Andriy Shevchenko
es mucho más que un ex futbolista exitoso que ganó un Balón de Oro, muchos
títulos en su carrera -especialmente en el Dínamo de Kiev y en el Milan- y en
muchas oportunidades, el máximo goleador de los torneos europeos más
importantes, hasta convertirse en una celebridad en su país, Ucrania, en el que
dirige a la selección de fútbol que intentará eliminar a una de las candidatas
a ganar la Eurocopa, la inglesa.
Shevchenko es
también un gran golfista, al punto de haber obtenido el segundo puesto en el
torneo nacional de su país, fue candidato a ocupar una banca en el parlamento y
hasta llegó a desfilar en las pasarelas para su amigo Giorgio Armani, quien fue
el que le presentó a su esposa, la modelo estadounidense de origen
franco-polaco, Kristen Pazik.
El partido ante
Inglaterra por los cuartos de final de la Eurocopa tiene un significado
especial para él porque se le recuerda siempre que su único paso frustrado por
el fútbol ocurrió en el Chelsea de su amigo ruso Román Abramovich, que generó
el declive de su carrera, y precisamente en los juveniles de ese club participa
hoy su segundo hijo, Kristian, de 14 años.
Shevchenko no
sólo consiguió encumbrar al Dínamo de Kiev eliminando en dos Champions Leagues
seguidas al Barcelona y al Real Madrid y casi llega a la final del máximo
torneo europeo, sino que lideró como capitán a su selección en el Mundial de
Alemania 2006 –la única participación hasta hoy en este certamen-, en el que
llegó hasta los cuartos de final, cuando fue eliminado por Italia, luego
campeón.
Es el sexto
máximo anotador de la historia de las competiciones europeas (67 goles), fue
Balón de Oro en 2004 y campeón de la Champions League en 2003 con el Milan, es
el goleador histórico de la selección ucraniana con 48 en 111 partidos, y está
en la lista de los mejores cien jugadores de la historia elaborada por Pelé.
Andriy
Mykolayovych Shevchenko nació en Dvirkivshchyna, a pocos kilómetros de Kiev, la
capital ucraniana, el 29 de septiembre de 1976. Su padre, Mykola, era mecánico
del ejército soviético y su madre, Lyubova, trabajaba en una guardería.
Su infancia está
marcada por aquel 25 de abril de 1986 cuando con tan solo nueve años tuvo que
huir hacia la costa con su hermana Elena –tres años mayor que él- debido al
mayor incidente nuclear de la historia en Chernobyl, próxima a su casa, y
terminaron mudándose hacia una zona cercana a Kiev, la capital de la entonces
Ucrania que formaba parte de la Unión Sociética.
“Sabíamos que
algo estaba pasando porque mi padre estaba en el ejército, pero al principio
eran sólo rumores –recordó años más tarde-. La gente siguió yendo a trabajar y
ocupándose de sus asuntos. No hubo pánico. Durante días, la prensa y la
televisión no dijeron exactamente qué había sucedido, qué tan grave era”.
Ya desde niño le
gustaban muchos deportes como el hockey sobre hielo, el boxeo, la lucha libre y
el básquetbol “pero el fútbol terminó ganando mi corazón”, comentó, para
concluir que “elegí el fútbol y el fútbol me eligió” aunque admite que si no
pudo practicar golf “fue por el hecho de que en Ucrania no había campos para
esa actividad”.
El fútbol
terminó siendo su gran pasión y fue admirador de dos de los mejores jugadores
ucranianos de la historia, Oleg Blokhin e Igor Belanov (ambos fueron Balón de
Oro), y en especial, del neerlandés Marco Van Basten, a quien años más tarde
pudo suceder en el Milan y en la misma posición.
Mientras
disputaba un torneo juvenil fue descubierto por un cazatalentos del Dínamo
Kiev, el histórico equipo ucraniano, Alexander Shpakov, y ya desde 1990 era un
proyecto de estrella cuando su equipo sub-14 ganó la Copa “Ian Rush” en Gales y
él fue el goleador del torneo y recibió el premio y, como regalo, un par de
botines de ese tiempo en el fútbol inglés,
de manos del mismísimo ex jugador
del Liverpool.
“Curiosamente,
los botines eran demasiado chicos para mí, pero aún así traté de usarlos, hasta
que mis dedos gordos lo atravesaron”, recordó entre risas. Los guarda hasta hoy
como piezas de museo.
Sin embargo, no
todo su camino en el fútbol fue un lecho de rosas. Cuando tenía 16 años, no le
fue bien en una prueba técnica que hizo en una universidad deportiva
especializada en Kiev y eso llegó a los oídos de los encargados del fútbol
juvenil del Dínamo. “Me planteé si debía seguir en el fútbol o cambiar de
dirección, pero aunque fue difícil, nunca dejé de confiar en mí mismo y le pedí
a mis padres más tiempo para confirmar si servía o no para esto”. A las pocas
semanas, ingresó en el equipo B del club, el último paso para llegar a Primera
y la expectativa sobre él creció cuando en la temporada 1993/94 fue el máximo
goleador del torneo de su categoría con 12 tantos. No fue de extrañar entonces
que el 28 de octubre de 1994 debutara en la liga rusa ante el Shakthar Donetsk.
Si en esa
temporada marcó un solo gol en la liga y dos en la Champions League, de todos
modos sirvió para ser convocado por primera vez para la selección nacional
(cuando ésta se encontraba en sus primeros tiempos tras la disolución de la
Unión Soviética) y en 1994/95 marcó 16 goles en 31 partidos y contribuyó al
segundo título consecutivo de su equipo.
Si Shevchenko
iba en franco ascenso hasta convertirse en estrella del fútbol, se encontró en
el momento justo con un entrenador que lo marcó para toda la vida y que le
significó un salto de calidad, nada menos que Valeri Lobanovski, que en ese
momento tenía 58 años y ya era un héroe para los hinchas del Dínamo y que justo
regresaba al club a comienzos de la temporada 1997/98 tras dirigir en Emiratos
Árabes y Kuwait. Una de las causas de su regreso fue su convencimiento al ver
en acción a Shevchenko y a su compañero de ataque Sergei Rebrov en el invierno
de 1996 (volverían a ganar la liga en 1996/97).
Lovanovski
–fallecido en 2002- había sido un gran
extremo del gran equipo del Dínamo campeón de la liga soviética de 1961, siendo
el primer equipo no moscovita en conseguirlo, y desde 1974 asumió como
entrenador y ocupó el cargo durante quince años, ganando ocho veces la liga
soviética, y además fue por tres períodos el director técnico de la selección
nacional, cuando ganó el bronce olímpico en los Juegos de 1976 y fue
subcampeona de la Eurocopa de 1988.
“Es el mejor
entrenador de la historia del Dínamo y del fútbol ucraniano”, aseguró “Sheva”,
quien comentó también que “le decíamos ‘El Coronel’ porque era un hombre muy
disciplinado y muy inteligente, y no me refiero sólo a la táctica. Para tener
éxito como entrenador, se necesita más que tácticas. Él miraba constantemente
hacia adelante tratando de averiguar hacia dónde se dirigía el fútbol. Fue el
primer entrenador ucraniano en utilizar la ciencia del deporte para sacar lo
mejor de sus jugadores”.
En 1998,
Lobanovski llegó a referirse a Sevchenko cuando le pidieron que lo comparara
con otras estrellas europeas. “Los jugadores de renombre llegan muy lejos y se
vuelven complacientes. Mira a Ronaldo (Nazario). Todavía está mejorando, como
debería a su edad. Pero se queda parado cuando no está marcando goles. No lo
cambiaría nunca por Shevchenko, que en cambio hace un trabajo valioso para el
equipo”.
No parece ser
casualidad entonces que el gran despegue de Shevchenko llegara en esa primera
temporada con Lobanovski. Fue en una noche mágica en la que el Dínamo goleó al
Barcelona 4-0 con un triplete suyo. “Fue la noche en la que me descubrieron y
después de eso ya no hubo escondite”, dijo años después. En esa Champions marcó
seis goles en diez partidos (el Dínamo llegó hasta los cuartos de final) y
otros 19 en liga, en la que fueron campeones otra vez. En 1998/99 volvió a
marcar 18 goles en su liga y además, eliminaron al Real Madrid en los cuartos
de final de la Champions para caer recién ante el Bayern Munich en semifinales
en un global de 4-3 cuando desperdició una ventaja de 3-1 en la ida. De todos
modos, Shevchenko fue el goleador del torneo con 8 tantos, igualando la marca
de Dwight Yorke, del Manchester United (campeón al ganarle sobre la hora la
final al Bayern), si bien el ucraniano marcó dos más si se contabiliza la fase
clasificatoria para ingresar en los grupos.
Shevchenko
estaba pronto para dar el salto a las grandes ligas europeas después de cinco
títulos consecutivos con el Dínamo entre 1994 y 1999 y tres copas nacionales
(1996, 1998 y 1999) y el Milan apareció en su camino pagando por su pase 26
millones de euros.
Ya en su debut
ante el Lecce con la legendaria camiseta número siete convirtió su primer gol
en la Serie A y fue goleador de la temporada con 24 conquistas en 32 partidos.
“Fue como empezar mi vida desde cero”, recordó en el libro “El Oro de Sheva,
palabras y secretos de un campeón”, de Luca Serafini. Su primer entrenador,
Alberto Zaccheroni lo recuerda como “tranquilo, quizá un poco tímido y
respetuoso, sin grandes gestos hacia la tribuna porque eso no era lo suyo –al
contrario de Gennaro Gattuso- y con deseos de aprender desde el principio,
aunque no necesitaba de mucha ayuda porque parecía absorberlo todo. Su
historial habla por sí solo”. Lo ayudó que hizo rápida amistad con el otro
ucraniano del equipo, el defensor Kakhaber Kaladze (que también provenía del
Dínamo) y con la estrella del hockey sobre hielo Alexei Yashin, aunque
especialmente con el diseñador de modas Giorgio Armani.
Ya afianzado como goleador, volvió en 2003 de una lesión y ganó la Champions y la Copa Italia. En el torneo europeo, el Milan tuvo que definir en un clásico italiano ante la Juventus en Old Trafford y por penales, y el suyo fue el decisivo para darle el título a los rossoneri. Poco tiempo después de ser campeón, visitó la tumba de Lobanovski, su antiguo entrenador fallecido un año antes, para ofrendarle el trofeo, que se llevó a Kiev. “Fue mi forma de agradecerle lo que me dio. Sin duda, fue el entrenador que más me ayudó. Me enseñó la necesidad de ser paciente, me inculcó la cultura del trabajo y la importancia de respetar a tu adversario. Él sentó las bases de mi carrera”, afirmó entonces.
El título europeo le permitió jugar ante el Boca de Carlos Bianchi la final intercontinental en Japón, Ante la creencia de que para su selección sería muy difícil participar en un gran torneo, llegó a señalar que ”mi Mundial será este partido”, pero el equipo argentino terminó venciendo por pernales. De todos modos, pudo ganar el Scudetto bajo la dirección técnica de Carlo Ancelotti y la Supercopa europea al inicio de la temporada 2004/05, así como fue el máximo goleador otra vez con 24 goles en 32 partidos de liga y un triplete suyo permitió vencer a la Lazio 3-0 para obtener la Supercopa italiana siempre con el gran aporte del brasileño Kaká. Ese año fue tercero en la votación para el FIFA World Player y Balón de Oro.
En 2005 llegó nuevamente a la final de la Champions en Estambul, aunque esta vez fue derrotado por el Liverpool luego de haber estado 3-0 en el primer tiempo y por penales. Shevchenko tuvo la oportunidad de ganarlo en la prórroga pero se lo negó una maravillosa tapada del arquero Jerzy Dudek aunque para muchos, resultó una falla imperdonable para un delantero de sus kilates. Pero todavía quedaba lo peor, cuando le tocó fallar el penal decisivo que le dio el título a los “reds”, “Fue increíblemente doloroso ese momento pero aprendí a verlo de manera positiva. Estábamos jugando bien y merecíamos ganar pero Dudek me hizo una gran tapada y es parte del fútbol”, admitió.
Volvió a ser el máximo goleador de la Champions en 2005/06 con 89 goles en 12 partidos (4 de ellos al, Fenerbahce en Estambul) pero el Milan fue eliminado en semifinales por el Barcelona aunque no sin polémica porque le anularon un gol con el que los italianos habrían igualado la serie.
Tras siete temporadas en las que ganó casi todos los títulos (apenas faltó la intercontinental que le arrebató Boca), Shevchenko fue despedido con todos los honores cuando se anunció su pase al Chelsea en el verano de 2006. Se iba como segundo máximo goleador de la historia del club, detrás del sueco Gunnar Nordhal pero superando a delanteros como Van Basten, George Weah o Jean Pierre Papin.
Su pase al Chelsea no sorprendió demasiado porque los rumores estaban instalados desde hacía mucho tiempo porque el club inglés lo venía persiguiendo desde hacía tres años, cuando el dueño del club, el ruso Román Abramovich, lo conoció de casualidad en un lujoso hotel de Milán y “Sheva” venía de ganar la Champions. Congeniaron enseguida. Los dos hablaban ruso y de alguna manera, eran dos emergentes que habían podido tener éxito fuera de la Unión Soviética en el período posterior a su caída. Shevchenko ya era “Shevagol”, “El Viento del Este” o “el Ronaldo Blanco”.
Abramovich llegó a viajar especialmente a Milan con su director ejecutivo Peter Kenyon para reunirse con el vicepresidente Adriano Galliani por el pase, aunque las dos partes lo desmintieron aunque al poco tiempo se los vio al jugador y dirigente hablando muy distendidamente en el estadio de Boston donde Chelsea iba a jugar un amistoso contra Milan en el verano.
Abramovich pagó 45 millones de euros por su pase, superando el de Michael Essien, para convertirse en el fichaje más caro de la Premier League hasta que el mismo Chelsea pagó 58 millones al Liverpool por Fernando Torres.
“El Milan es un gran club pero para él dejarlo por el Chelsea es una gran demostración acerca de dónde está el Chelsea”, dijo entonces José Mourinho, el director técnico de los “blues”. Y así fue, porque su vida cambió por completo. Se alojó en un hotel de Kensington, en el oeste de Londres, junto a su esposa modelo estadounidense, y se pasaba las tardes jugando al golf en el exclusivo club Wisley, en Surrey.
Prometía ser una gran temporada y se sumó al equipo el alemán Michael Ballack y finalizó con 19 goles en 51 partidos, y en la segunda, con apenas 4 en 30 aunque en muchos estuvo ausente por una operación por una hernia, si bien no podía alcanzar el nivel del titular e ídolo del club, el marfileño Didier Drogba. Siguió teniendo una campaña intermitente ya con el israelí Avram Grant en el banco, reemplazante de Mourinho, que se alejó tras años de grandes éxitos, pero en esa temporada sólo marcó 5 goles en 17 partidos. Nunca pudo consolidarse y entonces llegó a un acuerdo para regresar al Milan. Su paso por el Chelsea no había sido positivo y lo peor es que aparecieron las primeras críticas duras en su carrera. Hasta llegaron a decir que había sido “la mascota de Abramovich”. Su reputación estaba dañada.
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Para 2008/09
regresaba al Calcio con el número 76 en la camiseta, todo un indicio de los
cambios, y allí se reencontró con Kaká y se sumó a los también brasileños
Ronaldinho y Pato, y con David Beckham pero era ya una época de decadencia del
Milan y no consiguieron clasificarse para la Champions siguiente, fueron
terceros, y en 18 partidos de liga, no alcanzó a marcar ningún gol, mientras
que fueron eliminados en la Copa de la UEFA en los dieciseisavos de final.
El club
italiano, que lo había traído a préstamo, lo devolvió entonces al Chelsea,
donde sólo jugó un partido de liga y decidió volver al Dínamo por dos años,
aunque ya con la camiseta 7 y no más con la 10 de sus orígenes, ahora en poder
de Artem Milevskiy, pero ya no era lo mismo que en sus inicios y no pudo ganar
ninguna liga, siempre segundo detrás del Shakhtar, al que sólo le pudieron
ganar una Supercopa ucraniana en 2010/11, cuando también llegaron a cuartos de
final de la Europa League y cayeron ante el Sporting Braga.
Esta temporada
fue un renacer y marcó 10 goles en Liga, 1 en Copa y 5 en la Europa League,
pero ni bien comenzó la siguiente se fracturó la mandíbula por la Europa League
ante el Litex Lovech de Bulgaria y eso le había hecho perderse gran parte de
los partidos, por lo que en 2012 anunció que se retiraría al finalizar la
Eurocopa en la que no sólo jugaría como capitán de la selección ucraniana como
local (se desarrolló tanto en Ucrania como en Polonia) sino que fue embajador
del torneo.
En la selección
ucraniana debutó el 25 de marzo de 1995
ante Croacia cuando sólo tenía 18 años. Jugó la clasificación al Mundial 2002
bajo la dirección técnica de Lobanovski y pese a marcar 10 goles, no
consiguieron el objetivo aunque sí pudo llegar al de 2006 con 6 goles en 9
partidos de esa etapa clasificatoria. Ya en el Mundial, como capitán, jugó los
cinco partidos de su equipo y marcó dos goles
(a Arabia Saudita y a Túnez), eliminaron a Suiza por penales en los
octavos de final hasta caer eliminados ante Italia.
También marcó 5
goles en la clasificación para la Eurocopa 2008 aunque no alcanzó para
conseguir el objetivo y para el Mundial 2010 terminaron segundos en el grupo,
detrás de Inglaterra pero fueron eliminados por Grecia en el repechaje final.
En la Eurocopa 2012, su última aparición, hizo un doblete en el debut ante
Suecia que significaron los primeros goles en la historia de Ucrania en esta
competición. Con 111 partidos con la camiseta de su país, marcó 48 goles y es
el segundo jugador con más partidos disputados detrás de Anatolly Timoshchuk. En
su carrera marcó 369 goles en 759 partidos sumando clubes y selección nacional.
En 2016, una vez
finalizada la Eurocopa de Francia, fue oficializado como DT de la selección
ucraniana, lo que causó sorpresa porque se dijo que no reunía la experiencia
suficiente para ese puesto aunque cuente con un nombre de peso propio. Se habló
entonces de una cercanía con el presidente de la Federación, Andriy Pavelko,
siendo el padrino de una de sus hijas.
Al asumir, llevó
consigo como ayudante a su ex compañero del Milan Mauro Tasotti, que puede
complementarse bien con él al poder dedicarse más a la parte defensiva del
equipo. Estuvieron cerca de lograr la clasificación al Mundial 2018 al llegar a
la última fecha en igualdad de puntos con Croacia (luego subcampeona en Rusia)
pero cayeron ante su rival directo 2-0, mientras que en la Liga de las Naciones
de la UEFAS consiguieron ascender del Grupo B al A y también se clasificaron a
la actual Eurocopa en la que llegaron a los cuartos de final.-
Shevchenko es
conocido por ser tremendamente exigente con su equipo al punto de manifestar
que pese a clasificarse como tercero de grupo a los octavos de final no
merecían pasar y que sus jugadores “deben despertar”.
Está casado con
la modelo estadounidense Kristen Pazik desde 2004 y tienen cuatro hijos (el
segundo, Christian, juega en las divisiones inferiores del Chelsea). Se
conocieron dos años antes en una fiesta organizada por el famoso diseñador
Giorgio Armani aunque al principio tuvieron inconvenientes de comunicación
porque “Sheva” hablaba italiano y ucraniano pero no inglés, algo que modificó
al punto de que su mujer quiere que en su casa sólo se hable este idioma. A su
mujer, de padre franco-polaco y madre ítalo-española, le gusta posar desnuda
para su trabajo como modelo y lo fue convenciendo a su esposo para que la
acompañe, al punto de que “Sheva” es personal de la compañía de Armani y ya abrió
dos tiendas en Kiev.
Cuando
Shevchenko pasó del Milan al Chelsea, se acusó a su esposa de alejarlo del club
italiano debido a la amistad que ella hizo con Irina, la ex esposa de Román
Abramovich, sumado a su deseo de criar a sus hijos en la cultura británica, y
hasta en el club rossonero, algunos hinchas llegaron a acusarlo de “traidor” en
los estadios.
Su partida a la
Premier League, además, coincidió con un especial momento de caída de la Serie
A, con las consecuencias del escándalo de arreglo de partidos, lo que ocasionó
también otras partidas de jugadores como Fabio Cannavaro o Lilian Thuram. Fue
entonces que los medios italianos fueron muy críticos con él ni bien pasó a las
filas del Chelsea. Por ejemplo, “La Gazzetta dello Sport” publicaba el ajetreado
calendario social de los Shevchenko por Londres, como excursiones de compras,
conciertos como el de Madonna o la asistencia al teatro para el musical
“Chicago” o cenas en restaurantes elegantes. “Qué rápido que nos olvidó”, se
lamentó el medio, para relatar su vida de glamour.
Sevchenko se
casó en julio de 2004 en un campo de golf de Washington DC, lo que muestra el
amor que tiene por este deporte en el que participa en torneos profesionales y
es uno de los referentes no sólo en Ucrania sino en toda Europa del Este,
ganando varios títulos desde 2015 y llegó a ser subcampeón en un torneo
nacional. Tiene un campo en su casa de Wenworth y a menudo se lo ve jugando con
viejos amigos de sus tiempos en el Chelsea, como Gianfranco Zola o John Terry.
Su personalidad
es tan conocida que también incursionó en la política, aunque le trajo muchos
disgustos. 2012 fue candidato a entrar al parlamento pero no lo consiguió
porque sacó sólo el 1,6% de los votos. Partido “Ucrania Forward” (“Adelante
Ucrania”). A finales de 2004 quedó atrapado en las elecciones presidenciales
del país en las que el pro-ruso Vìktor Yankulovich enfrentó al reformista y
pro-occidental Vìctor Yushchenko. Hubo acusaciones de corrupción y hasta se
dijo que Yushchenko había sido envenenado. En esa campaña, Shevchenko apareció
en la televisión nacional para leer una declaración que respaldaba a
Yankulovich, que terminó consiguiendo apoyos en el sector oriental del país,
donde el ex futbolista había sido evacuado en los episodios de Chernobyl.
Cuando el Shakhtar Donetsk jugò en San Siro contra el Milan por la Champions,
en ese tiempo, sus hinchas desplegaron una pancarta que decía “Tu elección hizo
llorar a la nación”.
“Es una mierda,
un montón de tonterías. La política es un mundo de mierda. Quiero mantenerme
bien alejado de él y de los diarios y los canales de TV que defienden a un
candidato o a otro. Soy un deportista y represento a mi país y cuando me llaman
para jugar, juego pero lo hago porque quiero y no porque me obliguen asì como
me retiraré cuando yo quiera”, llegó a pronunciarse.
En 2004 fue
nombrado “Héroe de Ucrania” otorgado por el entonces presidente Leonid Kuchma
(la distinción más alta del país) y desde 2005 es embajador de “Aldeas
Infantiles SOS”. También con su hermana Elena tiene una fundación para los
niños enfermos que sufren los efectos de las radiaciones de Chernobyl.
“Siempre lo
recuerdo. Nos llevaron a todos al mar para ir a acampar y finalmente, después
de dos o tres meses, mis padres vinieron a recogernos. Sólo ahora, años después,
con todas las enfermedades genéticas que han comenzado a surgir, hemos
comenzado a comprender la magnitud del desastre. Y la gente no sólo se enfermó
sino que también perdieron sus hogares y sus posesiones. Algo había que hacer”,
afirmó.
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