Cuando Tité
asumió como director técnico de la selección brasileña el 21 de junio de 2016,
el “Scratch” venía de quedar eliminado
en la fase de grupos de la Copa América Extra de los Estados Unidos y se
encontraba sexta en el grupo clasificatorio sudamericano para el Mundial de
Rusia. Nueve meses más tarde, en marzo de 2017, fue el primer equipo en el
mundo en conseguir el boleto para Rusia luego de los locales ganando los ocho
partidos que quedaban, además de los seis disputados hasta ahora para Qatar
2022 y desde que Bélgica lo eliminó en cuartos de final del Mundial, lleva
invicto hasta hoy en partidos oficiales.
Es que Tite sostiene
que se preparó por muchos años para ser director técnico de la selección
brasileña con experiencia suficiente por haber recorrido todo Brasil para
entrenar distintos equipos, leyó infinidad de libros, presenció entrenamientos
de los equipos más importantes y consultó con los directores técnicos más
famosos, en especial con su admirado Carlos Bianchi, y por eso llegó a
manifestar públicamente su frustración cuando años antes de su designación, la
Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) contrató a otros colegas y no lo tuvo
en cuenta cuando era señalado como el principal candidato por todo el ambiente
del fútbol. Hoy es el símbolo del cambio en el fútbol brasileño que logró revertir
el desastre del 7-1 ante Alemania en su Mundial de 2014 y ya pudo ganar la Copa
América 2019, también como local y en el Maracaná, escenario de la nueva final
con Argentina.
Tite es el
entrenador más laureado de la historia y el segundo con más partidos dirigidos
en el Corinthians de San Pablo, uno de los clubes más populares de Brasil con
el que fue campeón por primera vez de la Copa Libertadores en 2012, venciendo
al Boca de Julio César Falcioni, y es el último equipo sudamericano en ganar,
ese año, el Mundial de Clubes al Chelsea de Rafa Benítez, en Japón.
Tite se llama,
en verdad, Adenor Leonardo Bachi y nació el 25 de junio de 1961 en Caxias, en
territorio gaúcho, se crió en una casa en la que se respiraba fútbol a partir
de su padre y fue cuando jugaba como volante defensivo en el Sao Braz de Río
Grande do Sul, en el torneo regional, que comenzaron a llamarlo “Ade” hasta que
el ahora entrenador Luiz Felipe Scolari –compañero suyo como jugador- lo convenció para que cambiara de apodo y le
sugirió que utilizara el de su amigo y también mediocampista del Caxias,
Altemir Craver, “Tite”. “Ade no es un sobrenombre para triunfar en el fútbol”,
le aconsejó “Felipao”, también gaúcho como él. “Cuando decían “Tite” ya no
sabía si se referían a mí o al original”, bromeó.
En el Caxias
debutó en 1978 y en 1984 fue transferido al Esportivo de Benito Gonꞔalves,
donde jugó hasta 1985 para pasar al Portuguesa de San Pablo y en 1986 al Guaraní
de Campinas en uno de los mejores
momentos del club, con el que fue subcampeón brasileño en 1986 y 1987 y
finalista del torneo paulista de 1988 hasta que una lesión en el ligamento de
su rodilla le ocasionó pérdida de movilidad (hasta el día de hoy) y tuvo que
abandonar la carrera prematuramente, a los 28 años.
Inmediatamente
después se dedicó a la dirección técnica. En 1990 asumió en Gremio Atlético
Guarany, y recorrió el interior brasileño entrenando a distintos equipos como
Veranópolis, Ypiranga, Juventude hasta llegar al Caxias, donde comenzó como
futbolista, en 1999 y fue allí donde dio el primer golpe al ganar el torneo
gaúcho en 2000 y eso le valió ser contratado en 2001 por el Gremio de Porto
Alegre, donde ganó tanto el título regional como la Copa do Brasil en ese mismo
año y permaneció allí hasta 2003 para seguir en Sao Caetano y Corinthians,
donde pudo dirigir a Carlos Tévez y a Javier Mascherano y al irse fue
reemplazado por Daniel Passarella, que ya era asesor del club.
“No se puede
admitir la velocidad con la que acompañó las jugadas. En el fútbol de altísimo
nivel, con esa intensidad, las mujeres no pueden dirigir”, dijo cuando su
equipo perdió el clásico paulista ante San Pablo 1-0, ya en medio de la crisis
que generó su salida, en referencia a la árbitra Silvia Regina De Oliveira, pero
la jueza, que en ese entonces contaba con 40 años, realizaba los ejercicios de
fuerza en el mismo tiempo que los varones y podía saltar hasta dos metros.
Luego dirigió al Atlético Mineiro en 2005 y en 2006, al Palmeiras, de donde se
fue después de una reunión con el director de fútbol, Salvador Palaia, quien o
mandó a “callarse la boca y no quejarse más de los árbitros” y él dijo entonces
que no había condiciones para permanecer en el club.
Por fin en 2007
tuvo la posibilidad de ir a dirigir al exterior cuando fue convocado por el Al
Ain de Emiratos Árabes Unidos, pero duró muy poco, apenas seis partidos, con
tres victorias y tres derrotas, y le rescindieron el contrato. “Estábamos
haciendo un trabajo de calidad y el equipo estaba muy bien, mejorando en cada
partido –explicó Tite- pero consideraron un cambio en la conducción porque no
acepté su sugerencia para que jugara un futbolista de la selección al que había
sacado”. Fue reemplazado por Winfried Schaefer, director técnico de Camerún en
el Mundial 2002.
Volvió a Brasil
para dirigir al inter de Porto Alegre entre 2008 y 2009, con el que ganó el
torneo Gaúcho, la Copa Sudamericana y la Suruga Bank, y otra vez se fue a los
Emiratos Árabes para dirigir al Al Wahda reemplazando a Laszlo Boloni, del que
el club decía que no tenía buena relación con los jugadores.
En ese mismo
2010 recibió una oferta para regresar al Corinthians. El club estaba en horas
bajas y sin embargo, terminó coronando un ciclo espectacular, ganando el
brasileirao de 2011, la Copa Libertadores 2012 y de manera invicta, algo que no
ocurría con ningún equipo desde el Boca de Juan Carlos Lorenzo en 1978 y con un
estilo que muchos comparaban con otro Boca, el de Carlos Bianchi. Se decía
entonces que el estilo del “Timao” no era el tradicional brasileño, más
preciosista, sino utilitario, con un firme defensor como Leandro Castán
(transferido a la Roma), Danilo, Alex y en especial, Emerson –estrafalario a
quien logró mantener en caja-, la figura, más la solidez del medio con Ralf y
Paulinho.
Tras el título
de América llegó la chance de competir por el Mundial de Clubes en Japón y se
quedó con el título al vencer al Chelsea de Rafa Benítez 1-0 con gol del
peruano Paolo Guerrero (reemplazado a tres minutos del final por el “Burrito”
Juan Manuel Marrtínez), en la última conquista sudamericana de ese torneo hasta
hoy, y al año siguiente, en 2013, también ganó el torneo Paulista y la Recopa
Sudamericana.
Cuando acabó el
año y ya pensaba renovar el contrato al menos por un año más, se sorprendió
cuando el club le comunicó que el nuevo entrenador iba a ser Mano Menezes, y se
fue muy enojado y lo mismo ocurrió con los jugadores, que le tenían aprecio
(siempre fue un buen gestor de grupos) y reclamaron que se quedara, aunque sin
éxito. La decisión no había sido nada fácil para el Corinthians, que había
apostado por él incluso cuando en 2011 había quedado eliminado por la Copa Libertadores
en la primera fase al caer ante el Tolima, aunque luego llegaron los títulos.
Al poco tiempo,
para 2015, y tras tomarse un año sabático al no concretarse su trabajo en el
Shandong Luneng chino (donde jugaba el delantero Wagner Love), volvió a ser convocado
por el Corinthians y volvió a ganar el Brasileirao, para transformarse de esta
forma en el entrenador con más títulos de la historia del Corinthians y el
segundo con más partidos dirigidos (270) detrás de Oswaldo Brandao (439, aunque
en cinco etapas distintas).
“Qué lo parió,
nunca imaginé esos números. Abel Braga dirigió trescientos partidos en el Inter
pero estuvo allí seis veces. Yo estuve dos años y medio en el Gremio y si
decían que iba a estar tres años y medio en otro club, yo habría dicho que me
estaban cargando. En el fútbol brasileño quedarse tres años y medio en un club
es una locura. De todos modos, debo decir que ninguna de esas conquistas con el
Corinthians fue circunstancial. Nosotros le ganamos al Chelsea jugando mejor.
En nuestro gol tuvimos antes 17 toques y la pelota pasó por todos los jugadores
del equipo. En la Copa Libertadores nos hicieron cuatro goles en total, y
fuimos invictos y estamos hablando de haberle ganado a Boca en una final, ¿se
entiende? Es difícil que eso vuelva a pasar”, le dijo a ESPN Brasil en una
entrevista.
En el año
sabático que tuvo en 2014 le tocó sufrir a la selección brasileña de su amigo
Felipao durante el Mundial, especialmente, el día del 1-.7 ante Alemania.
“Prefiero no opinar como entrenador sobre lo que ocurrió porque no quiero herir
a mi amigo, pero sí quiero decir que esa emblemática derrota tuvo una faceta
inhumana cuando se enfoca toda la responsabilidad en el director técnico por
perder un partido o un campeonato. Es algo de equipo. Yo pude estar presente en
el entrenamiento táctico y recuerdo que Felipao se acercaba a los costados para
pedirle a la gente que se quedara quieta porque quería dar instrucciones.
Estaba preparando a un equipo y no tenía privacidad y estoy hablando de algo
básico. Nosotros, cuando disputamos el Mundial de Clubes de 2012 con el
Corinthians hicimos una planificación para cuando teníamos entrenamientos
abiertos, con público y eso que hacíamos no exigía concentración porque en esos
casos priorizaba el trabajo físico porque no se podía dar indicaciones tácticas
con la hinchada y el periodismo presentes. La táctica necesita un momento de
privacidad porque necesita una mayor concentración. Sin tener esa chance, las
posibilidades de éxito son menores”, sostuvo.
Cuando finalizó
el Mundial 2014, Tite pensó que era su momento y que lo iban a convocar a la
selección brasileña luego de los éxitos recientes con el Corinthians, pero no
fue así y la CBF anunció a Dunga. “Estuve frustrado, molesto, herido en ese
momento”, confesó.
“Yo me preparé,
y en la medida que salís a la calle y reconocen tu trabajo, invicto y campeón
de la Copa Libertadores, ganando un Mundial de Clubes como se ganó, el
Brasileirao, la Recopa…no es cuestión de ser el mejor, pero era un gran momento
para mí. No se trata de decir quién es mejor que quién y por eso, no entendí lo
que pasó”, recalcó en una entrevista con ESPN Brasil.
Tite recuerda
que en el momento en que la CBF anunció que tenía la decisión tomada sobre el
nuevo entrenador de la selección brasileña tras el Mundial 2014 “me di cuenta
de que no era yo porque conmigo no habían hablado y ahí dije “se acabó” pero no
conseguía entender cuál era la idea, cuál era el concepto de la búsqueda.
Cuáles eran los requisitos…”.
Tite contó
entonces todo o que hizo durante ese tiempo sin trabajo. “Leí libros de
Guardiola, Simeone, Cruyff, visité las instalaciones del Arsenal, almorcé con
Carlos Bianchi, me encontré con Carlo Ancelotti y hasta me sondearon para
dirigir la selección de Portugal cuando dimitió Paulo Bento aunque no se
concretó, pero habría aceptado porque cuando hay un proyecto de selección es
siempre grandioso”.
El entrenador,
en cambio, rechazó la idea de que pudo haber sido excluido por la CBF por su
proximidad con el ex presidente del Corinthians Andrés Sánchez, enemigo
político del entonces titular de la entidad futbolística brasileña, Marco Polo
Del Nero. “No sé qué pasa por la cabeza de él ni de José María Marín (ex
titular de la CBF) sino de las personas que son leales conmigo o con mi trabajo.
Si esas personas no comprenden eso, el problema ya no es mío”.
“Se dice que se
llega a la excelencia en torno a las diez mil horas de actividad profesional. Y
eso implica unos diez años de actividad, es decir, diez años para adquirir el
‘know how’. Y yo creo mucho en las vivencias que yo tuve porque científicamente
eso está comprobado –insistió Tite- y creo que esa búsqueda debería ser uno de
los criterios pero compete al nivel de conocimiento de cada uno y por eso fui a
conversar con Bianchi para saber qué fue lo que hizo él en Boca, o quise leer sobre el perfil de liderazgo de
Simeone. Tengo anotaciones de todos los 64 partidos de la Copa del Mundo de
2014: posicionamiento táctico, estrategia, marcación en presión alta. Hice una
búsqueda de conocimiento, porque el técnico en Brasil es profesor de educación
física y el resto es autodidacta y ese lado profesional fue mi objetivo y
estaba unido a la perspectiva de dirigir a una selección, brasileña, japonesa o
paraguaya –que me sondearon-, pero no lo conseguí y entonces cuando me quedo
afuera me engullo en los libros y es la forma de estar en paz, tranquilo”,
insistió en aquel momento.
Este había sido
el segundo desencuentro con la CBF. El primero había ocurrido en 2012, cuando
ya era favorito para dirigir a la selección brasileña al ser destituido Mano
Menezes pero nombraron a Scolari con miras al Mundial 2014, hasta que en 2016,
los malos resultados empujaron a Dunga a la puerta de salida por la muy mala
posición en la clasificación para el Mundial de Rusia 2018 (sexto y fuera del
torneo) y haber quedado eliminado en primera ronda en la Copa América Extra de
2016 en los Estados Unidos.
Recién allí fue
nombrado seleccionador de Brasil el 21 de junio. No quiso asumir ni negociar
nada hasta que Dunga se fuera y así se lo hizo saber a la CBF. Tite es conocido
por cumplir de su parte a rajatabla los contratos y las dos veces que lo fueron
a buscar en 2015 rechazó el convite porque había un DT trabajando, y terminó
asumiendo en Corinthians en su tercera etapa.
Su situación se
terminó de complicar cuando en esos meses firmó un manifiesto pidiendo la
destitución del directorio de la CBF que incluía al presidente Del Nero,
organizado por “Atletas pelo Brasil” y “Bom Senso FC”, que lanzaron la campana
“Ocupa CBF” y respaldada por 127 personalidades del fútbol local, algo que
contrastaba con su perfil mesurado, tranquilo y pausado, salvo en contadas ocasiones
como cuando el gritó en 2011 a Felipao “usted habla mucho” en un clásico
Corinthians-Palmeiras, o cuando en 2015 habló de “descaro, cinismo, inmunidad e
impunidad” cuando vio por la TV el discurso de la ministra de la Corte Suprema,
Carmen Lucía, cuando fundamentaba su decisión de no concederle el habeas corpus
al ex presidente Lula Da Silva al desempatar el 5-5 de los votos del organismo.
“El crimen no vencerá a la Justicia”, indicó.
“A mí me
llamaron para ser DT de la Selección. Si estoy aquí es porque no se han dado
los resultados y la mejor manera que tengo de contribuir es aplicar aquellas
palabras que han guiado mi vida y mi carrera: transparencia, democratización,
excelencia y modernidad” - afirmó cuando asumió-. Mi intención es que la
Selección crezca y evolucione para el Mundial 2018 y esa es una responsabilidad
muy grande. La prioridad es clasificarse para el Mundial y se puede lograr.
Trabajaremos para eso”.
Apenas nueve
meses más tarde, en marzo de 2017, Brasil estaba clasificado como primero del
grupo y fue el segundo equipo en conseguirlo detrás de Rusia, el local, con los
ocho triunfos en ocho partidos. La selección argentina llegó sin la
clasificación asegurada hasta la última fecha y necesitaba que Brasil –ya con
el boleto confirmado- le ganara a Chile, lo que generaba ciertas dudas. “Con
otro DT no sé, pero con Tité, Brasil sale a ganar seguro”, dijeron unánimemente
todos los periodistas de su país consultados en una encuesta. Brasil se impuso
3-0 y el equipo trasandino fue eliminado.
Ya en el Mundial
llegó hasta los cuartos de final, cuando fue eliminado por Bélgica (2-1) en
Kazán. Tres años después, de aquel equipo sólo quedan Thiago Silva, Firmino,
Neymar, Alisson, y Gabriel Jesús.
Cuando finalizó
el Mundial le renovaron el contrato. “La CBF está invirtiendo en un proyecto de
largo plazo al garantizar la continuidad del técnico frente a la Selección por
seis años y medio. Creemos que la planificación cuidadosa y su ejecución con
criterios conducirán al fútbol brasileño a los resultados que esperamos”,
afirmó entonces el director ejecutivo de la entidad y luego presidente, Rogerio
Caboclo.
Terminó ganando
como local la Copa América de 2019, no sin polémicas, como la permanente
aparición en los estadios del presidente Jair Bolsonaro, el juego conservador
del equipo y la utilización del VAR, especialmente en la semifinal ante
Argentina en el Mineirao, el mismo escenario del 1-7 ante Alemania cinco años
atrás.
Al terminar ese
partido, ganado por Brasil 2-0, Lionel Messi afirmó que “se cansaron de cobrar
boludeces durante toda la Copa América y hoy no le cobraron un penal a
(Nicolás) Otamendi. Es para analizarlo. Ojalá que la Conmebol haga algo porque
nosotros hicimos un sacrificio enorme. Igualmente, no creo que haga nada porque
maneja todo Brasil. Todas las boludeces se cobraron a favor de ellos. Hubo
penales pelotudos durante toda la Copa y hoy ni siquiera consultaron al VAR”.
Eso generó una respuesta de parte de Tite. “Así como
siempre digo que como jugador Messi es un extraterrestre al que no se lo puede
anular en una cancha, también digo que en estas circunstancias debe ser más
respetuoso”. Meses más tarde, en un amistoso que Argentina le ganó a Brasil 1-0
en Arabia Saudita, el crack argentino le
hizo un gesto de que se callara la boca. Fue cuando el DT pidió que le sacaran
la tarjeta amarilla haciendo entender que había simulado en el penal que le
hizo Alex Sandro y que si bien atajó Alisson, Messi pudo convertir en el
rebote. “Sólo me quejé pero ,e dijo que me callara y le dije lo mismo y se
acabó. No quiero seguir con esto para no generar situaciones”, afirmó en ese
momento.
Tite lleva 57 partidos dirigiendo a la selección
brasileña con 45 ganados, 11 empatados y apenas 4 perdidos, dos de ellos ante
Argentina en sendos amistosos en Australia y Arabia Saudita, con 128 goles a
favor y 21 en contra.
En la actual clasificación mundialista lleva los
seis partidos ganados y aunque faltan otros doce, la selección brasileña ya
tiene un pie en Qatar 2022 y cuando preparaba al equipo para la Copa América de
Argentina y Colombia de este año, se desató la tormenta por los casos de Covid
que azotan al continente,
Tanto Tite como los jugadores, que se expresaron a
través del capitán Carlos Enrique Casemiro, se manifestaron en contra de jugar
el torneo en esas condiciones, justo cuando tanto Argentina como Colombia
renunciaron a organizarlo y Brasil aparecía como el principal candidato a
reemplazarlos. Fue allí cuando aparecieron cada vez más fuertes rumores de que
el gobierno de Bolsonaro ejercía presión para que abandonara el cargo, que iría
para Renato Portaluppi, identificado con el mandatario y hasta se dijo que
contaban con la aceptación de Caboclo, el titular de la CBF, todo a días del
inicio de la competencia. Pero todo quedó en la nada cuando al propio Caboclo
le cayó una denuncia de acoso sexual y debió alejarse del cargo con una
licencia y fue reemplazado por su vice, Antonio Carlos Nunes, conocido como “El
Coronel”, ex oficial del ejército y funcionario durante la pasada dictadura.
Tite, como su amigo Felipao, es muy creyente y suele
ir a misa y rezar solo o con su madre y dice tener “gustos sencillos” como la
samba o la caipirinha.
Sus equipos son
tácticamente sólidos y una de sus cualidades es la paciencia hasta encontrar el
once ideal. Suele aconsejar a los entrenadores –incluso extranjeros_ que si
vienen a dirigir a Brasil “no comiencen con el Brasileirao porque eso es
extraordinariamente difícil porque el nivel de exigencia y competitividad es
alto y se juega cualquier d´pia y se empieza a perder cuando los equipos se
caen físicamente. Lo mejor es empezar el trabajo desde un torneo regional” y
que por eso “cuesta tanto a un DT extranjero ganar algo acá”.
También le
consultaron si Ricardo Gareca pudo haber sido boicoteado en su paso por el
Palmeiras y si eso existe en el fútbol brasileño. “Existe el técnico que
boicotea al atleta, el director deportivo que boicotea al DT, el atleta que
boicotea al DT, el DT que boicotea al director deportivo. Eso no es cuestión
del fútbol sino del medio social. Existe el periodista que boicotea al
periodista, el asesor de prensa que boicotea, el médico que boicotea. El fútbol
es un reflejo del medio social. Existen personas éticas y no éticas, conductas
buenas y malas en todas las áreas”.
Tite no se
quiere quedar ahí. “Ser ético cuando se gana, es fácil. Yo prefiero ser ético
en un momento difícil. Procuro serlo fuera del mercado. Yo sé que soy un
apellido fuerte ahora y que haciendo presión, un club me puede llamar pero no
quiero hacerlo. Yo cometí errores. Una vez, por inexperiencia, negocié con los
dirigentes cuando había un DT trabajando y eso me hizo mucho mal, y después me
comuniqué con él y le pedí disculpas. Quiero sentirme bien conmigo mismo. Ponte
colorado una vez pero no te quedes amarillo diez”.
Con los años y
la experiencia, Tite tiene bien claro el rol y la importancia del entrenador.
Cree que el tiempo ideal de trabajo en un club “es de tres años. Aunque yo me
haya quedado alguna vez un poquito más” y cuenta una anécdota al respecto: “En
un negocio había tres papagayos para vender. Uno arriba, otro en el medio y
otro abajo. Al de abajo lo vendían por 500 reales. Cantaba el himno nacional y
reproducía cualquier música que oía. El del medio daba la hora y despertaba y
valía 1000 reales. Entonces, el comprador preguntó cuánto valía el de arriba
que ni canta ni da la hora…”no, a ese no lo vendo, porque los otros cantan o
dan la hora a causa del que está arriba, el que permanece ahí”.
“Esa fábula-
comenta Tite- demuestra de una forma muy simple que la importancia del comando
es fundamental para irradiar todo ese engranaje de trabajo”.
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