Si analizamos la lista de convocados por el director
técnico de la selección argentina, Jorge Sampaoli, para los dos partidos
amistosos del 23 y 27 de m Italia y España respectivamente, y también algunas
decisiones, actitudes y movimientos, la conclusión a la que podemos llegar, con
apenas tres meses de distancia del inicio del Mundial de Rusia, es que no
parece haber un plan claro ni un sistema que pueda respaldar al mejor jugador
del mundo, Lionel Messi.
Una vez más, tras las salidas de Alejandro Sabella,
Gerardo Martino y Edgardo Bauza desde que la selección argentina perdió la
final del pasado Mundial de Brasil ante Alemania, todo sigue siendo caótico y
en comparación con la cita de hace cuatro años, puede afirmarse con rotundidad
que el equipo albiceleste llega a Rusia con muchísimas menos cosas claras.
No toda la responsabilidad es de Sampaoli, y vale la
aclaración, porque el entrenador tomó la conducción en el final del ciclo,
marcado por el absoluto caos de la AFA sumida en una tremenda crisis tras el
fallecimiento de Julio Grondona ni bien concluyó el Mundial 2014, y las
consecuencias fueron nefastas, con la intervención de la FIFA, el 38-38, y el
arribo del neogrondonismo al Sillón de Viamonte de la mano de Claudio Tapia, el
yerno del presidente de Independiente y poderoso líder de los Camioneros, Hugo
Moyano.
Pero sí hay que destacar que el ex entrenador del
Sevilla y la selección chilena tampoco encontró el rumbo hasta ahora, aunque
parecía prometer lo contrario. La selección argentina se clasificó al Mundial a
duras penas, en un partido en Quito ante los juveniles ecuatorianos cuando
llegó a la última fecha (de dieciocho) en la sexta posición en la tabla, es
decir, incluso fuera del repechaje y fue
ayudada por otros resultados favorables.
Pasada la angustiosa etapa de la clasificación, y
gracias –una vez más- a la genialidad de Messi, quien marcó tres goles (alguno
de excelente factura) en la altura de Quito, todo parecía entrar en aguas más
calmas, pero no fue así. Sampaoli volvió a moverse de manera espasmódica más
allá de que sí se mostraba más tranquilo en las escasas conferencias de prensa
en las que apareció.
Si en noviembre en el amistoso ante el equipo ruso,
la selección argentina mostró una cara aceptable, bastó para que Messi saliera
para que sufriera una impensada catarata de goles ante Nigeria (rival de grupo
en el Mundial), ante una defensa muy mal parada y un equipo descompensado, que
no volvió a aparecer hasta ahora.
Por eso, todo lo que sucediera tras aquellos dos
amistosos ante Rusia y Nigeria sería fundamental porque el tiempo escasea y
porque cada error puede costar demasiado caro y el margen es demasiado pequeño
luego de un ciclo lamentable en lo institucional que derivó también en lo futbolístico.
Y en este sentido, no parece acertado el haber
elegido a Italia como primer rival para el amistoso del 23 en Manchester, no
sólo porque los azzurros no se clasificaron para el Mundial y su Federación
vive momentos de incertidumbre, con varios jugadores y hasta un entrenador de
transición que nos indica un equipo inestable, sino que las características del
rival tienen demasiado poco que ver con los tres que deberá enfrentar Argentina
en Rusia.
Distinto es el caso de España, que puede tener algún
parecido a Croacia en la ductilidad de los volantes, el ritmo de juego, la
tenencia de la pelota, la habilidad de algunos componentes, y además, el hecho
de ser potencia y una de las candidatas a ganar la Copa. Además, asoma como
posible rival en cuartos de final de acuerdo con el sorteo de diciembre pasado.
El otro tema fundamental era el de la convocatoria
de los jugadores. Se supone que Sampaoli, a esta altura, ya tiene casi todo el
plantel en su mente. Él mismo afirmó días pasados, en conferencia de prensa,
que tiene “un 85%” de los jugadores decidido, y en Ezeiza, antes de su enésimo
viaje a ver partidos en Europa, agregó que en verdad ya tiene “el 100 %” de los
jugadores decidido y que quiere darlos a conocer “lo antes posible” pero se lo guarda ante la eventualidad de
alguna lesión o novedad de último momento.
Si analizamos la lista de convocados, no será fácil
entender la falta de una coherencia que al menos responda a una cierta mínima
trayectoria del entrenador desde que asumió la dirección técnica, con varios
que no juegan en sus equipos (en algunos casos, desde hace meses o años),
otros, que nunca han sido convocados en estos cuatro años en el equipo
nacional, la falta de componentes para determinados puestos (como el lateral
derecho o el de volante central de marca) y, por si fuera poco, el caso de
Javier Mascherano, para estudiarlo detenidamente porque nos permite un
diagnóstico preciso.
Sampaoli, desde que asumió, dio a entender que
Mascherano es, para él, marcador central en la selección argentina, en cierta
forma lógico, tomando en cuenta que en el Barcelona últimamente se desempeñaba
allí ante la imposibilidad de tener una continuidad como volante central por la
presencia de Sergio Busquets, uno de los mejores del mundo en esa posición.
Sin chances de titularidad ante el ahora también
buen rendimiento atrás de Samuel Umtiti, y con una suculenta oferta del Hebei
Fortune chino, Mascherano optó por irse a una liga menor (la que determinó el
final del ciclo albiceleste de Ezequiel Lavezzi o Carlos Tévez, por ejemplo) y
“decidió” volver a jugar en el medio.
Extrañamente, Sampaoli no parece haber tomado nota
de este cambio, y no sólo mantuvo a Mascherano en el equipo sino que parece
haber aceptado sin titubeos, la “decisión” del veterano jugador. Incluso, si
uno lee con sutileza el orden en el que Sampoli dio a conocer la lista de
convocados, Mascherano aparece ya considerado como volante, y todo este
movimiento (y sin haber jugado nunca en esa posición en estos meses con la
albiceleste) a menos de 100 días del Mundial.
Si tomamos los tres arqueros, sólo uno tiene
continuidad como Nahuel Guzmán, que por otra parte, es quien mejor utiliza los
pies. En todo caso, Willy Caballero llega con justicia a la convocatoria luego
de haber estado ya con Martino, porque aunque no juega tanto, ha tenido muy
buenas actuaciones cuando le tocó atajar en el Chelsea, especialmente en la FA
Cup. Sergio Romero sigue siendo un misterio porque no ataja en el Manchester
United salvo en la FA Cup y su continuidad en la selección tiene más relación
con su pasado que con su presente, es decir, por el hecho de no haber
respondido mal cuando fue convocado.
En la línea defensiva, sólo aparece como lateral
derecho un Gabriel Mercado que desde que llegó al Sevilla juega como central (llevado
por Sampaoli), y la alternativa del chico Fabricio Bustos de Independiente
parece sólo existir si no llega físicamente Eduardo Salvio, que es más un
carrilero pero desde su condición de volante que de marcador. Si Nicolás
Otamendi no ofrece dudas y es hoy el mejor defensor argentino, Federico Fazio
aparece como la mayor alternativa para acompañarlo y en la izquierda puede
jugar Nicolás Tagliafico, más marcador, o Marcos Acuña, un poco más volante
retrasado. Los casos de Marcos Rojo y Ramiro Funes Mori son especiales: el
primero nunca jugó en esta etapa aunque puede hacerlo bien como lateral y como
central, y el otro no participa desde hace meses en el Everton por una larga
lesión.
Es decir que sólo un arquero de tres ataja en su
club, los dos centrales titulares lo hacen, no hay un “cuatro” puro, uno de los
“tres”no jugó nunca en esta etapa, y otro central no juega desde hace meses por
lesión.
Ya en el medio, la incógnita pasa por el momento de
Mascherano, que “decidió” jugar de “cinco”, cuando la única certeza la da Lucas
Biglia, de buen presente en el Milan y acaso Leandro Paredes, en el Zenit,
aunque pareciera que perdió posiciones en la consideración de Sampaoli a manos
de Giovanni Lo Celso, quien no estuvo a la altura en el PSG ante Real Madrid en
el Santiago Bernabeu y fue excluido de la revancha por la Champions League,
aunque necesita tiempo y tiene calidad.
Si Ever Banega no genera tranquilidad con buen toque
pero cierta indolencia y poco peso en las áreas aunque puede ser salida clara
(en el Sevilla-Atlético Madrid, al menos un gol vino cuando le presionaron el
primer movimiento cerca de su arco), Manuel Lanzini, de buen presente en el
West Ham, no parece para nada más que Paulo Dybala, pero éste cometió el grave
error de decir con sinceridad que no se siente cómodo al lado de Messi, y eso
parece fundamental, más allá de que tras una lesión, volvió y marcó en los dos
últimos partidos clave de la Juventus tanto en Serie A como en la Champions.
Pero parece que el cordobés la deberá pelear de atrás.
A todo esto, Sampaoli confía en Eduardo Salvio para
“hacer la banda” (término horrible si los hay), pero el ex Lanús, que nunca
redondeó un partido para ser seleccionado, se encuentra lesionado y no hay
certezas de que llegue para los amistosos. No se sabe qué ocurrirá con Enzo
Pérez, de mal momento, que parecía un fijo entre los 23 y en cambio, todo
indica que a la gira irá Pablo Pérez, muy buen jugador, aunque con el peligro
de su vehemencia, y que justo ahora está volviendo de una lesión.Y entre tantos
mediocampistas no hay uno solo que cumpla la función más defensiva. Acaso para
que Mascherano tenga el camino allanado. ¿No hubiese sido interesante probar a
Matías Kranevitter o incluso a Claudio Yacob, que hace años juega en la Premier
League y ocupa ese lugar?
El ataque, en cambio, aparece como el lugar menos
problemático por la cantidad de figuras y todas ellas en buen momento,
especialmente en el caso de los goleadores Sergio Agüero y Gonzalo Higuaín,
mientras que por afuera parece haber alternativas con Angel Di María (por
cualquiera de las dos puntas, si bien en el PSG ante Real Madrid no acertó
ninguna), Diego Perotti y el sobrevalorado Cristian Pavón (que se equivoca en
el 90 por ciento de las decisiones en el campo porque lo suyo es la velocidad pero
no la pausa y mucho menos la inteligencia). Por si faltara poco, la aparición
de Lautaro Martínez permite un excelente recambio para el gol.
En síntesis, el equipo argentino, con algunas
estrellas en algunos puestos, y el mejor jugador del mundo, se acerca al
Mundial con enorme cantidad de interrogantes, un caos que no parece tener
demasiado plan táctico, un vacío en algunas posiciones y la sensación de que
incluso aquella selección de Alemania 1974, en el caos de una AFA inmersa en la
Argentina de la muerte del general Juan Perón y con tres entrenadores juntos en
el banco, era mucho menos improvisada que ésta.
Que Dios (para los que creen), el azar, Messi, o las
circunstancias ayuden, porque si es por lo que hay en lo colectivo, todo pinta
muy difícil.
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