Después de cada
prueba finalizada con una ovación en los recientes Mundiales de Stuttgart, la
estadounidense Simone Biles, de 22 años, considerada como la mejor gimnasta de
la historia, corre a la tribuna para abrazarse con sus padres, que en realidad
son sus abuelos, que decidieron adoptarla luego de recorrer varios orfanatos
junto con sus hermanos, en una impactante historia de superación y resiliencia.
Biles parecía
que lo tenía todo en contra. Tuvo que luchar contra los prejuicios raciales
siendo negra, vivió una infancia muy pobre, y cuando se le descubrió su enorme
talento para la gimnasia, se enfrentó al desafío a los límites y la necesidad
de trabajar muchos años para adaptar su cuerpo a los duros ejercicios.
Nació en
Columbus, Ohio, el 14 de marzo de 1997. No conoció a su padre, su madre era
adicta a las drogas y al alcohol y por eso vivió en hogares temporarios junto a
sus tres hermanos, y a los seis años, junto a su hermana Adria, la adoptaron sus abuelos Ron y Nelle.
A esa edad, fue
llevada de excursión al Centro Atlético Bannon y para divertirse, se fue a la
parte de atrás a copiar a otras gimnastas que veía. Una de las entrenadoras del
lugar, la señora Ronnie, la vio y decidió llamar a la entrenadora Aimeé Boorman
para que la viera, y decidieron enviar una carta a casa de sus padres para
animarlos a llevarla a los entrenamientos.
Así comenzó a ejercitarse
en su tiempo libre hasta que a los 8 años comenzó a tomar clases con Boorman y
al mismo tiempo, en 2015, se graduó en el colegio secundario. Estudiaba en la
casa para poder dedicarse a la gimnasia.
Comenzó su
carrera en la categoría junior en 2011 en la competición “American Classic” en
Huntsville, Texas, su ciudad adoptiva,
donde ya obtuvo buenos resultados, y luego, en el mismo año, en el
torneo “Cover Girl” en Chicago, Illinois y ya desde 2013 comenzó su etapa
“Senior” en la “American Cup” de la Federación Internacional (FIG), en la que
tanto ella como su compañera Katelyn Ohashi fueron convocadas para sustituir a
Elizabteth Black y Kyla Ross, que por lesión tuvieron que abandonar la
competencia.
Biles lideró la
competición por dos rondas pero se cayó de la barra de equilibrio y eso le
impidió ganar, y llegó segunda detrás de Ohashi. En ese año volvió a caerse
varias veces en el “Secret US Classic” y se torció el tobillo en el ejercicio
de suelo y eso le impidió participar en el salto de caballete pero su mayor
satisfacción fue cuando la invitaron a formar parte del rancho de Marta Karolyi
para el Campeonato Mundial de Gimnasia Artística de ese año en Amberes,
Bélgica, con una destacada actuación.
Pero su vida
nunca fue fácil y aparecieron nuevos problemas. Fue abusada en su adolescencia
por el médico del equipo de los Estados Unidos, Larry Nassar, al que
sentenciaron de 60 a 185 años de prisión en enero de 2018 al declararse
culpable de siete cargos de agresión sexual a más de 250 niñas durante veinte
años de ejercicio, lo que derivó en un escándalo en el que Biles no dudó en
criticar públicamente al Comité Olímpico de EEUU y a la Federación de Gimnasia,
pidió que lo trasladaran y pudo contar
la depresión que atravesó en ese tiempo.
“Hubo días en
los que sólo quería dormir. Y en los que no tenía ganas de pisar un gimnasio.
¿Pero voy a dejar que todo lo que viví me quite mi amor por el deporte y evite
que cumpla mis metas? No, es sólo otro obstáculo en el camino que tengo que
superar”, comentó en una entrevista al diario británico “The Guardian”, “con la
esperanza de inspirar a otras personas que estén atravesando una situación
similar a la mía, para que no bajen los brazos”.
En una columna
publicada por la CNN, Simone recuerda su infancia antes de ser adoptada: “todos
me pasaban por alto o me ignoraban. Nadie me conocía ni querían conocerme, como
si no contaran mi talento ni mi voz”.
Fue seis veces
campeona nacional (2013, 2014, 2015, 2016, 2018 y 2019), campeona olímpica en
Rio de Janeiro 2016 y cinco veces campeona del mundo (2013, 2014, 2015, 2018 y
2019), en Aparatos, cinco veces campeona mundial de Suelo, tres, de Viga de
Equilibrio y dos, en Salto de Caballete. Se caracteriza por la potencia y el
alto nivel de dificultad de sus ejercicios y formó parte del equipo de EEUU
campeón mundial en Nanning 2014, Glasgow 2015, Doha 2018 y Stuttgart 2019.
Acumuló ya veinticinco medallas y diecinueve títulos de campeona mundial. Ninguna mujer había alcanzado su récord de
cinco títulos mundiales, e incluso ya estaba en ese pedestal antes de los
recientes Mundiales de Stuttgart, donde brilló.
En Stuttgart, al
llegar a ser la gimnasta más condecorada de la historia (19 medallas doradas,
tres plateadas y tres de broncíneas), también desplazó al bielorruso Vitaly
Scherbo, estrella de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, que acumulaba 23
medallas entre 1991 y 1996. Biles dice ahora que los Juegos Olímpicos de Tokio
2020 serán sus últimos.
En los recientes
Mundiales en territorio alemán, obtuvo cinco medallas doradas en Prueba por Equipos, All Round individual,
Salto, y completó con sus desempeños en aparatos: Viga (15066 puntos, por
delante de las chinas Tingting Liu, con
14333, y Shijia Li, con 14300) y Suelo (15133 por delante de su compatriota
Sunisa Lee, con 14133 y la rusa Angelina Melnikova, con 14066). Un quinto lugar en Barras Asimétricas la
privó de ganar la medalla dorada en los seis eventos en los que participó, algo
que sí había conseguido en 2018 en Doha, tras tomarse un año sabático en 2017
(allí ganó su compatriota Morgan Hurd) luego de los Juegos Olímpicos de Río de
Janeiro en 2016.
No fue otra que
Biles la que llevó a la FIG a tener que ampliar el alfabeto a la hora de
puntuar, porque hasta ahora, las dificultades en gimnasia iban desde la “A” a
la “I”, pero ahora existe la “J”, inaugurada en Stuttgart y ya son cuatro las
acrobacias que llevan su nombre: dos en Suelo, una en Barra de Equilibrio y
otra en Salto. Ella presentó en Stuttgart tres elementos para su aprobación: en
Paralelas, un giro de 360 grados sobre la barra, en Barra de Equilibrio, una
salida con doble mortal atrás y dos giros y medio, y en Suelo, su doble atrás
con tres giros y medio, una dificultad J sólo a su alcance.
En plena
competencia de los Mundiales de Stuttgart, en una de sus piruetas, la salida
del ejercicio de Barra que lleva su nombre por ser la primera que lo realizó,
fue rebajada en la calificación por la FIG por un valor de dificultad
claramente inferior al real, con la sorprendente consigna de desalentar el
resto de las gimnastas a que la repitan porque podría ocasionarles lesiones en
el intento.
Es que antes de
la competición, las gimnastas deben comunicar a la FIG las acciones que desean
que acaben en el Código de Puntuación con su nombre, uno de los más grandes honores
que puede recibir un gimnasta y Biles, de 22 años, ya tiene cuatro.
Biles se
manifestó ostensiblemente en desacuerdo y lo manifestó con ironía en las redes
sociales y la FIG se vio en la obligación de justificarse a partir de la
“seguridad”, pero ella siguió su camino y ganó dos medallas doradas más, entre los que su ejercicio de barra fue
excepcional, a todo lujo, logrando la mejor nota de la especialidad de todos
los tiempos. “Quiero que la gente persiga sus sueños. Si estás dispuesto a
trabajar por ellos y si estás centrado y tienes determinación, llegarás
realmente lejos”, dijo en una entrevista. “No significa que vayan a cumplirse
de la noche a la mañana.
En mi caso, tuvieron que pasar duros entrenamientos y
perseverancia para alcanzar mis metas, pero si miro hacia atrás, estoy
orgullosa de no haberme rendido”, sostuvo, acompañada por sus nuevos
entrenadores, los ex gimnastas franceses Laurent y Cecile Landi.
Pero su mejor
ejercicio es la prueba de Suelo, donde realiza el famoso triple-doble que le
valió ser la tapa de las más prestigiosas publicaciones del mundo. “Nunca
pienso en cuántas medallas puedo conseguir, sino en terminar mis ejercicios y
en hacerlo bien”, afirmó entonces.
La mejor testigo
de su genialidad es su compañera y subcampeona Sunisa Lee, de 16 años, quien la
define como “increíble” pese a que apareció apenas un escalón abajo en el
podio. “Soy segunda en el mundo, detrás de Simone, y es algo muy loco”, tras
ganar la medalla plateada en los ejercicios de Suelo. “No sé cómo ella ha podido
hacer todo esto por tanto tiempo”, dijo sobre su compatriota Biles.
Pero Simone no
sólo apareció como la gran estrella del Mundial sino que personifica “el sueño
americano” y se transformó en modelo para niñas y mujeres de todo el mundo,
porque también desempeña trabajos solidarios con la “Matress Firm”, una
importante marca de colchones, desde los JJOO de Río de Janeiro 2016, donde
ganó cuatro medallas doradas y una broncínea para ayudar a orfanatos en todo EEUU, con la
campaña “Dona para los chicos”.
“Es importante
para mí tratar de atraer la atención sobre los orfanatos en EEUU y las
necesidades de los niños que viven allí. Yo sé lo que es entrar y salir del
sistema y no me alcanzan las palabras para decir lo agradecida que estoy de que
mis padres me hayan adoptado y por eso me pone muy feliz sumarme a este
proyecto”, comentó.
También es
embajadora, desde principios de 2018, de “University of the People”
(“Universidad de la gente), una ONG online sin fines de lucro reconocida
oficialmente en el sistema educativo de EEUU, que sólo cobra un derecho a
examen pero no matrícula ni cuota para brindar educación superior a jóvenes de
todo el mundo que quieran estudiar una carrera y no puedan por distintos
motivos.
Simone siempre
quiso estudiar y llegar a tener un título universitario pero las enormes
exigencias de su vida de gimnasta no se lo permitieron aún. Se había anotado en
la Universidad de California pero tuvo que dejar pero cursa administración y
negocios en la Universidad de la Gente y es la representante de un fondo de
becas para chicos de orfanatos que hayan tenido dificultades como ella.
“Nuestras
circunstancias no deberían definirnos ni impedirnos lograr nuestros objetivos.
Yo sé muy bien lo que es estar en desventaja. Los chicos que crecen en orfanatos
a menudo no tienen la oportunidad de ir a una universidad por sus limitaciones
económicas. Pero todos merecen una oportunidad. Yo tuve la mía y quiero
asegurarme de que otros también la tengan”, comentó en una entrevista con la
CBS en febrero de 2018.
Biles aprovecha
muy bien su popularidad. Tiene más de un millón de seguidores en Twitter y más
de 3.500.000 en Instagram y desde esas plataformas cuenta sus ideas y suele
divulgar los proyectos en los que se involucra. “Sintiéndome dorada. Cinco
veces campeona mundial. Cada título se siente como el primero”, escribió junto
a una foto suya con las medallas, en las redes sociales.
Suele ser muy
humilde y comparte el día a día con sus compañeros o sus amigos, cuenta chistes
o responde a sus fans. “No me considero una súper estrella”, aseguró hace unos
días, en la previa de los Mundiales de Stuttgart.
También tiene su
costado feminista: “Está muy bien que las jóvenes digan “soy buena en esto” y
saquen pecho. Sólo los hombres se permiten decirlo y los admiran por eso y a
las mujeres que lo hacemos nos miran mal”, le dijo a “USA Today” cuando superó
en el récord total de medallas a Vitaly Scherbo, un varón.
Así como la
rumana Nadia Comaneci fue la gran estrella en los Juegos Olímpicos de Montreal
o los de Moscú, o Rusia busca la suya en la junior Vladislava Uzarova, a la que
proyecta para Tokio 2020, y Francia tiene a Melanie de Jesús Santos y Suiza a
Giulia Steingruber, Simone Biles emerge como la gran figura de este tiempo, y
todo indica que marcará una época.
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