Terminada la
Eurocopa, nos proponemos realizar un primer análisis de lo ocurrido en el
torneo, con miras al Mundial de Qatar de noviembre de 2022.
Un justo ganador
(Italia), una nueva frustración (Inglaterra), equipos con futuro (España, acaso
Países Bajos, Suiza), ratificaciones en el poder (Portugal, Francia, Alemania,
Bélgica) y actuaciones dignas (Dinamarca, Austria, Ucrania, República Checa,
Gales, Croacia, Suecia), es la primera conclusión a la que puede llegarse
tomando una corta distancia de la recientemente finalizada Eurocopa.
Italia fue el
mejor equipo del torneo, aunque haya tenido dos o tres momentos de zozobra,
especialmente ante España, por los cuartos de final, cuando perdió el control
de la pelota luego de quince minutos de disputa, que la obligó a correr detrás
de ella todo el partido, aunque también un corto lapso ante Austria en octavos
y en los primeros veinte minutos de la final ante Inglaterra.
Como lo indica
la historia reiteradamente, cada vez que el fútbol italiano debe ratificar su
poderío luego de algún hecho complicado (en 1982, cuando el “Totonero” de las
apuestas clandestinas, en 2006, cuando descendió la Juventus por corrupción, o
tras quedarse afuera del Mundial de Rusia, ahora), termina llevándose el
título.
Pero esta
vez, el gran mérito estuvo en entender,
por fin, que con el sistema anterior del Cerrojo (casi todos atrás, salvados
siempre por un talento y un gran goleador arriba) ya no se iba muy lejos y que
había que ir hacia un juego de posesión y de ataque. De esta manera, no sólo
ganó la Eurocopa con excelentes pasajes sino que también se encuentra en la
Final Four de la Liga de las Naciones, en la que será local en dos meses.
Esto no
significa que Inglaterra no haya estado muy cerca de conseguir un título que se
le niega desde el Mundial 1966. Por fin viene trabajando con una base sólida
que ya le dio cierto rédito en Rusia hace tres años y tuvo la chance de definir
como local en Wembley pero justo allí su correcto entrenador Gareth Southgate
eligió mal el sistema táctico (abandonando el ajustado 4-2-3-1 por un
inentendible 5-2-2-1) y otra vez fracasó en la elección de los ejecutantes de
los penales.
El equipo
español es el que mayor posesión de pelota tuvo, lo cual no significa demasiado
si luego no pudo concretar esa diferencia en el arco adversario y hasta tuvo
que remontar varias veces por errores propios. El de Luis Enrique es un plantel
renovado que ha mostrado dos grandes figuras del futuro como Pedri y Dani Olmo,
aunque extrañó demasiado a Sergio Ramos atrás y le faltó contundencia arriba.
Países Bajos y
Alemania, que quedaron en una situación intermedia, se encuentran en etapas de
transición, con cambios de entrenador. En los “Orange”, el renunciante
entrenador Frank De Boer no consiguió la consistencia esperada más allá de
algunas interesantes individualidades que pueden ser la base del futuro, como
Frenkie De Jong, el lateral Denzel
Dumfries, los centrales De Ligt y Daley Blind, el volante Giorginio Wijnaldum y
el delantero Menphis Depay, mientras que en Alemania, se sabía que tras muchos
años, Joakim Low dará lugar ahora a Hans-Dieter Flick, el ex DT del Bayern
Munich.
Alemania dio una
lección de poderío frente a una extraña Portugal, eliminada por Bélgica pero que
sólo rindió a su nivel en su debut ante Hungría y en algunos momentos en el
espectacular partido ante Francia, uno de los candidatos que sucumbió,
sorpresivamente, ante Suiza en otro partido de alto voltaje.
La gran sorpresa
fue Dinamarca, primero por la situación de alto impacto vivida con su gran
figura Christian Eriksen en el debut, cuando se temió por su vida y ahora
difícilmente vuelva a la actividad, pero superada la conmoción inicial, el
equipo se recuperó y llegó hasta la semifinal, cuando Inglaterra lo superó en
el alargue en Wembley y con un inexistente penal.
Esta Eurocopa
tuvo excelentes partidos, la mayoría de ellos a gran ritmo, con las clases
media y baja del continente haciendo mucha fuerza a las potencias y con riqueza
de esquemas tácticos, algunos marcando con una línea de tres (tendencia
exagerada porque no todos pueden y en algunos casos, se paga caro quedar tres
contra dos), muchos con doble volante de contención y algunos optan por el
tradicional 4-3-3 o hasta por el 3-4-3.
Cada vez es más
claro que lo mejor es tratar de tener la pelota y no regalarla sino
administrarla con inteligencia, y es notorio que la posición de armador de
juego es cada vez menos fija y puede aparecer por las puntas (Insigne,
Grealish) o por el medio (Shaqiri, Soucek) o detrás de los delanteros
(Malinowski, Calhanoglu) , casi desde la salida (Modric), o desde la salida
misma (Alaba).
Lo que sigue sin
verse en los torneos entre equipos europeos es el recurso del regate. Todo
queda reducido a la velocidad, los pases y los remates de media distancia, que
no es poco pero es una pena que no haya chances de pasar en el uno contra uno,
un aporte más ligado a los sudamericanos en los torneos de clubes.
La gran
diferencia que va estableciendo Europa con Sudamérica (tomando en cuenta la
Eurocopa y la Copa América jugadas al mismo tiempo) no parece estar relacionada
con la técnica individual sino con el resto de los elementos, como canchas con
superficies en excelente estado, público en las gradas, o el VAR dando
respuestas en pocos segundos con más aciertos que errores.
¿Están tan lejos
las selecciones europeas de las sudamericanas? No parece, de acuerdo con lo
visto en ambos torneos, y aunque parezca un espejismo o esté más relacionado
con los títulos mundiales de clubes o selecciones en los últimos años, la
mayoría de los enfrentamientos muestran un alto nivel de paridad y definiciones
por detalles.
Esos detalles
son los que, a la larga, marcan hoy las diferencias, aunque dentro de un año y
medio, en el Mundial de Qatar, podremos comprobar cuál es la realidad.
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