La imagen de euforia en el vestuario de Quito,
Ecuador, con los jugadores argentinos cantando y bailando tras haber sufrido
mucho para llegar a la clasificación final al Mundial de Rusia, parece haberse
ido esfumando de a poco con el paso de los meses.
Si bien el público argentino siempre esconde alguna
esperanza de regresar a un título mundial que se niega desde México 1986, en
tiempos de Diego Maradona, especialmente por contar con Lionel Messi, el genio
del Barcelona y camino a ser el Botín de Oro de Europa, es claro que pocas
veces una selección albiceleste ha llegado tan mal preparada y con tantas
preguntas sin respuesta precisa.
El primer problema de la selección argentina comienza
en lo institucional. Con la muerte del líder de la federación nacional (AFA),
Julio Grondona en 2014, tras 35 años en el cargo, y acostumbrado a manejar todo
el fútbol nacional (además era el vicepresidente senior de la FIFA), toda la
organización posterior al Mundial de Brasil fue un absoluto caos y esto
repercutió en los alrededores del equipo.
Por ejemplo, Gerardo Martino, que había sido
contratado por Alejandro Sabella, acabó yéndose a mediados de 2016 cuando los
clubes entraron en una disputa para
ceder o no a los jugadores a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, y entonces
Edgardo Bauza ocupó su lugar pero los malos resultados y un nuevo cambio en la
AFA hizo que las nuevas autoridades echaran a Bauza y a mediados de 2017
convocaran a Jorge Sampaoli.
Es decir que la selección argentina no sólo tuvo
cuatro entrenadores en cuatro años, cada uno con su libreto y esquema y
jugadores preferidos, sino que los que componen la base del equipo desde hace
años tuvieron que adaptarse a cada cambio, hasta posicionalmente.
Por ejemplo, si tomamos el caso de Sergio Agüero,
para Sabella era extremo izquierdo, para Martino, un centrodelantero que tuvo
que competir contra Gonzalo Higuaín y Carlos Tévez por la misma posición, para
Bauza debía jugar por detrás del centrodelantero (Higuaín o Lucas Pratto) y
para Sampaoli volvió a ser centrodelantero. ¡Y todo en cuatro años!
Aún así, la selección argentina se las rebuscó para
llegar a tres finales seguidas (la del Mundial 2014 y las de las Copas América
2015 y 2016) aunque sin poder ganar ninguna, lo que generó una exagerada
frustración en el público y en parte de la prensa. ¿Cuántos equipos en el mundo
desearían llegar a tres finales seguidas? ¿Cuántas selecciones argentinas de
los últimos 25 años hubieran querido tener esas oportunidades y no llegaron?
Es cierto que el nivel de exigencia hacia la
selección argentina es muy alto y se basa en su rica historia de títulos (dos
Mundiales, seis Mundiales sub-20, dos medallas doradas olímpicas, catorce Copas
América) pero también es cierto que el equipo absoluto albiceleste lleva 25
años sin ganar ninguna copa y que con este caos de fondo, es bastante difícil
pretender que luego todo salga bien. No es lo que suele ocurrir.
De todos modos, la selección argentina sigue teniendo
como su principal punto fuerte al ataque. No hay equipo nacional en el planeta
que pueda reunir en la ofensiva a jugadores como Lionel Messi, Agüero, Angel Di
María, Gonzalo Higuaín, Mauro Icardi, Paulo Dybala, y Cristian Pavón, entre
otros.
El gran problema argentino no pasa por allí sino por
el resto de las posiciones en el campo porque ¿cómo harán esos atacantes para
llegar al gol, por más buenos que sean, si antes no hay alguien que recupera el
balón y se los cede con calidad? Parece realmente difícil.
Tras la clasificación para el Mundial, la selección
argentina jugó dos partidos amistosos en Rusia en noviembre de 2017. En el primero de ellos ganó al equipo local
con cierta comodidad y dejando una imagen aceptable, pero bastó que Messi no
jugara ante Nigeria, cinco días más tarde, para que se evidenciaran los
primeros problemas. Ganaba 2-0 cuando en veinte minutos, perdía 2-4 con una
ráfaga de los africanos que la defensa argentina no pudo frenar.
Además, en ese partido comenzó a aparecer un problema
que no estaba en los cálculos de Sampaoli: Javier Mascherano, anteriormente una
especie de lugarteniente de los entrenadores en el campo, ya no daba
seguridades en un marcaje de línea de tres defensores. Él mismo comenzó a
pensar en volver a la posición de volante, y por el mismo motivo pidió salir
del Barcelona al notar que con Sergio Busquets de titular, no tendría
continuidad.
Cuando en 2018 se acercaba el final de la temporada
y el Mundial se empezó acercar y con el paso del tiempo, se acortó la chance
para armar la lista de los 23 jugadores definitivos, llegaron los dos últimos
partidos amistosos en Europa ante Italia y España, y nuevamente, la sensación
fue parecida a la de noviembre: se le ganó a una Italia eliminada del Mundial y
se pensó que el equipo iba mejorando, pero (en ambos partidos sin Messi) llegó
España, un equipo más trabajado y con buen dominio de balón y el 6-1 fue
contundente y doloroso. Una vez más, Mascherano generaba la sensación de que no
podía ser más titular en el medio y que para la marca en ese sector, Sampaoli
debía definirse por Lucas Biglia o por Mascherano, pero ya nunca los dos
juntos.
Sampaoli comenzó su trabajo en 2017 con un esquema
con tres defensores centrales (Gabriel Mercado –quien podía volcarse de ser
necesario al lateral derecho-, Mascherano y Nicolás Otamendi), un lateral por
izquierda que pudiera jugar también de volante (Marcos Acuña), dos
mediocentros, uno de marca (Biglia) y otro de salida (Ever Banega) dos
creativos en línea del medio hacia arriba (Messi y Paulo Dybala). Di María de
extremo derecho e Higuaín o Agüero o Icardi como centrodelanteros.
Pero poco a poco, muchos de los funcionamientos de
esos jugadores se fue resquebrajando y ante el pedido de los jugadores pasó a
marcar con una línea de cuatro, aunque no está claro si por la derecha podrá
jugar Eduardo Salvio (operado hace meses y sin signos de recuperación),
mientras que Otamendi y Federico Fazio se perfilan como centrales y Acuña como
lateral-volante por la izquierda. También Sampaoli perdió la confianza a
Banega, reemplazado por Giovani Lo Celso, y aunque Biglia quedaba como titular
en la marca, su grave lesión en el Milan que lo deja afuera hasta el inicio del
Mundial plantea a esta altura un interrogante sobre esta posición (el que más
chance tiene es Matías Kranevitter).
Tampoco Dybala pudo mantener su lugar, por lo que Messi pasó a ser el
único creativo por detrás de dos extremos (Pavón por la derecha y Di María por
la izquierda) y un centrodelantero (Agüero).
De todos modos, este esquema táctico podría sufrir
otras modificaciones porque si Salvio no llega físicamente al Mundial, podría
ser reemplazado por Fabricio Bustos (que es mejor defendiendo pero menos
atacando) y tal vez podría aprovechar que Acuña puede llegar hasta el fondo por
la izquierda, colocar a Di María por la derecha, Higuaín como centrodelantero,
y Agüero (también con una micro cirugía en la rodilla) un poco más hacia la
izquierda.
Es decir que a muy poco de comenzar el Mundial,
pocos saben cuál será el esquema táctico de la selección argentina con muchas
dudas en los rendimientos de algunos jugadores clave, a lo que hay que sumar la
incertidumbre por los problemas de salud de Salvio, Biglia y Agüero, mientras
que Ramiro Funes Mori no parece poder llegar como defensor tras casi un año sin
jugar en el Everton.
Por si fuera poco, a la selección argentina le tocó
el Grupo D, que no es nada fácil. El ex jugador Jorge Valdano dijo al terminar
el sorteo del Mundial que los rivales del equipo de Sampaoli (Nigeria, Croacia
e Islandia) son “una piedra en el zapato”.
La selección argentina iniciará su participación en
Rusia ante un absoluto debutante en los
Mundiales, Islandia, una de las sensaciones de la pasada Eurocopa 2016 y que
postergó a Croacia al repechaje. Luego será el turno de Croacia, uno de los
equipos que mejor trata el balón en Europa, y finalmente, cerrará ante Nigeria,
el mismo equipo que la venció 4-2 en noviembre.
En principio, una selección como la argentina no
debería tener problemas ante Islandia, pero la motivación de iniciar un Mundial
ante una potencia y con tanto para ganar y poco para perder, puede ayudar a los
nórdicos europeos, acostumbrados a los grandes despliegues y en basar los
partidos en su estado físico aunque arrastran el serio problema de la lesión de
su figura, Gylfi Sigurdsson (Everton) que puede limitar mucho más su juego.
Croacia, en el segundo partido, representa una
amenaza. Si bien llegó al Mundial en la repesca, su fuerte pasa por la mitad de
la cancha donde reúne a estrellas de la liga española como Luka Modric, Iván
Rakitic o Mateo Kovacic, justo la zona donde Argentina no encuentra jugadores
titulares y podría tener graves inconvenientes en recuperar el balón, mientras
que en ataque cuenta con delanteros de la talla de Iván Perisic (Inter) o Mario
Mandzukic (Juventus). Es, sin dudas, el partido más riesgoso para la selección
argentina.
Finalmente, la selección argentina finalizará su
participación en el grupo D enfrentando a la siempre complicada Nigeria, que
también cuenta, como Croacia, con un
mediocampo poderoso especialmente por Iwobi (Arsenal), Joel Obi (Torino),
Wilfred Ndidi (Leicester) y Victor Moses (Chelsea), un mediocampo con mucho
dominio del balón que ya complicó mucho a Argentina en el amistoso de
noviembre, a lo que hay que sumar a Kelechi Iheanacho como mediapunta
(Leicester) y a Odion Ighalo como único punta, aunque los dos atacantes reúnen
mucha experiencia en la Premier League.
Por si faltara poco, tampoco el calendario ayudó a
la selección argentina porque si aplicáramos la lógica y consideramos a
Islandia como el más débil del grupo, al jugar ante ella primero Argentina, le
permitiría a Croacia, en el cierre del grupo, saber cuántos goles debe marcarle
para quedar en el primer lugar y así, posiblemente, evitar a Francia, líder del
grupo C con el que el segundo del D debería enfrentarse.
En este caso, si por ejemplo Croacia sacara un buen
resultado en la primera jornada ante Nigeria, el partido de la segunda jornada,
entre Croacia y Argentina en Nizhny Novgorod cobraría una importancia extrema
porque si el equipo de Sampaoli no ganara, tendría en la última jornada un
rival mucho más complicado (Nigeria) que Croacia (Islandia) y los de Rakitic y
Modric podrían ganar el grupo por diferencia de gol.
Las perspectivas de Argentina, en el caso de ganar
el grupo D o de evitar a Francia, pasarían por unos octavos de final ante
Dinamarca o Perú y unos cuartos de final muy difíciles ante España (que la
acaba de golear 6-1) o Portugal, el campeón de Europa, en lo que sería un
hermoso duelo entre Messi y Cristiano Ronaldo.
En el caso de cruzarse con Francia en octavos de
final, ya cuesta más trazar una proyección.
En la selección argentina, a muy poco de comenzar el
Mundial, abundan los interrogantes pero escasean las respuestas.