacaciones en
Sudamérica.
Es llamativo, también, que Luis Enrique y Messi,
según la prensa que sigue a diario los movimientos del Barcelona, nunca hayan
tenido una reunión a solas, algo que no suele promover el jugador (salvo alguna
inquietud especial) sino el entrenador.
Más allá de todo eso, es claro que Messi, con todo
lo que ganó, y por más voracidad deportiva que pueda tener, necesita
motivaciones y este Barcelona parece ser la última etapa deportiva, al menos
con esta estructura, antes de algún cambio interno que genere una nueva
motivación en el crack.
Si bien el propio Messi acaba de desmentir cualquier
intento de salida del Barcelona (a esta altura, manifestar lo contrario sería
un auténtico suicidio deportivo), no se puede negar que sus hechos no son
casuales y que haya comenzado a seguir al Chelsea en una red social de
fotografías, y a su amigo Cesc Fábregas, cuya novia es íntima amiga de la del
argentino, al día siguiente de un posible conflicto, no parece mera
coincidencia.
Esto, desde ya, no significa que cuando termine la
temporada se vaya a ir, sino que hasta esos movimientos pueden ser una
expresión momentánea de enojo o de hartazgo con una situación.
Pero tal como ya dijo el propio entrenador del
Chelsea, José Mourinho, refrendado luego por otros miembros de su cuerpo
técnico, hoy la situación económica del Chelsea parece lejos de las
posibilidades de ficharlo por el Fair Play Financiero de la UEFA, que exije que
los clubes tengan deudas bajas y no se trata sólo de pagar la cláusula de
rescisión, hoy en los 250 millones de euros, sino también lo referente al
contrato con el jugador, lo que podría significar en total una erogación de
cerca de 650 millones de euros.
Acaso el Manchester City, donde juegan sus amigos
Sergio Agüero y Pablo Zabaleta, y sus viejos conocidos Martín Demichelis y Yaya
Touré, represente otra posibilidad, dada la saludable situación económica de la
entidad, y también podría anotarse el PSG en esa carrera.
Sin embargo, falta demasiado recorrido en la
temporada como para afirmar como lo hacen ciertos medios, que Messi se irá del
Barça o que la historia con este club está acabada.
De hecho, las propias elecciones presidenciales del
Barcelona pueden marcar un cambio. Se sabe que Messi tiene una excelente
relación con dos de los posibles candidatos. A través de algún familiar con
Agustín Benedito, y personalmente con Laporta y con algunos ex miembros de su
anterior comisión directiva, por lo que tampoco resultaría descabellado que
esperara, tal vez, a saber cómo se desarrollarán los comicios azulgranas.
Otro cambio podría marcarlo la obtención de algún
título importante con el Barcelona en esta temporada. Se sabe que los títulos
operan como bálsamo y por ejemplo una cuarta Champions podría generarle el
deseo de alcanzar a Alfredo Di Stéfano con las cinco (o quién sabe, a Francisco
Gento con las seis).
Sí es clarísimo que Messi ha tenido un gran desgaste
en estos años. Los problemas en la Justicia que lo acosó con el tema
impositivo, los permanentes conflictos que en muchos casos nacen en Madrid y el
diseño de una personalidad que se pretende manipuladora, fueron generando
cerrazón en su entorno y una constante búsqueda de privacidad en sus actos.
Pero asegurar cuál será el destino de Messi, en
enero, suena complicado y sólo él (y en todo caso su entorno) lo sabe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario