En una de las tertulias más seguidas de la TV por
cable, uno de los más reconocidos polemizadores, con tono de “yo me las sé
todas” no sólo lo afirma sino que teatraliza hablarle al oído a su colega de al
lado acerca de un encontronazo de Isco con uno de los juveniles argentinos.
“Yo lo agarro, me lo llevo a un costado, y le
susurro ‘mirá que te rompo y no jugás el Mundial, así que cortala con el pibe’”.
Apenas uno de sus compañeros, el más veterano, de gran trayectoria, marca su
oposición. El resto, calla.
En uno de los diarios más vendidos de la Argentina,
uno de sus enviados especiales a Madrid se queja de que no hay equipo, pero
líneas más abajo se queja porque Lautaro Martínez, el delantero de Racing Club
sin experiencia internacional, se abraza con sus rivales españoles al terminar
el partido. Como si estuviera “verde” y no entendiera que cuando se pierde así,
hay que poner cara de malo y hacerse el
enojado. Algo así como aquello de “disfrazarse de árabe”, que dijo cierta vez
Carlos Bilardo.
Otro de los diarios más reconocidos y antiguos trata
de virar como puede su línea luego de haber apoyado el ciclo de Jorge Sampaoli
desde cierta transmisión de imagen “progre”, aunque también, desde un
enamoramiento del DT de la selección argentina, especialmente por su tendencia
a españolizar el estilo, tal como también lo intenta la nueva sección, que
copia el modelo utilizado del otro lado del Océano Atlántico, como si no fuera
posible lanzar uno propio.
En este mismo medio, hace escasos meses, se había
mencionado en una columna que jugarían “Los carasucias de Sampaoli” y ahora,
claro, hay que decir que no hay mediocampo, justo cuando existe tanta cercanía
con uno de los jugadores más emblemáticos, que juega en ese lugar de la cancha.
Entonces, se procede con total sigilo, tratando de
no decir demasiado, pero sostener algo de todo lo que se está criticando desde
la prensa, para no quedarse fuera de la corriente. Complicado panorama pensando
en el Mundial.
Aún así, el periódico trata de establecer cierta
justificación del DT, aunque la calle piense todo lo contrario. Entonces,
Sampaoli “es también víctima y consecuencia del ilógico fútbol argentino”, como
si el cargo le hubiese llovido desde el cielo, como si él no hubiese hecho nada
para llegar hasta allí, como si no llevara ya un año y una decena de partidos
cambiando permanentemente de sistema.
Ni qué hablar del diario deportivo local, cuyo editorialista
de casi todas las mañanas prefirió dar una de las tantas volteretas en el aire
para ceder su lugar al director luego de haber afirmado, con cierta euforia,
tras el gris triunfo ante Italia en Manchester que “parece que hay equipo, che”.
Bueno, parece que no…
En poco tiempo, Sampaoli dividió aguas, como cuando
usa tatuajes alusivos a una polémica banda de rock, o cuando se le salta la
térmica y le dice cosas a un pobre policía de Casilda que simplemente le hizo
hacer un test de alcoholemia, o cuando se prende en una campaña a favor de las
Abuelas de Plaza de Mayo.
Hiperkinético, viaja demasiado a menudo a Europa sin
que se entienda mucho esta necesidad, especialmente porque suele ir a ver a
quienes más se conocen y que con un skype o whatsapp bastaría o sobraría.
Pero cuenta con un paraguas de una parte del
periodismo deportivo local que pocos antecesores tuvieron, por aquello del “progre
rodeado de progres” que a su vez son amigos de los otros “progres” que escriben
o hablan en otros medios.
Y entonces algunos de esos viajes que también
hicieron otros DT de la selección argentina con anterioridad, en este caso son
aplaudidos y vanagloriados como si se descubriera la pólvora cuando lo que
efectivamente ocurrió es que nadie antes necesitó mostrar que viajaba o que
trabajaba aunque lo hiciera, porque el trabajo no necesita del show, ni los
asados de intimidad, de fotos y videos que muestren, otra vez, que se está en
actividad y no en pos de turismo.
Ese acting es parte de la hiperkinesia y de esa
necesidad de exposición que hace que el DT muchas veces se vaya por las ramas y
se exceda en palabrerío acaso para tratar de parecerse a Marcelo Bielsa, quien
puede caer simpático o antipático, pero su coherencia discursiva es tan
innegable como natural, sin necesidad de posturas.
Entonces, los asados son más rendidores como efecto
si se muestran desde la casa del genio, y se puede utilizar con el objetivo de
mostrar una mayor familiaridad con los protagonistas que, al cabo, terminan
tratando de mostrar un respaldo a su trabajo.
Las reuniones con Josep Guardiola y César Luis
Menotti no son, al mismo tiempo, otra cosa que la legitimación del “fútbol
progre” y el definitivo paraguas de un sector de la prensa que lo sostendrá
hasta donde pueda, aunque todo indica que será necesario cada vez más esfuerzo.
Ah, y por si faltara poco, y en el mismo sentido:
unas horas antes del durísimo 6-1 que le propinó la selección española a la
argentina, hubo un partido entre el equipo nacional sub-20, dirigido por el
ayudante de campo de Sampaoli, Hugo Becaccese, y el de la misma categoría del
Real Madrid, el Castilla. ¿El resultado? 6-1 para los españoles. ¿Les suena?
Pero apenas apareció en algún medio, y nada en los
otros. Casualidades permanentes, que les dicen..
En las tertulias radiales, acaso en la vereda
opuesta “ideológico-futbolística” de los resultadistas a ultranza, muchos
descubren ahora a la selección española. Algunos, ni siquiera sabían quién era
Marcos Alonso porque, claro, no acostumbran a mirar la Premier League,
preocupados por el devenir del Nacional B y la Primera B Metropolitana, tan
atractivas,. Especialmente en lo estético.
Son los que le dan prioridad a algunos de estos
partidos cuando comienzan los programas de la tarde y acaba de terminar un Real
Madrid-Juventus o un Barcelona-Roma. Pero claro, no interesan esas cosas que
pasan lejos, y de un fútbol en el que si Lionel Messi o Cristiano Ronaldo
marcan muchos goles es “porque les tienden la alfombra para que pasen”, porque
supuestamente nadie marca.
Se suponía que con tanta facilidad, la selección
española tendería la alfombra para que pasaran los argentinos, pero parece que
no fue tan así.
En este tipo de derrotas, parte grande de esta prensa cree que hay que "salir a matar" al DT, con la misma facilidad que lo entronizarán si mañana los resultados son los opuestos. No hay término medio ni análisis que resista, ni archivo que valga sacar a la luz.
Tras la abultada derrota, los jugadores de la
selección argentina pasan por la zona mixta sin hablar. Sólo se paran dos del
torneo local. El resto, sigue de largo, una costumbre que viene de lejos, muy
de esta generación, y a la que la AFA no le pone coto ni hace firmar un
contrato de obligatoriedad para cada convocatoria.
Sin embargo, otra vez el silencio que lo justifica
todo. No hablan porque perdieron.
Pero tampoco casi hablaron en la semana
cuando se entrenaron, porque no les gusta y porque son demasiado justificados,
acaso por muchos de los que consideran que no hace falta ver fútbol europeo
porque estos muchachos son “gomías” y sólo los necesitan a ellos.
Así estamos.
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