Desde hace varias semanas, Atlético Madrid y Real
Madrid se disputan el segundo lugar, mientras que este pasado fin de semana, Sevilla
y Villarreal animaron la jornada con un buen enfrentamiento por un lugar en los
cupos europeos.
Sin embargo, lo que se relaciona con la lucha por
ganar la Liga Española, lo que siempre fue el punto más importante de todos, esta
vez no tuvo mucha indefinición casi desde el principio.
Puede decirse que en el Clásico de la ida, en el
Santiago Bernabeu, y cuando el Barcelona goleó al Real Madrid 0-4 dándose el
lujo de que Lionel Messi entrara al final y con todo definido, comenzó a
terminarse la temporada.
Demasiado pronto y no sólo por el lapidario
resultado o por el juego azulgrana desplegado, tan superior a los blancos (y no
sólo este año), sino porque además, provocó un desastre en el club de la capital
española, que comenzó a tener que pensar en un recambio para su recientemente
contratado entrenador, Rafa Benítez.
El golpe de saber que a poco de comenzar su trabajo,
el Real Madrid ya no creía en un entrenador de aquilatada experiencia (y
madrileño) como Benítez fue un golpe muy duro. Porque demasiado temprano obligó
a Zinedine Zidane a hacerse cargo de la Primera División cuando el proyecto era
que el francés llegara sin tanta urgencia, y lo estaba preparando para un largo
recambio, al punto de tener contrato hasta 2018 y aún cuando no se sabe (él
mismo lo manifiesta en cada conferencia de prensa) si continuará en el puesto,
ya se le está ofreciendo alguno con poder de decisión pero la idea es que
permanezca en el club.
Si el Real Madrid se había quedado fuera de la Liga
y se marginó solo de la Copa del Rey por la mala inclusión de Cheryshev, el
Atlético sí que hizo todo el esfuerzo para pelear lo más arriba posible y de
hecho, su campaña es de campeón en cualquier otra competencia futbolística de
ligas europeas.
Incluso, muchos recordarán el gran partido que los
albirrojos le plantearon al propio Barcelona en el Camp Nou aún cuando se fue
expulsado primero Fillipe Luis y ya quedó demasiado tiempo con inferioridad
numérica. Pero tampoco puede contra los catalanes.
Es que más allá de ir batiendo todos los récords (“un
momento dulce”, lo define su entrenador Luis Enrique, de incidencia relativa en
el juego azulgrana, basado en la excelsa técnica de muchos de sus jugadores, y
un momento de extrema confianza en sus fuerzas), el Barcelona es, hoy, el mejor
equipo del mundo, aparezcan o no los resultados numéricos que lo corroboren al
final de temporada.
Es tanta la diferencia que el Barcelona establece
con el resto de los equipos de la Liga (y hasta podría decirse que de todo el
mundo) que ésta, con tantos buenos jugadores, tantos fichajes, tanto interés
internacional, hasta puede llegar a parecer aburrida y si es por los puntos,
mucho más aún: a nueve jornadas del
final, el Barcelona lleva 8 puntos al segundo (Atlético) y 12 al tercero (Real
Madrid) y además, les lleva diferencia de gol a los dos en los enfrentamientos
entre sí, por lo que en realidad les lleva 9 y 13 puntos.
Es decir que el segundo, Atlético de Madrid, debe
descontarle un punto por jornada hasta el final, y Real Madrid necesita que el
Barcelona pierda 14 puntos de los 27 en juego (es decir, más de la mitad) para
aspirar a ser campeón, y cuando aún le queda ir a jugar al Camp Nou. No parece
nada fácil.
Entonces, con estas enormes distancia en juego y en
puntos, cuando no hay Liga desde hace tanto, aparecen cuestiones secundarias
como principales. En el Barcelona, muchos se centran en cosas como si Gerad
Piqué debe o no usar la red social Periscope, o si Neymar (que regresa y marca
dos goles) debe o no irse a ver a su hermana al Brasil en la semana, para lo
cual se habría hecho amonestar para llegar a la quinta tarjeta amarilla y
reglamentariamente, pagar con una
jornada de suspensión.
También la falta de Liga genera que en el Real
Madrid se plantee que ahora el galés Gareth Bale ha comulgado con la plantilla
blanca, se le ofrecerá renovar el contrato y la tribuna del Bernabeu lo quiere
tras una buena temporada, afectada por lesiones en el sóleo.
Las especulaciones también pasan por la próxima
temporada, si va a continuar Zidane, si el Real Madrid por fin se va a enfocar
en un mediocentro sin que importe si vende o no camisetas, y la lista de los
jugadores que se irían supera, por ahora, a los que quedan (James Rodríguez,
Toni Kroos, Arbeloa y hasta Cristiano Ronaldo entra en las variables, desde que
fue silbado por un sector del estadio hace algunos partidos).
Ni siquiera el presidente Florentino Pérez se salva
con los rumores sobre su renuncia al estilo de aquella crisis de principios de
siglo en la Casa Blanca. Y todos prefieren apuntar a lo que queda, que no es
poco, la Champions League, aunque auto convenciéndose de que más de una vez se
la ganó cuando el equipo no tuvo una buena temporada en Liga. No parece ser lo
mismo que en aquellos años.
Y por si faltara poco, el Atlético también vive de
rumores: que su entrenador Diego Simeone ya no miraría tan mal una gran oferta
de algún club de la Premier League, que Fernando Torres ya no tiene para mucho
más o que con el dinero que el club recibirá por mudarse al estadio de la
Peineta, sumado al que le queda en caja por avanzar en la Champions, llegó la
hora de un súper equipo.
¿Será verdad? Lo seguro es que cuando no hay liga,
los rumores le suelen ganar a un fútbol cuyo resultado se puede acertar. Y esta
temporada, en España, no hay liga desde
hace rato.
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