“Que se lo quite
de la cabeza. No se va a jugar en Miami”. Parece una respuesta más a un tema
específico, y sin embargo, es un tema mucho más complicado de lo que se pueda
creer. Quien lo manifiesta es nada menos que Luis Rubiales, el nuevo presidente
de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), y se refiere al intento del
Girona y el Barcelona, los dos equipos catalanes que casualmente empataron 2-2
en el pasado fin de semana en el Camp Nou, de jugar la revancha en los Estados
Unidos como modo, en principio, de ganar más dinero extendiendo el negocio
hacia otras tierras.
Sin embargo, la
respuesta de Rubiales no es a los dos clubes en particular sino a la insistencia
del presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), Javier Tebas Medrano,
para que este partido entre Girona y el Barcelona, que debe jugarse el próximo
26 de enero en Montilivi, se dispute en Miami, lo cual es motivo de una enorme
polémica porque eso implicaría abrir el juego a otras sedes del planeta para
intentar vender el fútbol español pero desde su propia liga oficial.
Rubiales y Tebas
Medrano están muy enfrentados desde antes de que el primero asumiera, meses
atrás, la presidencia de la RFEF. El segundo ya había manifestado antes de las
elecciones que no lo veía capaz para el cargo, al que finalmente accedió, y a
partir de este conflicto manifestó sin inconvenientes, y en las redes sociales
que “es evidente que no nos llevamos bien” pero que lo prefiere antes que su
antecesor, Ángel María Villar, 29 años en el cargo hasta que tuvo que salir por
corrupción.
Lo que de fondo
está en juego es una larga disputa de poder que incluye no sólo expandir los
negocios del fútbol español sino también las formas de hacerlo. En este punto,
desde el primer día que asumió, acertado o no, Rubiales parece dispuesto a una
cruzada muy complicada en el contexto del fútbol español, como poner
determinados límites.
Ya lo hizo a los
pocos días de asumir, cuando en cierto modo se vio obligado a despedir a Julen
Lopetegui como entrenador de la selección española a cuarenta y ocho horas del
debut en la Copa del Mundo pasada, porque no podía aceptar, y menos como recién
llegado al poder tras tantos años de Villar, que el Real Madrid diera a conocer
que el entonces DT del equipo nacional luego del torneo de Rusia sin siquiera
haber sido consultado y cuando este dato bien pudo haberse mantenido en secreto
hasta que acabara la participación de “La Roja”.
Así como se
enfrentó al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, en junio pasado,
ahora volvió a hacerlo con Tebas Medrano, al que le da a entender que lo cree
posible de todo con tal de sacar más dinero para la LFP, tal como se lo expresa
en la carta que le envió como respuesta a la solicitud para que Girona y
Barcelona jueguen en Miami, cuando sostiene que no hay ninguna autorización de
los órganos competentes, ni de los órganos de los clubes, y le recuerda que
para que se apruebe este partido, tiene que pasar por el acuerdo de todos los
clubes que juegan en Primera División y que, además, esto perjudicaría, por
ejemplo, a los aficionados que hubieran comprado ya entradas o que tuvieran
abonos para ese partido en forma anticipada.
Rubiales y Tebas
Medrano ya han tenido otra discusión pública, mediante Twitter, acerca de un
tema parecido, el de los partidos jugados en estos últimos tiempos con
altísimas temperaturas y por una razón parecida a la del intento de trasladar
el Girona-Barcelona a Miami: el cambio de horario del inicio para que el fútbol
español llegue a muchos más mercados.
Rubiales se
refirió entonces a “horarios disparatados para partidos jugados a más de 30
grados de temperatura y no vale todo. No se puede poner en riesgo la salud por
dinero” y abogó por retrasar el horario de 16 a 20, lo que dio lugar a que
Tebas le respondiera que en aquella frase “hay mucha demagogia porque días
pasados hubo 32 grados en Aragón y sin embargo hubo 114 mil personas
disfrutando de las carreras sin quejas”.
Tebas insistió
que en el pasado Mundial “se llegó a jugar partidos con 37 grados y no pasó
nada” y que la LFP tiene protocolos de temas climáticos, y hasta llegó a
afirmar que “sabemos que en Valencia iban a aparecer aficionados fingiendo
golpes de calor”.
El tema parece
no tener fin. Rubiales insiste en que Tebas Medrano “se quite de la cabeza” el
tema y que no habrá partido en Miami, lo cual cuenta con el respaldo del propio
Florentino Pérez, más enfrentado al presidente de la LFP que a él, y también de
la FIFA y de la UEFA, mientras acusa a su enemigo político de “estar preso de
la TV, que le dice a qué hora se juegan los partidos, mientras él se calla”.
Desde la RFEF también aclaran que, tal como ocurrió en la Supercopa reciente,
en Marruecos, una cosa es programar partidos en el exterior que tengan sólo una
final, y otra, muy distinta, es un encuentro liguero con abonos anuales y
derechos de TV ya vendidos y que pueden perjudicar a los que de buena fe
pagaron por anticipado.
Muchos resaltan
algunos hechos positivos de Tebas Medrano como el haber alejado a los ultras de
los estadios españoles, el relanzamiento del fútbol femenino, su lucha contra
el amaño de partidos. El aumento de los ingresos en los clubes y la rebaja de
sus deudas con Hacienda, pero Rubiales se encargó, en estas horas, de ponerle
límites a los negocios sin ética, a creer que todo es posible para sacar un
poco más de dinero.
La batalla no
terminó y ahora el Girona, el Barcelona y Tebas Medrano quieren elevar su queja
al Consejo Superior del Deporte, en España, mientras que todavía la cuestión
puede derivar en un asunto político
entre los intereses de Madrid y los de Cataluña.
El
Girona-Barcelona de enero parece un cuento de nunca acabar.
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