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Si algo de hermoso tiene el fútbol, pudo notarse
anoche en el Camp Nou, cuando más de cien mil hinchas aplaudieron de pie a su
equipo, cantaron con fervor el himno del club, pero debieron resignarse ante la
triste realidad de la inesperada eliminación de la Champions League del
Barcelona ante el Chelsea en una noche extraña en la que los hechos insólitos
se fueron sucediendo como cataratas.
El fútbol es así de imprevisible, tal como ya hace
cuarenta años adelantara con su brillante capacidad de síntesis el fallecido
Dante Panzeri con su definición de “dinámica de lo impensado”, y lo
experimentaron tanto el Barcelona como el Chelsea, con dos lesiones serias en
los primeros minutos que obligaron a dos cambios: Cahill debió ser reemplazado
por Bosingwa en los “blues” y Piqué, que volvía a la titularidad luego de su
polémica suplencia, sufrió una dura caída en un choque contra su compañero
Valdez y no sólo debió entrar Dani Alves en su lugar, sino que terminó la noche
en el hospital, en observación.
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