“El fútbol es un estado de ánimo”, suele decir el ex
jugador, entrenador y dirigente Jorge Valdano, quien como pocos, ha ocupado
casi todos los puestos relevantes en este deporte y por si faltaba alguno,
también ha incursionado en los medios de comunicación, al más alto nivel, y ha
escrito libros de trascendencia sobre la temática.
Y a Valdano no le falta razón alguna, porque si nos
atenemos a lo que ocurre con los tres principales equipos de la Liga Española,
esto es más que claro.
El Real Madrid ha tenido una primera mitad de 2017
de euforia. Su resonante éxito en la Champions League, al vencer
categóricamente a la Juventus en Cardiff, sumado a la Liga y a las Supercopas
de España y Europa, le dieron al conjunto blanco una fuerza y una confianza
únicas, pero extrañamente bastó que algunos jugadores cayeran en una lógica
irregularidad, porque no se puede mantener siempre en alto la concentración
después de resultados semejantes, para que en sus alrededores se comenzara a
sentir que todo se desmoronaba.
Curiosamente Zinedine Zidane, que había tenido que
apagar el fuego tras el mal comienzo de Rafa Benítez, de quien era ayudante, y
cuando casi nadie apostaba nada por su capacidad para llevar adelante una plantilla
tan complicada y con tantas estrellas, pasaba a ser discutido y hasta algunos
ensayaron la opinión de que debía dejar su lugar a otro entrenador por algunos
malos resultados y cierta baja en la producción del equipo.
No alcanzó ni siquiera el haber ganado el Mundial de
Clubes (es cierto que sin jugar un gran fútbol) en diciembre. El desempeño del
Real Madrid en la fase de grupos de la Champions League no había sido tampoco
el esperado, el equipo terminó a fin de año en el segundo lugar por debajo del
Tottenham Hotspur, y las horas de Zidane en el banquillo parecían contadas, sin
tomarse en cuenta (algo habitual en el mundillo blanco), que era la primera vez
que un club ganaba dos veces seguidas “la orejona” y aunque con otro entrenador
(Carlo Ancelotti) acababa venciendo en tres de las últimas cuatro.
Apenas un trimestre más tarde, el Real Madrid acaba
de pasar los octavos de final en una dura serie ante el PSG, que había
invertido fortunas en fichajes para que no se le repitiera el esperpento de
aquellos octavos de final de 2017 ante el Barcelona en el Camp Nou, cuando cayó
por 6-1 tras haber sacado una ventaja de 4-0 en la ida.
Es cierto que el PSG no pudo contar nada menos que
con Neymar para la vuelta en París por una
inoportuna lesión, pero el germen de la clasificación a cuartos ya
estaba presente desde la ida en el Santiago Bernabeu cuando en otro partido que
no va a quedar en la memoria, el Real Madrid pudo aprovechar uno de los tantos
quedos de los franceses y un planteo incorrecto y cambios mal hechos en la
segunda parte, para sacar una buena ventaja gracias a la impresionante Copa de
Cristiano Ronaldo, que no sólo es el máximo goleador de la historia (102
tantos) sino que ha marcado en los ocho partidos que su equipo ha jugado en
esta temporada.
Ya en la vuelta, los ánimos (otra vez los ánimos) no
eran los mismos para el PSG. Sin Neymar, y teniendo que ganar por una ventaja
de dos goles, que se complicaría si el Madrid marcaba algún tanto, todo parecía
muy difícil, y lo fue, al punto de que inesperadamente, la segunda parte estuvo
casi demás.
Ya desde los días previos a la serie con el PSG, el
ánimo positivo del Real Madrid, ese que aparece cuando se acercan las grandes
jornadas, provocó una indudable levantada en la Liga, en la que ya camina sin
ninguna preocupación por llegar a la Champions League de la temporada
siguiente, pase lo que le pase en la actual, porque se ubica tercero, y si bien
se encuentra aún lejos del Atlético Madrid, a siete puntos (aunque todavía
deben jugar el derbi), y también es acechado por el cuarto, el Valencia (a un
solo punto), también es cierto que lo que importa en cuanto a este objetivo es
que el quinto se encuentre lejos y el Sevilla, que ocupa esa posición, lo está
(a 12).
Ya nadie habla de Zidane y se olvidó por completo
todo aquello que hace poco más de un mes servía para que el francés dejara su
cargo, reemplazado por alguien que viniera a renovar las esperanzas. Otra vez
sus chistes eran aceptados en las conferencias de prensa y a nadie le importa
mucho cuánto sabe de sistemas tácticos y lo prioritario vuelve a ser la forma
en que maneja al grupo con mano izquierda y si Isco Alarcón no rinde como
antes, será un problema del volante y de ninguna manera del cuerpo técnico.
Así funcionan las cosas en el Real Madrid, mientras
que su vecino, el Atlético, continúa su marcha en la segunda colocación en la
Liga luego de haber entendido que en el Camp Nou se encontró con un rival que
hoy es superior, pero que no le impide continuar en sus objetivos para esta
temporada.
En la Europa League se encuentra a un paso de los
cuartos de final tras su rotundo triunfo en el Wanda Metropolitano ante el
Lokomotiv ruso, y si consigue esta segunda copa europea y el subcampeonato de
Liga, los dividendos habrán sido excelentes cuando todo había comenzado muy
extraño, al tener que bajar de la Champions luego de una mala fase de grupos.
Pero eso ya parece olvidado. Los estados de ánimo,
de los que tanto habla Valdano, jugaron otra vez un rol preponderante, ahora en
los rojiblancos.
Así funcionan estas cosas.
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