Parecía que este momento nunca llegaría, y sin
embargo, ocurrió. Joseph Blatter, el presidente de la FIFA, se encuentra en el
peor momento desde que asumió a mediados de 1998 y a pocos meses de haber
ingresado en un nuevo mandato de cuatro años en el principal organismo del
fútbol mundial.
No sólo Blatter acaba de ser acusado por el Estado
suizo por “apropiación indebida” y “administración desleal”, cuando ya varios
de los miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA fueron extraditados a los
Estados Unidos por orden de la Interpol y otros están en camino de hacerlo.
También varios sponsors principales de la FIFA, que
misteriosamente se han mantenido en silencio por años, pese a que eran conocidos
los resonantes casos de corrupción, ahora se han pronunciado de manera
contundente en contra de la continuidad de Blatter, quien comenzó a manifestar
en las últimas semanas que aunque se especula que el próximo 26 de febrero
dejará el cargo, piensa que no hay motivos para alejarse y pretende seguir.
De hecho, causó conmoción que en los últimos días de
la pasada semana, multinacionales como Mc Donalds, Coca Cola, VISA o Budwaiser
(¡No casualmente todas norteamericanas?) se pusieron de acuerdo en manifestar
que la continuidad de Blatter en la presidencia de la FIFA resulta dañina para
el desarrollo del fútbol.
El carácter de sorpresivo, en varios casos, no sólo
es porque se habían mantenido en silencio hasta ahora, sino que en algunos
casos, hasta tuvieron actos contradictorios como ocurrió con la tarjeta de
crédito, que operó en las sombras junto con Blatter y con su secretario
general, el francés Jerome Valcke, para que ingresara como sponsor dejando de
lado a su competidora Mastercard, según cuenta el magnífico libro “FIFA Mafia”
del alemán Thomas Kistner, de reciente aparición.
Kistner cuenta que aunque la FIFA seguía insistiendo
a Mastercard con que continuaría como sponsor, al mismo tiempo negociaba con
VISA, su competidor, su reemplazo, y el 5 de abril de 2006, Blatter le comunicó
al presidente de Mastercard, Robert Selander, que ya habían llegado a un
acuerdo con VISA.
Mastercard llevó el caso a un juicio en un juzgado
de Manhattan, en Nueva York y cuando la jueza Loretta Preska pudo comprobar el
contrato otorgado por VISA, descubrió un
dato escalofriante: que la firma era del 6 de abril de 2006, es decir, después
de la fecha de confirmación de Blatter a Selander. Esto significaba que la FIFA
había mentido, aunque el organismo del fútbol presentó otro contrato con la
firma con VISA del 3 de abril, sólo que la firma del presidente de VISA,
Christopher Rodrigues, no se parecía a la del otro contrato…
Según el procedimiento judicial, la FIFA falsificó
documentos, lo cual representa un delito grave. Sin embargo, para sorpresa de
muchos, no hubo acción judicial porque misteriosamente, Mastercard no siguió el
caso.
Así ocurren estas cosas y al poco tiempo, ya
Mastercard negociaba con la FIFA una suculenta indemnización y todo volvía a su
cauce.
Por lo general, se sabe que los sponsors prefieren
callar y soportar todo tipo de irregularidades porque valoran mucho más los
beneficios que en lo económico pueden recibir del mundo del fútbol y son muy
pocas las firmas que se han retirado en este tiempo.
Sumado a esto, ahora el destino de Blatter parece
encadenado al de su posible sucesor, el presidente de la UEFA, Michel Platini,
quien parece reunir la mayor cantidad de votos para ganar en febrero, al tener
que justificar un pago de dos millones de francos suizos en 2011 por servicios
poco claros realizados para la FIFA muchos años antes, en 2002.
Lo cierto es que las computadoras confiscadas a la
FIFA están siendo estudiadas por la Justicia suiza en este momento y todo
indica que la candidatura de Platini podría complicarse porque el 26 de octubre
próximo vence el plazo para presentar candidaturas para aspirar a la
presidencia.
La imagen de Blatter es de una soledad casi total en
el poder del fútbol, justo cuando se cumplen cuarenta años de su llegada a la
FIFA. Además de sus problemas con la Justicia suiza y la de muchos de sus
dirigentes con la de los Estados Unidos por cohechos en la venta de los
derechos de TV para cuatro Copas América desde 2011, y de la manifestación de
los sponsors, hay que recordar que también hace pocos días tuvo que echar de
manera fulminante a su secretario general, Valcke.
Si la FIFA recauda por año 5700 millones de dólares,
hay que tener en cuenta que el ingreso por patrocinadores es de 1620, es decir,
una buena parte del total.
Richard Cullen, el abogado contratado por Blatter,
rechazó “respetuosamente” la demanda de
los sponsors y consideró que su cliente, por el momento, discrepa y cree que
debe continuar. Tanto es así que si en mayo dio a entender que se iba y muchos
lo interpretaron así, ahora comienza a ser claro en el sentido de querer
permanecer en la FIFA y resistir, algo que atormenta a Platini, quien hace años
parecía claramente su sucesor.
Sin Valcke, con Platini enojado y encadenado a su
suerte, con los patrocinadores en contra y con su Comité Ejecutivo acorralado
(aunque el presidente de la FIFA sostiene que a diferencia de un país él no
elige a sus miembros y no puede controlar sus acciones, deslindándose del
problema), Blatter resiste como puede, pero atraviesa el peor momento de su
largo mandato.
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