Dentro del tradicional esquema del fútbol argentino
de pedir dinero al Estado para salvarse del desastre por sus eternas pésimas
administraciones, no hay peor cosa que acudir a la Casa Rosada con todos los
dirigentes peleados, con el riesgo, concretado tras tres horas y media de tensa
reunión, de que les digan lo que ya se imaginaban escuchar.
Con las roscas cambiantes por estrictas razones de
poder, lo cierto es que el único cambio concreto entre los grupos fue el
regreso de Daniel Angelici, presidente de Boca Juniors e influyente hombre en la
Justicia argentina, desde cierta independencia entre los poderosos y los
chicos, a pasar a jugar decididamente cerca de éstos últimos, al notar que sus
dos adversarios mayores, el eje “CNBA”, Marcelo Tinelli-Rodolfo D’Onofrio, se
encuentran del otro lado de la raya.
Dentro de ese eje, en el que también juega (sin
poner nunca los dos pies adentro, como es su costumbre) el presidente de Racing
Club, Víctor Blanco, se produjo el acuerdo, una especie de enroque de lo
acordado en junio pasado e impedido in extremis por el Gobierno, entre Angelici
y Claudio “Chiqui” Tapia, para la repartija de la AFA y la Superliga (que sólo
existe porque viene impuesto desde Olivos para que se le abra, por fin, la
puerta a la entrada de las sociedades anónimas).
Si en junio ya tenían todo cerrado Hugo Moyano y
Tinelli en el reparto de poder, que significaba el fin del conflicto (el
camionero a la AFA y el showman a la Superliga), hoy el acuerdo lo tejieron el
presidente de Boca y el yerno del sindicalista, líder del Ascenso Unido y
titular de Barracas Central, Tapia.
La diferencia con aquel acuerdo es en detalles,
aunque no poco importantes. Uno de ellos es que se busca, de todas las formas
posibles, recortar el poder de los grandes y la clase media del fútbol
argentino cerrando el Nacional B dentro de la AFA, cuando iba a formar parte de
la estructura de la Superliga originalmente, y la otra intención es la de que
la propia Superliga funcione en Viamonte y no en Puerto Madero, como una forma
mayor de control.
Por lo demás, el haber concurrido en grupos
enfrentados a la Casa Rosada, siempre los dirigentes sabían lo que iba a
ocurrir, y es lo que quien más cerca está del poder, Angelici, advirtió sin
tapujos en los días previos: los 880 millones de pesos exigidos no iban a
aparecer, a lo sumo 530 (de los cuales buena parte no son del estado sino de
los canales que han transmitido subsidiados desde que comenzó el actual
certamen 2016/17, y el sponsor) y otra vez, a la salida, los mismos grupos enfrentados debían
solucionar su problema internamente. Es decir: volver a lo mismo de antes de
visitar la Casa Rosada.
Es más: para ratificar la rescisión de contrato del
programa “Fútbol Para Todos” se necesita de una Asamblea con los actuales
miembros (75) que responden al sector de los clubes chicos, a los que se suman
Angelici, Moyano, y Blanco (en puntas de pie), con lo cual, todo sigue como está
y difícilmente el acuerdo pase, lo cual lleva todo a la situación previa del 3
de diciembre de 2015 y el escandaloso 38-38.
El gran tema sigue siendo, hasta hoy, el calendario
que dispuso la FIFA para que el 28 de abril se lleven a cabo las elecciones de
presidente de la AFA, que si se tiene en cuenta lo manifestado por el entonces
veedor suizo Primo Corvaro cuando dio lugar a la presentación del Comité
Regularizador (la intervención FIFA-Gobierno), es prácticamente el cumplimiento
de aquellas premisas enunciadas en Viamonte: cumplir con el cambio del estatuto
(que ya está en observación por los dirigentes y que el 6 de febrero debe
regresar a Zurich) y llamar a nuevos comicios para la AFA.
Cabe recordar que los dirigentes de ambas facciones
(que de fondo siguen siendo las mismas del 38-38 con algunas idas y vueltas de
algunos pocos) manifestaron durante todo este tiempo que las elecciones se
adelantarían, que ya para el inicio de 2017, el fútbol tendría nuevo presidente
elegido, pero como se puede ver, no sólo no fue así sino que es la FIFA la que
marca los movimientos, aunque todos nieguen la mayor.
En estas horas, lo que sí puede estar cerca es el
acuerdo con la TV para que a partir de agosto, con la nueva temporada, llegue
un dinero fresco al fútbol que puede ser importante, y que incluso genere un
adelanto que saque de la asfixia a muchos de los clubes con menos recursos, ahogados
por el Estado para que no quede otra posibilidad que el aceptar las SA.
Esto tampoco es nuevo. Es la conclusión de tantas
conversaciones y de algo que muchos dirigentes “olvidan” por estas horas: que
la rescisión que tratan de negociar, ya fue pedida por ellos mismos por un
documento muy poco feliz de junio pasado, y sin haber cerrado aún nada con
ninguna empresa privada.
En este punto, cabe recordar que cuando en 2009
Julio Grondona rompió su contrato (que llegaba a 2014) con TRISA para llevarlo
al Estado, primero arrancó un compromiso de éste, como se relata en mi libro “AFA,
el fútbol pasa, los negocios quedan”.
El dinero, siempre poderoso caballero, podría ser el
mayor motivo para que se acelere el inicio del torneo. El fútbol siempre fue
una tapadera social y en este tiempo de despidos masivos, y economía neoliberal
en aumento, es importante que se pueda hablar de otras cosas.
Pero que esto signifique que los sectores en pugna calmen las aguas, es muy distinto. Viene la pelea por la implementación del
estatuto, que al fin de cuentas, es lo que establecerá cuántos votos sacará
cada uno, y finalmente, quién manejará la AFA en los próximos años, la madre de
todas las batallas.
Esto recién comienza y mientras tanto, el fútbol
argentino es como el perro que se muerde la cola.
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