Subsiste el club porque siempre –
especialmente en época de bonanza – hay personas que estiman más prestigiosa la
derrota o, más bien, el victimismo consentido que surge del fracaso sistemático
del propio equipo. Y es que, acaso no haya mayor adicción que el sufrimiento y
la autocompasión resultante…
Pero el caso del Depor, como se conoce
al club, es otro. Y es que la mayoría de sus hinchas resulta ser de clases más
bien acomodadas, lo que a priori podría parecer contradictorio, pero que en
realidad es bien comprensible: en algún ámbito hay que expiar (“perder”) las
culpas, las miserias – y las religiones, convengamos, están muy venidas a
menos, muy… desprestigiadas para ofrecer este servicio (lo que le quita valor,
validez, relevancia… lustre a la… penitencia, a la “sanción”).
Usted escuchará decir a esos mismos
hinchas que el “amor a los colores”, que el “encanto del club chico, de
barrio”, que de “Deportivo Potlatch uno nace, no se hace” y todos esos embustes
del inconsciente, trampas del recato, del prestigio; astucias subliminales de
toda fe que involucra la convicción de un beneficio: el padecimiento, el castigo
futbolístico asegura o concede (casi diría, consiente) el éxito económico y
social; a la vez que redime…las manchas del honor… no, más bien a la
respetabilidad, a la imagen que hubiesen podido producirse a raíz del susodicho
éxito… Un negocio redondo.
Así, después de todo, Deportivo Potlatch
no… ofrenda nada, no regala nada, sino que utiliza la victoria del rival, se
aprovecha de lo que para cualquier pelandrún podría pasar por mediocridad, por
otras mil interpretaciones igualmente erradas…
¿Sabe cuál es el número de socios de
Deportivo Potlatch? Estamos hablando de uno de los llamados “clubes chicos”, de
los que jamás ganó nada... Le cambio la pregunta, ¿cuántos socios tiene Club
Atlético Laureles, el último campeón, un grande de la liga? Tiene 53.547.
Ahora, ¿cuántos tiene el Depor? ¡Tiene 57.233!
¿Entiende?
Y, claro, a todo esto, cuanto jugador de
madera anda porfiándole fútbol al destino, tiene un club en el que se le
valora… su ineptitud, su tozudez… su falta de amor propio, en definitiva.
Usted miraba al Depor con un cierto…
¿cómo decirlo? ¿Cariño piadoso?
¿Idealización? ¿Cómo la…
emulación de una utopía? Amigo, descrea de las utopías; quien las persigue,
busca en realidad un privilegio… ¿Por qué se cree que justamente este club,
entre todos, tiene ese aura de utopía?
Nota:
Potlatch
es el nombre de una ceremonia practicada por los pueblos indios de la
Columbia Británica (EE.UU., Canadá). Tomaba la forma de festín ceremonial en el
que el anfitrión mostraba su riqueza e importancia regalando sus posesiones,
queriendo dar a entender que tenía tantas que podía permitirse hacer tantos
regalos. Por tanto, se puede decir que el potlatch
consistía en cambiar regalos por prestigio, que se incrementaba con el valor de
los bienes distribuidos. Johan Huizinga (Homo
Ludens) explica que “en el potlatch
no se demuestra la superioridad tan solo con el regalo de los bienes, sino, más
bien, en forma más decisiva, con la destrucción del patrimonio propio, para
disponer fanfarronamente de manifiesto que se puede prescindir de él…”.
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