El presidente interino del pomposo Comité de Regularización
de la AFA (al que otros llaman “Comisión Normacrizadora”), Armando Pérez, se
encuentra en una intensa búsqueda de un director técnico para el seleccionado
argentino, que ya el 14 de agosto debería dar a conocer la lista de convocados
para los partidos ante Uruguay y Venezuela del 1 y 6 de setiembre próximos,
respectivamente.
Pérez ha pasado de dialogar con Edgardo Bauza, Miguel
Russo, Marcelo Bielsa, ha intentado forzar un insólito contrato part time con
Jorge Sampaoli, actual entrenador del Sevilla, y aún existe la chance de que se
reúna con la forzada dupla compuesta por Nery Pumpido y Jorge Burruchaga, acaso
con Oscar Ruggeri de manager, mientras que con buen tino y mucho sentido común,
se auto descartaron Mauricio Pochettino (Tottenham) y Diego Simeone (Atlético
Madrid) mientras que Eduardo Berizzo (Celta) derivó al dirigente argentino
hacia la comisión directiva de su club.
Hasta allí, una descripción de los candidatos que
tiene esta solapada intervención estatal-Fifa para la selección argentina,
aunque parece que se les olvida uno demasiado importante, al que no tuvieron en
cuenta: nada menos que a Carlos Bianchi, por quien en todo el mundo preguntan
sin entender cómo alguien que ganó cuatro Copas Libertadores y tres
intercontinentales, jamás haya podido llegar al cargo (por mucho menos que eso,
Bauza y Russo compiten con más posibilidades ahora).
La gran pregunta, luego del repaso por los
candidatos y hasta algunas situaciones delirantes (allí sí, en coherencia con
lo que ocurre actualmente con el fútbol argentino) es ¿cuál es, más allá de los
nombres, el proyecto que como institución, tiene la AFA para la futura
selección argentina?
¿Qué idea tiene Pérez, o la Comisión, acerca de lo
que se pretende para una selección nacional? ¿Quisieran sólo resultados, o que
tenga una identidad determinada, que sea representativa, que tenga un cierto
comportamiento colectivo dentro y fuera de la cancha, que tenga directa
relación con los juveniles o que sea un coto cerrado, que esté integrada al
fútbol local o no necesariamente?
Siempre hemos dicho que primero está la idea, luego,
los encargados de llevarla a cabo. Sin ideas, sin proyectos, es muy probable
que la selección argentina, tal como el fútbol argentino en general, sea un
barco a la deriva.
La sensación es que la selección argentina siempre
fue una especie de Cancillería grondoniana en los últimos 35 años, lo único que
se cuidaba como imagen porque era la que daría de comer al resto del fútbol,
primero con Diego Maradona a la cabeza, luego con Lionel Messi, en el medio,
con los Gabriel Batistuta, Juan Verón, Hernán Crespo, Juan Román Riquelme o
Pablo Aimar.
Si Argentina encabeza el ranking mundial de la FIFA
pese a todo este desbarajuste (como bien recordó en buen castellano el enviado
Primo Corvaro en la presentación del Comité), no es por el fútbol local sino
por las selecciones que supo conseguir, perdiendo o no finales, con jugadores
apatecidos por los mejores equipos del mundo y un claro ejemplo es el de
Gonzalo Higuaín, defenestrado en las redes sociales locales, pero quien acaba
de firmar un impresionante contrato con la Juventus, que le pagó por él al
Nápoli 95 millones de euros.
Pero la etapa post-Copa América 2016 se va acercando
peligrosamente a los tiempos previos al 12 de octubre de 1974, cuando por fin
la AFA inició un largo proyecto con César Luis Menotti poniendo fin al desastre
anterior cuando muchos jugadores importantes no querían ser convocados para no
quemarse.
Cabe recordar que en algún momento hubo proyectos, y
casi siempre que los hubo, los resultados fueron positivos, como el del citado
Menotti, o el de José Pekerman con los juveniles entre 1995 y 2007, o el de
Marcelo Bielsa entre 1998 y 2004, por citar a los más coherentes.
Y cuando decimos “positivos” no siempre nos
referimos al resultado final sino a un protagonismo, a una identidad, a una
forma de jugar, a un trabajo a largo plazo, a dejar algo para el ciclo
siguiente, a la comodidad y tranquilidad de los jugadores, a la confianza hacia
el público.
Lo que nunca tuvo la AFA fue claridad en cuanto a
qué pretende como juego del equipo. Eso fue dejado siempre en manos de los
directores técnicos contratados y eso fue, en buena parte, lo que también
atentó, acaso, si buscamos causas de la falta de éxitos medidos en títulos,
contra un palmarés mayor.
La AFA pasó de la idea de Menotti al pragmatismo de
Bilardo, a la vuelta a cierta apuesta por el juego más ofensivo con Alfio
Basile, a un híbrido con Daniel Passarella, a una estructura colectiva más
sólida con Marcelo Bielsa, a cierta soltura con Pekerman, otra vez a Basile,
para llegar al indescriptible equipo de Maradona, sucedido por un corto lapso
de Sergio Batista, hasta que llegó Alejandro Sabella para jugar al error del
rival con gran velocidad en los últimos metros, y pasar por Gerardo Martino,
con una vuelta al estilo más cercano al tradicional de Menotti o Basile.
¿Qué se busca ahora? Todo indica que nada en
particular. Lo que se busca, lamentablemente, es zafar de la situación. Tener a
alguien, de cierto prestigio, en lo posible baratito, que haya ganado algo, que
apague el incendio y si fuera posible, que se lleve bien con Messi para
intentar que éste vuelva al equipo lo antes posible y arrastre al sí a sus
compañeros, tan criticados, pero varios de ellos, sin reemplazo en el corto
plazo.
Pero, insistimos, ¿cuál es el proyecto?
1 comentario:
Bianchi director tecnico , Riquelme ayudante de campo ; nueva era en la seleccion argentina
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