El Fútbol Club Barcelona no atraviesa por su mejor
momento en cuanto al juego. Su plantilla sólo parece tener un máximo de trece
jugadores de primer nivel y el resto acompaña, su entrenador no da un respaldo
táctico ante situaciones complicadas en los partidos y los últimos resultados
no han sido los mejores, en comparación a tiempos no tan pasados.
Sin embargo, aunque también se había complicado su
visita al Eibar en los primeros veinticinco minutos, acabó venciendo con
comodidad 0-4 y Lionel Messi no sólo convirtió otro gol para su colección, sino
que tuvo incidencia en otras seis asistencias para que convirtieran sus
compañeros, si bien en muchos casos, la definición no llegó y el marcador no
aumentó mucho más, cosa que tranquilamente pudo haber ocurrido.
La gran pregunta es si el Barcelona, desde 2003
hasta hoy, habría sido el mismo equipo que es y que fue en estos años sin
Messi, el máximo anotador de la historia de la Liga Española, pero muchísimo
más que eso, por sus inmensas jugadas, por sus maravillosas definiciones, pero
también por su calidad de asistencias.
Y con aquella pregunta, viene adosada la siguiente.
¿Qué es el fútbol para quienes integran la comunidad que rodea al
profesionalismo? ¿Es arte? ¿Es ciencia? ¿Acaso es matemática? ¿Puede medirse el fútbol en cantidad de goles
convertidos, en cantidad de puntos obtenidos, en cantidad de partidos ganados,
en cantidad de títulos conseguidos?
Creemos que el fútbol es un deporte-espectáculo, al
menos, el profesional. Se paga por un boleto para ingresar a un estadio, y se
paga por un abono de TV por cable o digital y por lo tanto, quien lo juega
tiene que dar, a cambio, una contraprestación en tanto profesional, que lo
diferencia de quien juega por voluntad, con el solo deseo de hacerlo y no tiene
responsabilidad ante nadie (amateurismo).
Desde hace mucho tiempo, cuando llega el fin de año
y comienza el tiempo del balance, se suelen entregar premios que en algunos
casos ya son legendarios, de mucho prestigio. Esta vez, volvió a dividirse
aquel galardón que dio en llamarse “Balón de Oro-FIFA World Player”, que por
una década habían unificado la FIFA y la revista France Football.
Sin embargo, aunque en unos votan los entrenadores y
capitanes de los seleccionados nacionales y en el otro los periodistas
especializados, parece que hay una creciente idea de que en la decisión del “mejor
jugador del año”, tanto para el tradicional “Balón de Oro” como para el nuevo “The
Best”, importa más lo que un jugador haya ganado en el año que cómo haya
jugado.
Creemos que en el caso de “The Best” hay aún una
anterior distorsión, que es que al votar los entrenadores de cada seleccionado
nacional afiliado a la FIFA y los capitanes de los equipos, aparecen
subjetividades como amistades con determinadas estrellas, enemistades con
otras, y hasta cuestiones de nacionalismo (por ejemplo, hay varios entrenadores
nacidos en un mismo país que están a cargo de otros seleccionados nacionales, y
entonces pueden votar por jugadores compatriotas).
Pero más allá de estos vicios que se repiten año a
año con sólo releer las listas de los sufragantes y sus votos, volvemos a la
consideración del tema central: ¿Importa más lo que un jugador haya ganado o
cómo haya jugado? ¿Es, en suma, un premio individual, que se refiere a lo que
produjo ese jugador, o un premio que en verdad termina considerando cómo le fue
a ese jugador en resultados, con lo cual termina ocurriendo que se está votando
cómo le fue a su equipo en el año, por lo tanto, se trata sinceramente de un
premio colectivo?
En el caso de 2016, los dos premios conseguidos por
el delantero portugués del Real Madrid, Cristiano Ronaldo, obedecen claramente
al concepto de “lo colectivo” por encima de lo individual.
No sólo Cristiano Ronaldo ganó títulos muy
importantes en 2016 como la Eurocopa o la Champìons League (los dos trofeos más
importantes en Europa, en selecciones y en clubes) sino que convirtió una
importante cantidad de goles. ¿Eso significa que haya sido el que jugó mejor?
¿Esos éxitos colectivos de sus equipos lo convierten, automáticamente, en mejor
jugador que Messi, que Manuel Neuer, que Luka Modric, que Gareth Bale, que
Jamie Vardy, que N’Golo Kante, que Alejandro Guerra de Nacional de Medellín?
Nuevamente formulamos la misma pregunta: ¿Lo que se
premia es haber participado de un éxito colectivo o haber sido quien mejor
jugo? Si se premiara lo hecho por los equipos en los que un jugador participó,
entonces un crack como el sueco Zlatan Ibrahimovic o como Bale jamás podrían
ganar algo, o lo tendrían muy difícil.
Sólo podrían ganar el premio aquellos jugadores que formen parte de
equipos poderosos (porque el resto tendrá escasísimas chances de ganar) con lo
cual, una vez más, estamos votando a equipos y no a jugadores, a conjuntos y no
a personas.
Tal vez esto podría solucionarse eligiendo también
al mejor equipo del año y a la mejor selección y no estaría mal perfeccionar la
calidad de los votantes, a partir der nuevas premisas que garanticen
ecuanimidad porque salvo el caso de la mayoría de los periodistas, el premio al
“mejor jugador” se desdibujó demasiado y
parece algo demasiado ligado a lo comercial y cada vez menos a lo deportivo.
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