domingo, 17 de diciembre de 2017

¿Quién llega mejor al Clásico, el Barça o el Madrid? (Yahoo)




Si hubiera que definir la importancia del Clásico del próximo sábado en el Santiago Bernabeu por la situación en la tabla de posiciones en la Liga de cada uno de los dos rivales, bien podría concluirse que no se trata de uno de esos partidos que, al menos en la lucha por el título, pueden quedar en la historia y ni siquiera, a esta altura, que puedan ser demasiado determinantes.

Lo cierto es que, a día de hoy, el Barcelona tiene un andar que parece difícil de quebrar, con apenas tres empates cedidos en dieciséis jornadas, con 42 puntos sobre 48 posibles, y superando a todos los rivales con mucha facilidad, especialmente en el Camp Nou, porque no siempre ha jugado bien y hay algunos de sus jugadores que fueron recuperando su nivel en los últimos partidos para llegar en su mejor estado para el encuentro del sábado.

La gran prueba de ello es lo ocurrido este pasado fin de semana ante un buen Deportivo La Coruña, que hizo todo lo que pudo en el Campo Nou pero si no fuera por el gran desempeñó de su portero Rubén, que incluso alcanzó a parar un penalti a Lionel Messi, la distancia en el marcador pudo haber sido largamente mayor al elocuente 4-0 final, con cuatro remates en los que el balón acabó en los palos (por cierto, tres del argentino) y un gol de Luis Suárez que no se contabilizó sólo porque la Liga sigue sin aceptar la tecnología aunque más no fuere, para determinar lo básico, si la pelota atravesó la línea final o no.

Este Barcelona, amplio líder de la Liga con seis puntos de ventaja sobre el Atlético Madrid y ocho sobre el Valencia, ya le sacó once puntos al Real Madrid, aunque los blancos tienen un partido pendiente por haber tenido que disputar el pasado fin de semana el Mundial de Clubes de Emiratos Árabes Unidos, pero aún así, la brecha entre ambos es demasiado grande.

Pese a todo lo citado anteriormente, tampoco puede señalarse que este Barcelona sea un equipo deslumbrante. Su entrenador, Ernesto Valverde, operó con mucho más sentido común que su antecesor Luis Enrique Martínez y pudo sacar provecho también de la llegada del brasileño Paulinho, que si es por su juego de estos meses, poco se entiende que haya sido tan golpeado por los críticos en su paso por el Tottenham, antes de recalar en la liga china.

Un Barcelona sin Neymar, que también perdió a su contratado para reemplazarlo, Osmane Dembélé, y que no tuvo a un Luis Suárez tan contundente en los primeros meses, se vio obligado a sumar un volante, adelantar a un Andrés Iniesta irregular en lo físico que lo alejó varios partidos de la titularidad, para quedar entonces arriba sólo con Messi, que tiende a retrasarse a buscar la pelota, y entonces el notable goleador uruguayo quedó demasiado solo para arreglárselas contra las defensas rivales.

Fue en ese tiempo que Paco Alcácer, que no entró con buen pie en el Barça, se fue ganando de a poco un lugar, mientras que al contrario, Gerard Deulofeu y Denis Suárez lo iban perdiendo, y ya en las últimas jornadas, fue Luis Suárez el que acabó apareciendo con toda su contundencia.

Pero este Barcelona también tiene demasiados frentes para cerrar. Uno de ellos es el de la lesión de Samuel Umtiti, sólo salvada a medias por la recuperación física del belga Vermaelen, pero el problema no acaba de solucionarse porque Javier Mascherano pidió salir, luego de siete años, para irse al Hebei Fortune chino en busca de una continuidad en el juego que ya perdió como azulgrana cuando quedan apenas seis meses para el Mundial y teme no llegar a Rusia en las mejores condiciones.

Mientras el Barcelona busca un reemplazante para Mascherano (sería, en principio, el altísimo defensa central colombiano del brasileño Palmeiras, Yerry Mina), también los rumores vuelven a señalar como refuerzos a Philippe Coutinho, del Liverpool, y el propio dirigente Guillermo Amor admitió conversaciones con el francés del Atlético Madrid, Antoine Griezmann.

Por el lado de Real Madrid, si bien la Liga se presenta muy lejos por el mal comienzo y la pérdida de muchos puntos, es claro que el partido clave que puede permitirle acercarse es el del sábado ante el Barcelona porque al menos ganando podría tener cierta ventaja en un futuro average y de no hacerlo, ya sería casi un punto menos en una eventual remontada durante la Segunra Rueda desde 2018, aunque todo indica que será muy dificultoso, teniendo en cuenta que aún deberá ir, muy cerca del final, al Camp Nou.

Pero no todo es la Liga. Real Madrid viene de ganar el Mundial de Clubes por tercera vez en cuatro años, en un ciclo notablemente exitoso de la mano de un entrenador de muy bajo perfil (pese a todo lo que fue como futbolista), Zinedine Zidane, que supo manejar con mano izquierda un vestuario pletórico de estrellas.

Ese título, que lo coloca como mejor equipo del mundo por segundo año consecutivo, no llegó con facilidad, porque ha tenido que sufrir mucho más de la cuenta contra el local Al Jazira en una extraña semifinal en la que casi queda eliminado pese a haber dominado casi todo el partido, chocando contra el portero rival, los postes (en eso, se parece a lo que le ocurrió al Barcelona), y hasta el VAR mal utilizado en un mal anulado gol de Casemiro (también parecido a lo ocurrido con el gol no cobrado a Suárez, aunque sin tecnología).

Y ya en la final, tampoco le resultó fácil el Gremio de Brasil, que retrocedió mucho, le planteó un partido duro y físico, y apenas un libre directo, bien ejecutado por el infalible Cristiano Ronaldo, con la ayuda de una barrera no del todo correcta, le dio la ajustada victoria final.

El Real Madrid tampoco ha estado jugando a su nivel. Zidane lleva tiempo sin poder contar a pleno con su defensa completa (por problemas físicos de Dani Carvajal y Sergio Ramos) y recién vuelva a ingresar de a poco Gareth Bale para alimentar la esperanza de Zidane de regresar a la BBC que tanto éxito le ha proporcionado en estos años.

En esa olla hervida que suele ser el Real Madrid cuando pasan dos o tres semanas sin grandes resultados, llegaron a ser cuestionados desde un tremendo centrodelantero como Karim Benzema (y todo porque no convierte tanto, aunque fabrique cientos de espacios para sus compañeros con un juego exquisito) hasta el propio Zidane, aunque tal vez el último éxito en Emiratos Arabes haya logrado aplacar la situación.

¿Alcanzará al Madrid con la motivación de un título como el del Mundial de Clubes, que mejora su autoestima, o acaso con la probable vuelta de la BBC? ¿O llega mejor un Barcelona que no podrá contar con Paco Alcácer y que probablemente obligue a un 4-4-2 en el Santiago Bernabeu?

Por si quedaran elementos, aún hay tres más. Uno de ellos, es que siendo que se trata del primer partido del Real Madrid como campeón mundial, el Barcelona debería realizarle el pasillo, aunque ya su dirigente Guillermo Amor lo negó de plano. El segundo, que será el primer partido tras las elecciones presidenciales del jueves en Cataluña, cuando ambos equipos han sido representativos de intereses opuestos entre independentistas y españolistas. Y por si faltara poco, Messi acumula en toda su carrera, entre oficiales y no oficiales, 998 goles. ¿No será que llegará al mil justo ante su más fuerte rival y frente a su mayor adversario en la lucha por el Balón de Oro, Cristiano Ronaldo?

El sábado tendremos las respuestas para tantos (y tan motivantes) interrogantes.


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