Este martes puede llegar a ser un día crucial para
la AFA. Si Marcelo Tinelli logra más de 22 apoyos para que se acepte su
candidatura y se dé por válido el artículo 50 del estatuto, puede iniciarse el
principio del fin para el grondonismo, que ya de por sí no es más puro, y
necesita aliarse con el moyanismo para poder subsistir ante el Poder que quiere
venir.
Podría decirse que es la clásica oposición entre los
que pretenden mantener a toda costa el statu quo contra los que llegan para
imponer el propio, en este caso luego de 36 años de unicato, de un modelo de
funcionamiento que en los últimos tiempos pudo manejarse hasta a control remoto, desde una casa de fin de
semana o desde el lujoso Baur au Lac, de Zurich, por la vía telefónica.
Muchos análisis se hicieron en estos días sobre lo
que se podría ir y lo que podría llegar, mostrando un “proyecto nuevo”,
diferente a todo lo anterior, por parte del showman televisivo, acaudalado
hombre de negocios y vicepresidente actual de San Lorenzo de Almagro, Marcelo
Tinelli. ¿Pero es tan así?
De las propuestas que el risueño y excéntrico
dirigente, distribuidas a sus camaradas en la última reunión en el Hotel
Panamericano, cerca de la sede de la AFA de la calle Viamonte, se hace casi
total hincapié en cuestiones de negocios, que desde ya no dejan de ser un
aspecto importante del manejo de la institución, pero ni por asomo es lo único.
Poco y nada se dice del modelo político. La palabra “federalismo”
no aparece en un orden de importancia, tampoco un cambio en la organización de
los torneos y todo indica que lo que se busca, por todos los medios, es
agrandar el marco de las entradas de divisas con distintas fórmulas, de las que
no se excluye para nada, y hasta se hacen alusiones indirectas (¿acaso por
temor a algo, o a alguien?) a la posible entrada del juego y con él, de las
apuestas online (lo que Grondona llamaba “Prode Bancado”).
Si todo pasa por cuestiones relativas al negocio,
para agrandarlo, no tercerizarlo, agregar publicidad privada a las tandas de
Fútbol Para Todos o generar más recursos con los sponsors y la selección
argentina, el modelo final no es tan distante del que aún existe.
Así parece que como ya decían los hijos de Grondona
pocos meses atrás, Tinelli está lejos de ser un dirigente nuevo en el mundo del
fútbol sino que tranquilamente podría tomarse como una cara joven de una nueva
etapa del grondonismo. ¿No fue acaso el propio Grondona el que trató de
insistirle para que ingresara en el mundo del fútbol? ¿No se quedaba a dormir
Tinelli en la casa de la familia Grondona en sus tiempos jóvenes de jugador de
fútbol?
También el fútbol argentino debe preguntarse por qué
Tinelli aparece con tanta fuerza, al margen de su poderío económico y de su
respaldo político de los tres candidatos presidenciales con más chances de
asumir el 10 de diciembre. Debe preguntarse qué sucede para que el propio
fútbol orgánico sea incapaz de generar un dirigente con proyección en tres
décadas y media, o que alguien que ha luchado tanto contra el grondonato en el
pasado, como elk actual presidente de Vélez Sársfiel, Raúl Gámez, hoy vaya
detrás del vicepresidente de San Lorenzo.
Es que desde 2009, el fútbol argentino sólo se
dedicó a recibir dinero y tragárselo, ya sea por corrupción o malas
administraciones, con escasas excepciones. Se trata de un fútbol irreflexivo,
que cambia permanentemente las reglas de juego, que no le da importancia a los
seguidores ni los ha respetado en lo más mínimo, y que ha contado con un regalo
del cielo: un cheque desde el Estado, que sin embargo, pudiendo controlar todo,
se desentendió de eso por razones estrictamente políticas.
Al Estado sólo le importa tener las riendas del
poder de la AFA, no tanto lo que cada club haga con el dinero, aunque se trate
de asociaciones civiles sin fines de lucro, comprendidas en la ley nacional, y
aunque esos fondos con los que paga fortunas provengan de los impuestos de cada
uno de sus habitantes.
Sin embargo, desde los más altos lugares de Poder,
lo que se trató de negociar es no tener problemas con uno de los más
importantes comunicadores argentinos y buscar la forma en que uno de sus
hombres de negocios pueda aliarse con él en un futuro cercano, en un movimiento
de pinzas, para agregarle el juego en todas sus acepciones, y poco más.
Por el momento, sólo dos propuestas han aparecido en
serio en el fútbol argentino desde 1979 hasta la fecha: el modelo de torneos
federal y por regiones, que aportó el ex árbitro (ya fallecido) Teodoro Nitti
en 1991 (acabó votándose a sí mismo, como único voto en contra de Grondona en
esa y las siguientes elecciones a presidente), que parecía interesante y que
tenía algún punto de contacto con el Brasileirao; y el proyecto que elaboró
Carlos Heller, el entonces vicepresidente de Boca Juniors en los años ochenta,
que dejaba en manos de una Liga de Fútbol profesional, al mejor estilo de la
LFP española, los derechos de TV y el manejo de los torneos, a lo que, claro,
se opuso con toda enjundia el ferretero de Sarandí.
Pero sigue sin haber debate en serio sobre lo que se
pretende para el fútbol argentino, con y sin Tinelli. ¿La AFA seguirá con un
gobierno de poca gente que decidirá en una mesa o pasará n a tener voz y voto
los árbitros, el fútbol femenino, el fútbol infantil, las ligas del interior?
¿Los torneos nacionales serán representativos, o unitarios como hasta ahora?
¿Los clubes seguirán vetando árbitros y cambiando horarios y días?
¿Habrá algún
plan concreto para acabar con la violencia del fútbol dentro y fuera de los estadios?
¿Hay voluntad política para solucionarlo? ¿Habrá colaboración real con la
Justicia y los distintos organismos o seguirá la connivencia con la Policía de
cada región y funcionarios políticos de cada estamento?
¿El fútbol argentino seguirá siendo esclavo de un
perverso sistema económico mundial por el que no sólo se ve obligado a utilizar
un calendario anual que no le conviene en pos de vender jugadores al exterior
sino que cambió su manera de jugar sólo para producir lo que se necesita en el
Primer Mundo, con las consecuencias nefastas que se perciben claramente, o eso
no importa demasiado?
Tal vez estas reflexiones ayuden a preguntarnos,
entonces, desde aquí, si la posible llegada de Tinelli representa un cambio
real de estructuras, de statu quo, o apenas un maquillaje para que todo siga como estaba y de fondo, nada cambie.
Para que con el paso de los días, los meses, descubramos que todo no había sido
otra cosa que una joda para Videomatch.
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