sábado, 30 de diciembre de 2017

2018 puede ser un año decisivo para el fútbol español (Yahoo)




Alguna vez, cuando Luis Aragonés recién había asumido como entrenador de la selección, su colega argentino César Luis Menotti,  campeón mundial con su equipo nacional, señaló que España debía definirse si quería seguir siendo toro o si por fin quería pasar a ser torero.

Esto significaba que Menotti proponía a Aragonés que la selección española dejara de lado los tiempos de “La Furia”, ese equipo que cerraba los ojos e iba con todo a cada balón, para pasar a tener un estilo propio de juego, mucho más estético, apelando a un fútbol de mayor precisión, y con ejecutantes mucho más hábiles que fuertes, sin importar tanto lo físico.

Los resultados estuvieron a la vista y en esos años, especialmente entre 2008 y 2012, España no sólo ganó consecutivamente dos Eurocopas y un Mundial sino que dejó en claro un estilo con el que ahora se la reconoce en todo el mundo y que tras un lógico declive de una generación que se va yendo, ha vuelto ahora de la mano de Julen Lopetegui, quien reemplazó desde 2016 a Vicente Del Bosque, y con la aparición de nuevos valores que acompañan a lo que queda de la etapa anterior, como Isco Alarcón, Saúl Ñíguez,  Marco Asensio, Koke Resurrección, Daniel Carvajal, Álvaro Morata y tantos otros.

Esto pudo corroborarse en la excelente etapa clasificatoria de la selección española para el Mundial de Rusia pero en 2018 llega el momento del examen mayor, cuando se verá si efectivamente el recambio generacional dio el resultado adecuado.

Sin embargo, no todo pasa por el juego. El fútbol español atravesará en 2018 un año decisivo en su organización tratando de acercarse a la Premier League inglesa y de luchar ante ella para ir buscando que su liga sea la más importante del mundo, algo nada fácil por la distancia cultural y económica (en cuanto a la distancia entre los clubes participantes en los torneos locales más fuertes).

Recientemente, Real Madrid y Barcelona han jugado uno de los partidos más importantes del planeta al mediodía, como para llegar a un público masivo en el continente asiático, lo que representó un cambio cultural, y mucho más cuando el presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), Javier Tebas Medrano, sostiene que para el fútbol español, es lo mismo un hincha local que uno que pueda ver el partido a miles de kilómetros de distancia, algo así como tratar a los seguidores como consumidores del producto.

Pero no sólo eso; Javier Tebas ha decidido otras medidas para los próximos tiempos de la LFP apostando cada vez más fuerte hacia el futuro, desde sanciones a los clubes (ya pagó una multa el Celta de Vigo, días pasados) que en el momento en el que las cámaras de TV enfoquen hacia las tribunas principales, éstas aparezcan con menos del 75 por ciento de su capacidad cubierta, con el intento de mostrar al mundo que el fútbol español ya es muy atractivo para los que viven en el país (sea verdad o no).

Tebas Medrano también intentará cambiar el esquema tradicional del calendario de la Liga para la temporada 2018/19 y en vez de que en la segunda rueda se respete el orden de los partidos por jornada igual que en la ida pero con la localía cambiada, ahora antes de comenzar la segunda parte se volverá a sortear el orden de las jornadas, con la idea de darle más fuerza e imprevisibilidad al desarrollo del campeonato, tal como sucede en la Premier League.

No se puede negar que Tebas Medrano juega fuerte. Enfrentado desde hace años al hombre más poderoso del fútbol español, Angel María Villar, logró ser uno de los artífices para quitarlo de la presidencia de la Real Federación Española (RFEF) luego de 29 años ocupando el cargo, aunque para eso tuvo que contar con el apoyo del propio Estado español, con el que le hicieron un juego político de pinzas y que casi lo deriva en la cárcel, de la que sólo se salvó por pagar una fianza.

El gran problema llegará en los próximos meses, los primeros de 2018, porque Villar cuenta aún con mucho apoyo y la simpatía del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y el principal organismo mundial del fútbol ya le advirtió a la RFEF que correría peligro la participación de la selección española en el Mundial de Rusia si efectivamente se comprueba que el Estado participó de algún movimiento, porque lo prohíbe el artículo 13 del Estatuto de la entidad.

El propio Villar, muy poco proclive a hacer declaraciones a la prensa en casi tres décadas, afirmó días pasados en una conferencia de prensa que el riesgo de no ir al Mundial de Rusia “es muy serio” pero es un tema que decantará tras una guerra de intereses de todo tipo.

En este marco, el fútbol español debe replantearse muchas cosas, desde el reparto económico de otra forma, porque de momento hay dos clubes muy poderosos como Barcelona y el Real Madrid que sacan demasiada diferencia al resto de los competidores a partir de suculentos fondos de la TV y de recursos propios que han contado con ayuda estatal de manera indirecta (como préstamos bancarios o recalificación de terrenos), como también en la seriedad del uso de la tecnología para evacuar situaciones que en otras ligas europeas ya se han solucionado, como el uso del VAR o para determinar si el balón traspasó la última línea en los goles.

Por todo esto, 2018 será un año clave para que el fútbol español decida, de una vez por todas, si quiere seguir siendo toro o si, por fin, quiere ser torero.


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