Si bien Jorge Sampaoli, el director técnico de la
selección argentina, sostiene que en su mente ya tiene la lista definitiva de
los veintitrés jugadores para el Mundial de Rusia, es claro, cuando sólo queda
un partido antes de confeccionarla, que está pagando errores que en buena parte
no son suyos, y tiene dudas demasiado grandes que sí le corresponden.
Buena parte de la prensa ha sido demasiado benévola
con el entrenador, que, es cierto, tuvo que cortar camino acaso como ninguno de
sus colegas de selecciones mundialistas y ha decidido cambiar otra vez el
estilo impuesto por sus antecesores Alejandro Sabella, Gerardo Martino y
Edgardo Bauza, por el escaso tiempo de que dispone, y entonces ve actuaciones
descollantes en lo que como máximo no pasa de buenas (como en el caso de
Giovanni Lo Celso o Manuel Lanzini) y ha minimizado importantes desacoples
defensivos en el último compromiso del pasado viernes ante Italia en
Manchester, al punto de que Willy Caballero se convirtió en clara figura al
tapar no menos de cuatro remates con destino de red.
Es verdad, también, que ante Italia faltaron nada
menos que Lionel Messi, lo que no necesita definición a esta altura, y Sergio
Agüero, de gran presente en el Manchester City y que otro jugador que podría
ser importante en la estructura, como Ever Banega, ingresó en el segundo
tiempo. Pero no es mucho más lo que la selección argentina puede ofrecer como
su máximo potencial en estos tiempos, especialmente si se tiene en cuenta que
el otro gran desequilibrante es Paulo Dybala, y no parece ser tenido en cuenta
entre las prioridades de Sampaoli.
Entonces, teniendo en cuenta lo que hay, aparecen
varios interrogantes que van mucho más allá del partido de mañana ante España
en Madrid, en un compromiso mucho más peligroso y valioso que el anterior.
Porque los dirigidos por Julen Lopetegui son una potencia real, se encuentran
en la lista de máximos candidatos al título mundial en Rusia (ratificado por su
gran actuación el pasado viernes ante Alemania), y porque su estilo de juego,
si bien mejorado y muy superior, tiene un punto de parecido con el de Croacia,
rival de Argentina en la fase de grupos en Rusia dentro de menos de tres meses.
En cambio, el partido con Italia sirvió para
observar a algunos jugadores para ir cerrando la lista, porque en cuanto a
sistema, el de los anteriores rivales (no clasificados para el Mundial y en
absoluta transición por cambios en la conducción del equipo y de la propia
Federacalcio) no se parece a ninguno de los tres rivales que ocasionalmente le
tocaron al conjunto nacional.
España, en cambio, es una gran medida (especialmente
si juega Messi, quien está en dudas) por todo lo que significa y porque en la
ruta argentina del Mundial aparece en cuartos de final, y por esta misma razón,
tal vez sea aconsejable no mostrar todas las cartas.
Pero mucho más allá de esto, y con cada vez más
claros los nombres de algunos jugadores para la lista de veintitrés (Willy
Caballero ya parece haber cerrado el tema de los arqueros, Lo Celso se sumaría
a los volantes, Nicolás Tagliafico ingresaría como lateral izquierdo para ser
una alternativa de Marcos Acuña. Manuel Lanzini va ganando enteros en la
creación), hay determinadas cuestiones que siguen preocupando.
Una de ellas es el lugar que en esta selección ocupa
Javier Mascherano. De peso y liderazgo indiscutidos, en todo este ciclo
apareció como marcador central, rol que también tuvo en el Barcelona. Como
pretendía ser volante central y estaba tapado por Sergio Busquets (quien
justamente no estará mañana ante Argentina, por lesión), emigró a China, una
liga muy menor (Carlos Tévez puede dar fe), hace un mes. Y repentinamente,
Sampaoli ya lo incluye como volante, en lo que no parece haber demasiada muestra
de autoridad desde el banco.
Tampoco parece darla el hecho de que Sampaoli diga,
aunque con total sinceridad, que esta selección parece mucho más un equipo de
Messi que suyo propio, porque aunque sea el mejor jugador del mundo, sigue
siendo eso, un jugador, y no un entrenador, y nunca es recomendable que un
jugador tenga esa situación en un plantel, por una cuestión de
institucionalidad, que tanto desapego genera por estos lares en cualquier
ámbito.
Justamente por ser más “messista” que Messi es que
Sampaoli se fue tomando demasiado en serio aquella frase tan pura de Dybala en
la antesala de un Barcelona-Juventus por la Champions League del año pasado,
cuando manifestó que no se sentía cómodo jugando al lado de Messi. ¿No es acaso
el rol de un director técnico auscultar los motivos y mejorar la dupla, que
quitarle de encima un supuesto “problema” a su mejor jugador?
¿No quedó claro ante Italia, que Dybala es el
jugador que debe ingresar por su explosión y su ductilidad cuando Messi no
está?
Distinto es el caso de Mauro Icardi, porque ante un
nivel de paridad con Gonzalo Higuaín, el director técnico tiene que decidir por
pequeños detalles.
Pero regresando a lo que queda por corregir, a menos
de tres meses para su debut mundialista, la selección argentina no tiene
definido su sistema táctico en la parte defensiva (si línea de tres o de
cuatro, aunque parece inclinarse por la segunda), Sampaoli está probando a
Ramiro Funes Mori, que lleva casi un año sin jugar, o Marcos Rojo recién
regresa ahora y como central (cuando antes fue lateral), también alejado de las
canchas por varios meses. Al mismo tiempo, espera que se recupere otro
lesionado como Eduardo Salvio para que haga la banda por la derecha, y aunque
originalmente es volante, de no llegar podría reemplazarlo Fabricio Bustos, que
es un defensor.
La otra gran duda pasa por el volante que
acompañaría a Lucas Biglia en el medio, con el interrogante de si Sampaoli
considera titular o no a Mascherano. Demasiados candidatos como Pablo Pérez,
Enzo Pérez o Leandro Paredes, y como punteros, con Cristian Pavón con más chances,
aún disputan un lugar Ángel Correa y Diego Perotti. Y aún Lautaro Martínez
pelea por otro lugar como centrodelantero, que haría quitar otro lugar en la
creación o en el ataque.
Y la incertidumbre está enfocada también al propio
sistema, porque no parece claro el Plan B cuando Messi no está, con un juego
sin demasiado vuelo, apenas correcto, aunque las intenciones sean las de tener
la pelota y hacerla correr. No está nada mal, pero sería deseable saber también
qué hacer con ella.
España, entonces, aún sin algunas de sus cartas
bravas, será una buena medida, al cabo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario