El extraño complejo sobre el periodismo “deportivo”

Cuando este escriba estudiaba en el Círculo de Periodistas Deportivos, uno de los miembros de la dirección acudió a darnos una charla y enseguida quiso hacer escuela con un consejo clave: “ustedes, deben recordarlo, son periodistas de-por-ti-vos”. Corría 1982, el año de la Guerra de las Malvinas, de la caída estrepitosa de la dictadura militar que al año siguiente, iba a llamar a elecciones, y a las autoridades de la institución terciaria no les había caído nada bien que editáramos una de esas revistas en las que todos alguna vez ensayamos sobre lo que en meses sería nuestra profesión, y colocáramos en la tapa, a los miembros de la Junta Militar en posiciones non-sanctas.
Aquella perorata del directivo del CPD nos quedó grabada a fuego. Estábamos convenciéndonos de absolutamente todo lo contrario: que nosotros éramos (somos, en verdad) “pe-rio-dis-tas”, a secas, y eso nos llevaría a muchos enfrentamientos. Por lo pronto, los 7 de junio, Día del Periodista, no asistíamos a clase, por más que el CPD no cerraba sus puertas, y el 7 de noviembre, un extraño Día del Periodista Deportivo, nos acercábamos de todos modos hasta el edificio, a sabiendas de que no habría clases, como negando aquella efeméride.