Los groseros
errores del VAR en la pasada jornada de partidos de ida de los octavos de final
de la Copa Libertadores de América, con fallos siempre favorables a los equipos
brasileños ante adversarios extranjeros, vuelven a colocar a la Conmebol en una
más que incómoda situación, que profundiza la crisis de credibilidad que ya
venía arrastrando la cuestionada entidad futbolística sudamericana.
Durante la
pasada semana, Atlético Mineiro se vio favorecido ante Boca Juniors con un
insólito cambio de parecer del árbitro colombiano Andrés Rojas, quien primero
cobró gol tras un cabezazo de Diego “Pulpo” González y lo ratificó ante las
airadas protestas de los jugadores brasileños, en especial de su capitán, el argentino
y ex River Ignacio “Nacho” Fernández, quien al igual que varios de sus
compañeros, se negó a sacar del medio tras el 1-0 e insistió en que la jugada
fuera chequeada por el VAR.
Se conoció
luego, emitido por la Conmebol, el diálogo que sostuvieron Rojas y el VAR
(mientras el juez colombiano era seguido a escasos centímetros de distancia por
varios jugadores de ambos equipos, que continuaban tratando de presionarlo
cuando observaba la jugada en la pantalla desde el campo de juego) y en el que
luego de darle vueltas a la imagen en varias oportunidades, decidieron que hubo
una falta indetectable de Norberto Briasco, que motivó la anulación del tanto,
y el empate final 0-0 complicó a Boca, que ahora debe viajar a Brasil para la
revancha.
La Conmebol
intentó un lavado de cara con la suspensión por tiempo indeterminado tanto de
Rojas como de quien estuvo a cargo del VAR, el paraguayo Derlis López, que no
es otro que quien estuvo en el mismo puesto la noche de la semifinal de la Copa
América pasada, cuando no llamó de oficio al árbitro para chequear un posible
(para nosotros, indudable) penal para Perú por mano de Thiago Silva, defensor
brasileño, dentro de su área, cuando ante un remate que iba camino al arco,
desvió la pelota sacando el codo.
Tanto en el Brasil-Perú
de semifinales de Copa América como en el Boca-Atlético Mineiro de la Copa
Libertadores, a lo que hay que sumar un increíble gol anulado al argentino
Mauro Boselli para Cerro Porteño ante Fluminense en Asunción, también por la
Copa Libertadores, cuando le cobraron fuera de juego descuidando que lo
habilitaba largamente un defensor del conjunto tricolor carioca (Samuel Xavier),
que se encontraba del otro lado de la jugada (el árbitro fue el argentino
Facundo Tello), los beneficiados fueron siempre los equipos brasileños..
Por si fuera
poco, en la misma semana, el árbitro uruguayo Andrés Matonte cobró un más que
discutible penal para Palmeiras (otro equipo brasileño) en Santiago de Chile
ante la Universidad Católica, luego de que un remate del delantero Deyverson
rebotara primero en el cuerpo y luego en el brazo del defensor argentino Germán
Lanaro, que además estaba de espaldas a la jugada y por lo tanto –por sentido
común- no podía observar la trayectoria de la pelota como para tener una mínima
voluntad de desviarla.
Tal como en
Boca-Atlético Mineiro, el VAR estuvo a cargo de un paraguayo, Carlos Benítez, y
el conjunto paulista se impuso con el gol producto de este penal, que convirtió
Raphael Veiga.
Si el veterano entrenador
de Boca, Miguel Russo, afirmó que “nunca en la vida” vio algo parecido a lo
ocurrido en el gol primero cobrado y ratificado (el árbitro Rojhas dijo “gol
confirmado” tocándose el auricular ante las protestas de los jugadores de
Atlético Mineiro) y al rato anulado, el entrenador de Cerro Porteño, Francisco
“Chiqui” Arce, calificó lo ocurrido con su equipo ante Fluminense como “robo a
mano armada”.
“Se invierte
tanto, nos invitan a participar de charlas y seminarios, pero nos robaron a
mano armada en nuestra propia casa”, dijo Arce tras el partido, en referencia a
la ciudad de Asunción, vecina de la sede de la Conmebol en la ciudad de Luque.
Más sarcástico
fue el uruguayo Gustavo Poyet, director técnico de la Universidad Católica,
cuando recordó tras el partido ante Palmeiras que “pasó en la Bombonera y en
Asunción, donde se beneficiaron los dos equipos brasileños, y también acá”.
¿Será casualidad
que tanto en el Brasil-.Perú de Copa América, y en tres de los partidos
disputados por equipos brasileños en la Copa Libertadores, y los tres en
condición de visitantes, hayan sido beneficiados y en todos los casos, con
jugadas de fallos netamente opuestos a los tomados, y con tiempo y tecnología
para repetir las acciones, y siempre favoreciendo a ,los equipos brasileños,
cuando el presidente de la Comisión de Árbitros de la Conmebol es el brasileño
Wilson Luiz Seneme –por cierto, primo por parte de madre del goleador portugués
Cristiano Ronaldo-?
Seneme ya fue
duramente discutido por Lionel Messi en la anterior Copa América de 2019,
cuando la selección argentina fue derrotada 2-0 por Brasil en la semifinales el
estadio Mineirao en la que hubo dos claras jugadas de posible penal para
Argentina, que ni siquiera fueron chequeadas por el VAR ni el árbitro fue
convocado de oficio, aunque sea para que con la ayuda de la tecnología, se
pusiera aventar cualquier duda.
La Conmebol está
tocando fondo. Va perdiendo toda credibilidad ya desde hace tiempo, como cuando
hizo jugar los torneos sudamericanos de clubes de 2020 en plena etapa dura de
la pandemia sin importarle nada de los casos de Covid, negociando con cada
gobierno nacional de loa países participantes una eximición de leyes de entrada
y salida con la presentación de una “burbuja sanitaria” pese a lo que casi
todos los equipos tuvieron casos y jugadores que se perdieron de participar en
varios partidos.
Asimismo, hubo
esperpentos como los vividos por River (obligado a participar con un jugador de
campo en el arco –Enzo Pérez- ante la falta de arqueros), o Independiente (una
buena parte de su plantel quedó varado en el aeropuerto de Bahía porque no
dejaban pasar a sus jugadores, que durmieron en colchones traídos desde el
hotel por los compañeros que sí fueron habilitados a ingresar al país) o
Flamengo (que a cuatro horas de jugar en Guayaquil ante Barcelona, no sabía si
volar o no desde Río de Janeiro porque la alcaldía suspendió el partido pero la
Conmebol insistió en que se jugara, cosa que finalmente ocurrió).
Y por si fuera
poco, la frutilla del postre que fue la previa de la Copa América, suspendida
in extremis por el gobierno colombiano y retirada la sede de Argentina al
enterarse la conducción del dirigente paraguayo Alejandro Domínguez que Alberto
Fernández iba a anunciar la renuncia del país a organizar la parte que le
tocaba. Se recostó entonces en Jair Bolsonaro, y en cuestión de horas se
decidió jugar en cuatro sedes, con estadios que no tenían el césped en
condiciones, porque varias ciudades (en un Estado federal) no quisieron ser
sedes.
No alcanzó
siquiera con el anuncio de que la Conmebol recuperó desde Suiza 1,7 millones de
dólares (de los 4 millones totales) que se encontraban en dos cuentas bancarias
del ex dirigente argentino Eduardo Deluca, como parte del FIFA-Gate (sistema de
sobornos de las más grandes empresas mediáticas latinoamericanas a los
anteriores dirigentes de la entidad futbolística sudamericana para obtener a
bajo costo los derechos de transmisión de los principales torneos organizados
por la entidad hasta la próxima Copa América de Ecuador 2024).
A Deluca
–suspendido de por vida como dirigente para cualquier actividad ligada al
fútbol y con una causa por lavado de dinero- se le encontró dinero en varias
cuentas en el banco privado “Pictet & Cie” con sede en Ginebra y en la
institución financiera “Ticino BSI”,, ahora cerrada, según informó el medio
suizo “Blick”.
Sin embargo, el
presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, fue tesorero del ex presidente
de la entidad, su compatriota José Ángel Napout –condenado a nueve años de
prisión por fraude y asociación ilícita por el FIFA-Gate-, cuando era titular
de la Asociación Paraguaya de Fútbol, como recordó el ex arquero paraguayo José
Luis Chilavert, un duro opositor a la actual conducción del fútbol
sudamericano.
“Convengamos en
que la anterior Conmebol era conocida por las malas prácticas. Era como un
secreto a voces. Todos sabíamos que las cosas que se hacían acá eran de malas
prácticas, pero nadie tenía el poder ni tenía la forma de transformar esto”,
reconoció Domínguez en 2020 a Radio “La Red”.
“Yo llego aquí
(la presidencia de la Conmebol) como una cuestión casi fortuita, porque la
verdad, llegó en un momento en que todos estaban presos (por el caso FIFA-Gate)
y había una oportunidad, porque no había más de dos candidatos. Era yo y otro”,
siguió el dirigente, que parece no reparar en que su entidad cruje y que
necesita, con urgencia, recuperar la credibilidad perdida en estos año y que de
nada sirve fingir que hoy las cosas son diferentes, cuando todo sigue igual o
peor.
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