viernes, 30 de marzo de 2018

Grupo nada fácil y calendario complicado para Argentina (WSK)





La imagen de euforia en el vestuario de Quito, Ecuador, con los jugadores argentinos cantando y bailando tras haber sufrido mucho para llegar a la clasificación final al Mundial de Rusia, parece haberse ido esfumando de a poco con el paso de los meses.
Si bien el público argentino siempre esconde alguna esperanza de regresar a un título mundial que se niega desde México 1986, en tiempos de Diego Maradona, especialmente por contar con Lionel Messi, el genio del Barcelona y camino a ser el Botín de Oro de Europa, es claro que pocas veces una selección albiceleste ha llegado tan mal preparada y con tantas preguntas sin respuesta precisa.

El primer problema de la selección argentina comienza en lo institucional. Con la muerte del líder de la federación nacional (AFA), Julio Grondona en 2014, tras 35 años en el cargo, y acostumbrado a manejar todo el fútbol nacional (además era el vicepresidente senior de la FIFA), toda la organización posterior al Mundial de Brasil fue un absoluto caos y esto repercutió en los alrededores del equipo.

Por ejemplo, Gerardo Martino, que había sido contratado por Alejandro Sabella, acabó yéndose a mediados de 2016 cuando los clubes entraron en  una disputa para ceder o no a los jugadores a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, y entonces Edgardo Bauza ocupó su lugar pero los malos resultados y un nuevo cambio en la AFA hizo que las nuevas autoridades echaran a Bauza y a mediados de 2017 convocaran a Jorge Sampaoli.

Es decir que la selección argentina no sólo tuvo cuatro entrenadores en cuatro años, cada uno con su libreto y esquema y jugadores preferidos, sino que los que componen la base del equipo desde hace años tuvieron que adaptarse a cada cambio, hasta posicionalmente.

Por ejemplo, si tomamos el caso de Sergio Agüero, para Sabella era extremo izquierdo, para Martino, un centrodelantero que tuvo que competir contra Gonzalo Higuaín y Carlos Tévez por la misma posición, para Bauza debía jugar por detrás del centrodelantero (Higuaín o Lucas Pratto) y para Sampaoli volvió a ser centrodelantero. ¡Y todo en cuatro años!

Aún así, la selección argentina se las rebuscó para llegar a tres finales seguidas (la del Mundial 2014 y las de las Copas América 2015 y 2016) aunque sin poder ganar ninguna, lo que generó una exagerada frustración en el público y en parte de la prensa. ¿Cuántos equipos en el mundo desearían llegar a tres finales seguidas? ¿Cuántas selecciones argentinas de los últimos 25 años hubieran querido tener esas oportunidades y no llegaron?

Es cierto que el nivel de exigencia hacia la selección argentina es muy alto y se basa en su rica historia de títulos (dos Mundiales, seis Mundiales sub-20, dos medallas doradas olímpicas, catorce Copas América) pero también es cierto que el equipo absoluto albiceleste lleva 25 años sin ganar ninguna copa y que con este caos de fondo, es bastante difícil pretender que luego todo salga bien. No es lo que suele ocurrir.

De todos modos, la selección argentina sigue teniendo como su principal punto fuerte al ataque. No hay equipo nacional en el planeta que pueda reunir en la ofensiva a jugadores como Lionel Messi, Agüero, Angel Di María, Gonzalo Higuaín, Mauro Icardi, Paulo Dybala, y Cristian Pavón, entre otros.

El gran problema argentino no pasa por allí sino por el resto de las posiciones en el campo porque ¿cómo harán esos atacantes para llegar al gol, por más buenos que sean, si antes no hay alguien que recupera el balón y se los cede con calidad? Parece realmente difícil.

Tras la clasificación para el Mundial, la selección argentina jugó dos partidos amistosos en Rusia en noviembre de 2017.  En el primero de ellos ganó al equipo local con cierta comodidad y dejando una imagen aceptable, pero bastó que Messi no jugara ante Nigeria, cinco días más tarde, para que se evidenciaran los primeros problemas. Ganaba 2-0 cuando en veinte minutos, perdía 2-4 con una ráfaga de los africanos que la defensa argentina no pudo frenar.

Además, en ese partido comenzó a aparecer un problema que no estaba en los cálculos de Sampaoli: Javier Mascherano, anteriormente una especie de lugarteniente de los entrenadores en el campo, ya no daba seguridades en un marcaje de línea de tres defensores. Él mismo comenzó a pensar en volver a la posición de volante, y por el mismo motivo pidió salir del Barcelona al notar que con Sergio Busquets de titular, no tendría continuidad.

Cuando en 2018 se acercaba el final de la temporada y el Mundial se empezó acercar y con el paso del tiempo, se acortó la chance para armar la lista de los 23 jugadores definitivos, llegaron los dos últimos partidos amistosos en Europa ante Italia y España, y nuevamente, la sensación fue parecida a la de noviembre: se le ganó a una Italia eliminada del Mundial y se pensó que el equipo iba mejorando, pero (en ambos partidos sin Messi) llegó España, un equipo más trabajado y con buen dominio de balón y el 6-1 fue contundente y doloroso. Una vez más, Mascherano generaba la sensación de que no podía ser más titular en el medio y que para la marca en ese sector, Sampaoli debía definirse por Lucas Biglia o por Mascherano, pero ya nunca los dos juntos.

Sampaoli comenzó su trabajo en 2017 con un esquema con tres defensores centrales (Gabriel Mercado –quien podía volcarse de ser necesario al lateral derecho-, Mascherano y Nicolás Otamendi), un lateral por izquierda que pudiera jugar también de volante (Marcos Acuña), dos mediocentros, uno de marca (Biglia) y otro de salida (Ever Banega) dos creativos en línea del medio hacia arriba (Messi y Paulo Dybala). Di María de extremo derecho e Higuaín o Agüero o Icardi como centrodelanteros.

Pero poco a poco, muchos de los funcionamientos de esos jugadores se fue resquebrajando y ante el pedido de los jugadores pasó a marcar con una línea de cuatro, aunque no está claro si por la derecha podrá jugar Eduardo Salvio (operado hace meses y sin signos de recuperación), mientras que Otamendi y Federico Fazio se perfilan como centrales y Acuña como lateral-volante por la izquierda. También Sampaoli perdió la confianza a Banega, reemplazado por Giovani Lo Celso, y aunque Biglia quedaba como titular en la marca, su grave lesión en el Milan que lo deja afuera hasta el inicio del Mundial plantea a esta altura un interrogante sobre esta posición (el que más chance tiene es Matías Kranevitter).  Tampoco Dybala pudo mantener su lugar, por lo que Messi pasó a ser el único creativo por detrás de dos extremos (Pavón por la derecha y Di María por la izquierda) y un centrodelantero (Agüero).

De todos modos, este esquema táctico podría sufrir otras modificaciones porque si Salvio no llega físicamente al Mundial, podría ser reemplazado por Fabricio Bustos (que es mejor defendiendo pero menos atacando) y tal vez podría aprovechar que Acuña puede llegar hasta el fondo por la izquierda, colocar a Di María por la derecha, Higuaín como centrodelantero, y Agüero (también con una micro cirugía en la rodilla) un poco más hacia la izquierda.

Es decir que a muy poco de comenzar el Mundial, pocos saben cuál será el esquema táctico de la selección argentina con muchas dudas en los rendimientos de algunos jugadores clave, a lo que hay que sumar la incertidumbre por los problemas de salud de Salvio, Biglia y Agüero, mientras que Ramiro Funes Mori no parece poder llegar como defensor tras casi un año sin jugar en el Everton.

Por si fuera poco, a la selección argentina le tocó el Grupo D, que no es nada fácil. El ex jugador Jorge Valdano dijo al terminar el sorteo del Mundial que los rivales del equipo de Sampaoli (Nigeria, Croacia e Islandia) son “una piedra en el zapato”.
La selección argentina iniciará su participación en Rusia ante un  absoluto debutante en los Mundiales, Islandia, una de las sensaciones de la pasada Eurocopa 2016 y que postergó a Croacia al repechaje. Luego será el turno de Croacia, uno de los equipos que mejor trata el balón en Europa, y finalmente, cerrará ante Nigeria, el mismo equipo que la venció 4-2 en noviembre.

En principio, una selección como la argentina no debería tener problemas ante Islandia, pero la motivación de iniciar un Mundial ante una potencia y con tanto para ganar y poco para perder, puede ayudar a los nórdicos europeos, acostumbrados a los grandes despliegues y en basar los partidos en su estado físico aunque arrastran el serio problema de la lesión de su figura, Gylfi Sigurdsson (Everton) que puede limitar mucho más su juego.

Croacia, en el segundo partido, representa una amenaza. Si bien llegó al Mundial en la repesca, su fuerte pasa por la mitad de la cancha donde reúne a estrellas de la liga española como Luka Modric, Iván Rakitic o Mateo Kovacic, justo la zona donde Argentina no encuentra jugadores titulares y podría tener graves inconvenientes en recuperar el balón, mientras que en ataque cuenta con delanteros de la talla de Iván Perisic (Inter) o Mario Mandzukic (Juventus). Es, sin dudas, el partido más riesgoso para la selección argentina.

Finalmente, la selección argentina finalizará su participación en el grupo D enfrentando a la siempre complicada Nigeria, que también cuenta, como Croacia, con  un mediocampo poderoso especialmente por Iwobi (Arsenal), Joel Obi (Torino), Wilfred Ndidi (Leicester) y Victor Moses (Chelsea), un mediocampo con mucho dominio del balón que ya complicó mucho a Argentina en el amistoso de noviembre, a lo que hay que sumar a Kelechi Iheanacho como mediapunta (Leicester) y a Odion Ighalo como único punta, aunque los dos atacantes reúnen mucha experiencia en la Premier League.

Por si faltara poco, tampoco el calendario ayudó a la selección argentina porque si aplicáramos la lógica y consideramos a Islandia como el más débil del grupo, al jugar ante ella primero Argentina, le permitiría a Croacia, en el cierre del grupo, saber cuántos goles debe marcarle para quedar en el primer lugar y así, posiblemente, evitar a Francia, líder del grupo C con el que el segundo del D debería enfrentarse.

En este caso, si por ejemplo Croacia sacara un buen resultado en la primera jornada ante Nigeria, el partido de la segunda jornada, entre Croacia y Argentina en Nizhny Novgorod cobraría una importancia extrema porque si el equipo de Sampaoli no ganara, tendría en la última jornada un rival mucho más complicado (Nigeria) que Croacia (Islandia) y los de Rakitic y Modric podrían ganar el grupo por diferencia de gol.

Las perspectivas de Argentina, en el caso de ganar el grupo D o de evitar a Francia, pasarían por unos octavos de final ante Dinamarca o Perú y unos cuartos de final muy difíciles ante España (que la acaba de golear 6-1) o Portugal, el campeón de Europa, en lo que sería un hermoso duelo entre Messi y Cristiano Ronaldo.
En el caso de cruzarse con Francia en octavos de final, ya cuesta más trazar una proyección.

En la selección argentina, a muy poco de comenzar el Mundial, abundan los interrogantes pero escasean las respuestas.


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