jueves, 26 de enero de 2017

El perro que se muerde la cola en el fútbol argentino




Dentro del tradicional esquema del fútbol argentino de pedir dinero al Estado para salvarse del desastre por sus eternas pésimas administraciones, no hay peor cosa que acudir a la Casa Rosada con todos los dirigentes peleados, con el riesgo, concretado tras tres horas y media de tensa reunión, de que les digan lo que ya se imaginaban escuchar.

Con las roscas cambiantes por estrictas razones de poder, lo cierto es que el único cambio concreto entre los grupos fue el regreso de Daniel Angelici, presidente de Boca Juniors e influyente hombre en la Justicia argentina, desde cierta independencia entre los poderosos y los chicos, a pasar a jugar decididamente cerca de éstos últimos, al notar que sus dos adversarios mayores, el eje “CNBA”, Marcelo Tinelli-Rodolfo D’Onofrio, se encuentran del otro lado de la raya.

Dentro de ese eje, en el que también juega (sin poner nunca los dos pies adentro, como es su costumbre) el presidente de Racing Club, Víctor Blanco, se produjo el acuerdo, una especie de enroque de lo acordado en junio pasado e impedido in extremis por el Gobierno, entre Angelici y Claudio “Chiqui” Tapia, para la repartija de la AFA y la Superliga (que sólo existe porque viene impuesto desde Olivos para que se le abra, por fin, la puerta a la entrada de las sociedades anónimas).

Si en junio ya tenían todo cerrado Hugo Moyano y Tinelli en el reparto de poder, que significaba el fin del conflicto (el camionero a la AFA y el showman a la Superliga), hoy el acuerdo lo tejieron el presidente de Boca y el yerno del sindicalista, líder del Ascenso Unido y titular de Barracas Central, Tapia.

La diferencia con aquel acuerdo es en detalles, aunque no poco importantes. Uno de ellos es que se busca, de todas las formas posibles, recortar el poder de los grandes y la clase media del fútbol argentino cerrando el Nacional B dentro de la AFA, cuando iba a formar parte de la estructura de la Superliga originalmente, y la otra intención es la de que la propia Superliga funcione en Viamonte y no en Puerto Madero, como una forma mayor de control.

Por lo demás, el haber concurrido en grupos enfrentados a la Casa Rosada, siempre los dirigentes sabían lo que iba a ocurrir, y es lo que quien más cerca está del poder, Angelici,  advirtió sin tapujos en los días previos: los 880 millones de pesos exigidos no iban a aparecer, a lo sumo 530 (de los cuales buena parte no son del estado sino de los canales que han transmitido subsidiados desde que comenzó el actual certamen 2016/17, y el sponsor) y otra vez, a la salida,  los mismos grupos enfrentados debían solucionar su problema internamente. Es decir: volver a lo mismo de antes de visitar la Casa Rosada.

Es más: para ratificar la rescisión de contrato del programa “Fútbol Para Todos” se necesita de una Asamblea con los actuales miembros (75) que responden al sector de los clubes chicos, a los que se suman Angelici, Moyano, y Blanco (en puntas de pie), con lo cual, todo sigue como está y difícilmente el acuerdo pase, lo cual lleva todo a la situación previa del 3 de diciembre de 2015 y el escandaloso 38-38.

El gran tema sigue siendo, hasta hoy, el calendario que dispuso la FIFA para que el 28 de abril se lleven a cabo las elecciones de presidente de la AFA, que si se tiene en cuenta lo manifestado por el entonces veedor suizo Primo Corvaro cuando dio lugar a la presentación del Comité Regularizador (la intervención FIFA-Gobierno), es prácticamente el cumplimiento de aquellas premisas enunciadas en Viamonte: cumplir con el cambio del estatuto (que ya está en observación por los dirigentes y que el 6 de febrero debe regresar a Zurich) y llamar a nuevos comicios para la AFA.

Cabe recordar que los dirigentes de ambas facciones (que de fondo siguen siendo las mismas del 38-38 con algunas idas y vueltas de algunos pocos) manifestaron durante todo este tiempo que las elecciones se adelantarían, que ya para el inicio de 2017, el fútbol tendría nuevo presidente elegido, pero como se puede ver, no sólo no fue así sino que es la FIFA la que marca los movimientos, aunque todos nieguen la mayor.

En estas horas, lo que sí puede estar cerca es el acuerdo con la TV para que a partir de agosto, con la nueva temporada, llegue un dinero fresco al fútbol que puede ser importante, y que incluso genere un adelanto que saque de la asfixia a muchos de los clubes con menos recursos, ahogados por el Estado para que no quede otra posibilidad que el aceptar las SA.

Esto tampoco es nuevo. Es la conclusión de tantas conversaciones y de algo que muchos dirigentes “olvidan” por estas horas: que la rescisión que tratan de negociar, ya fue pedida por ellos mismos por un documento muy poco feliz de junio pasado, y sin haber cerrado aún nada con ninguna empresa privada.

En este punto, cabe recordar que cuando en 2009 Julio Grondona rompió su contrato (que llegaba a 2014) con TRISA para llevarlo al Estado, primero arrancó un compromiso de éste, como se relata en mi libro “AFA, el fútbol pasa, los negocios quedan”.

El dinero, siempre poderoso caballero, podría ser el mayor motivo para que se acelere el inicio del torneo. El fútbol siempre fue una tapadera social y en este tiempo de despidos masivos, y economía neoliberal en aumento, es importante que se pueda hablar de otras cosas.

Pero que esto signifique que los sectores en pugna calmen las aguas, es muy distinto. Viene la pelea por la implementación del estatuto, que al fin de cuentas, es lo que establecerá cuántos votos sacará cada uno, y finalmente, quién manejará la AFA en los próximos años, la madre de todas las batallas.


Esto recién comienza y mientras tanto, el fútbol argentino es como el perro que se muerde la cola.

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