Durante muchos años, la selección española cargaba
con dos preconceptos básicos: su manera de jugar estuvo relacionado con “la
furia”, la idea de correr y de luchar con todo, pero sin un estilo que pudiera
considerarse estético, y también, que en una Liga tan fuerte, con tantas
estrellas extranjeras, el equipo nacional quedaba demasiado condicionado por la
falta de oportunidad para los jugadores locales.
Hoy, ninguna de estas cuestiones parece recordarse y
quedaron en un pasado que parece muy remoto. La selección española no sólo es
considerada como parte de la élite del fútbol mundial sino que es claramente
una de las candidatas a ganar el próximo Mundial, sin importar que ya que “La
Roja” haya cambiado dos veces de entrenador desde que Luis Aragonés impusiera
un cambio de estilo promediando la década pasada, y haya sido sucedido por Vicente
Del Bosque y ahora, tras ocho años de éste en el banquillo, sea el turno de
Julen Lopetegui.
Tampoco aparece una Liga tan fuerte como la
española, con estrellas de todo el mundo, y que en todo caso sólo puede ser
superada por la Premier League inglesa, como obstrucción para que tantos buenos
jugadores surgidos en ella hayan podido llegar a la selección nacional al punto
de llegar a tener un excepcional recambio pese al retiro de una gran base de
aquel equipo que ganó la Eurocopa de 2008 y el Mundial de 2010, porque salvo Sergio
Ramos y Gerard Piqué, ya el resto de la defensa y la portería ha cambiado, y
también se han retirado Xavi Hernández, Xabi Alonso, Marcos Senna, y tampoco
Fernando Torres y David Villa forman parte del ataque.
El fútbol español no sólo ha logrado mantenerse en
los primeros planos más allá de un tropezón en el pasado Mundial de Brasil y en
la anterior Eurocopa de Francia, sino que aparece ahora una nueva generación
que puede prolongarse por varios años, con el aporte joven de los madridistas
Isco Alarcón, Marco Asensio y Lucas Vázquez, otro que también surgió de la
misma cantera como Álvaro Morata, más el sostén de los de mayor experiencia.
Ante Alemania, la actual campeona del mundo, y en
Düsseldorf, la selección española dio una muestra cabal de lo que es capaz de
hacer en un campo de juego, más allá de ganar, empatar o perder. Haber tenido
un dominio sostenido durante varias fases del partido amistoso (que por su nivel
pareció que ya estaban jugando por la Copa del Mundo) sin que su rival pudiera
quitarle el balón, es parte del alto nivel alcanzado.
Pero la principal característica de la selección española
es su estilo, conseguido con un cambio sustancial de concepto por parte de
Aragonés, a partir de apostar a jugadores de buena técnica y que concibieran un
fútbol de mayor cadencia y de precisión en los pases y con una clara idea sobre
qué hacer al apostar a una larga posesión del balón.
Tras el Mundial de Alemania 2006. El reconocido
entrenador argentino César Luis Menotti, campeón mundial en 1978, señalaba que
la selección española debía plantearse si quería ser “toro o torero”, en
referencia a aquella furia de los últimos tiempos, o si quería pasar a
controlar el balón y el partido con un estilo propio, como finalmente ocurrió.
Fue entonces que Aragonés impuso otro estilo.
Entendió que era el momento de tomar como base aquel brillante funcionamiento
del Barcelona, incipiente con Frank Rikjaard hasta que en 2008, Josep Guardiola
profundizó hasta concretar un fútbol que brilló en el mundo y cosechó simpatías
en todo el planeta, ganando todos los títulos y premios.
Así es que España ganó dos Eurocopas y un Mundial entre 2008 y 2012. Tres torneos
consecutivos de manera justa y rotunda, y su estilo ya no se ha modificado y
aunque la base cambió y ya no es sólo del Barcelona sino que se han agregado el
Real Madrid, el Atlético Madrid y lo que aportan aquellos con experiencia en la
Premier League, sigue siendo un equipo temible, cuya estética sigue
manteniéndose y también, su candidatura para ganar su segundo Mundial.
España parte de un excepcional portero como De Gea,
titular en el Manchester United, una defensa sólida, compuesta por una zaga
central experimentada de dos campeones mundiales como Ramos y Piqué, y dos
laterales de proyección y marca como Carvajal y Alba. En el medio, acaso el mejor mediocentro del
mundo, Busquets, y tres creativos como Iniesta, Silva e Isco (o Koke), a los
que se puede sumar un cuarto como Saúl Ñíguez o Cesc Fábregas, o bien agregar
un atacante más a un punta de la categoría de Diego Costa o de Morata.
Pero más allá de todo, España, ahora con Lopetegui,
tiene estilo propio, grandes individualidades, y especialmente, un enorme
recambio en el banquillo gracias a las nuevas generaciones que no han sido
bloqueadas por los extranjeros que pueblan la Liga porque los conceptos de “La
Roja” ahora están muy claros: eligió ser torero. Y ese camino ya no parece (por
suerte para los espectadores) tener retorno.
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