Hace tres años, en 2015, Xavi Hernández anunciaba su
salida del Barcelona, luego de una excepcional carrera de magníficos logros
individuales y colectivos, justo en el año del Triplete (Copa, Liga y
Champions).
Ahora, todo indica que dentro de dos meses, pondrá
fin a su etapa barcelonista otro de los grandes cracks de este tiempo, Andrés
Iniesta, y cuenta con las mismas chances que su ex compañero de levantar, como
capitán, los mismos tres trofeos antes de su muy posible pase al fútbol chino a
partir de la temporada 2018/19.
Es que si el Barcelona llega a repetir lo producido
en la primera parte del pasado domingo en el Camp Nou ante el Athletic, más
allá de su triunfo final por 2-0, será prácticamente imposible de alcanzar por
cualquiera de sus rivales, sea en la Liga Española, en lo que queda de la
Champions League, y en la final de la Copa del Rey que se avecina para el 21 de
abril en el Wanda Metropolitano.
Cualquier lector que haya visto el partido entre el
Barcelona y el Athletic podrá decir que estas expresiones son exageradas
tomando en cuenta la segunda parte, en la que el equipo vasco cambió su
actitud, presionó más arriba, tiró de casta y puso a los de Ernesto Valverde en
su propio campo. Y es verdad, como también, que los azulgranas han sido
irregulares en esta temporada y que más allá de la solidez como bloque, no han
podido repetir actuaciones tan redondas.
Pero lo de la primera parte ante el Athletic es para
asustar a cualquiera. Lo primero que hay que ir afirmando es que el Barcelona
ha ido logrando reemplazar la tempestuosa e inoportuna salida del brasileño
Neymar al PSG.
Si bien los fichajes de Ousmane Dembélé y Philippe
Coutinho sonaron a espasmódicos y hasta excesivamente caros porque sus equipos
(Borusia Dortmund y Liverpool) jugaron con la desesperación y la urgencia del
club catalán, y luego el extremo se
lesionó para varios meses, lo cierto es que ambos se van adaptando
paulatinamente al andamiaje del equipo y cada vez cobran mayor importancia,
justo en el momento en el que la temporada entra en la definición.
Coutinho va apareciendo como el lógico recambio para
un Iniesta que comienza a dar sus últimos pasos de azulgrana, aunque también,
eventualmente puede jugar como extremo para ayudar al desplazamiento del
ataque, mientras que Dembélé está cada vez más ágil, suelto y confiado a partir
de sus buenas producciones y un mayor entendimiento colectivo.
Sumado a ellos, también ya había resultado el
fichaje de Paulinho desde el fútbol chino, toda una sorpresa porque el
brasileño no parecía encajar con un sistema de toques cortos y juego asociado
que poco parecía tener relación con un volante de llegada por medio del uso de
los espacios y la potencia, pero su calidad ya es indiscutible y los distintos
roles que ha tenido que desempeñar fueron siempre acertados.
En el partido ante el Athletic, además, ocurrió otro
hecho para destacar, como la ausencia de un pilar del equipo, Sergio Busquets,
por una lesión que lo dejará tres semanas afuera (también se perderá los dos
partidos finales de la selección española previos a la lista definitiva de 23
jugadores que debe dar el entrenador Julen Lopetegui con miras al Mundial de
Rusia), pero apenas si se notó porque aunque no tiene la misma capacidad
defensiva y el mismo oficio para la marca, el croata Iván Rakitic dio muestras
de su gran lectura de juego y una notable ubicación para un puesto que no suele
ser el suyo y que tiene un dueño absoluto desde hace años, al punto tal que el
argentino Javier Mascherano, al saberlo, prefirió emigrar a China para
encontrar continuidad en una temporada crucial para su carrera.
Este Barcelona, a veces sin lucir tanto, otras con
mayores luces, ha encontrado en su entrenador Valverde cierta solidez que no
fue lo habitual con su antecesor Luis Enrique Martínez.
Con un Lionel Messi esplendoroso, con cada vez mayor
acierto con remates a balón parado (otro agregado a su inmensa colección de
virtudes), y con un sentido colectivo brillante, y con un Jordi Alba que desde
el lateral izquierdo se ha convertido en fundamental y llegando a la decena de
asistencias en la temporada, y hasta con
un tremendo goleador como el uruguayo Luis Suárez, el Barcelona tiene, por primera
vez en mucho tiempo, un envidiable recambio, especialmente desde el medio hacia
adelante, aunque puede señalarse que en todas las líneas cuenta, al menos, con
dos jugadores por puesto y casi todos en plena forma.
Muchas veces ayuda también la fortuna y en este
caso, además de la holgada diferencia de once puntos sobre el Atlético Madrid a
falta de nueve jornadas en la Liga, y que el Sevilla espera para la final de la
Copa del Rey en Madrid, el sorteo de cuartos de final de la Champions le ha
deparado un rival que, creemos, se encuentra un par de escalones debajo de su
nivel, como la Roma.
Con este panorama, las chances de que el Barcelona
gane el Triplete van en aumento, muy bien posicionado en todos los torneos y
con un rendimiento que por momentos hace recordar a aquel (con otros jugadores
en algunos casos, aunque muchos se repiten) del 2015.
Sería la mejor forma de que Iniesta pueda, acaso,
cerrar un ciclo brillante, y emular a Xavi, su ex compañero de tantos partidos
memorables y de tantas historias de éxito y de juego exquisito.
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