Apenas el Fútbol Club Barcelona, aunque dirigida
dentro de la cancha también por un albiceleste, nada menos que Lionel Messi, es
el único equipo clasificado para la semifinal de la Copa del Rey sin que en el
banquillo se siente un entrenador argentino.
Los otros tres clubes que llegan a esta instancia cuentan con ellos, lo
que instala una gran pregunta: ¿por qué tienen tanto éxito los directores
técnicos de este país?
No parece casual: el Celta de Vigo, que no había
tenido tanto protagonismo en años anteriores y que hasta pasó por la Segunda
división, ha encontrado con Eduardo Berizzo una estabilidad que le da una buena
base para el futuro, y aunque sufriendo por la magnitud de su rival, ha
eliminado nada menos que al Real Madrid, al que venció en la ida en el Santiago
Bernabeu.
El Real Madrid había estado invicto por cuarenta
partidos, y sin embargo, cayó ante el Sevilla, que dirige otro argentino que
viene de un gran suceso al ganar la Copa América con la selección chilena en
2015, cuando nunca antes lo había conseguido y no sólo eso: en 2016 repitió en
el certamen continental pero de la mano de otro argentino, Juan Antonio Pizzi.
El Celta deberá jugar su semifinal ante el Alavés,
que desde aquella increíble final de la Copa UEFA perdida ante el Liverpool en
2001 no había llegado tan lejos. El equipo vasco está dirigido por otro
compatriota de Berizzo, Mauricio Pellegrino, quien le ha otorgado enorme
solidez al equipo, que viene de empatarle al Atlético Madrid, otro de los
semifinalistas, aunque por la Liga, en un partido que dominó casi por completo.
Si esto ocurre con equipos como Celta o Alavés, ¿qué
decir, entonces del Atlético Madrid? Ya se conoce de sobra la enorme y
prolongada campaña al frente del equipo rojiblanco de Diego Simeone, otro de
los argentinos que dirige en España con muchísimo suceso, hasta convertirse en
ídolo del club.
El Atlético Madrid, que ya ha sabido eliminar al
Barcelona dos veces de la Champions League en las últimas temporadas, ahora
será rival de los azulgranas en dos partidos que serán muy duros, como suele
ocurrir en esta clase de enfrentamientos.
¿Hay un factor común entre los entrenadores
argentinos que han llegado a la semifinal de la Copa, incluso con Jorge
Sampaoli, quien mantiene al Sevilla en la segunda colocación en la Liga? Parece
difícil encontrar demasiados puntos en común desde lo táctico, desde la idea
fundante en el armado de un equipo.
Parten desde ideas muy distintas y sin embargo,
todos alcanzaron su protagonismo. Lo que sí se puede describir es que hay un
gen ganador en todos ellos y una enorme aplicación al trabajo y al sistema
táctico elegido, pero es muy difícil clasificarlos.
En los años ochenta, en la Argentina hubo un gran
debate futbolístico entre dos escuelas, la de los dos entrenadores que han
logrado títulos mundiales con la selección nacional: los que creen estar más
cerca de una línea más lírica desde la declamación, como la de César Luis
Menotti, campeón mundial en 1978, o los que se encuentran más cerca de una
línea más propensa a justificar el resultadismo, como la de Carlos Salvador Bilardo,
campeón mundial en 1986.
La mayoría de los entrenadores argentinos de aquella
época se clasificaban de un lado o del otro, pero ya cerca de fin de siglo
pasado, aparecieron nuevas tendencias que fueron diluyendo aquella dura
polémica que se extendió a los medios de comunicación y que influyeron en buena
parte del continente sudamericano.
Por ejemplo, Carlos Bianchi, y especialmente Marcelo
Bielsa (de recordadas etapas en el Athletic de Bilbao y en el Olympique de Marsella)
dieron lugar a debates muy enriquecedores y en poco tiempo, al surgimiento de
una nueva generación de entrenadores muy interesantes y diversos en sus
pensamientos.
Mauricio Pochettino es otro caso. Ha conseguido
emerger al Tottenham en el fútbol inglés luego de años de frustraciones y de
lejanía de las posiciones de privilegio y es reconocido su trabajo de conjunto
y de potenciación de las individualidades.
Ya en la Copa América de Chile, en 2015, las cuatro
selecciones nacionales que arribaron a la semifinal tenían entrenadores
argentinos: Gerardo Martino en el equipo albiceleste, Sampaoli en Chile, Ramón
Díaz en Paraguay y Ricardo Gareca en Perú.
Ahora mismo, de las diez selecciones sudamericanas
que participan en el grupo clasificatorio para el Mundial de Rusia 2018, cinco
tienen entrenadores argentinos (Gareca continúa en Perú, Chile cambió a
Sampaoli por Pizzi, Argentina, a Martino por Edgardo Bauza, mientras que en
Colombia dirige José Pekerman y en Ecuador, Gustavo Quinteros. Y pocos meses antes, Ramón Díaz dirigía a
Paraguay y Angel Hoyos, a Bolivia, pero ambos renunciaron a sus cargos, aunque
pudieron ser siete entrenadores en los diez equipos.
Y no termina allí: en 2015, el no muy conocido
Esteban Becker, consiguió como entrenador de Guinea Ecuatorial, una histórica
clasificación para las semifinales de la Copa Africa, y Héctor Cúper, que llevó
al Mallorca a una final perdida por penaltis ante el Barcelona en 1998, acaba
de conseguir el pase a semifinales de la Copa Africa 2017 con la selección de
Egipto.
Cada uno con su forma de trabajar, con sus
convicciones y con ideas distintas sobre el juego, pero es evidente que los
entrenadores argentinos han tomado un auge inusitado en el fútbol internacional
y la Copa del Rey es testigo de ello.
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