“Como vino la
enfermedad, la tomé. Es como en el ring. Si no levantás las manos, las piñas
vienen de frente. No queda opción. Me encanta vivir y quiero seguir viviendo y
es imperativo que te pongas en guardia y la pelees, pero lo que pasó me dejó la
sensación de goce, de carrera contra reloj y que hay que disfrutarla todo el tiempo,
intensamente. Yo no tenía interiorizado lo intenso, eso de no postergar nada, y
casi que lo tengo que agradecer”, llegó a manifestar Eduardo Berizzo, en
relación al cáncer de próstata que superó en 2017, cuando al día siguiente del
partido de la selección paraguaya, que dirige desde hace casi dos años, ante la
argentina en la Bombonera cumplirá 51 años.
Manuel Eduardo
Berizzo Magnolo nació un 13 de noviembre de 1969 en Cruz Alta, en la provincia
de Córdoba y aunque heredó el sobrenombre de “Toto”, en realidad, su apodo
recién se consolidó tiempo después de que su padre, verborrágico y
gesticulador, dueño de una fábrica de pastas, se matara en un accidente
automovilístico en una autopista al regresar de verlo jugar en River en un
partido de Copa Libertadores en marzo de 2000 ante la Universidad de Chile.
Hasta ese momento, era “Totito”.
Aquello de
“Toto”, de cuando era niño y alternaba libros y pelotas de fútbol en su pueblo
junto con su amigo Darío Franco, luego también compañero en Newell’s Old Boys
de Rosario, con cuyo patio lindaba el suyo, tiene su origen en su abuela
paterna, “Toti”, del que heredó su padre lo de “Toto”, en un contexto de gran
contención familiar con su madre profesora de literatura, y sus tres hermanas
(Laura, psicóloga; Carolina, profesora y comunicadora social; y Nora, que vive
actualmente en Rosario, abogada).
“Soy el hijo de
una profesora de literatura y de un enamorado del fútbol y mi vida transcurría
entre libros y pelotas, y la inquietud por saber no era algo impuesto. Para mí el
fútbol ha sido un gran vehículo de crecimiento. Y lo sigue siendo”, le dijo
meses atrás al canal de Youtube “Cómo te
va”, que conduce Marcelo Benedetto (https://www.youtube.com/watch?v=CMLOFMfnDUI&ab_channel=MarceloBenedetto).
Berizzo es un
convencido de la importancia de una buena educación. “Ningún futbolista del
mundo pudo llegar a ser quien es sin el apoyo de sus padres porque estás
constantemente dudando de lo que te pasa, porque yo no agarré la autopista de
la Primera División sino que tuve que tomar por la colectora, la del camino de
tierra y el apoyo de mis padres fue fundamental porque la vanidad te hace
sobrevalorarte”, sostiene, y pone un ejemplo claro de su carrera: “Yo llegué a
enojarme e irme de un banco de suplentes porque el DT prefirió colocar a un
central de lateral en vez de ponerme a mí y si hoy un jugador me hace eso, casi
que agarro una metralleta, pero era capaz de reconocerlo y disculparme veinte
veces seguidas después”.
Es el día de hoy
que regresa siempre que puede a Cruz Alta y visita a cada uno de sus amigos y
comparte los tradicionales asados de los lunes con la peña de Newbery-Everton
(antes, el Newberton, el club en el que jugaba cuando Marcelo Bielsa lo
descubrió en un torneo infantil de Casilda, otra vez junto a Franco, y se los
llevó a las divisiones inferiores de Newell’s luego de dialogar con su DT,
Edgardo Sbrissa.
“Marcelo Bielsa
me enseñó que nada está aprendido en la vida, que todo está por descubrir. Para
mí fue un guía, la persona que me educó a la hora de empezar a dirigir un
equipo”, sostuvo en alguna ocasión y de hecho, el actual entrenador del Leeds
United fue fundamental en su carrera y quien también aceptó que continuara estudiando
abogacía en las concentraciones quedándose hasta muy tarde en la noche, al
punto que más de una vez fue reemplazado en los partidos por cansancio.
Luis Bonini, ya
fallecido e histórico preparador físico primero de Carlos Griguol y luego de
Bielsa, contaba que Berizzo “era un jugador que se destacaba mucho más por la
lectura del juego. Sus apreciaciones tácticas y físicas, que eran buenas”.
“Quise ser futbolista para salir en la tapa de “El Gráfico” pero después eso se
va agrandando y pensé en un desarrollo personal de aprender idiomas, vivir en
diferentes ciudades a partir de que cumplí los años”, admitió.
Esa idea de
“jugador pensante” le fue haciendo ganar un lugar en el equipo principal de
Newell’s en una época dorada del club, cuando ganó los torneos de 1990-91 y el
Clausura 1992 y perdió apenas por penales en Brasil la final de la Copa
Libertadores de 1992 ante el San Pablo, con una defensa que se recitaba de
memoria: Saldaña, Gamboa, Pochettino y Berizzo.
Si bien debutó
en otro Newell’s que fue protagonista y que llegó a la final de la Copa
Libertadores de 1988 ante Nacional de Montevideo, por esos tiempos el titular
era Roberto Sensini, luego transferido al fútbol italiano. Berizzo fue
fundamental en aquella final que los rosarinos le ganaron a Boca en el torneo
anual 1990-91 que enfrentaba a dos finales ida y vuelta a los ganadores del
Clausura y Apertura, cuando en el Gigante de Arroyito marcó un gol de cabeza
que le dio la victoria a los suyos, y tras ser derrotados por el mismo 1-0 en
la Bombonera, fueron campeones en los penales. Ya por ese tiempo, Bielsa
sostenía que el defensor de Cruz Alta estaba “por encima de la media” por su
forma de razonar.
Fernando Gamboa,
uno de sus compañeros de aquella defensa, reconoció que “no es casualidad” que
muchos jugadores de ese equipo hoy sean directores técnicos “porque tenemos la
marca de Bielsa, la pasión con la que
nos transmitió el oficio”.
En ese equipo,
Berizzo formaba parte de un mini grupo que era conocido como “Los Tres
Chiflados” junto con el otro lateral, Julio César Saldaña (“Larry”) y el
volante Alfredo Jesús Berti (“Curly”). Él era “Moe”. Dos de ellos fueron a
jugar a Boca y el “Toto”, más adelante, pasó por River.
“Soy uno de los
más serios del grupo y somos parecidos. No nos gusta el ruido. En la cancha
actío simplemente como un jugador obediente, aunque eso pueda sonar a
picaíedras. Afuera, aprovecho para escuchar música o para leer a escritores
como Gabriel García Márquez y para coleccionar frases en un cuaderno. Newell’s es un equipo trabajador y humilde, sin otras
virtudes que su entrega y esfuerzo”, declaraba en una entrevista que la revista
“El Gráfico” le hizo a los tres.
Por ese tiempo,
siendo muy joven, marcó el que considera que fue el mejor gol de su vida, en un
empate de 1991 en el Monumental ante River, cuando sacó un zurdazo de 35 metros
que se coló por arriba al lado del palo de Ángel Comizzo. “Acostumbraba a
patear así pero no pensé en poner la pelota allí”, se sinceró el lateral tras
el partido, al borde del campo de juego.
Su
identificación con Newell’s llega a tal punto que cuenta que es el día de hoy
que sigue encontrándose con sus ex compañeros de divisiones inferiores “aunque
algunos ni llegaron a Primera, pero es una de las mejores cosas que nos pasaron
en la vida. Estar allí provocaba hasta admiración en otros, porque en mi pueblo
era el chico que jugaba en Newell’s y sacaba pecho”, recordó.
Tras ese ciclo
con tantos títulos, llegó una oferta del Atlas de Guadalajara. “Me fui porque
Newell’s necesitaba una renovación y yo también quería cambiar de aire y
aparte, un tiempo antes no se habían concretado las ofertas del Sporting Gijón
y Udinese. En México no viví tres años buenos sino excelentes. Es el día de hoy
que vuelvo a Guadalajara a visitar amigos. Y si no hubiera sido River el que me
llamó en 1996, habría seguido por mucho tiempo más y justo estaba por renovar
mi contrato por cinco años”, contó a propósito de este segundo ciclo como
futbolista entre 1993 y 1996. Allí volvió a coincidir con Bielsa, quien seguía
dando lecciones de vida.
Cuando Bielsa
llamó a su ex jugador en Newell’s Ricardo Lunari, que desarrollaba su carrera
en la Universidad Católica, el club chileno pidió un millón de dólares por su
pase. “El Loco” llamó al futbolista y le dijo “sabe usted que no vale un millón
de dólares, ¿no? Lo sabe. ¿Es consciente de que no vale esa plata?” el jugador
aceptó y a los dos días estaba en el Atlas pero el mensaje era muy claro y fue
casi el mismo que recibió Berizzo cuando emigró al mismo equipo. “Usted sabe
que le tengo que exigir el doble que a los mexicanos, ¿no? Porque a usted lo
pedí yo, viene de mi mano y si usted no da el máximo el que queda mal soy yo,
¿entendido?”.
“En el Atlas
–recuerda otro ex Newell’s, el “Pájaro” Cristian Domizzi- a Brizzo y a mí
Bielsa nos daba un casette y nos pedía que analizáramos partidos del Milan. Al
“Toto” le decía que mirara cómo achicaban los de atrás y a mí, cómo atacaba,
quién iba al primer palo, por dónde atacaba cierto jugador y nosotros le
pasábamos el informe escrito, con el dibujo de la canchita y todo, y él ya lo
tenía hecho”.
Cuando llegó al
Atlas, Berizzo venía de una operación de rodilla. “Estaba en rehabilitación y
cuando entré, los demás estaban tres veces más rápidos que yo. Cuando íbamos a
México DF, Puebla y Toluca, entre la altura, el calor y mi estado físico, me
sentía fatal. Sufrí mucho para adaptarme a ese ritmo, tuve que redoblar
esfuerzos. Superada esa etapa, en los dos años siguientes me transformé en el
capitán del equipo y en alguien muy valorado”.
Un momento
complicado fue cuando le tuvo que comunicar la oferta de River en 1996. “Lo que
menos quería el Atlas era venderme, pero hablé con el presidente, Francisco
Ibarra, para explicarle la importancia de quien me buscaba y no sólo entendió
sino que pensó más en mí que en el equipo y aceptaron venderme como un
agradecimiento por cómo me había comportado y en la conferencia de prensa de la
despedida, Ibarra sacó una camiseta con mi número. El 2, y dijo que mientras él
fuera presidente, ese número no se usaría más. Fue muy emocionante. Jugué en el
Atlas tres años, no fuimos campeones y se confirma que no necesariamente hay
que ganar un título para que te recuerden”, afirmó.
En River vivió
una etapa fructífera como Ramón Díaz como entrenador y ganó el tricampeonato
consecutivo (Apertura 96 y Clausura y Apertura 97 y la Supercopa Sudamericana
97) con jugadores como Ariel Ortega, Hernán Crespo, Enzo Francéscoli, Marcelo
Salas, Marcelo Gallardo y Juan pablo Sorín, haciendo dupla central con el
paraguayo Celso Ayala, hasta que en 1999 fue transferido al Olympique de
Marsella, en el que coincidió con sus compatriotas Daniel Montenegro y Pablo
Calandria.
En ese equipo,
dirigido por Rolland Courbis, jugaban William Gallas, Fabrizio Ravanelli, Robert Pires, el catalán
Iván de la Peña y el reciente campeón mundial Cristophe Dugarry, y fue
contratado para reemplazar como marcador central nada menos que a Laurent
Blanc, una de las figuras de la selección francesa campeona del mundo en 1998
pero fue todo muy extraño porque a los seis meses, luego de pagar mucho dinero
por su pase, el OM lo dejó libre y entonces cerró un regreso a River con el
pase en su poder en condición de préstamo en 2000, aunque alcanzó a jugar
algunos partidos de la Champions League 1999/2000. Lo cierto es que fue
separado de la titularidad tras una goleada de 5-1 sufrida ante el Saint
Etienne, cuando ya Bernard Cassoni había reemplazado a Courbis. “Perdí el
puesto por razones personales –dijo después-. Le expliqué algunas cosas al
entrenador y no volví a jugar más. Pero que quede claro que no tuvo nada que
ver con el nivel de juego ni con mi posición en la cancha. Nunca voy a divulgar
nuestra charla aunque sería muy conveniente para mí si contara lo que
hablamos”, develó.
Con River fue
campeón en el Clausura 2000 pero al terminar el torneo, se volvió a ir a
Europa, esta vez al Celta de Vigo, donde fue compañero de Gustavo López (ex
Independiente) y el arquero Pablo Cavallero. En esa etapa brilló y llegó a la
final de la Copa del Rey ante el Zaragoza aunque lo más recordado fueron sus
dos goles en la semifinal ante el Barcelona. "Tengo unos recuerdos muy buenos de aquella semifinal, no sólo por
marcar, que era algo inédito”, rememoró. Fue el día de la despedida como
jugador del Barcelona de Josep Guardiola, llevado en andas en un Camp Nou
triste y vacío un 21 de junio de 2001, mientras
los jugadores del club gallego celebraban el pase a la final.
En el Celta
estuvo cinco temporadas y logró el ascenso a Primera de 2005 tras haber
descendido en la temporada anterior. Luego jugó una última temporada en el
Cádiz, en 2005/06, hasta que se retiró. Sin embargo, tras Bielsa, al DT que más
destaca en su carrera es al uruguayo Víctor Espárrago, en el último año de su
carrera. “Me pareció una persona directa, sincera, valiente”.
En la selección
argentina, tuvo su debut el 9 de octubre de 1996 ante Venezuela por la clasificación al
Mundial 1998 y fue convocado para las Copas América de 1997 y 1999. En
total, jugó 13 partidos y también
participó del Preolímpico de 1992 en Paraguay, que dirigía Alfio Basile
integrando “La banda del Gol y el Toque”
que generó grandes expectativas y en la que estuvo acompañado de Gamboa
y Pochettino, también de Newell’s, pero que no consiguió el boleto para
Barcelona. En 510 partidos como jugador,
marcó 32 goles en 17 temporadas.
Como no podía
ser de otra manera, su carrera de entrenador comenzó como ayudante de campo de
Bielsa en la selección chilena entre 2007 y 2010. “Como Berizzo tiene una
capacidad de aprendizaje muy buena, se convirtió prácticamente en la mano
derecha de Marcelo dese el punto de vista técnico-táctico. Tenía una gran
capacidad de corrección, tanto de los ejercicios de entrenamiento como del
trabajo individual para mejorar la técnica de los jugadores”, relataba Bonini, el
preparador físico, aunque Berizzo reconoce que a Bielsa “lo conocía por haber
sido futbolista a sus órdenes pero no conocía sus ideas por dentro, el
laboratorio de sus ideas. Fui un afortunado”.
En 2011 le llegó
la oportunidad de comenzar su carrera como DT en Estudiantes de La Plata pero por los malos resultados, sólo duró tres
meses, de febrero a mayo (le tocó sustituir nada menos que a Alejandro Sabella,
con el que había sido campeón de América).
Ese mismo año
pero en noviembre lo designaron en el O’Higgins chileno aunque tuvo algunos
problemas con su título de DT porque según el Instituto Nacional del Fútbol,
tiene que estar convalidado por alguna asociación afiliada a la FIFA para
extranjeros y entonces obtuvo un permiso provisorio por parte de la ANFP hasta
abril de 2012. Terminó segundo en el Apertura con el club de Rancagua y se
clasificó a la Copa Sudamericana 2012. Fue la mejor campaña del club en toda su
historia hasta ese momento, pese a caer en la final ante la Universidad de
Chile. Ganó 2-1 en la ida y perdió 2-1 en la vuelta. Pero cayó en los penales.
Después, no le
fue bien en la Sudamericana ni en el Clausura aunque llegó a los cuartos de
final en la Copa Chile 2012/13 en la que dejó afuera en octavos nada menos que
a Colo Colo dando vuelta la serie, luego de caer 3-1 en Santiago para ganar 5-1
en la revancha, pero luego en cuartos fue eliminado por el Cobreloa. En 2013
obtuvo el primer campeonato de la historia para el O’Higgins (el Apertura 2013)
en una final en cancha neutral (el Estadio Nacional) al vencer 1-0 a la Universidad
Católica. Se retiró ganando la Copa Chile 2014, en un ciclo espectacular y con
dos argentinos como figuras, Tomás Costa y su ex compañero Calandria.
Con ese
antecedente y habiendo sido jugador en el pasado, fue contratado por el Celta
para reemplazar a Luis Enrique, que había partido para el Barcelona, en la
temporada 2014/15 y en la presentación se auto definió como “responsable,
preocupado y apasionado” y una de sus primeras medidas fue pedir el fichaje del
tucumano Pablo Hernández, su jugador clave en el O’Higgins.
En esta etapa
tuvo gran éxito y agregó lo que él mismo denominó “marcaje individual en zona”,
una seña de identidad del bielsismo, que fue agregarle a lo que ya había
sembrado Luis Enrique en los años anteriores, más herramientas para interpretar
la presión alta y una respuesta rápida al recuperar la pelota.
Ese equipo
estuvo en puestos europeos en gran parte de la Liga española para terminar
octavo y a 4 puntos de la clasificación para la Europa League. Pero también fue
protagonista de un hecho histórico, el triunfo por 0-1 en el Camp Nou después
de más de 70 años de no conseguirlo, con Nolito, Orellana y Joaquín Larrivey
–autor del gol- en el ataque y Sergio en el arco, como figuras, y también
ayudado por la suerte de un par de remates en los palos. En 2015/16, terminó
sexto en la Liga y esta vez sí se clasificó para la Europa League y volvió a
ganarle al Barcelona pero 4-1 en Balaídos y llegó a semifinales de la Copa del
Rey, donde fue eliminado por el Sevilla aunque antes había eliminado al
Atlético Madrid de Diego Simeone, y como visitante.
Ya en 2016/17
llegó a semifinales de la Europa League donde cayó por un global de 2-1 ante el
Manchester United de José Mourinho, futuro campeón, y a semifinales de Copa del
Rey luego de ganarle 2-1 al Real Madrid en el Bernabeu. Con
los argentinos Gustavo Cabral y
Facundo Roncaglia, y un joven delantero Iago Aspas, quitándoles a los blancos
la posibilidad del Triplete.
Sin embargo, no
todas fueron buenas y luego de ganarle 1-0 al Barcelona en el Camp Nou
estuvieron diez fechas sin ganar y Berizzo había quedado al borde del despido,
con ocho derrotas y dos empates. En aquel tiempo llegaron a tildarlo de arcaico
por las persecuciones que promovía en el campo de juego pero dos años más tarde
nadie osó discutirle que prescindiera del delantero chileno Orellana, una de
las figuras del plantel y su sistema táctico comenzaba a marcar tendencia.
“Si hay algo que
debo agradecer a mis futbolistas es que me han hecho creer que podemos ganarle
a cualquiera”, dijo Berizzo tras imponerse al Real Madrid en el Santiago
Bernabeu. Tras tres exitosas temporadas,
dejó el club a mediados de 2017.
“Nosotros en
América estamos acostumbrados al concepto de ‘grupo humano’ pero en Europa es
difícil congeniar un argentino con un serbio. Casi que no hablan el mismo
idioma y es difícil, esa relación, entonces todo se orienta a lo profesional, a
hacer el entrenamiento como0 se debe y ejecutar el plan de partido, pero en mi
experiencia, cuando mejor me fue es cuando el espíritu de todos confluyó en un
espíritu único, con energía positiva al extremo”, describió sobre las
diferencias entre manejar un plantel en el continente americano y en Europa.
Berizzo ganaba
apelando a la humildad, a la ambición, a la rebeldía, a no tener miedo, a no
rendirse, combatiendo con motivación titulares como el de “emparejamientos
asequibles para los tres grandes” a poco de conocerse los sorteos de Copas en
España. En aquel junio de 2017, cuando dejó el Celta, figuraba en el puesto 32
entre los mejores 50 DT del mundo según la revista inglesa “Four Four Two”, por
delante del español Rafa Benítez o del alemán Thomas Tuchel.
Para la
temporada 2017/18 fue contratado por el Sevilla, con el desafío de jugar la
Champions League, pero a los pocos meses, el 22 de noviembre, se le descubrió
un cáncer de próstata que conmovió al ambiente del fútbol luego de que esperara
para reunir a todos sus futbolistas y contárselo justo en las horas previas al
partido ante el Liverpool de Jürgen Klopp en la concentración. Recibió todo el
apoyo del plantel pero ese bajón se sintió enseguida y el equipo terminó el
primer tiempo 3-0 abajo. Muchos hinchas increpaban al entrenador sin conocer lo
que ocurría y pese a que él decidió ir al banco igual. Pero tras apelar a una
motivación especial en elo vestuario, el Sevilla consiguió una histórica
remontada 3-3 con gol de Pizarro en el último minuto, y todos, incluso el
cuerpo técnico, se fundieron en un abrazo especial dentro del campo de juego,
que muchos todavía no entendían.
“Mister, le
sobran los huevos para superar todo esto. Te has ganado nuestro respeto y
nuestro cariño y queremos decirte que cuentas con tu equipo y miles de personas
que te acompañarán y te ayudarán en este proceso”, escribieron sus jugadores en
una carta pública.
Berizzo se
ausentó por cuatro partidos y fue reemplazado por su ayudante Ernesto Marcucci
y su cuerpo técnico, con Pablo Fernández, el ex arquero Roberto Bonano, el
preparador físico Carlos Kisluk y el ex defensor Mariano Uglessich, redobló esfuerzos hasta su
regreso. En ese interín hubo otra remontada espectacular ante el Viullarreal de
0-2 a 3-2 y ya recuperado, tras la operación, regresó ante el levante el 15 de
diciembre.
Para la
temporada 2018/19 fue fichado por el Athletic de Bilbao con un contrato corto,
condicionado por las elecciones en el club. pero estuvo 13 partidos sin ganar y
en puestos de descenso y fue despedido. La prensa llegó a llamarlo como
“Bielsismo 2.0” Se había ido despedido con el Sevilla quinto en la Liga y
clasificado para octavos de final de la Champions pero relevado por Vincenzo
Montella –luego también destituido- pese a todo lo que había padecido en lo
personal y sin una mala campaña que lo justificara.
El 18 de febrero
de 2019 fue confirmado como DT de la selección paraguaya en reemplazo del
colombiano Juan Carlos Osorio, y con contrato hasta el Mundial de Qatar 2022.
“Paraguay perdió de ir a 2 Mundiales y eso se palpa”, dijo al tomar posesión
del cargo.
Su primer gran
desafío fue la Copa América de Brasil, en la que compartió grupo con Argentina,
Colombia y Qatar. Empataron 2-2 con Qatar, 1-1 con Argentina pero terminaron
cayendo 1-0 ante Colombia y como 3ro, tuvo que enfrentar en cuartos a Brasil,
resistió hasta los penales, tras el 0-0 y allí recién fue eliminado.
“Encontré un
grupo de jugadores muy comprometidos, dispuestos a escuchar la manera de jugar,
con mis ideas futbolísticas, para llevarla a cabo y puedo decir que en el año
hemos encontrado certezas, pasos pequeños y seguros, y en un año, de febrero a
febrero, yo siento una cercanía personal y futbolística con los jugadores que
me hace ilusionar con lo que viene porque empezamos a jugar como quiero,
haciendo presión alta, con un equipo muy dinámico, haciendo mucho movimiento y
usando el balón el mayor tiempo posible” a Tigo Sports.
La selección
albirroja jugó mistosos con Serbia, Bulgaria, Eslovaquia y Arabia Saudita, y
antes, a Japón y Jordania. “Cuando uno llega a un sitio diferente, la primera
reacción es el rechazo porque el ser humano le teme al cambio y por eso creo
que todo comienza por un proceso psicológico, de convencimiento, y luego con
los argumentos técnicos y tácticos para que la idea sea aceptada: jugadores que
jueguen en su posición, que no hagan una cosa anti natural, que defiendan en
lugares cercanos a donde atacan, encontrar un dibujo en el que todo el mundo se
sienta cómodo y en ese aspecto yo he ido aprendiendo también de mis jugadores
sobre todo del funcionamiento del quién con quién en el mediocampo, que es una
zona neurálgica que hace que el equipo juegue bien o mal y encontramos una
fisonomía que permite sobre todo que Miguel Almirón juegue más libre, más cerca
del arco rival y correr hacia adelante, no alejarlo de las posiciones
ofensivas. Tal vez la no participación en los Mundiales tienen consecuencias
como el escepticismo y el pesimismo, pero también necesitamos redoblar la
confianza y ponernos en positivo porque cuando uno genera una energía positiva
en su cabeza y su cuerpo, todo lo que le viene, le viene bien y tal vez debemos
enfrentar lo que viene como una posibilidad, no como una carga”, aclaró.
“Creo que el
plantel se adaptó más a mí en vez de yo a ellos. Es una generación nueva que
juega afuera pero que demoró su ingreso a la Selección y la confianza y la
autoestima no es fácil de reconstruir con una palmada en la espalda. Hay que
dar pasos seguros, una manera de jugar, un plan de partidos en el que se
sientan seguros, generar un ambiente positivo alrededor de ellos. Hay que
hacerse mayor futbolísticamente para enfrentar lo que viene con carácter, como
hicieron generaciones anteriores en la selección paraguaya”, sostuvo, y en
abril de 2020 acordó una rebaja de su sueldo a causa del coronavirus desde
abril a junio al 50%
Como DT, alcanzó
una eficacia del 52,14% y sobre su fútbol, apunta que “me gusta ser
protagonista, llevar el control. No me gusta ser dominado. Lo entiendo a partir
de tener la pelota todo el tiempo posible. Cuando no lo tengo, quiero robárselo
al adversario para volver a tenerlo. No quiero ser un DT que exija a los
jugadores que le sigan sin creer en esa idea”.
Bonini destacaba
siempre algo de Berizzo, admirador de Eduardo Saccheri, quien lo emociona con
sus cuentos de fútbol (y a quien llegó a manifestarle sus sentimientos), que lo
distingue de Bielsa: “Sigue sus ideas, pero no se vuelve loco”.
Berizzo destaca
a Jordan Henderson, el capitán del Liverpool “porque conduce a su equipo todo
el tiempo y es indestructible, tiene una gran capacidad de sobreponerse” y de
sus ex compañeros, cita a Hernán Díaz “a quien tenían que separarme en los
entretiempos porque tenía tanta pasión que me relataba los partidos mientras
los jugábamos”.
De novio con la
hija del dos veces presidente de la ANFP chilena Ricardo Abumohor y titular de
O’Higgins, fue protagonista de las revistas chilenas del corazón porque su
pareja era la esposa de un conocido periodista local, Mario Mauriziano, Berizzo
tiene tres hijos, María (arquitecta), Inés y Mateo.
Hoy se juega
mucho de su tranquilidad futura con la selección paraguaya en la Bombonera, que
lo vio campeón hace casi treinta años.
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