miércoles, 30 de octubre de 2019

“Pepe” Sand, de aquel joven que manejaba el control remoto en la concentración de River y fanático de los caballos, al máximo goleador de la historia de Lanús (Infobae)





Si hay algo que mantiene José Gustavo “Pepe” Sand pese al inexorable paso del tiempo, es su profesionalismo. Sus cuidados con absoluto detalle (algo que todos sus compañeros admiran) y la pasión con la que sigue gritando sus goles, con el puño cerrado, son su sello característico y aunque todo indicaba que iba a convertirse en un goleador histórico de River Plate, terminó siendo el máximo anotador de la historia de Lanús después de que superara a Luis Arrieta y ya lleva 122 tantos con la camiseta granate.

Pepe Sand nació el 17 de julio de 1980 en el seno de una familia muy pobre en la localidad correntina de Bella Vista, y tras dar sus primeros pasos como arquero, a los once años comenzó a jugar de centrodelantero y nunca más cambió de posición.

Alcanzó a jugar en el Deportivo Ferro de su ciudad, aunque su padre, Raúl, camionero era presidente del vecino Club Barrio Norte y ya para 1993 decidió ir a probar suerte a Buenos Aires, nada menos que en River. Le fue muy bien y en el primer entrenamiento marcó cuatro goles y decidieron ficharlo, por lo que se quedó a vivir en las instalaciones que tiene la entidad para jóvenes del interior del país. Tuvo que ser fuerte. Al poco tiempo de llegar, se enteró del fallecimiento de su padre.

Sand, por ese entonces era “El Mono”, “Oreja” o “Joselo” y admiraba a Gabriel Batistuta y era el niño mimado de Rodolfo Talamonti, un amigo de Ángel Labruna que trataba de ayudar a los chicos del club. Es que “Pepe” pasaba todo el día en River y hasta llegó a hacer algunos trabajos de cadete para la Presidencia en sus horas libres, y compartía momentos con sus amigos Franco Costanzo, Gabriel Pereyra, Guillermo Pereyra y especialmente, el riojano Alesio Tagliaferri, su compañero de habitación. A esa generación pertenecen, entre otros, Martín Demichelis y Diego Escudero.

Sand, como otros cincuenta jóvenes, vivía en la pensión de River ubicada debajo de la tribuna del Monumental, cerca de la zona de los quinchos, con treinta habitaciones con dos personas en cada una aunque “Pepe” era un privilegiado porque dormía en la planta baja, donde sólo había dos personas y esto, sumado a su carácter, le permitía tener en su poder el control remoto de la única TV del lugar, por lo que todos tenían que mirar lo que él decidía, en un lugar en el que a las 20 se cenaba y una hora más tarde se cerraba la puerta quedaba a la calle y ya nadie podía salir y no había internet.

Para todos esos jóvenes, Sand era un personaje muy particular. Era grandote, robusto (1,82 metro y 79 kilos), y al mismo tiempo, impecable en sus cuidados para rendir al cien por ciento en cada partido. Los que lo trataron de cerca cuentan que andaba siempre con sus galletitas de salvado y su té. No le gustaban la noche ni las salidas. 

Siempre estaba con su grupo cerrado y miraba con cara de malo, parco, fuerte y de gran personalidad, que le encantaba fajarse con los defensores rivales. Sus compañeros de aquel tiempo tienen un buen recuerdo y sostienen que “si te podía dar una mano, te la daba”.

Sin embargo, contra todo pronóstico, a Sand le costó demasiado llegar en River, especialmente cuando merodeó la Primera. Los que lo conocieron en esa etapa creen que se debió a que toda la ventaja que desde las categorías menores sacaba por su físico, se fueron diluyendo contra jugadores de talla o peso parecidos. Y comenzó a convertir menos goles.

Decidieron prestarlo a Colón de Santa Fe, con el que acabó debutando en Primera en el Torneo Apertura 1999, aunque apenas jugó cinco partidos y convirtió un gol. De allí fue a jugar a Independiente Rivadavia de Mendoza en el Nacional B, durante el primer semestre de 2000, pero no pudo marcar goles en los diecinueve partidos. Recaló entonces en 2001 en el Vitoria Bahía de Brasil (13 partidos y 4 goles) y ya en la temporada 2002-2003 pasó a préstamo a Defensores de Belgrano.

Recién para 2004 pudo regresar a River, cuando el director técnico era Leonardo Astrada. Alcanzó a ganar el Torneo Clausura, compartió equipo con Marcelo Gallardo, y permaneció por dos años, con 15 goles en 63 partidos, pero sin conseguir afianzarse como titular y de hecho, no se fue n buena relación con los hinchas, que lo llegaron a hostigar cuando regresó al Monumental con otras camisetas.

Pasó a Bánfield en 2005 y en 2006 tuvo un breve pero fructífero regreso a Colón. El equipo era dirigido por el “Huevo” Julio César Toresani y cuando se acercaba el final de año, su compañero Claudio Enría le comentó que Lanús estaba interesado en sus servicios para 2007 y le dio buenas referencias del club granate. Efectivamente, días más tarde su representante, Juan Criuz Oller, le puso sobre la mesa dos posibilidades, la del Necaxa mexicano y la de Lanús, según cuenta Néstor Bova en su libro “97 Íconos de la Historia Granate”. Apareció entonces Toresani y le dijo “este es el equipo para vos, el único que te puede hacer campeón. Dicho y hecho, Sand sería campeón con Lanús en 2007. Doce años más tarde, cuando “Pepe” se enteró de la muerte de su ex DT en Colón, llegó a publicar un aviso fúnebre en el diario “El Litoral”.

Su gran destape fue con Lanús en 2007, con Ramón Cabrero como DT. Fue campeón del Apertura (el primer torneo ganado por los granates en el profesionalismo), se clasificó para dos Copas Libertadores seguidas y fue goleador dos torneos seguidos (Apertura 2008 y Clausura 2009), algo que no lo conseguía nadie desde Diego Maradona en los dos torneos de 1980 (Metropolitano y Nacional).

A mediados de 2009 se fue a Al Ain de Emiratos Árabes Unidos por siete millones de euros. A fines de 2010 fue cedido al Deportivo La Coruña por 500.000 euros, pero jugó sólo cinco partidos, sin goles, y como el equipo descendió a Segunda, se fue a jugar al Tijuana mexicano. Un año después, a mediados de 2012, volvió a la Argentina para jugar en Racing pero en su debut ante Atlético Rafaela erró dos penales en el Cilindro, aunque dos fechas más tarde, metió los dos goles en el clásico de Avellaneda (2-0) por el Torneo Inicial. Lo extraño es que esos fueron sus dos únicos goles en el campeonato. Era el jugador mejor pago del plantel, jugó 24 partidos, pero sólo hizo 2 goles a Independiente. Se fue a Tigre y su primer gol fue frente a Racing (3-1 ganó el Matador), pero fue el único gol que convirtió con esa camiseta en 12 partidos. También tuvo un breve paso por Argentinos Juniors.

Allí se fue a jugar al Nacional B con Boca Unidos de su provincia, pero no logró el ascenso y marcó 4 goles en 15 partidos. Ya en febrero de 2015 pasó a Aldosivi, en Primera, donde recuperó totalmente su capacidad goleadora y eso lo volvió a depositar en Lanús, para 2016, a los 35 años y ese mismo año ganó el título con Jorge Almirón de DT, e hizo el tercer gol de la final en la que  su equipo vapuleó 4-0 a San Lorenzo en el mismo Monumental que lo vio crecer, y meses más tarde ganó la Copa del Bicentenario al vencer a Racing en Avellaneda. Un año después, llegó a la final de la Copa Libertadores con Lanús por primera vez en la historia del club y para eso, participó en la remontada ante el River de Gallardo de un 0-3 con dos goles. Al terminar ese partido, caminó 83 kilómetros por una promesa que le había hecho a la Virgen de Itatí. “Me aguante las cargadas por 15 días. Me dijeron hasta cornudo”, dijo sobre los hinchas de River.

También anotó en la final como local ante Gremio de Porto Alegre, de penal, pero no alcanzó y perdieron 1-2 (1-3 en el global).  En esa etapa con Lanús ganaría el título argentino, la Copa del Bicentenario y la Supercopa Argentina en 2016 y se convirtió en el goleador más veterano de la historia de la Copa Libertadores en la edición 2017 (37 años y 135 días) y en la suma de las dos competiciones, ese mismo año fue el máximo goleador argentino con 27.

Una vez terminada la participación de Lanús en la Copa Libertadores 2017 con la decepción de la derrota en la final, la dirigencia granate decidió apostar por los jóvenes y Sand fue uno de los que tuvo que emigrar, no sin polémica con los dirigentes, en especial con el presidente Nicolás Russo, quien al saber que se marchaba al Deportivo Cali, le preguntó “¿dónde quedaron las lágrimas de cuando volviste? Espero que a donde juegues te vaya como el culo”, a lo que Sand respondió “Cumplía 38 años pero vos gritabas mis goles”.

Con el equipo colombiano tuvo algunas destacadas actuaciones y otras, fallidas, como cuando en los octavos de final de la Copa Sudamericana 2018, ante Liga de Quito, como visitante, perdió tres ocasiones clarísimas de gol, pero en la revancha, como local, terminó marcando el gol que le dio el pase a su equipo a la fase siguiente. En total marcó 14 goles y al terminar esta etapa hizo las paces con los dirigentes de Lanús y se produjo su regreso para una tercera etapa, y el pasado 6 de octubre, por la novena fecha de la Superliga y a los 39 años, pudo alcanzar a Luis Arrieta como máximo goleador histórico del club con 120 tantos (ahora tiene 122), al convertirle un gol a Rosario Central.

La historia goleadora de Sand no está exenta de polémicas. Por ejemplo,  tiene acreditados dos goles más pero que no se le cuentan en la estadística. En 2017, Lanús le ganó a Chapecoense de Brasil 1-0 con un gol suyo, pero luego se le dio por ganado el partido al equipo argentino 3-0 por la mala inclusión de un jugador y por reglamento, los otros dos goles se le adjudicaron a él por ser ese día el capitán.

Hay tres discordias más por goles que sí le computan: Uno, en un clásico ante Bánfield que Lanús ganó 1-0. El gol lo hizo Maxi Velázquez pero “Pepe” participó de la jugada intentando empujar con el pecho un centro-remate del lateral izquierdo, pero nunca llegó a tocarla y con los años, lo reconoció. En 2016 ante Atlético Tucumán intentó empujar una pelota en el área y Nicolás Romat la introdujo en su propio arco. El tercero fue ese mismo año ante Unión cuando desbordó el paraguayo Miguel Almirón, tiró un centro rasante que Sand fue a disputar con Jonathan Fleitas, y el defensor “tatengue” introdujo sin querer la pelota en su propio arco.

En total lleva convertidos en su carrera 266 goles en 602 partidos y le marcó muchos goles a todos los equipos grandes, 12 a Independiente, 11 a Racing, 8 a San Lorenzo y 6 a River y a Boca. Y no es casualidad que destaque, de los delanteros actuales, a Lucas Alario y a Lautaro Martínez, de buena estatura y juego físico.

Llegó a ser convocado para la selección argentina por Alfio Basile en 2008 ante Chile por la clasificación al Mundial 2010, e ingresó por Esteban Cambiasso faltando ocho minutos, y en 2009, Diego Maradona lo citó para jugar un amistoso ante Panamá en Santa Fe, participó en los primeros 45 minutos, y fue sustituido en el entretiempo.
De su abuelo, heredó la pasión por los caballos de carrera. Tiene un haras que se llama Don Lenin y allí cría especialmente cuartos de milla y tiene  yeguas como Doña Fantástica y Doña Amanda. Esas tierras las compró en 2004, tras su paso por River.

Con Doña Fantástica, la yegua que compartía con su hermano César y que murió luego de participar en una de las cuadreras (carreras de caballos clandestinas) el pasado 27 de agosto en el Jockey Club de Goya, Corrientes, llegó a ser imputado en la causa por “dopaje de animales, juego clandestino, ejercicio ilegal de la medicina y asociación ilícita”. La yegua cayó desplomada y muerta por un presunto “paro cardio-respiratorio debido al suministro ilegal de un cóctel de drogas, además realizado por una persona sin el título habilitante, que se le habría aplicado antes de la carrera para mejorar su rendimiento, y dentro de un previo e ilegal acuerdo basado en apuestas clandestinas a cargo de un grupo que conformaría una banda criminal encargada de organizar carreras de caballos ilegales denominadas cuadreras”, según aseguraron desde la Asociación de Abogados y Funcionarios por los Derechos Animales (AFADA).

A los 39 años, sostiene que el basquetbolista de la selección argentina Luis Scola, de su misma edad, “me motiva”. “José es una pieza clave en la remontada de Lanús en el último tiempo y no me sorprende lo que hace. Lo veo día a día en los entrenamientos. Se cuida mucho y trabaja intensamente para estar bien en lo físico y no sólo es importante para definir sino también para asistir”, dice de él Luis Zubeldía, su director técnico, acaso citando uno de los principales secretos de la vigencia de Pepe Sand.












martes, 29 de octubre de 2019

Simone Biles, de vivir en un orfanato y ser abusada en su infancia por el médico del equipo, a ser la mejor gimnasta de la historia (Infobae)




Después de cada prueba finalizada con una ovación en los recientes Mundiales de Stuttgart, la estadounidense Simone Biles, de 22 años, considerada como la mejor gimnasta de la historia, corre a la tribuna para abrazarse con sus padres, que en realidad son sus abuelos, que decidieron adoptarla luego de recorrer varios orfanatos junto con sus hermanos, en una impactante historia de superación y resiliencia.

Biles parecía que lo tenía todo en contra. Tuvo que luchar contra los prejuicios raciales siendo negra, vivió una infancia muy pobre, y cuando se le descubrió su enorme talento para la gimnasia, se enfrentó al desafío a los límites y la necesidad de trabajar muchos años para adaptar su cuerpo a los duros ejercicios.

Nació en Columbus, Ohio, el 14 de marzo de 1997. No conoció a su padre, su madre era adicta a las drogas y al alcohol y por eso vivió en hogares temporarios junto a sus tres hermanos, y a los seis años, junto a su hermana Adria,  la adoptaron sus abuelos Ron y Nelle.

A esa edad, fue llevada de excursión al Centro Atlético Bannon y para divertirse, se fue a la parte de atrás a copiar a otras gimnastas que veía. Una de las entrenadoras del lugar, la señora Ronnie, la vio y decidió llamar a la entrenadora Aimeé Boorman para que la viera, y decidieron enviar una carta a casa de sus padres para animarlos a llevarla a los entrenamientos.

Así comenzó a ejercitarse en su tiempo libre hasta que a los 8 años comenzó a tomar clases con Boorman y al mismo tiempo, en 2015, se graduó en el colegio secundario. Estudiaba en la casa para poder dedicarse a la gimnasia.

Comenzó su carrera en la categoría junior en 2011 en la competición “American Classic” en Huntsville, Texas, su ciudad adoptiva,  donde ya obtuvo buenos resultados, y luego, en el mismo año, en el torneo “Cover Girl” en Chicago, Illinois y ya desde 2013 comenzó su etapa “Senior” en la “American Cup” de la Federación Internacional (FIG), en la que tanto ella como su compañera Katelyn Ohashi fueron convocadas para sustituir a Elizabteth Black y Kyla Ross, que por lesión tuvieron que abandonar la competencia.

Biles lideró la competición por dos rondas pero se cayó de la barra de equilibrio y eso le impidió ganar, y llegó segunda detrás de Ohashi. En ese año volvió a caerse varias veces en el “Secret US Classic” y se torció el tobillo en el ejercicio de suelo y eso le impidió participar en el salto de caballete pero su mayor satisfacción fue cuando la invitaron a formar parte del rancho de Marta Karolyi para el Campeonato Mundial de Gimnasia Artística de ese año en Amberes, Bélgica, con una destacada actuación.

Pero su vida nunca fue fácil y aparecieron nuevos problemas. Fue abusada en su adolescencia por el médico del equipo de los Estados Unidos, Larry Nassar, al que sentenciaron de 60 a 185 años de prisión en enero de 2018 al declararse culpable de siete cargos de agresión sexual a más de 250 niñas durante veinte años de ejercicio, lo que derivó en un escándalo en el que Biles no dudó en criticar públicamente al Comité Olímpico de EEUU y a la Federación de Gimnasia, pidió que lo trasladaran y pudo contar  la depresión que atravesó en ese tiempo.

“Hubo días en los que sólo quería dormir. Y en los que no tenía ganas de pisar un gimnasio. ¿Pero voy a dejar que todo lo que viví me quite mi amor por el deporte y evite que cumpla mis metas? No, es sólo otro obstáculo en el camino que tengo que superar”, comentó en una entrevista al diario británico “The Guardian”, “con la esperanza de inspirar a otras personas que estén atravesando una situación similar a la mía, para que no bajen los brazos”.

En una columna publicada por la CNN, Simone recuerda su infancia antes de ser adoptada: “todos me pasaban por alto o me ignoraban. Nadie me conocía ni querían conocerme, como si no contaran mi talento ni mi voz”.

Fue seis veces campeona nacional (2013, 2014, 2015, 2016, 2018 y 2019), campeona olímpica en Rio de Janeiro 2016 y cinco veces campeona del mundo (2013, 2014, 2015, 2018 y 2019), en Aparatos, cinco veces campeona mundial de Suelo, tres, de Viga de Equilibrio y dos, en Salto de Caballete. Se caracteriza por la potencia y el alto nivel de dificultad de sus ejercicios y formó parte del equipo de EEUU campeón mundial en Nanning 2014, Glasgow 2015, Doha 2018 y Stuttgart 2019. Acumuló ya veinticinco medallas y diecinueve títulos de campeona mundial.  Ninguna mujer había alcanzado su récord de cinco títulos mundiales, e incluso ya estaba en ese pedestal antes de los recientes Mundiales de Stuttgart, donde brilló.

En Stuttgart, al llegar a ser la gimnasta más condecorada de la historia (19 medallas doradas, tres plateadas y tres de broncíneas), también desplazó al bielorruso Vitaly Scherbo, estrella de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, que acumulaba 23 medallas entre 1991 y 1996. Biles dice ahora que los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 serán sus últimos.

En los recientes Mundiales en territorio alemán, obtuvo cinco medallas doradas  en Prueba por Equipos, All Round individual, Salto, y completó con sus desempeños en aparatos: Viga (15066 puntos, por delante de las chinas  Tingting Liu, con 14333, y Shijia Li, con 14300) y Suelo (15133 por delante de su compatriota Sunisa Lee, con 14133 y la rusa Angelina Melnikova, con 14066).  Un quinto lugar en Barras Asimétricas la privó de ganar la medalla dorada en los seis eventos en los que participó, algo que sí había conseguido en 2018 en Doha, tras tomarse un año sabático en 2017 (allí ganó su compatriota Morgan Hurd) luego de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016.

No fue otra que Biles la que llevó a la FIG a tener que ampliar el alfabeto a la hora de puntuar, porque hasta ahora, las dificultades en gimnasia iban desde la “A” a la “I”, pero ahora existe la “J”, inaugurada en Stuttgart y ya son cuatro las acrobacias que llevan su nombre: dos en Suelo, una en Barra de Equilibrio y otra en Salto. Ella presentó en Stuttgart tres elementos para su aprobación: en Paralelas, un giro de 360 grados sobre la barra, en Barra de Equilibrio, una salida con doble mortal atrás y dos giros y medio, y en Suelo, su doble atrás con tres giros y medio, una dificultad J sólo a su alcance.

En plena competencia de los Mundiales de Stuttgart, en una de sus piruetas, la salida del ejercicio de Barra que lleva su nombre por ser la primera que lo realizó, fue rebajada en la calificación por la FIG por un valor de dificultad claramente inferior al real, con la sorprendente consigna de desalentar el resto de las gimnastas a que la repitan porque podría ocasionarles lesiones en el intento.

Es que antes de la competición, las gimnastas deben comunicar a la FIG las acciones que desean que acaben en el Código de Puntuación con su nombre, uno de los más grandes honores que puede recibir un gimnasta y Biles, de 22 años, ya tiene cuatro.
Biles se manifestó ostensiblemente en desacuerdo y lo manifestó con ironía en las redes sociales y la FIG se vio en la obligación de justificarse a partir de la “seguridad”, pero ella siguió su camino y ganó dos medallas doradas  más, entre los que su ejercicio de barra fue excepcional, a todo lujo, logrando la mejor nota de la especialidad de todos los tiempos. “Quiero que la gente persiga sus sueños. Si estás dispuesto a trabajar por ellos y si estás centrado y tienes determinación, llegarás realmente lejos”, dijo en una entrevista. “No significa que vayan a cumplirse de la noche a la mañana. 

En mi caso, tuvieron que pasar duros entrenamientos y perseverancia para alcanzar mis metas, pero si miro hacia atrás, estoy orgullosa de no haberme rendido”, sostuvo, acompañada por sus nuevos entrenadores, los ex gimnastas franceses Laurent y Cecile Landi.

Pero su mejor ejercicio es la prueba de Suelo, donde realiza el famoso triple-doble que le valió ser la tapa de las más prestigiosas publicaciones del mundo. “Nunca pienso en cuántas medallas puedo conseguir, sino en terminar mis ejercicios y en hacerlo bien”, afirmó entonces.

La mejor testigo de su genialidad es su compañera y subcampeona Sunisa Lee, de 16 años, quien la define como “increíble” pese a que apareció apenas un escalón abajo en el podio. “Soy segunda en el mundo, detrás de Simone, y es algo muy loco”, tras ganar la medalla plateada en los ejercicios de Suelo. “No sé cómo ella ha podido hacer todo esto por tanto tiempo”, dijo sobre su compatriota Biles.

Pero Simone no sólo apareció como la gran estrella del Mundial sino que personifica “el sueño americano” y se transformó en modelo para niñas y mujeres de todo el mundo, porque también desempeña trabajos solidarios con la “Matress Firm”, una importante marca de colchones, desde los JJOO de Río de Janeiro 2016, donde ganó cuatro medallas doradas y una broncínea  para ayudar a orfanatos en todo EEUU, con la campaña “Dona para los chicos”.

“Es importante para mí tratar de atraer la atención sobre los orfanatos en EEUU y las necesidades de los niños que viven allí. Yo sé lo que es entrar y salir del sistema y no me alcanzan las palabras para decir lo agradecida que estoy de que mis padres me hayan adoptado y por eso me pone muy feliz sumarme a este proyecto”, comentó.
También es embajadora, desde principios de 2018, de “University of the People” (“Universidad de la gente), una ONG online sin fines de lucro reconocida oficialmente en el sistema educativo de EEUU, que sólo cobra un derecho a examen pero no matrícula ni cuota para brindar educación superior a jóvenes de todo el mundo que quieran estudiar una carrera y no puedan por distintos motivos.

Simone siempre quiso estudiar y llegar a tener un título universitario pero las enormes exigencias de su vida de gimnasta no se lo permitieron aún. Se había anotado en la Universidad de California pero tuvo que dejar pero cursa administración y negocios en la Universidad de la Gente y es la representante de un fondo de becas para chicos de orfanatos que hayan tenido dificultades como ella.

“Nuestras circunstancias no deberían definirnos ni impedirnos lograr nuestros objetivos. Yo sé muy bien lo que es estar en desventaja. Los chicos que crecen en orfanatos a menudo no tienen la oportunidad de ir a una universidad por sus limitaciones económicas. Pero todos merecen una oportunidad. Yo tuve la mía y quiero asegurarme de que otros también la tengan”, comentó en una entrevista con la CBS en febrero de 2018.

Biles aprovecha muy bien su popularidad. Tiene más de un millón de seguidores en Twitter y más de 3.500.000 en Instagram y desde esas plataformas cuenta sus ideas y suele divulgar los proyectos en los que se involucra. “Sintiéndome dorada. Cinco veces campeona mundial. Cada título se siente como el primero”, escribió junto a una foto suya con las medallas, en las redes sociales.

Suele ser muy humilde y comparte el día a día con sus compañeros o sus amigos, cuenta chistes o responde a sus fans. “No me considero una súper estrella”, aseguró hace unos días, en la previa de los Mundiales de Stuttgart.

También tiene su costado feminista: “Está muy bien que las jóvenes digan “soy buena en esto” y saquen pecho. Sólo los hombres se permiten decirlo y los admiran por eso y a las mujeres que lo hacemos nos miran mal”, le dijo a “USA Today” cuando superó en el récord total de medallas a Vitaly Scherbo, un varón.

Así como la rumana Nadia Comaneci fue la gran estrella en los Juegos Olímpicos de Montreal o los de Moscú, o Rusia busca la suya en la junior Vladislava Uzarova, a la que proyecta para Tokio 2020, y Francia tiene a Melanie de Jesús Santos y Suiza a Giulia Steingruber, Simone Biles emerge como la gran figura de este tiempo, y todo indica que marcará una época.














jueves, 24 de octubre de 2019

Flamengo dio una exhibición ante Gremio y con total justicia jugará la final de la Copa Libertadores ante River (Interia)




Con un tremendo 5-0 ante Gremio de Porto Alegre, y con una diferencia que pudo ser aún mayor en el segundo tiempo, el Flamengo, el equipo que mejor fútbol ha desplegado en el torneo, se clasificó para jugar ante River Plate la primera final a partido único de la historia de la Copa Libertadores, que se disputará en Santiago de Chile el próximo 23 de noviembre.

El club de Río de Janeiro, el que tiene la mayor cantidad de hinchas en todo el mundo, no gana una Copa Libertadores desde 1981, cuando contaba con estrellas de la talla de Junior o Zico, que brillaron al año siguiente en el Mundial de España 1982, pero decidido a volver a los viejos tiempos de gloria, invirtió mucho dinero en grandes jugadores, muchos de los que tuvieron una larga trayectoria en el fútbol europeo y regresaron a Brasil, como el portero Diego Alves (de destacada actuación en el Valencia), los laterales Rafinha (Bayern Munich) y Filipe Luis (Atlético Madrid) o el volante Diego (Atlético Madrid y Wolfsburgo, entre otros).

Gremio es uno de los equipos más poderosos de Sudamérica y de hecho fue campeón de la Copa Libertadores en 2017 y fue eliminado por River en la semifinal de 2018 cuando faltaban menos de 15 minutos en su estadio y se imponía 1-0 luego de ganar en Buenos Aires 0-1, pero los argentinos empataron en Brasil y luego, gracias al VAR, pudieron vencer 1-2 por un penal que el árbitro no había visto en el partido.

Con el delantero Everton (elegido mejor jugador de la reciente Copa América de Brasil) como gran figura, Gremio es un equipo de mucho carácter que tiene una gran defensa central con el experimentado Pedro Geromel y el argentino Walter Kannemann, y de hecho, en el Mundial de Clubes 2017 apenas fueron derrotados 1-0 por el Real Madrid en la final con un gol de libre directo de Cristiano Ronaldo.

Pero este mismo Gremio, con la misma base de los años anteriores aunque perdió a un jugador fundamental como Arthur (ahora en el Barcelona), no pudo hacer casi nada ante este Flamengo, que tiene un juego florido en el medio, y una gran potencia ofensiva con dos cracks como Bruno Henrique y Gabriel Barbosa (“Gabigol”), aunque no todo pasa por ellos, porque tiene un sistema que parte del buen trato del balón en todas las líneas con un volante central de mucha técnica y buen quite como Willian Arao, y un elegante defensa central, como el español Pablo Mari.

Una importante cuota de responsabilidad para este juego del Flamengo  la tiene su entrenador, el portugués Jorge Jesús, quien por años dirigió al Benfica y obtuvo muchos títulos nacionales en Portugal, pero que quedó opacado al no poder conseguir los internacionales pese a llegar varias veces a la máxima instancia.

Jesús exportó al Flamengo sus ideas de juego bonito, agradable para la vista, con muchas llegadas al gol y gran potencia ofensiva, y aunque en el partido de ida de semifinales ganaba 0-1 y tuvo grandes chances de aumentar el marcador (y le anularon tres goles a instancias del VAR), se durmió por unos minutos y allí, con toda su experiencia, el Gremio le arrancó un empate.

Pero ya en el partido de vuelta y en el mítico estadio Maracaná, Gremio no pudo volver a sacar partido de esta situación porque Flamengo jugó concentrado y aunque el primer tiempo terminó 1-0 con gol de Bruno Henrique, ya a los 10 minutos del segundo tiempo, todo estaba terminado, por los dos goles de Gabriel Barbosa, uno de ellos de un claro penal que le convirtió Pedro Geromel a Bruno Henrique.

Con el 3-0 a 35 minutos del final, el festival del Flamengo ante su público fue total y pudo aumentar la cuenta con dos grandes cabezazos, muy bien direccionados, del español Pablo Mari y de Rodrigo Caio.

El 23 de noviembre próximo en Chile, la Copa Libertadores tendrá su primera final a partido único entre un equipo de mucho carácter y de jugadores experimentados y acostumbrados a los títulos como River (campeón de la Copa Sudamericana en 2014, de las Copas Libertadores 2015 y 2018 y de las Recopas sudamericanas 2015 y 2016), y otro, como Flamengo, de un juego por momentos brillante y muy vistoso.

Quedan pocas semanas para conocer al nuevo campeón, que representará al continente sudamericano en el Mundial de Clubes de diciembre en Qatar. Y esta final enfrentará a un equipo de Argentina y el otro de Brasil, con toda la rivalidad futbolística que existe entre ambos países. Una final con todos los condimentos.

miércoles, 23 de octubre de 2019

River volvió a eliminar a Boca y es otra vez finalista de la Copa Libertadores (Interia)




Lo de River Plate es poco común. Vive un momento que sus hinchas recordarán por siempre, porque no es habitual llegar a una tercera final de la Copa Libertadores de América luego de haber ganado las otras dos (2015 y 2018) en un mismo ciclo de cinco años y medio, y que en los tres casos haya eliminado, en distintas instancias, a su clásico rival, Boca Juniors.

Siendo el vigente campeón, luego de ganarle a Boca aquella escandalosa final de 2018 en Madrid, River vuelve a ser finalista, esta vez a partido único y en Santiago de Chile el próximo 23 de noviembre ante el ganador de la otra semifinal que se define hoy entre los brasileños Flamengo y Gremio, tras eliminar otra vez anoche, a su clásico rival y en el estadio de éste, la mítica Bombonera, pese a caer 1-0 y gracias al más amplio 2-0 obtenido en la ida en el Monumental, como local.

En estos cinco años y medio, desde que el ex jugador del club Marcelo Gallardo, que ya ganó la Copa Libertadores en 1996 en aquella otra etapa, River, además de ser campeón en 2015 y 2018, llegó a cuartos de final en 2016, a semifinales en 2017 y  fue campeón de la Copa Sudamericana (una especie de equivalente de la UEFA Europa League) en 2014, cuando también eliminó a Boca.

Las chances de que River se clasificara anoche a la final de esta temporada eran altas, de acuerdo con lo que había ocurrido en la ida, cuando se impuso 2-0. En aquella oportunidad, un Boca de una gran solidez defensiva, que sólo había recibido dos goles en toda la temporada 2019/20, pero se encontró con un polémico penal en contra apenas a los 3 minutos de juego y a instancias del VAR, cuando nadie había reparado en esa acción, y eso descolocó demasiado al equipo que dirige Gustavo Alfaro, que tardó mucho en reponerse y no pudo realizar el partido que vino a buscar.

Si algo se le critica al experimentado entrenador de Boca, que sugestivamente dijo después de la eliminación en la conferencia de prensa que “fue muy bueno haber dirigido a Boca y ahora espero que llegue fin de año para retomar mi vida”, hablando en pasado respecto de su trabajo y de futuro sobre su vida fuera del fútbol, es que desde principios de 2019, cuando fue contratado como entrenador, sus planteos fueron demasiado defensivos para la rica historia del equipo (que ganó seis Copas Libertadores contra cuatro totales de River, siendo el segundo con más trofeos detrás de otro club argentino, Independiente, con siete), y que tampoco acertó con muchos de los fichajes, especialmente los relacionados con el juego ofensivo.

Es cierto que Boca sufrió la sangría de jugadores fundamentales como el centrodelantero Darío Benedetto (Olympique de Marsella) y el volante uruguayo Nahitán Nández (Cagliari), y nunca pudo recuperarse del todo de una importante lesión su lateral izquierdo colombiano Frank Fabra, sumado a que la dirigencia decidió cambiar a buena parte de la plantilla tras la derrota de diciembre de 2018 ante River en Madrid.

Alfaro, entonces, se encontró con un club rico, en condiciones de fichar otra buena cantidad de jugadores, pero pareció contentarse con bastante de lo que había, cuando en verdad era una segunda línea del equipo anterior, con un Carlos Tévez que fue una gran estrella de joven pero que a los casi 36 años y tras una temporada en China, ya no era ni la sombra de lo que fue, y algo parecido, aunque más joven, ocurre con el ex Lazio Mauro Zárate, mientras que el entrenador prefirió a un rústico delantero local, Franco Soldano, en vez de contratar al francés del América de México, André Pierre Gignac, y tampoco le dio demasiado lugar al ex campeón mundial 2006 Daniele De Rossi, porque optó por jugadores jóvenes de la cantera que aún no estaban en condiciones de afrontar compromisos tan importantes.

River, con Gallardo, es todo lo contrario. Acostumbrado a los éxitos, es un equipo muy seguro de lo que quiere, con jugadores acostumbrados a estos partidos decisivos, y especialmente como local, suele desplegar un fútbol muy agresivo, con jugadores muy técnicos en su mayoría, mezclados con algunos jóvenes que pudieron subir al primer equipo sin urgencias gracias a la suma de títulos que fueron llegando, como el lateral derecho Gonzalo Montiel, el defensa central Lucas Martínez Quarta o el volante Exequiel Palacios, todos pretendidos por los principales clubes europeos.

Puede decirse con claridad que esta vez, River obtuvo un altísimo porcentaje de su clasificación en el partido de ida del 8 de octubre como local, porque aquella noche, un nervioso Boca, descolocado por el penal del VAR, no encontró los caminos para el gol (el juvenil Capaldo tuvo una clara y acaso única chance al lado de la portería pero su remate salió muy alto), pero su entrenador Alfaro jamás entendió que en la Copa Libertadores, hasta la instancia semifinal, el gol fuera de casa se computa como doble, y su planteo fue mezquino porque días antes y por la Superliga, el torneo argentino, había sacado un empate 0-0 del mismo escenario casi sin salir de su propio campo. Eso lo confundió para el compromiso de Copa Libertadores, y lo pagó caro.

En el partido de anoche en la Bombonera, en cambio, pudo verse un aceptable Boca, que ganó casi todas los balones divididos, alentado por su público (en la Argentina, por temas de seguridad, no pueden asistir los hinchas visitantes), pero un equipo acostumbrado a jugar con muy pocos delanteros, tuvo que salir a remontar dos goles y le costó demasiado, aunque en una jugada a balón parado convirtió el 1-0 a través del venezolano Jan Hurtado, y estuvo cerca de empatar la serie.

River, en cambio, anoche fue mucho menos de lo que suele ser, porque se retrasó demasiado y le dio más importancia a mantener la diferencia de dos goles. Sufrió mucho el partido, pero se llevó el premio mayor, que es volver a estar en una final por séptima vez en su historia (perdió las dos primeras en 1966 y 1976, las dos justamente en Chile, igual que donde se jugará ahora) y por tercera con Gallardo.

A propósito de Marcelo Gallardo, ya hubo sondeos hacia él de dirigentes del Fútbol Club Barcelona. Sería un buen salto para el entrenador argentino luego de su brillante ciclo en River desde 2014, si es que acepta que su ciclo se haya cumplido cuando lleguen las fiestas de fin de año.


A 50 años de un intento fallido de remontada en la Bombonera: la noche de “La gloria o Devoto”, cuando Estudiantes escribió una página negra ante el Milan por la Copa Intercontinental (Infobae)





Fue exactamente un 22 de octubre, como hoy, y hace medio siglo. La Bombonera, repleta, fue testigo de lo que podía llegar a ser una remontada de Estudiantes ante el poderoso Milan por la Copa Intercontinental y terminó siendo un bochorno por el que el equipo de La Plata tuvo dos expulsados que terminaron en la cárcel, por violencia, y otro suspendido de por vida por la AFA.

Ese partido se jugó en el contexto del “Cordobazo”, el levantamiento popular contra la dictadura de Juan Carlos Onganía, que siempre había utilizado al fútbol como instrumento, como cuando recién asumido, recibió en la Casa de Gobierno a los jugadores que volvían del escándalo de Wembley tras el Mundial de Inglaterra 1966 y a días de la definición de la Copa Intercontinental de 1969 sostuvo que aquel estudiantes que dirigía Osvaldo Zubeldía era “un equipo modelo”.

Acaso esta frase, y que el equipo argentino había sido recibido con objetos lanzados desde distintos lugares del estadio San Siro, en la ida, cuando el Milan venció 3-0 el 8 de octubre y parecía que tenía buena parte de la serie en el bolsillo, con dos goles de Ángelo Sormani y otro del argentino Néstor Combín ante 60.675 espectadores, pudieron haber encendido la mecha de un Estudiantes que salió muy nervioso a la revancha en la Bombonera.

Así como en la ida en Italia el árbitro había sido el francés Roger Machin, para la vuelta, la FIFA decidió que fuera el chileno Domingo Massaro, en tiempos en los que la Copa Intercontinental se jugaba a doble partido entre el campeón de la vieja Copa de Campeones de Europa (la Champions League recién comenzó en 1992) y la Copa Libertadores de América. Y en caso de igualdad, se llegaba a un tercer cotejo decisivo (como había ocurrido en 1967 entre Racing Club y el Celtic de Glasgow).

Estudiantes era la gran revelación de esos años. Dickie Randrup, divulgador platense e hincha que estuvo en esos años en todos los partidos como local y en Sudamérica por las Copas Libertadores, y que también concurrió a la Bombonera en aquella final, tiene un libro que se llama “Yo conocí a Pincharrata”, de 2016, describe que desde la llegada como director técnico de Zubeldía “Estudiantes había revertido aquella idea de equipo chico que cada año peleaba por no descender, que salvaba el año ganando el clásico a Gimnasia o a un grande y pasó a ganar muchas cosas”.

Estudiantes había sido el primer equipo que no era de los llamados “grandes” que obtuvo un campeonato argentino al ganar el Metropolitano de 1967 y eso lo proyectó a los torneos internacionales, ganando la Copa Libertadores y la Intercontinental en 1968 (ante el Palmeiras y el Manchester United, respectivamente), y la Copa Interamericana (ante el Toluca mexicano) y la Libertadores 1969 (ante Nacional de Montevideo).

Por el lado del Milan, se trataba de un equipo duro, muy táctico y disciplinado, dirigido por Nereo Rocco, que arrastraba la frustración de haber perdido la Copa Intercontinental en 1963 ante el Santos de Pelé y que ahora iba por la revancha con jugadores de gran nivel, especialmente por “El Bambino de oro”, Gianni Rivera, que brillaría al año siguiente en el Mundial de México, y con sus certeros delanteros Sormani y el argentino Combín. Le había ganado de manera inapelable la final de la Copa de Campeones de Europa a un joven Ajax que ya manejaba Johan Cruyff por 4-1 en la final del Santiago Bernabeu.

Estudiantes, por su parte, había vencido a Nacional de Montevideo los dos partidos finales, 0-1 en Uruguay y 2-0 en Argentina. Pero todo parecía casi definido tras el 3-0 de la ida en el San Siro y además, a ese partido, el equipo de Zubeldía no había llegado del todo bien por la lesión de su delantero Eduardo “Bocha” Flores, que jugó sus últimos minutos antes de operarse de una rodilla mientras que el volante Carlos Bilardo tenía dos costillas fracturadas aunque persistía en ingresar. Algo parecido había ocurrido en la final de la Copa Libertadores, cuando el defensor Ramón Aguirre Suárez le pidió al DT un corcho para morderlo mientras jugaba por el dolor que sentía con sus meniscos rotos.

El equipo argentino había decidido volver a jugar como local en la Bombonera, tal como en la Copa Intercontinental de 1968 cuando le ganó allí 1-0 al Manchester United en la ida para luego empatar 1-1 en la vuelta en Inglaterra. “A la gloria no se llega por un camino de rosas”, escribió Zubeldía  en el pizarrón del vestuario, que se puede ver en el Museo del Fútbol de Manchester. Ahora todo parecía muy complicado y el nerviosismo de algunos jugadores fue evidente.

El delantero Pratti tuvo que salir en brazos de sus compañeros por un golpe  de Aguirre Suárez, sumado a una patada del arquero local Alberto Poletti que recorrió varios metros para agredirlo cuando estaba en el suelo, rodeado de compañeros y con el árbitro cerca de la acción.

A los 30 minutos del primer tiempo,  Rivera recogió un mal pase de Eduardo Manera, avanzó en pared con Combín, eludió a Poletti y marcó el gol italiano. Era el 4-0 de la serie y parecía todo terminado, pero el arquero de Estudiantes, inexplicablemente, se mezcló entre los festejos visitantes, visiblemente nervioso y con ánimo de agresión.
Sin embargo, antes de que el partido se fuera al descanso, llegaron dos goles seguidos de Estudiantes a los 43 minutos, cuando Marcos Conigliaro corrigió con un cabezazo un remate de Bilardo que rebotó en la defensa, e inmediatamente Aguirre Suárez empalmó otro tiro que superó al arquero Cudicini.

 Pareció que todo Estudiantes volvía a animarse. Se colocó a dos goles de distancia con un tiempo por jugarse, pero los nervios volvieron a meterse en el partido. Un codazo de Aguirre Suárez le hizo sangrar la cara de Combín y la desfiguró, y el defensor se fue expulsado y fingiendo llanto, ovacionado por sus hinchas, al grito de “y pegue, y pegue, y pegue Pincha pegue”. También había sido retirado Rivera, por otro golpe de Manera, que también se fue expulsado. En un bochornoso final, eran nueve contra nueve cuando los italianos comenzaron a festejar el título, pero otra vez apareció un enloquecido Poletti para mezclarse entre los rivales para agredir con una patada a lo kung-fu hacia Lodetti, al punto de que tuvo que entrar la Policía para separar.

Al llegar al vestuario, la delegación milanista se enteró que Combín había sido llevado a la comisaría y luego trasladado al Regimiento de Infantería 1 de Patricios y estuvo allí demorado medio día debido a que se había ido de la Argentina a Francia a los 18 años sin haber cumplido con el Servicio Militar Obligatorio, se nacionalizó a los 23, y luego fue transferido al Milan. Recién a la mañana siguiente apareció el embajador con un certificado que comprobaba que el delantero había cumplido con el Servicio Militar pero en territorio francés, con el que Argentina tenía convenio, y entonces fue liberado.

Al otro día del partido, la cara deformada de Combín fue tapa de todos los diarios europeos. “La página más negra del fútbol argentino”, tituló entonces la revista “El Gráfico”, que contaba con detalles las agresiones de Poletti, los golpes a Combín o que a Rivera le abrieron la cabeza entre Aguirre Suárez y Echecopar. “Se trató de una guerra y no de un partido de fútbol”.

El reconocido periodista español Alfredo Relaño, por muchos años director del diario deportivo “As” de Madrid y anteriormente jefe de Deportes del diario “El País” recordaba haber visto ese partido por TV desde su casa en la madrugada, por la diferencia horaria con Argentina. “Fue tremendo. Vi con espanto escenas a las que no cabían términos como dureza o agresividad, tan de uso en el fútbol. Aquello era ferocidad criminal”, escribió años más tarde.

“El Gráfico” insistió en sus páginas: “No, Estudiantes.., esto no fue hombría…no fue temperamento…no fue garra…esto fue la apología de la brutalidad y la locura…esto nos avergonzó a todos y debe avergonzar a los responsables. Si realmente queremos rescatar algo para seguir creyendo en el futuro, empecemos por repudiar este episodio lamentable”.

Pero más duro aún fue Dante Panzeri, considerado uno de los más importantes periodistas especializados en Deportes de todos los tiempos, y nada menos que en su columna del diario “El Día” de La Plata, cuando sostuvo que Estudiantes “es la representación de la violencia  para el lucro aplicada al fútbol”.

Panzeri odiaba a los entrenadores como Zubeldía o Juan Carlos Lorenzo, muy tacticistas, a los que creía que iban contra la estética de los espectáculos al punto de decir que ese equipo “es el Estudiantes de Zubeldía, no de La Plata” y llamaba al torneo como “Copa Corruptores de América también conocida por el irreverente nombre de Copa Libertadores de América”.

Hay un señor que escribe en una revista (Dante Panzeri) que dice que nosotros somos previsibles, aburridos y los promotores del asesinato del juego. A él le comento que seremos previsibles pero nadie nos gana, seremos aburridos pero llenamos la cancha y seremos asesinos pero gracias a nosotros el fútbol argentino está más vivo que nunca”, le respondió días más tarde Zubeldía a Panzeri.

“Acepto que Estudiantes tiene un estilo que no gusta. Reconozco que, cuando emplea la jugada del offside, el suyo es un juego destructivo que anula y desgasta a los adversarios. Pero no lo hace con un criterio solamente defensivo. Todo lo contrario. Frente a rivales que saben jugar o son peligrosos tirando centros, evitamos embotellarnos en la defensa. Salimos en bloque por dos motivos: para dejarlos en offside y para recuperar la pelota lejos de nuestro arco”, trató de explicar el DT “Pincharrata” y años más tarde, volvió a justificarlo: “Aquel Estudiantes no tenía misterio ni laboratorio, como se dijo mal muchas veces. A equipos iguales, gana el que más trabaja y el que está más organizado”.

Ante la revista “El Gráfico”, en las horas posteriores al bochorno de la Bombonera, Zubeldía trató de aclarar su postura: dijo después que nunca ordenó golpear, y al contrario “en el intervalo insistí en pedirles serenidad pero no puedo disculpar lo que ya juzgó todo el mundo, pero comprendo la desesperación de algunos jugadores, por todo lo que se jugaban. Ahora nos toca aceptar nuestras culpas. Sin embargo, no puedo olvidar lo que estos jugadores hicieron por Estudiantes y por mí. El año pasado alerté que la Copa era un semillero de violencia. Lo dije después del partido Estudiantes-Independiente y está grabado. Rocco y Cudicini me acusan pero el arquero no dice que lo acompañé a lo largo del túnel para que no lo tocaran”.

Fue tal la barbarie que el dictador Onganía tuvo que hablar al país deplorando los hechos y le aplicó a Poletti, Manera y Aguirre Suárez un edicto que los condenaba a 29 días de cárcel  (terminaron en la de Villa Devoto luego de recorrer otras), sin intervención de un juez, a los que el comisario de la zona consideraba responsables de la alteración del orden público, incitación a la violencia o riña. Era un edicto creado para el fútbol desde 1968 y aplicado para el Estudiantes-Racing de Copa Libertadores.

Aquella vez, ya cuatro jugadores habían estado presos por cuatro días (dos por equipo y uno había sido Aguirre Suárez). Esta vez, Aguirre Suárez fue suspendido por 30 partidos, Manera por 20, y Poletti, de por vida, luego indultados cuando acabó el gobierno de facto, y el defensor se marchó a España, al Granada, donde se lo recuerda por su dureza, junto a otro jugador de carácter de aquel tiempo, el volante uruguayo de Nacional Julio Montero Castillo.

Poletti contó después que un capellán del ejército, en la previa, los incitó a ganar a cualquier precio y que Onganía pretendía que ganaran para tapar la crisis del Cordobazo.

Bilardo no faltó un solo día en la visita a sus compañeros en la cárcel y fue el autor de la frase “en este país no hay alternativas, es la gloria o Devoto”, en referencia a que antes del partido, Estudiantes era un modelo a seguir para Onganía y después, varios jugadores terminaron presos".

“Ese día comenzó el mito de Estudiantes de “solos contra todos”, en referencia a la Argentina y al mundo –comenta Randrup- porque se dio vuelta la opinión pública y desde esa noche cargamos con el estigma que sigue hasta hoy porque antes éramos el equipo chico inteligente, que manejaba todo tipo de variantes bajo su control y esa noche confundió intensidad e inteligencia, todo salió muy mal, y escribió una página negra”.

Randrup, que como divulgador “siento la obligación de transmitir esas emociones y vivencias”, trata de aclarar algunos mitos sobre aquel Estudiantes de Zubeldía, como que los jugadores llevaban alfileres para pinchar a los rivales en un descuido “porque se toman de que Bilardo lo aceptó alguna vez pero fue con ironía” y en cuanto a que solían meterse en la vida privada de los contrarios y les hablaban en los partidos para desquiciarlos, “eso, en aquella época, lo hacían todos y se sigue haciendo. La Copa Libertadores se jugaba así y había que ser fuertes como visitantes”.

Este partido, además, tuvo consecuencias políticas porque Argentina se postulaba como sede del Mundial 1978 y algunos analistas creen que eso también pesó para que Onganía decidiera que algunos jugadores de Estudiantes fueran presos, aunque otros se basan más en la necesidad de mostrar orden y que todo estaba bajo control.

Lo cierto es que después de esta final intercontinental, muchos equipos europeos no quisieron jugar más con los sudamericanos en esta competencia, y le hicieron boicot.  Si bien en 1970 Estudiantes volvió a salir campeón de América por tercera vez consecutiva ante Peñarol y el Feyenoord holandés, campeón de Europa, aceptó jugar, entre 1971 y 1980, los campeones sudamericanos debieron conformarse con enfrentar a los subcampeones europeos, o directamente no disputar la Copa, como les ocurrió a Independiente en 1975 y a Boca en 1978. La púnica excepción fue el Ajax en 1972, que no declinó jugar ante Independiente.  Recién en 1980, con el cambio de formato a partido único en Japón, los campeones aceptaron regresar, y Nottingham Forest de Inglaterra enfrentó a Nacional de Montevideo.

Estudiantes 2 Milan 1 (Milan 3 Estudiantes 0 en la ida)
Estudiantes: Poletti; Eduardo Manera, Ramón Aguirre Suárez, Raúl Madero, Oscar Malbernat; Carlos Bilardo (Juan Echecopar), Daniel Romeo, Néstor Togneri, Marcos Conigliaro, Juan Taverna, Juan Ramón Verón.
Milan: Cudicini, Malatrasi (Maldera), Anquiletti, Fogli, Rosato; Schnelinger, Lodetti, Rivera; Sormani, Combín, Pratti (Rognoni).
Goles: 30m Rivera (M), 43m Conigliaro (E), 44m Aguirre Suárez (E).
Expulsados: Manera y Aguirre Suárez. Salieron por lesión: Combín y Rivera.
Árbitro: Domingo Massaro (Chile)










martes, 22 de octubre de 2019

Ni CR7 ni Pelé ni Messi: Josef Bican, el poco conocido máximo goleador oficial de la historia del fútbol, al que la guerra le quitó chances de que sus números fueran mayores y jugó en tres selecciones distintas (Infobae)




Ni Cristiano Ronaldo  ni Lionel Messi  ni Pelé. El máximo goleador de la historia del fútbol, reconocido por los principales organismos de historia y estadística de todo el mundo, es el austríaco Josef Bican, quien llegó a formar parte del brillante “Wunderteam” en el Mundial de 1934, jugó en tres selecciones distintas (Austria, Checoslovaquia y el Protectorado de Moravia y Bohemia) y pudo haber marcado muchos tantos más si no hubiera sido por la Segunda Guerra Mundial.

Bican, conocido también como “Pepi”, apodo que traía desde muy pequeño en Viena, tiene, según los registros, 805 goles oficiales y 1468 tomando en cuenta todos sus compromisos, según corrobora la Rec Sport Soccer Stadistics Foundation (RSSSF), la mayor organización de estadística e historia de fútbol fundada en 1994.

La RSSSF afirma que Bican marcó 805 goles en 530 partidos oficiales, aunque llega a los 1468 en 918 partidos si se contabilizaran los 663 que convirtió en los 338 amistosos en los que participó. Este dato coincide con el de otro organismo, la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS) como el máximo goleador de los campeonatos de Primera División en Europa, con 518 goles en 341 partidos y lo colocan como uno de los 50 mejores jugadores del siglo XX. Otros dicen que tiene 537 en 358 partidos, pero que Pelé marcó 541, aunque los torneos brasileños recién se unificaron en la década de 1960 porque antes eran torneos regionales y el conteo es complicado. En esta tabla, Cristiano Ronaldo lleva 423 goles en 551 partidos de Liga, y Messi, 421 en 456.

De acuerdo con otras mediciones estadísticas, Bican ocupa el segundo lugar en la tabla histórica con 759 goles oficiales en la suma de todos los partidos de clubes y selecciones detrás del brasileño Romario (768) pero oficialmente, para las entidades más reconocidas del planeta, Bican encabeza la tabla con 805 goles en 530 partidos oficiales (1428 en 918 partidos totales), seguido por Romario (772 en 994 oficiales y 968 en 1188 totales), Pelé (767 en 831 oficiales y 1284 en 1375 totales), Ferenc Puskas (746 en 754 oficiales y no hay contabilidad de sus amistosos) y Gerd Müller (735 en 793 oficiales y 1461 en 1216 totales).

Tras ellos se ubican ya los dos grandes goleadores de este tiempo, el portugués Cristiano Ronaldo (701 goles en 975 partidos oficiales en 18 temporadas) y Lionel Messi (673 goles en 829 partidos en 16 temporadas).

Quien ha quedado fuera de esta contabilidad es el brasileño Arthur Friedenreich, quien entre 1909 y 1935 convirtió, según algunos estudiosos, 1239 goles pero la IFFHS le reconoce 354 en 323 partidos oficiales en Primera División, aunque en 1962, el estudioso Mario de Andrade dijo tener todas las fichas de los goles y siempre sostuvo que fueron 1239 en 1329 partidos, aunque el periodista De Vaney lo corrigió y dijo que en verdad eran 1329 en 1239 partidos, según se publicó en el libro “Los gigantes del fútbol de Brasil”, de Juan Marcos y Max de Castro en 1965.

Bican, de familia de origen checo, nació en Viena el 25 de septiembre de 1913 y se crió en el distrito obrero vienés de Quellenstrasse, de inmigrantes. Muchos de ellos venían por trabajo desde Praga, Bohemia y Moravia.  El fútbol era una de las pocas posibilidades para progresar. Su padre, Frantisek  que había sido alistado para la Primera Guerra y también fue jugador de fútbol en el Allgemeine Sport-Verein Hertha, falleció joven por un problema renal derivado de los tiempos en los que tuvo que luchar, y “Pepi” tuvo que hacerse cargo de la familia y se refugió mucho en sus abuelos.

Debido a la pobreza, en muchas oportunidades no disponía de zapatillas adecuadas para jugar al fútbol por lo que solía participar descalzo, y eso, para algunos analistas, le dio una especial sensibilidad a sus pies porque no tenía dificultades con ninguna de las dos piernas y no solía desperdiciar más que una situación de gol de cada diez que se le presentaban.

De muy pequeño, solía jugar contra rivales más grandes y fornidos. En una ocasión que le pegaron más que lo habitual, su madre Ludmila, que lo seguía en muchos partidos, se enojó mucho pero se aguantó hasta el final del partido y una vez que todo acabó, le sacudió un paraguazo al “agresor” de su hijo.

Su familia era vecina de la de Matthías Sindelar, conocido como “El Bailarín de Papel” y acaso uno de los mejores jugadores del mundo de ese tiempo y que jugaba también en el Hertha, como lo había hecho su padre y donde más tarde jugaría también él mismo, aunque su carrera estuvo mucho más ligada al Slavia Praga, donde marcó 534 goles oficiales en 271 partidos y se estima que marcó unos 800 en 400 partidos pese a que parte de su carrera se vio interrumpida por la Segunda Guerra Mundial.

Después de ingresar en las categorías juveniles del Hertha, fue reclutado para jugar en el Schustek y en el club de su empresa laboral, el Farbenlutz por breve tiempo, hasta que un cazatalentos como Roman Schramseis lo ubicó en las categorías inferiores del Rapid de Viena. Allí lo tenían como poco experimentado para el equipo pero ya desde los primeros partidos marcó muchos goles y les cambió el concepto.

En el debut marcó 5 goles y rápidamente pasó a la Reserva, con 17 años, pero a los tres meses ya estaba en la Primera, compartiendo equipo con cracks como Willibald Kirbes. Matthias Kaburek y Bimbo Binder, considerados como tres de los mejores jugadores del club. Debutó oficialmente el 6 de septiembre de 1931 ante el Austria Viena en el Hohe Warte Stadion y para muchos medios, ese partido dio origen a una lucha generacional entre él y Sindelar, ya reconocido. Ganaron 5-3 y Bican marcó tres de esos goles. Esa temporada hizo 10 goles en 8 partidos y el equipo terminó tercero, pero además, hizo otros 2 goles en la Copa Austríaca. Conformaba, con Franz Weselik, Kaburek y Binder, lo que se llamaba “Tormenta interior” en los años 30. En 1932 fue subcampeón de la liga y marcó 17 goles en 18 partidos, sumando todos los compromisos.

Bican se dio el gusto de formar parte del Wunderteam, el equipo maravilloso de Austria que participó del Mundial de Italia de 1934 y en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 y era considerado uno de los mejores del mundo en ese tiempo.
En el Mundial 1934, fue testigo directo del escándalo de la semifinal contra los locales.

Si bien los dos entrenadores (Vittorio Pozzo y Hugo Meisl) eran amigos, la única forma de contrarrestar el juego estético y de posición de los austríacos fue con el argentino naturalizado italiano Luis “Doble Ancho” Monti haciendo marca personal al genio de Sindelar, pero el trato fue muy violento con la complicidad del árbitro, que había estado cenando la noche previa con el dictador Benito Mussolini. En ese Mundial marcó un gol en los cuatro partidos que disputó.

Igual que Sindelar, tras el “Anchluss” (la Anexión de Austria por el nazismo) se negó a jugar para Alemania y emigró a Praga para estar más cerca de sus abuelos, que vivían en el pueblo de Sledice en condiciones precarias, en la zona de Bohemia, y fue allí cuando fichó por el Slavia, donde marcaría una época. Entre 1939 y 1944 fue el máximo anotador de Europa por cinco veces consecutivas (hoy sería Botín de Oro de la UEFA que comenzó en la temporada 1967/68).

El historiador Román Horak, de la Universidad de Viena, encargado de leer un discurso en su homenaje en el cementerio a los 5 años de su muerte, en 2006, en Praga, recordó que Bican era bilingüe, había sido criado entre dos culturas, la austríaca y la checoslovaca, y no compartía la filosofía nazi.

En 1939, en plena Guerra Mundial, jugó un amistoso contra la Alemania nazi para el llamado Protectorado de Bohemia y Moravia (el territorio checoslovaco invadido por Hitler). Empataron 4-4 y él marcó un triplete.

Una vez que la guerra terminó, Bican comenzó a jugar en la selección checoslovaca, donde llegó a marcar 46 goles en 47 partidos. La Juventus se lo quiso llevar en ese tiempo para poder comenzar a competir con el rival de la ciudad, “Il Grande Torino”, pero el goleador se negó siempre.

Además de su exquisita técnica y su olfato goleador, Bican se caracterizaba por su velocidad. Marcaba 10,8 segundos en 100 metros, cuando en los Juegos Olímpicos de Berlin, en 1936,  Jesse Owens consiguió  el récord y ganó la medalla dorada en esa especialidad con 10,3 segundos.

Pese a su éxito con el Slavia Praga, Bican tampoco aceptó nunca el socialismo y cuando comenzó a desechar convocatorias para el equipo nacional, el régimen lo calificó como “ídolo burgués” y le quiso restar popularidad pero fue imposible, al punto que a los 40 años marcó 57 goles en la temporada 1953/54 y se retiró a la siguiente. Horak cree que si Bican no fue más conocido en el mundo, además de la guerra, fue porque la popularidad mayor comenzó con la Copa de Campeones de Europa en 1956, cuando aparecieron Puskas o Alfredo Di Stéfano.

Un libro sobre él escrito por Josef Pondelik “Bican pet Tisíc gólu” (“Bican, 5000 goles”), cuenta la historia de este fantástico goleador, que se retiró a los 42 años, acaso para poder agregar lo que se perdió de jugar por la guerra. Le llegó a decir al español Miguel Vidal que en toda su carrera hizo 5000 goles, aunque suene a exageración. “Si como dicen, Pelé hizo 1500 sumando todo, no hay comparación posible, y le contaban los entrenamientos. Y eso que la Segunda Guerra Mundial me sacó siete años de los mejores, cuando me encontraba en la plenitud. ¿Cuántos goles más tendría entonces?”, se preguntó.

Bican fue goleador en todos los equipos que jugó (Rapid, entre 1931-1935), Admira Viena (1935-1937), Slavia Praga (1937-1949), Viktovické Zelezarny (1949-1951),  Skoda Hradec Kralové (1951-1953) y Dynamo Praga (1953-1955).

Al colgar los botines volvió a ser obrero, conductor de autobuses y hasta alimentó a los animales en el zoológico de Praga. Era muy duro con los futbolistas, a los que consideraba mediocres, y con la mercantilización del fútbol. “Era muy tímido y se lo consideraba un caballero”, contó Horak.

Bican falleció a los 88 años, a causa de sus problemas cardíacos, el 12 de diciembre de 2001 en Praga, donde hay una estatua de piedra, siempre repleta de flores, que le rinde homenaje  en el Cementerio Vysehrad.

La periodista Ivana Vonderkova sostuvo entonces que  al morir Josef Bican, “abandona este mundo un futbolista de dotes extraordinarias, que consagró toda su vida al Balompié. Su actuación en el campo deportivo era comparable a un excelente actor en un escenario teatral. Dominaba a la perfección la técnica del fútbol. Sus colegas lo adoraba, sus rivales le temían y todos lo admiraban”.