viernes, 30 de marzo de 2018

Grupo nada fácil y calendario complicado para Argentina (WSK)





La imagen de euforia en el vestuario de Quito, Ecuador, con los jugadores argentinos cantando y bailando tras haber sufrido mucho para llegar a la clasificación final al Mundial de Rusia, parece haberse ido esfumando de a poco con el paso de los meses.
Si bien el público argentino siempre esconde alguna esperanza de regresar a un título mundial que se niega desde México 1986, en tiempos de Diego Maradona, especialmente por contar con Lionel Messi, el genio del Barcelona y camino a ser el Botín de Oro de Europa, es claro que pocas veces una selección albiceleste ha llegado tan mal preparada y con tantas preguntas sin respuesta precisa.

El primer problema de la selección argentina comienza en lo institucional. Con la muerte del líder de la federación nacional (AFA), Julio Grondona en 2014, tras 35 años en el cargo, y acostumbrado a manejar todo el fútbol nacional (además era el vicepresidente senior de la FIFA), toda la organización posterior al Mundial de Brasil fue un absoluto caos y esto repercutió en los alrededores del equipo.

Por ejemplo, Gerardo Martino, que había sido contratado por Alejandro Sabella, acabó yéndose a mediados de 2016 cuando los clubes entraron en  una disputa para ceder o no a los jugadores a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, y entonces Edgardo Bauza ocupó su lugar pero los malos resultados y un nuevo cambio en la AFA hizo que las nuevas autoridades echaran a Bauza y a mediados de 2017 convocaran a Jorge Sampaoli.

Es decir que la selección argentina no sólo tuvo cuatro entrenadores en cuatro años, cada uno con su libreto y esquema y jugadores preferidos, sino que los que componen la base del equipo desde hace años tuvieron que adaptarse a cada cambio, hasta posicionalmente.

Por ejemplo, si tomamos el caso de Sergio Agüero, para Sabella era extremo izquierdo, para Martino, un centrodelantero que tuvo que competir contra Gonzalo Higuaín y Carlos Tévez por la misma posición, para Bauza debía jugar por detrás del centrodelantero (Higuaín o Lucas Pratto) y para Sampaoli volvió a ser centrodelantero. ¡Y todo en cuatro años!

Aún así, la selección argentina se las rebuscó para llegar a tres finales seguidas (la del Mundial 2014 y las de las Copas América 2015 y 2016) aunque sin poder ganar ninguna, lo que generó una exagerada frustración en el público y en parte de la prensa. ¿Cuántos equipos en el mundo desearían llegar a tres finales seguidas? ¿Cuántas selecciones argentinas de los últimos 25 años hubieran querido tener esas oportunidades y no llegaron?

Es cierto que el nivel de exigencia hacia la selección argentina es muy alto y se basa en su rica historia de títulos (dos Mundiales, seis Mundiales sub-20, dos medallas doradas olímpicas, catorce Copas América) pero también es cierto que el equipo absoluto albiceleste lleva 25 años sin ganar ninguna copa y que con este caos de fondo, es bastante difícil pretender que luego todo salga bien. No es lo que suele ocurrir.

De todos modos, la selección argentina sigue teniendo como su principal punto fuerte al ataque. No hay equipo nacional en el planeta que pueda reunir en la ofensiva a jugadores como Lionel Messi, Agüero, Angel Di María, Gonzalo Higuaín, Mauro Icardi, Paulo Dybala, y Cristian Pavón, entre otros.

El gran problema argentino no pasa por allí sino por el resto de las posiciones en el campo porque ¿cómo harán esos atacantes para llegar al gol, por más buenos que sean, si antes no hay alguien que recupera el balón y se los cede con calidad? Parece realmente difícil.

Tras la clasificación para el Mundial, la selección argentina jugó dos partidos amistosos en Rusia en noviembre de 2017.  En el primero de ellos ganó al equipo local con cierta comodidad y dejando una imagen aceptable, pero bastó que Messi no jugara ante Nigeria, cinco días más tarde, para que se evidenciaran los primeros problemas. Ganaba 2-0 cuando en veinte minutos, perdía 2-4 con una ráfaga de los africanos que la defensa argentina no pudo frenar.

Además, en ese partido comenzó a aparecer un problema que no estaba en los cálculos de Sampaoli: Javier Mascherano, anteriormente una especie de lugarteniente de los entrenadores en el campo, ya no daba seguridades en un marcaje de línea de tres defensores. Él mismo comenzó a pensar en volver a la posición de volante, y por el mismo motivo pidió salir del Barcelona al notar que con Sergio Busquets de titular, no tendría continuidad.

Cuando en 2018 se acercaba el final de la temporada y el Mundial se empezó acercar y con el paso del tiempo, se acortó la chance para armar la lista de los 23 jugadores definitivos, llegaron los dos últimos partidos amistosos en Europa ante Italia y España, y nuevamente, la sensación fue parecida a la de noviembre: se le ganó a una Italia eliminada del Mundial y se pensó que el equipo iba mejorando, pero (en ambos partidos sin Messi) llegó España, un equipo más trabajado y con buen dominio de balón y el 6-1 fue contundente y doloroso. Una vez más, Mascherano generaba la sensación de que no podía ser más titular en el medio y que para la marca en ese sector, Sampaoli debía definirse por Lucas Biglia o por Mascherano, pero ya nunca los dos juntos.

Sampaoli comenzó su trabajo en 2017 con un esquema con tres defensores centrales (Gabriel Mercado –quien podía volcarse de ser necesario al lateral derecho-, Mascherano y Nicolás Otamendi), un lateral por izquierda que pudiera jugar también de volante (Marcos Acuña), dos mediocentros, uno de marca (Biglia) y otro de salida (Ever Banega) dos creativos en línea del medio hacia arriba (Messi y Paulo Dybala). Di María de extremo derecho e Higuaín o Agüero o Icardi como centrodelanteros.

Pero poco a poco, muchos de los funcionamientos de esos jugadores se fue resquebrajando y ante el pedido de los jugadores pasó a marcar con una línea de cuatro, aunque no está claro si por la derecha podrá jugar Eduardo Salvio (operado hace meses y sin signos de recuperación), mientras que Otamendi y Federico Fazio se perfilan como centrales y Acuña como lateral-volante por la izquierda. También Sampaoli perdió la confianza a Banega, reemplazado por Giovani Lo Celso, y aunque Biglia quedaba como titular en la marca, su grave lesión en el Milan que lo deja afuera hasta el inicio del Mundial plantea a esta altura un interrogante sobre esta posición (el que más chance tiene es Matías Kranevitter).  Tampoco Dybala pudo mantener su lugar, por lo que Messi pasó a ser el único creativo por detrás de dos extremos (Pavón por la derecha y Di María por la izquierda) y un centrodelantero (Agüero).

De todos modos, este esquema táctico podría sufrir otras modificaciones porque si Salvio no llega físicamente al Mundial, podría ser reemplazado por Fabricio Bustos (que es mejor defendiendo pero menos atacando) y tal vez podría aprovechar que Acuña puede llegar hasta el fondo por la izquierda, colocar a Di María por la derecha, Higuaín como centrodelantero, y Agüero (también con una micro cirugía en la rodilla) un poco más hacia la izquierda.

Es decir que a muy poco de comenzar el Mundial, pocos saben cuál será el esquema táctico de la selección argentina con muchas dudas en los rendimientos de algunos jugadores clave, a lo que hay que sumar la incertidumbre por los problemas de salud de Salvio, Biglia y Agüero, mientras que Ramiro Funes Mori no parece poder llegar como defensor tras casi un año sin jugar en el Everton.

Por si fuera poco, a la selección argentina le tocó el Grupo D, que no es nada fácil. El ex jugador Jorge Valdano dijo al terminar el sorteo del Mundial que los rivales del equipo de Sampaoli (Nigeria, Croacia e Islandia) son “una piedra en el zapato”.
La selección argentina iniciará su participación en Rusia ante un  absoluto debutante en los Mundiales, Islandia, una de las sensaciones de la pasada Eurocopa 2016 y que postergó a Croacia al repechaje. Luego será el turno de Croacia, uno de los equipos que mejor trata el balón en Europa, y finalmente, cerrará ante Nigeria, el mismo equipo que la venció 4-2 en noviembre.

En principio, una selección como la argentina no debería tener problemas ante Islandia, pero la motivación de iniciar un Mundial ante una potencia y con tanto para ganar y poco para perder, puede ayudar a los nórdicos europeos, acostumbrados a los grandes despliegues y en basar los partidos en su estado físico aunque arrastran el serio problema de la lesión de su figura, Gylfi Sigurdsson (Everton) que puede limitar mucho más su juego.

Croacia, en el segundo partido, representa una amenaza. Si bien llegó al Mundial en la repesca, su fuerte pasa por la mitad de la cancha donde reúne a estrellas de la liga española como Luka Modric, Iván Rakitic o Mateo Kovacic, justo la zona donde Argentina no encuentra jugadores titulares y podría tener graves inconvenientes en recuperar el balón, mientras que en ataque cuenta con delanteros de la talla de Iván Perisic (Inter) o Mario Mandzukic (Juventus). Es, sin dudas, el partido más riesgoso para la selección argentina.

Finalmente, la selección argentina finalizará su participación en el grupo D enfrentando a la siempre complicada Nigeria, que también cuenta, como Croacia, con  un mediocampo poderoso especialmente por Iwobi (Arsenal), Joel Obi (Torino), Wilfred Ndidi (Leicester) y Victor Moses (Chelsea), un mediocampo con mucho dominio del balón que ya complicó mucho a Argentina en el amistoso de noviembre, a lo que hay que sumar a Kelechi Iheanacho como mediapunta (Leicester) y a Odion Ighalo como único punta, aunque los dos atacantes reúnen mucha experiencia en la Premier League.

Por si faltara poco, tampoco el calendario ayudó a la selección argentina porque si aplicáramos la lógica y consideramos a Islandia como el más débil del grupo, al jugar ante ella primero Argentina, le permitiría a Croacia, en el cierre del grupo, saber cuántos goles debe marcarle para quedar en el primer lugar y así, posiblemente, evitar a Francia, líder del grupo C con el que el segundo del D debería enfrentarse.

En este caso, si por ejemplo Croacia sacara un buen resultado en la primera jornada ante Nigeria, el partido de la segunda jornada, entre Croacia y Argentina en Nizhny Novgorod cobraría una importancia extrema porque si el equipo de Sampaoli no ganara, tendría en la última jornada un rival mucho más complicado (Nigeria) que Croacia (Islandia) y los de Rakitic y Modric podrían ganar el grupo por diferencia de gol.

Las perspectivas de Argentina, en el caso de ganar el grupo D o de evitar a Francia, pasarían por unos octavos de final ante Dinamarca o Perú y unos cuartos de final muy difíciles ante España (que la acaba de golear 6-1) o Portugal, el campeón de Europa, en lo que sería un hermoso duelo entre Messi y Cristiano Ronaldo.
En el caso de cruzarse con Francia en octavos de final, ya cuesta más trazar una proyección.

En la selección argentina, a muy poco de comenzar el Mundial, abundan los interrogantes pero escasean las respuestas.


miércoles, 28 de marzo de 2018

El 6-1 de España y las volteretas del periodismo vernáculo





En una de las tertulias más seguidas de la TV por cable, uno de los más reconocidos polemizadores, con tono de “yo me las sé todas” no sólo lo afirma sino que teatraliza hablarle al oído a su colega de al lado acerca de un encontronazo de Isco con uno de los juveniles argentinos.

“Yo lo agarro, me lo llevo a un costado, y le susurro ‘mirá que te rompo y no jugás el Mundial, así que cortala con el pibe’”. Apenas uno de sus compañeros, el más veterano, de gran trayectoria, marca su oposición. El resto, calla.

En uno de los diarios más vendidos de la Argentina, uno de sus enviados especiales a Madrid se queja de que no hay equipo, pero líneas más abajo se queja porque Lautaro Martínez, el delantero de Racing Club sin experiencia internacional, se abraza con sus rivales españoles al terminar el partido. Como si estuviera “verde” y no entendiera que cuando se pierde así, hay que poner cara de  malo y hacerse el enojado. Algo así como aquello de “disfrazarse de árabe”, que dijo cierta vez Carlos Bilardo.

Otro de los diarios más reconocidos y antiguos trata de virar como puede su línea luego de haber apoyado el ciclo de Jorge Sampaoli desde cierta transmisión de imagen “progre”, aunque también, desde un enamoramiento del DT de la selección argentina, especialmente por su tendencia a españolizar el estilo, tal como también lo intenta la nueva sección, que copia el modelo utilizado del otro lado del Océano Atlántico, como si no fuera posible lanzar uno propio.

En este mismo medio, hace escasos meses, se había mencionado en una columna que jugarían “Los carasucias de Sampaoli” y ahora, claro, hay que decir que no hay mediocampo, justo cuando existe tanta cercanía con uno de los jugadores más emblemáticos, que juega en ese lugar de la cancha.

Entonces, se procede con total sigilo, tratando de no decir demasiado, pero sostener algo de todo lo que se está criticando desde la prensa, para no quedarse fuera de la corriente. Complicado panorama pensando en el Mundial.

Aún así, el periódico trata de establecer cierta justificación del DT, aunque la calle piense todo lo contrario. Entonces, Sampaoli “es también víctima y consecuencia del ilógico fútbol argentino”, como si el cargo le hubiese llovido desde el cielo, como si él no hubiese hecho nada para llegar hasta allí, como si no llevara ya un año y una decena de partidos cambiando permanentemente de sistema.

Ni qué hablar del diario deportivo local, cuyo editorialista de casi todas las mañanas prefirió dar una de las tantas volteretas en el aire para ceder su lugar al director luego de haber afirmado, con cierta euforia, tras el gris triunfo ante Italia en Manchester que “parece que hay equipo, che”. Bueno, parece que no…

En poco tiempo, Sampaoli dividió aguas, como cuando usa tatuajes alusivos a una polémica banda de rock, o cuando se le salta la térmica y le dice cosas a un pobre policía de Casilda que simplemente le hizo hacer un test de alcoholemia, o cuando se prende en una campaña a favor de las Abuelas de Plaza de Mayo.

Hiperkinético, viaja demasiado a menudo a Europa sin que se entienda mucho esta necesidad, especialmente porque suele ir a ver a quienes más se conocen y que con un skype o whatsapp bastaría o sobraría.

Pero cuenta con un paraguas de una parte del periodismo deportivo local que pocos antecesores tuvieron, por aquello del “progre rodeado de progres” que a su vez son amigos de los otros “progres” que escriben o hablan en otros medios.

Y entonces algunos de esos viajes que también hicieron otros DT de la selección argentina con anterioridad, en este caso son aplaudidos y vanagloriados como si se descubriera la pólvora cuando lo que efectivamente ocurrió es que nadie antes necesitó mostrar que viajaba o que trabajaba aunque lo hiciera, porque el trabajo no necesita del show, ni los asados de intimidad, de fotos y videos que muestren, otra vez, que se está en actividad y no en pos de turismo.

Ese acting es parte de la hiperkinesia y de esa necesidad de exposición que hace que el DT muchas veces se vaya por las ramas y se exceda en palabrerío acaso para tratar de parecerse a Marcelo Bielsa, quien puede caer simpático o antipático, pero su coherencia discursiva es tan innegable como natural, sin necesidad de posturas.

Entonces, los asados son más rendidores como efecto si se muestran desde la casa del genio, y se puede utilizar con el objetivo de mostrar una mayor familiaridad con los protagonistas que, al cabo, terminan tratando de mostrar un respaldo a su trabajo.

Las reuniones con Josep Guardiola y César Luis Menotti no son, al mismo tiempo, otra cosa que la legitimación del “fútbol progre” y el definitivo paraguas de un sector de la prensa que lo sostendrá hasta donde pueda, aunque todo indica que será necesario cada vez más esfuerzo.

Ah, y por si faltara poco, y en el mismo sentido: unas horas antes del durísimo 6-1 que le propinó la selección española a la argentina, hubo un partido entre el equipo nacional sub-20, dirigido por el ayudante de campo de Sampaoli, Hugo Becaccese, y el de la misma categoría del Real Madrid, el Castilla. ¿El resultado? 6-1 para los españoles. ¿Les suena?

Pero apenas apareció en algún medio, y nada en los otros. Casualidades permanentes, que les dicen..

En las tertulias radiales, acaso en la vereda opuesta “ideológico-futbolística” de los resultadistas a ultranza, muchos descubren ahora a la selección española. Algunos, ni siquiera sabían quién era Marcos Alonso porque, claro, no acostumbran a mirar la Premier League, preocupados por el devenir del Nacional B y la Primera B Metropolitana, tan atractivas,. Especialmente en lo estético.

Son los que le dan prioridad a algunos de estos partidos cuando comienzan los programas de la tarde y acaba de terminar un Real Madrid-Juventus o un Barcelona-Roma. Pero claro, no interesan esas cosas que pasan lejos, y de un fútbol en el que si Lionel Messi o Cristiano Ronaldo marcan muchos goles es “porque les tienden la alfombra para que pasen”, porque supuestamente nadie marca.

Se suponía que con tanta facilidad, la selección española tendería la alfombra para que pasaran los argentinos, pero parece que no fue tan así.

En este tipo de derrotas, parte grande de esta prensa cree que hay que "salir a matar" al DT, con la misma facilidad que lo entronizarán si mañana los resultados son los opuestos. No hay término medio ni análisis que resista, ni archivo que valga sacar a la luz.

Tras la abultada derrota, los jugadores de la selección argentina pasan por la zona mixta sin hablar. Sólo se paran dos del torneo local. El resto, sigue de largo, una costumbre que viene de lejos, muy de esta generación, y a la que la AFA no le pone coto ni hace firmar un contrato de obligatoriedad para cada convocatoria.

Sin embargo, otra vez el silencio que lo justifica todo. No hablan porque perdieron. 
Pero tampoco casi hablaron en la semana cuando se entrenaron, porque no les gusta y porque son demasiado justificados, acaso por muchos de los que consideran que no hace falta ver fútbol europeo porque estos muchachos son “gomías” y sólo los necesitan a ellos.

Así estamos.


Un cachetazo previsible para un equipo sin Plan B (Jornada)




En enero de 1947, San Lorenzo de Almagro, brillante campeón argentino del año anterior, con aquella fantástica delantera de Imbelloni, Farro, Pontoni, Martino y Silva, goleaba sin piedad a la selección española (tercera en el Mundial de Brasil 1950), en una gira por el país ibérico, 7-5 y 6-1, con marcadores que parecen más de tenis que de fútbol.

Era la época dorada del fútbol argentino, cuando los españoles nos temían y admiraban ese juego tan creativo, alegre, desinhibido, desafiante, cuando el equipo albiceleste dominaba en los torneos sudamericanos aunque tenía pocas posibilidades de cotejar con los europeos.

Hoy, es el mundo al revés. La selección argentina no sólo fue derrotada anoche en el nuevo estadio Wanda Metropolitano del Atlético Madrid por 6-1 ante una España de gran porte, solidez y brillantez en sus ejecutantes, sino que fue humillada a menos de ochenta días para comenzar al Mundial dando una imagen irreversible de su juego colectivo y la sensación de que desde ahora, todo depende casi exclusivamente de lo que su genio ausente ayer, Lionel Messi, pueda generar desde sus pies.

Si el director técnico Jorge Sampaoli –que bien pudo presentar su renuncia porque un resultado como este con una selección como la argentina es decididamente saca técnicos- tiene cierto sentido de realidad, seguramente tomará debida nota de lo ocurrido ayer y que no se trata sólo de confeccionar una lista de veintitrés jugadores para el Mundial de Rusia sino de pensar un sistema que tenga ejecutantes a su altura y no lo que él desearía sino lo que pueda ser posible.

La selección argentina se dio anoche ciertos lujos que no puede darse con este presente. Que Messi se lesione es algo que puede ocurrir, en tanto humano –aunque a veces no lo parezca, ante tanta genialidad- pero que no haya Plan B, que en este caso es claramente un Paulo Dybala que ni siquiera fue citado, y ante uno de los tres mejores equipos del mundo, ya es una temeridad, y lamentablemente no sólo el resultado sino lo ocurrido durante el partido, lo corroboran.

Este equipo argentino es un mar de dudas. Apenas garantiza cierta posibilidad de llegada si en la cancha tiene a Messi, y puede juntarse con Sergio Agüero y Ángel Di María (ambos otra vez ausentes por nuevas y preocupantes dolencias), mientras que Gonzalo Higuaín, seguramente por razones psicológicas, no convierte con esta camiseta los goles que sí consigue con las de sus equipos.

Pero la salida desde atrás no parece firme (salvo por Nicolás Otamendi), los dos laterales –Fabricio Bustos y Nicolás Tagliafico- dejaron mucho que desear, y el mediocampo es un enorme signo de pregunta tanto en rendimientos individuales como en lo colectivo.

Sampaoli probó con cinco mediocampistas, unos más adelantados que otros, para tratar de quitarle la pelota a uno de los equipos que no sólo mejor la administran como España, sino que al ser corto, se refuerza en cada parcela y ejerce superioridad numérica o ejerce una presión insostenible.

Se entiende que Sampaoli haya pensado que de meterse todos atrás, la goleada vendría seguro. Pero ahora comprobó que de salir jugando, ante semejante rival, también. No por nada hay tanta diferencia de años de trabajo (unos doce) y en muchos puestos de la cancha, de calidad técnica, todo lo contrario que en aquellos años cuarenta.

Para la selección argentina, ahora, llega el momento de leer bien la realidad. Es un equipo con poco trabajo, con algunos caprichos, en el que los jugadores mandan excesivamente, en el que algunos ya han cumplido un ciclo (como Javier Mascherano, demasiado lento en sus movimientos), que  tiene cracks en algunos pocos puestos, y que está muy lejos de las grandes potencias.

Y conste que si citamos los que faltaron en Argentina, no hemos señalado aún que en España no estuvieron el mejor cinco del mundo, Sergio Busquets, y uno de los mejores creativos, David Silva.

Desde estas líneas hemos afirmado el pasado lunes que el compromiso que valía de verdad era el de ayer. Y quedó claro dónde está parada la selección de Sampaoli. Y cada vez aparece más Messi-dependiente. Pero es hora de pensar en Planes B y en apuntar a determinar a qué se quiere jugar, como sí lo sabe desde hace rato España, como lo sabían aquellos jugadores argentinos de los 40.



Argentina tiene una sola certeza: hoy no hay Plan B sin Messi (Kicker)





La sensación general entre los millones de hinchas de fútbol en Argentina es de incertidumbre creciente y de absoluta dependencia de Lionel Messi. Tras el desastre del 1-6 ante España en el Wanda Metropolitano de Madrid, quedó una sola certeza: no hay equipo, y ya no hay tiempo para armarlo antes de que  el director técnico Jorge Sampaoli de la lista oficial definitiva de los 23 jugadores.

Si su mismo cuerpo técnico dio a entender que ya tenían cerca de veinte con la suma del arquero Willy Caballero (Chelsea), el lateral izquierdo Nicolás Tagliafico (Ajax), el volante Giovani Lo Celso (PSG) y el mediapunta Manuel Lanzini (West Ham), ahora todo retrocedió varios escalones y la promesa de meditar muy bien los próximos pasos al regresar a Buenos Aires.

Si bien no había clima de euforia, el triunfo de 0-2 ante Italia del pasado viernes había dejado buenas sensaciones, algo exageradas por parte de la prensa local cuando el rival era una Italia eliminada del Mundial y en total transición, pero la gran medida fue España, que demostró estar muy lejos, con muchos años de diferencia en el trabajo, y más aún cuando en el equipo argentino no jugó Messi por una pequeña lesión, ni tampoco Sergio Agüero ni Ángel Di María. Para colmo, no estuvo Paulo Dybala, que ni siquiera fue convocado a la gira.

“El primer tiempo de los chicos fue increíble”, dijo Sampaoli tras el partido, sorprendiendo a todos. “Intentamos quitarle la pelota a España, que es lo que habíamos entrenado, pero encontramos un rival de mucha jerarquía, que aprovechó muy bien las situaciones que tuvo. España nos abofeteó”.

Muchos creen que esta derrota puede servir para que ahora Dybala tenga un lugar para que haya algún indicio de Plan B si no está Messi, otros indican que Javier Mascherano ya no puede ser titular por su lentitud, pero todo indica que Sampaoli seguirá apostando por él.

Los lugares no seguros son el suplente de Gabriel Mercado en el lateral derecho (Fabricio Bustos tuvo altibajos y la prioridad es para el lesionado Eduardo Salvio), un sustituto para Federico Fazio en la zaga central (Marcos Rojo no tuvo un buen desempeño), la posible vuelta de Enzo Pérez en el medio por el bajo rendimiento de casi todos los volantes, y si Lautaro Martínez tendrá una oportunidad o Sampaoli apostará más por alguno de los extremos, Cristian Pavón o Diego Perotti.



lunes, 26 de marzo de 2018

Jorge Mendes, el polémico agente más poderoso del mundo (Infobae)




Es mayo de 2012 y Jorge Mendes regresa de Milán a Lisboa en un vuelo.  Viaja, en clase Ejecutiva y no se percata que cerca de su asiento también se encuentra un colega, José Veiga. Recién atisba su presencia al bajar, en el camino a recoger la valija. Veiga habla por su celular y en ese momento, Mendes se acerca y lo increpa. Está molesto porque el otro agente habló mal de algunos de sus representados, Sergio Coinceiçao, Deco y Jorge Andrade. Vienen enfrentados desde hace tiempo. Entonces, Veiga le tira el teléfono celular a la cara y el aparato acaba en el suelo. Se empujan y el revuelo en el aeropuerto de Portela es total porque ambos son conocidos. Caen al piso y se siguen pegando hasta que los terminan separando.

Veiga era el gran agente portugués, el que fue dueño de casi todos los pases, el fundador de Superfute, la agencia de representación de futbolistas. Y Mendes, un muchacho que de repente, se fue quedando con todo lo suyo, con sus grandes joyas, en una guerra sin cuartel que incluyó a los principales clubes de Portugal. Y ese día fue la representación del cambio de mando. Lo paradójico es que en ese momento, los dos eran todavía accionistas del Porto, uno de los principales clubes lusos, ganador de la Champions League en 2004.

Veiga había comenzado a tener problemas con el presidente del Porto, Pinto da Costa, por dos malas operaciones, las de Sergio Conceiçao a la Lazio y la de Doriva a la Sampdoria, y el agente fue apartado de las negociaciones futuras por lo que se vengó llevándose a sus jugadores Zlatko Zahovic, LjubinkoDrulovic y Juan Manoel Pinto al Benfica, otro de los clubes grandes de Portugal. En cambio, Mendes se encargó de remendarlo y traer al Porto a los suyos, Deco, Candido Costa y Mario Silva.

Allí entra Mendes como “hombre de confianza” del Porto, con trasferencias como la de Nuno al Deportivo La Coruña, o Costinha (que era un desconocido en ese momento, en el Nacional de la B portuguesa) al Mónaco. Así es que Mendes trajo al Porto a jugadores como Deco, Clayton, Paredes, Quintana, y el ex Boca Hugo Ibarra. Tenía nueve jugadores del plantel , pero Veiga manejaba a todo el del Benfica (24 jugadores sobre los 27 totales).

Veiga llegó a manejar entre otros nada menos que a Luis Figo, que sin embargo ya era representado por Mendes en 2000 cuando se produjo un absoluto revuelo internacional tras su pase del Barcelona al Real Madrid.

También Veiga estuvo cerca del Sporting, el tercer grande de Portugal,  y fue el responsable de la llegada al club de un ídolo como el brasileño Jardel. La rivalidad aumentó cuando Mendes le sacó a Hugo Viana (fue al Newcastle de Bobby Robson por 13,5 M de euros) y a Danny (a quien Veiga perdió por no querer pagarle 30 mil euros a un tío del jugador), pero más aún cuando le arrebató a Cristiano Ronaldo, la gran joya, tras ir convenciendo a su madre con distintos regalos y promesas, o consiguiendo entradas para recitales.

“Es muy encantador, pero ahora él es el José Veiga del fútbol portugués. Quiere estar en todo. Antes viajaba 800 kilómetros por una diferencia de 500.000 euros y tiene ese punto en común con Cristiano Ronaldo –y creo que eso los acerca- de querer más y más. Es insaciable”, remarca el gran periodista español Guillem Balagué, autor del best seller “Cristiano Ronaldo”.

Nacido un 7 de enero de 1966 en Lisboa, Mendes es hijo de un funcionario y un ama de casa. Fue volante izquierdo del Vianense de Tercera y en otros equipos pequeños pero sin éxito y se convirtió en DJ, fue abriendo videoclubes y regenteó un cabaret, “Alfándiga”, en Caminha y allí tuvo su golpe de suerte o de oportunidad cuando conoció en 1996 al arquero del Vitoria de Guimaraes Nuno Espíritu Santo, quien le dijo que soñaba con fichar por el Porto y así fundó Gestifute, para ayudarlo y meterse en ese mundo.

Sobre los estudios que terminó Mendes, hay un gran misterio. En una de sus autobiografías se sostiene que debió salir inmediatamente a trabajar para ganarse la vida, aunque su agencia Gestifute está conformada por profesionales de la comunicación (ex periodistas de diarios deportivos) y de derecho y economía, como su sobrino Luis Correias (hijo de su hermano), uno de los máximos expertos.

Pippo Russo, periodista y sociólogo italiano, autor del durísimo libro “La orgía del poder” (2016),  dice que la clave del éxito de JM es que se constituyó en el hombre de las grandes finanzas en la liga portuguesa a partir de 2000/02 cuando los fondos de inversión decidieron acercarse a la compra de derechos económicos de los futbolistas.

Eso es distinto que en Sudamérica, en la que “el negocio de las terceras partes” está constituido por agentes y no por grupos financieros. Los primeros fueron los del Banco del Espíritu Santo, que decidieron invertir especialmente en Boavista, Sporting y Porto. En cambio, no en Benfica por el problema con José Veiga, ligado a este club como director general y gran enemigo del Porto. Una vez que Veiga perdió el Benfica, se convirtió en el principal referente de Portugal.

Hoy es considerado el principal empresario del mundo con más de 80 futbolistas de primer nivel (James Rodríguez, Ángel Di María, Radamel Falcao, Diego Costa, entre ellos) pero puede decirse que como todo en la vida, tuvo su buena dosis de fortuna, aunque supo aprovechar la oportunidad.

Mendes fue muy ayudado por la irrupción, junto con él, de Cristiano Ronaldo y José Mourinho, y que ninguno de ellos era del Benfica.  Así como tuvo que quitarle a Veiga la representación de cristiano Ronaldo,  cuando Mourinho ganó la Champions League 2004 con Porto, tenía como representante a José Baidek. A Mou, JM le llegó con el convencimiento de que podía meterlo en la Premier League y así arribó al Chelsea junto con los jugadores Ricardo Ferreira y Tiago Mendes, (2004), y más adelante Deco (2008). Pero más extraños son los casos del defensor José Bosingwa, (lateral nacido en Zaire, por el que Román Abramovich, dueño del club,  pagó al Porto en 2008 20,5 millones de euros) y Henrique Hilario, el arquero que llegó para ser tercero detrás de Peter Cech y Carlo Cudicini, con 33 años.



Un caso para el recuerdo es el del joven Charly Musonda Junior, hijo de una gloria del país, Charly Musond. Nacido en Bélgica en 1996, llegó a la cantera del Chelsea proveniente del Arderlecht junto con sus dos hermanos, Lamisha y Tika en la primavera de 2015. No quiso esperar, creyó que tenía futuro, y su agente belga Cristophe Henrotay, lo tenía colocado en el Mónaco, pero insólitamente, Mourinho, el director técnico, se opuso a su salida. Decía que el jugador (que nunca jugó en Primera) le interesaba y al poco tiempo el chico cambió a su agente y se fue a Gestifute. Charly firmó entonces un contrato hasta 2019.

Las puertas para todos estos negocios en el Chelsea se las abrió el también poderoso agente de futbolistas israelí Pinjas Zahavi, muy conocido en la Argentina por sus vínculos con el actual titular del AFI, Gustavo Arribas y con Fernando Hidalgo, con los que conformó el Grupo HAZ, que lleva sus tres iniciales.

La única chance de enfrentamiento con Zahavi fue entre 2007 y 2008 cuando ambos quisieron quedarse con el manejo de los jugadores de la cantera del Sporting Lisboa, pero la sangre no llegó al río.

Tanto es así que en Sudamérica, tienen una clara división por países. JM se queda con Brasil y el israelí, con Argentina. En Brasil, el ex jugador local nacionalizado portugués Deco es la cabecera de playa y suele traer jugadores a equipos medianos de Portugal como Vitoria Guimaraes, Moreirense o Paços Ferreira aunque los dos clubes por excelencia de Mendes, en este nivel, son Sporting Braga y Río Ave.

Mendes También representa al brasileño Luiz Felipe Scolari (que también fue al Chelsea) y a Diego Maradona, que nunca desmintió eso pero no se entiende muy bien su rol en este caso porque no se conocen gestiones por él desde Gestifute.
Su capacidad para hacer relaciones es infinita, a partir de su carácter entrador y sus vínculos con el mundo de las finanzas y la dirigencia deportiva europea.

En España estuvo muy ligado al Valencia desde que Peter Lim, de Singapur,  se convirtió en el principal accionista, por la compra, desde su empresa Meliton Holding, del 72,6 por ciento del total en 2014. La relación es tal que estuvo presente  en el casamiento de Mendes con Sandra, con quien tiene tres hijos, en 2015,  en la iglesia San Joao Baptista, en la zona de Porto –el civil había sido una década antes-. Cristiano Ronaldo fue el padrino de boda y le regaló una isla en Grecia. Poco antes, en junio, CR7 le había vendido sus derechos de imagen a Mint Media, la empresa de Lim, gracias a JM, en un movimiento considerado estratégico. Tal es la influencia de Mendes, que Lim ya había fichado a dos de sus jugadores, André Gomes (hoy en el Barcelona) y Rodrigo, al Benfica.

Justo antes de la llegada de Guardiola al Barcelona, en 2007, Real Madrid llegó a estar colonizado por Gestifute cuando en verano de ese año llegó Pepe desde el Porto por 30 millones de euros, en 2009, Cristiano Ronaldo (94), en 2010 llegó Mourinho, y ahí se abrieron todas las puertas y arribaron Ricardo Carvalho (8), Di María desde el Benfica (25) y en 2011, Fabio Coentrao desde el Benfica (30).



En ese tiempo, el reputado periodista italiano residente en Londres Gabriele Marcotti llegó a decir en The Wall Street Journal que JM era “el verdadero dueño del Real Madrid aún sin haberlo comprado nunca” y había una casa en la exclusiva zona de La Finca, en la capital española. En el verano de 2014 le preguntaron a Florentino Pérez si pensaba comprar a Falcao y respondió:  “si lo contrato, debo dejar la presidencia a Mendes” pero en ese año llegó James Rodríguez, considerado el mejor jugador del pasado Mundial, por 80 millones de euros desde el Mónaco, que un año antes le había pagado 45 al Porto pero al fracasar el pase de De Gea y Jesús Navas, en ese tiempo se fue alejando de la Casa Blanca .

Para Mendes, sin embargo, eso no fue más que una oportunidad de acercarse al rival, al Barcelona, gracias a su amistad con el presidente de entonces, Joan Laporta. Habían pasado poco más de dos años de su alejamiento del Real Madrid y trajo a Deco, Quaresma, y Rafa Márquez, y hasta intermedió por Ronaldinho, pero después, cuando Laporta terminó su mandato, muy criticado por operaciones descontroladas, JM se abrió. Volvió en el verano de 2015 con Arda Turan y se reconcilió definitivamente con el Barça en 2016 gracias a Andre Gomes y Paco Alcácer (35 y 30 millones), provenientes del Valencia de Lim, al que ayudó con estas transferencias.

Pero si hay un club español ligado a Jorge Mendes, además del Valencia, este es el Atlético Madrid, considerado muy amigable siempre para los fondos de inversión internacionales, por lo que Jorge Mendes ingresó con mucha facilidad en su entorno.

Si bien el “Aleti” es una sociedad anónima desde 1992, y Enrique Cerezo es presidente desde 2003, el mejor aliado de JM es Miguel Gil Marín, hijo del ex presidente, el controvertido  Jesús Gil y Gil. Así fue que en 2014, logró colocar a su amigo Peter Kenyon, ex director general de fútbol del Manchester United y Chelsea, dedicado a las relaciones comerciales e internacionalización del club. Los que están cerca del Atlético dicen que no es claro su rol aunque sí es evidente que tiene buena prensa: el Financial Times  lo hizo responsable de “la salvación de la situación financiera de la entidad”, algo que fue tomado con extrañeza por la prensa española. Gracias a Kenyon, llegó a la entidad el fondo Quality Football Ireland, que según Football Leaks, adquiró porcentajes de jugadores colchoneros de Oliver Torres, Saúl Ñíguez y Koke.

No es casualidad entonces que en 2014 el Atletico Madrid, bajo la influencia de la dupla Mendes-Kenyon comprara el Atlético de Kolkata de la Superliga India, como parte de la internacionalización. Luego fue por el Middlesbbrough de la Championship (Segunda) inglesa, que también quería Lim. Mendes-Kenyon fueron cortejados por el propietario del club, Steve Gibson y cuando en noviembre de 2013 hubo que sustituir al DT Tony Pulis, la decisión fie contratar  a Aitor Karanka, que había sido adjunto de Mourinho en el Real Madrid, tras serle fiel al portugués en su polémica con parte del platel blanco. Karanka ascendió al equipo en 2015/16 y para la Premier League siguiente recibió como refuerzo…a dos jugadores del Valencia de Lim: Alvaro Negredo y Antonio Barragán.

Desde junio de 2016, y siguiendo con la misma política, el Atlético compró acciones al Lens (34,6%). También al Millonarios de Bogotá, ligado al circuito financiero colombiano. De hecho, Millonarios y Lens acordaron asociarse y así llegaron al club francés los jugadores Nicolás Murcia y Jorge Rengifo, y al principio de 2016, Millonarios se asoció con Benfica, club que ya manejaba Mendes tras la salida de Veiga, al que antes le había arrebatado el Porto y el Sporting.

Atlético también se interesó por Quilmes, club pionero en los fondos de inversión en el fútbol argentino a principios de siglo XXI con el Grupo Exxel, que también entró en el Vitoria de Bahía y el extraño Deportivo Maldonado, utilizado para las triangulaciones de pases a Europa desde Uruguay. Ya para 2006, Exxel tenía algunos problemas judiciales.

Mendes comenzó a hacer negocios con el Atlético en 1999/2000, cuando bajó a Segunda. Precisamente Hugo Leal fue contratado en esa temporada como manager pero ya no estaba cuando volvió a ascender. También el Atlético Madrid regresó a sus éxitos europeos antes de la llegada de los fondos de inversión globales, al contrario de lo que Doyen y Quality Sports Investments sugieren. Si el club fue escalando posiciones fue más por Diego Simeone y su gestión como DT que por los grupos financieros.

Pippo Russo suele hacer una descripción general del rol que hoy ocupa Mendes. Habla de dos ejes de movimiento: el europeo y el asiático. En ambos casos, tiene clubes de fútbol y operadores económicos con peso grande con características y funciones precisas y él siempre en el centro.

Acaso esa relación con Asia es la que parece, ahora, traerle los mayores dolores de cabeza.

Todo tiene un comienzo formal. El 18 de enero de 2016, en una ceremonia en Shangai se anunció con mucha pompa y presencias de figuras del fútbol y las finanzas, el acuerdo entre Gestifute y Guo Guanchang (del Grupo Foyo) (China). No fue casual. Fosun tiene muchos intereses económicos en Portugal (seguros, bancos, turismo) .
Esta asociación fue presentada para crear una nueva “joint venture” en China desde la llegada de Gestifute como la agencia de mayor renombre en el fútbol mundial. 



Guanchang habló directamente de “casamiento”. “No sólo el fútbol chino, sino el Mundial ganará con esta unión”, sostuvo entonces Mendes. Y dijo que hay certeza de que “dentro de un año tendremos la demostración cabal de nuestro trabajo en conjunto” y definió a China como “un gigante dormido del mundo del fútbol”.

Sin embargo, este acuerdo es el que alertó a sitios de investigación como Football Leaks que se centró en estudiar hasta el detalle la operatoria de esta alianza, justo cuando Mendes está focalizado en el Benfica (ahora que ya ocupó el lugar de Veiga) y el Wolverhampton inglés, que lidera la Championship (Segunda), y muy cerca de ascender a la Premier League, lo cual implicaría otro gran negocio porque su equipo está compuesto por varios jugadores de Mendes y si asciende, con capitales chinos, es muy probable que se nutra de cracks de renombre, traídos, por supuesto, por el portugués.

Los problemas se fueron sumando debido a que varios de sus representados en distintos clubes europeos comenzaron a tener problemas con sus cuentas offshore por las que se investiga si en estos años evadieron impuestos en sus países, siendo los casos más emblemáticos los de Cristiano Ronaldo, con serios problemas con la Justicia española, y James Rodríguez, con idéntica situación en Mónaco.

Ya con las investigaciones de Football Leaks por dinero opaco, Wolverhampton se tuvo que sentar en el banquillo de los acusados porque ahora muchos equipos de su categoría pretenden que se investigue a fondo, y lo acusan de “competencia desleal” mientras que Mendes no tiene influencia en el Arsenal ni en el Liverpool, y extrañamente tampoco en el Manchester United que dirige Mourinho, aunque se dice que están distanciados.

Así es que de a poco, Mendes fue buscando otros mercados y oportunidades. Y si antes no se interesaba por el mercado italiano, ahora aparece más próximo al Milan desde que Silvio Berlusconi vendió sus acciones a un grupo chino Rossoneri Sport Investment Lux, un conglomerado liderado por el empresario Yonghong Li. También se fue acercando al Lazio y al Nápoli y se abrió ahora un nuevo mercado en el Bayern Munich al que le vendió al portugués Renato Sánchez (35 millones) y de James Rodríguez.

Para entrar al Bayern se sirvió de su amigo Carlo Ancelotti y no se pueden entender pases como los de Sanches o James sin pensar en la pretensión del ex futbolista Karl Heinz Rummenigge de que el club participe en el futuro de una Superliga Europea, a la que podría entrar, cómo no, de la mano de Mendes.

También muy buena relación con el PSG a donde llegaron sus representados Thiago Silva y Angel Di María pero el gran tema de conversación con el dueño del club, Nasser Al Khelaifi, es por la chance de que algún día recale allí Cristiano Ronaldo. 

Hasta el cuestionado DT Unai Emery no pudo resistir a sus encantos y llegó de su mano al PSG para lo que abandonó a su antiguo agente Iñaki Ibáñez y aunque con idas y vueltas en la relación, se mantiene en Gestifute. El PSG también contrató a otro jugador suyo, Gonzalo Guedes (cedido al Valencia) en 30 millones.

En el Manchester City, colocó a Eliaquim Mangala y a Nicolás Otamendi, con un saldo de 85 millones. Pero ahora la situación se enrareció desde que Pep Guardiola llegó a la dirección técnica del club.

“Jorge Mendes es energía pura” dice el libro “La clave Mendes”, de Miguel Cuesta y Jonathan Sanchez. El agente se dio cuenta de que su principal representado, Cristiano Ronaldo, necesitaba una mejora de imagen y trabajó incansablemente en eso, porque era sólo una máquina de hacer dinero. A tal punto le atribuye Cristiano un lugar preponderante en su carrera que la propia película autobiográfica del gran delantero del Real Madrid “es más sobre Jorge Mendes y deja la impresión de que el agente fue su creador y constructor”, comenta Guillem Balagué, quien lo describe de manera particular:

“Mendes es pum pum pum, al grano, así es como te habla. Cuando le dije que quería escribir un libro sobre Cristiano, me dijo “Mira, he decidido que te voy a ayudar, ¡pero no me jodas, eh! El problema es que no sé qué vas a escribir, Tú has escrito el libro de Messi. Con otro autor sabíamos desde el minuto uno lo que quería hacer y lo que escribía. No sé cómo te puedo ayudar”.

Quedaron en reunirse, pero al término del libro, Mendes nunca se comunicó. “Me estaba diciendo que no sabía cómo ayudarme porque no sabía bien cómo controlarme. Lo vi a los cinco días de publicado mi libro en versión inglesa, para la película sobre CR7 y me dijo “tenemos que hablar” y le comenté que ya era tarde porque el libro ya había salido. Me dijo “por eso, tenemos que hablar”.


Demasiadas cosas por corregir para tan poco tiempo (Jornada)





Si bien Jorge Sampaoli, el director técnico de la selección argentina, sostiene que en su mente ya tiene la lista definitiva de los veintitrés jugadores para el Mundial de Rusia, es claro, cuando sólo queda un partido antes de confeccionarla, que está pagando errores que en buena parte no son suyos, y tiene dudas demasiado grandes que sí le corresponden.

Buena parte de la prensa ha sido demasiado benévola con el entrenador, que, es cierto, tuvo que cortar camino acaso como ninguno de sus colegas de selecciones mundialistas y ha decidido cambiar otra vez el estilo impuesto por sus antecesores Alejandro Sabella, Gerardo Martino y Edgardo Bauza, por el escaso tiempo de que dispone, y entonces ve actuaciones descollantes en lo que como máximo no pasa de buenas (como en el caso de Giovanni Lo Celso o Manuel Lanzini) y ha minimizado importantes desacoples defensivos en el último compromiso del pasado viernes ante Italia en Manchester, al punto de que Willy Caballero se convirtió en clara figura al tapar no menos de cuatro remates con destino de red.

Es verdad, también, que ante Italia faltaron nada menos que Lionel Messi, lo que no necesita definición a esta altura, y Sergio Agüero, de gran presente en el Manchester City y que otro jugador que podría ser importante en la estructura, como Ever Banega, ingresó en el segundo tiempo. Pero no es mucho más lo que la selección argentina puede ofrecer como su máximo potencial en estos tiempos, especialmente si se tiene en cuenta que el otro gran desequilibrante es Paulo Dybala, y no parece ser tenido en cuenta entre las prioridades de Sampaoli.

Entonces, teniendo en cuenta lo que hay, aparecen varios interrogantes que van mucho más allá del partido de mañana ante España en Madrid, en un compromiso mucho más peligroso y valioso que el anterior. Porque los dirigidos por Julen Lopetegui son una potencia real, se encuentran en la lista de máximos candidatos al título mundial en Rusia (ratificado por su gran actuación el pasado viernes ante Alemania), y porque su estilo de juego, si bien mejorado y muy superior, tiene un punto de parecido con el de Croacia, rival de Argentina en la fase de grupos en Rusia dentro de menos de tres meses.

En cambio, el partido con Italia sirvió para observar a algunos jugadores para ir cerrando la lista, porque en cuanto a sistema, el de los anteriores rivales (no clasificados para el Mundial y en absoluta transición por cambios en la conducción del equipo y de la propia Federacalcio) no se parece a ninguno de los tres rivales que ocasionalmente le tocaron al conjunto nacional.

España, en cambio, es una gran medida (especialmente si juega Messi, quien está en dudas) por todo lo que significa y porque en la ruta argentina del Mundial aparece en cuartos de final, y por esta misma razón, tal vez sea aconsejable no mostrar todas las cartas.

Pero mucho más allá de esto, y con cada vez más claros los nombres de algunos jugadores para la lista de veintitrés (Willy Caballero ya parece haber cerrado el tema de los arqueros, Lo Celso se sumaría a los volantes, Nicolás Tagliafico ingresaría como lateral izquierdo para ser una alternativa de Marcos Acuña. Manuel Lanzini va ganando enteros en la creación), hay determinadas cuestiones que siguen preocupando.

Una de ellas es el lugar que en esta selección ocupa Javier Mascherano. De peso y liderazgo indiscutidos, en todo este ciclo apareció como marcador central, rol que también tuvo en el Barcelona. Como pretendía ser volante central y estaba tapado por Sergio Busquets (quien justamente no estará mañana ante Argentina, por lesión), emigró a China, una liga muy menor (Carlos Tévez puede dar fe), hace un mes. Y repentinamente, Sampaoli ya lo incluye como volante, en lo que no parece haber demasiada muestra de autoridad desde el banco.

Tampoco parece darla el hecho de que Sampaoli diga, aunque con total sinceridad, que esta selección parece mucho más un equipo de Messi que suyo propio, porque aunque sea el mejor jugador del mundo, sigue siendo eso, un jugador, y no un entrenador, y nunca es recomendable que un jugador tenga esa situación en un plantel, por una cuestión de institucionalidad, que tanto desapego genera por estos lares en cualquier ámbito.

Justamente por ser más “messista” que Messi es que Sampaoli se fue tomando demasiado en serio aquella frase tan pura de Dybala en la antesala de un Barcelona-Juventus por la Champions League del año pasado, cuando manifestó que no se sentía cómodo jugando al lado de Messi. ¿No es acaso el rol de un director técnico auscultar los motivos y mejorar la dupla, que quitarle de encima un supuesto “problema” a su mejor jugador?

¿No quedó claro ante Italia, que Dybala es el jugador que debe ingresar por su explosión y su ductilidad cuando Messi no está?

Distinto es el caso de Mauro Icardi, porque ante un nivel de paridad con Gonzalo Higuaín, el director técnico tiene que decidir por pequeños detalles.

Pero regresando a lo que queda por corregir, a menos de tres meses para su debut mundialista, la selección argentina no tiene definido su sistema táctico en la parte defensiva (si línea de tres o de cuatro, aunque parece inclinarse por la segunda), Sampaoli está probando a Ramiro Funes Mori, que lleva casi un año sin jugar, o Marcos Rojo recién regresa ahora y como central (cuando antes fue lateral), también alejado de las canchas por varios meses. Al mismo tiempo, espera que se recupere otro lesionado como Eduardo Salvio para que haga la banda por la derecha, y aunque originalmente es volante, de no llegar podría reemplazarlo Fabricio Bustos, que es un defensor.

La otra gran duda pasa por el volante que acompañaría a Lucas Biglia en el medio, con el interrogante de si Sampaoli considera titular o no a Mascherano. Demasiados candidatos como Pablo Pérez, Enzo Pérez o Leandro Paredes, y como punteros, con Cristian Pavón con más chances, aún disputan un lugar Ángel Correa y Diego Perotti. Y aún Lautaro Martínez pelea por otro lugar como centrodelantero, que haría quitar otro lugar en la creación o en el ataque.

Y la incertidumbre está enfocada también al propio sistema, porque no parece claro el Plan B cuando Messi no está, con un juego sin demasiado vuelo, apenas correcto, aunque las intenciones sean las de tener la pelota y hacerla correr. No está nada mal, pero sería deseable saber también qué hacer con ella.

España, entonces, aún sin algunas de sus cartas bravas, será una buena medida, al cabo.