domingo, 27 de septiembre de 2015

Huérfanos de Messi por dos meses (Yahoo)



El parte médico, pocos minutos después de ser examinado emn el sanatorio Creu Blanca de Barcelona, dice “rotura de ligamento colateral interno de la rodilla izquierda” y la noticia acaparó más portales y centímetros de los diarios que el propio resultado de su equipo en la Liga Española, aunque haya ganado 2-1 a Las Palmas.

Lionel Messi, que no se lesionaba con seriedad desde 2013, chocó su rodilla con la del defensor de Las Palmas Pedro Bigas a los 8 minutos del primer tiempo, en el Camp Nou, por la sexta jornada de la Liga, y un silencio expectante acompañó la revisación del médico del Barcelona, Ricard Pruna, hasta que se supo que debía salir reemplazado y rápidamente examinado en la clínica.

Esta lesión de Messi deja huérfanos del mejor fútbol tanto a su equipo como la selección argentina en momentos muy importantes. Los azulgrana no contarán con él por dos meses en los que deberán afrontar casi toda la fase de grupos de la Champions League (esta misma semana espera al Bayer Leverkusen, al que alguna vez el crack llegó a marcar cinco goles en un mismo partido) y también el clásico ante Real Madrid de la Liga, que contará con el aditamento de que quizá sea uno de los dos últimos si es que Cataluña, como parece, se independiza de España.

En la selección argentina, la situación parece todavía más difícil, porque justo Messi queda fuera de los primeros cuatro partidos de la clasificación sudamericana para el Mundial 2018. En octubre, los albicelestes deben enfrentar como locales a Ecuador y a los pocos días, a Paraguay como visitantes, y en noviembre, finalizarán 2015 con dos exigentes partidos, ante Brasil como locales y ante Colombia fuera de casa.

Se supone que una selección como la argentina, subcampeona mundial y al mismo tiempo subcampeona de la Copa América, no debería tener problemas para afrontar estos cuatro partidos por la calidad del plantel, pero se sabe que como suele ocurrir en tantos equipos, la dependencia de Messi es lógica y hay un plus que siempre aparece cuando participa el mejor jugador del mundo.

De cualquier modo, Messi pudo no haber jugado en la selección argentina pero por otras razones. Cuando terminó la Copa América de Chile y el equipo albiceleste perdió la final por penales ante los locales, que agrandó los años de frustración por falta de títulos a 22 (el último fue en la Copa América de Ecuador 1993), un sector de la prensa y muchos aficionados descargaron su bronca contra la gran estrella del Barcelona y se llegó a rumorear que podía dejar de integrar la selección por un tiempo, cosa que finalmente no ocurrió.

Su ausencia, entonces, puede ser útil en el sentido de que esos aficionados y prensa que tanto lo criticaron, pueden notar ahora qué ocurre en este caso, y cuánto es lo que baja la calidad del juego aún cuando tranquilamente en el ataque del equipo de Gerardo “Tata” Martino pueden llegar a jugar Ezequiel Lavezzi, Carlos Tévez o Angel Correa en su lugar, junto a Sergio Agüero y a Angel Di María, habituales titulares.

Es decir que Martino cuenta, sin demasiados problemas, con el recambio necesario. Lo que aporta Messi es un salto aún mayor de calidad, no es que no se pueda jugar sin él.
Es distinto el caso de este Barcelona. Puede ser engañoso si se piensa que este equipo viene de ganar cuatro de las cinco últimas competencias en las que jugó: Liga Española, Copa del Rey, Champions League y Supercopa de Europa.

Es que el Barcelona cometió muchos errores como club y aunque era razonable desde su situación personal, por ser suplente durante demasiados meses, dejó ir a Pedro al Chelsea, a Gerard Deulofeu al Everton, a Martín Montoya al Inter, y no pudo fichar por el problema jurídico que tiene con la FIFA por más que esperen hasta enero a Aleix Vidal y a Arda Turán, por quien pujan adelantar su debut por la grave lesión de Rafinha.

El Barcelona no hizo un buen cálculo de su plantel para esta temporada y ya comienza a pagarlo muy caro porque para lo que es su tradición y para los torneos que debe enfrentar, se trata de un equipo muy corto en jugadores, casi sin delanteros de peso para el recambio. Sólo Sandro y Munir aparecen como opciones.

Si además se tiene en cuenta que el entrenador Luis Enrique no cuenta demasiado con algunos de los escasos jugadores que tiene como Douglas o  Adriano, son demasiado pocos los jugadores que están en condiciones de participar con regularidad en las competencias: Liga, Copa del Rey, Champions, y en diciembre se agregará una nueva edición del Mundial de Clubes de Japón, en el que seguramente Messi podrá estar, aunque con un solo mes de preparación.

“Es el momento en el que la plantilla debe mostrar todo su carácter”, dijo uno de los principales dirigentes del Barcelona. Es cierto, como también lo es que el cálculo de la dirección deportiva sobre el número y calidad de los jugadores, no fue el mejor.


Al margen del Barcelona y el Real Madrid, todos seremos un poco huérfanos del fútbol de Messi por dos meses. De sus regates, sus goles, su magia. Sólo nos queda esperar su pronta recuperación para volver a disfrutarlo.

sábado, 26 de septiembre de 2015

¿Una Liga Española sin el Barcelona? (Perfil)



¿Será posible, al fin, una Liga Española sin el Barcelona ni el Espanyol? Lo que hasta hace pocos meses sonaba a exageración puede pasar a ser una extraña realidad a partir de este mismo lunes si en las elecciones presidenciales de mañana se impone la idea independentista y Cataluña comienza un proceso de secesión de España.

Por más que las partes involucradas, en especial el Consejo Superior de deportes (CSD) -similar a la Secretaría de deportes de la Nación argentina-, la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y parte del periodismo especializado lo minimizan, todos saben que para el Barcelona y para el Espanyol será muy difícil continuar en la Liga si Cataluña ya no forma parte de España porque la Ley no lo permite y porque hay detrás de esto cuestiones políticas que lo impedirían.

“A esta altura, yo ya me puedo creer cualquier cosa en esta vida”, llegó a responder Luis Enrique, el entrenador del Barcelona, al ser consultado sobre las chances de su equipo de abandonar la Liga. Estas declaraciones van en consonancia con la extraña actitud del club, siempre implicado a favor de la independencia (su anterior presidente, Joan Laporta, llegó a decir que los jugadores debían expresarse en catalán) pero ahora sumido en un completo silencio.

Es que el Barcelona recibe hoy nada menos que 150 millones de euros por la venta de derechos de TV (cuya centralización en la LFP acaba de ser aprobada esta semana con el solo voto en contra del Real Madrid) y gran parte de esto se acabaría si tuviera que pasar a jugar en una liga menos atractiva, como la catalana, o se pondría en duda si llegara a la francesa como club invitado.

El presidente del estatal CSD, Miguel Cardenal, no dudó en asustar a los clubes catalanes: “Si el Barça tuviera que jugar en la liga catalana, pasaría a parecerse a lo que es el Ajax, Celtic o Anderlecht. Con un país de cerca de 8 millones de habitantes podría ser un equipo de divisiones inferiores y como mucho, podría llegar a octavos o cuartos de final de la Champions League y podría recaudar unos 25 millones de euros anuales y no hay que olvidar que el Barcelona ingresa 100 millones de euros por taquillas, que también perdería”.

Así como Cardenal pidió al gobierno catalán “que deje de presionar a los deportistas” y acusó a Josep Guardiola, ex entrenador del Barcelona y actual del Bayern Munich que ya votó e hizo campaña por el independentismo que “deje de manipular”, el presidente de la LFP, Javier Tebas, se encargó de advertir que en el caso de secesión, “el Barça no jugaría nunca en España. Si se rompe España, se rompe la Liga, aunque no creo que eso pase”.

También Joan Collet, el presidente de un Real Club Deportivo Espanyol que fue catalanizándose de a poco (incluso cambiando la “ñ” original por la “ny” catalana) se encargó de aclarar que su entidad “no es independentista”, mostró su confianza en que no habrá quiebre de la Liga.

Sin embargo, Cardenal y Tebas fueron específicos: en el caso de secesión de Cataluña, ni el Barcelona ni el Espanyol podrían jugar la Liga al no ser clubes españoles.  Entonces, en el caso de que estos equipos quisieran continuar en la Liga, esto debería ser evaluado por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), que conduce el cuestionado Angel Villar y ya entra en el terreno de lo político.

En caso contrario, al Barcelona y al Espanyol les quedan dos caminos: o competir en una devaluada liga catalana, o aceptar invitaciones para jugar en otras ligas, pero para eso, primero deben pasar por la tramitación en las respectivas federaciones nacionales europeas y en el caso de jugar en una liga catalana, afiliarse a la UEFA, manejada hoy por Michel Platini, que cuenta con Villar como principal aliado en su candidatura a la FIFA. Es más: a la Federación Catalana podría complicársele más si Platini va a la FIFA y su lugar, como parece, pueda ser ocupado por Villar en la UEFA.

Lo cierto es que el horno no está para bollos. Gerard Piqué, campeón mundial con la selección española, suele ser silbado en los partidos de “La Roja” como local por sus declaraciones anti-españolas, el Barça ya juega de visitante con la camiseta catalana y recibe el clásico cantito “Que viva España” , y en cada minuto 17 con 14 segundos, recordando el 1714, año de resistencia y rendición catalana a Felipe V de Borbón, gran parte del Camp Nou suele gritar “In-de-pen-den-cia” desde hace ya mucho tiempo.

No sólo eso: si la selección española que ganó consecutivamente dos Eurocopas (2008 y 2012) y un Mundial (2010) se caracterizó por un tipo de juego, tanto primero con Luis Aragonés como luego con Vicente del Bosque, fue el del Barcelona, el de posesión de balón y jugarlo al ras del suelo.

Con la salida de Cataluña, gran parte de esos jugadores del Barça se irán a la selección catalana y buena parte del poderío se perdería.

“¿Quién gana la final del Mundial?” le consultó este cronista a varios colegas catalanes en Sudáfrica 2010. “El Barça”, respondió la mayoría.


El fútbol español también juega mucho en las elecciones de mañana.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Adiós, mito (Un cuento de Marcelo Wio)



Algunos parecen predestinados a ser ídolos: no importan las limitaciones técnicas, los rasgos ásperos, la poca ductilidad verbal. No importa nada de esto: los tipos, audaces como cualquier otro, tienen un algo (un aura, una potencia anímica, vaya uno a saber qué es lo que tienen, si es que tienen algo, o ese algo está en la mirada que los admira) que los encumbra en la zona de las preferencias perdurables.

Ese era el caso de Obdulio Alvarado, que entre 1960 y 1977 jugó en Chacarita, River y en el Internazionale de Milán. Un seis de esos que imponen respeto (en definitiva, temor, julepe); de los que, aunque sin riqueza estilística alguna, salen jugando con criterio. Un seis que parecía toda una defensa, allí, plantado en la región de la medialuna del área, donde las piernas rivales inspiran muy poco respeto.

Amado el tipo. Venerado. Idolatrado. Su retiro no disminuyó esa devoción; por el contrario, acaso la incrementó (ya se sabe que  el tiempo da lugar a que la memoria dude de sí misma y permita las adulteraciones, agrandando hechos, disminuyendo mezquindades: creando mito, en breve).

Así fue – como antes fue con tantos otros jugadores; como seguirá siendo con otros tantos – hasta que apareció como DT de Banfield. Fue verlo ahí, de traje, ya cariado de años, gesticulando como un mal actor que cree que el histrionismo es un recurso válido para suplir las falencias del talento, de la preparación artística (y todo lo que hace es, si no habían sido notadas, evidenciarlas y, en caso contrario, exagerarlas hasta el ridículo).

En la 5ª fecha se escuchó la primera puteada (origen sureste, dirección norte-noreste debido a un viento de componente este). Desde hacía dos fechas que venía gestándose, masticándose en más de una voz (tal vez, desde la mismísima segunda parte de la 1ª fecha, incluso). El equipo no es que jugara mal, sino que parecía practicar otro deporte. Banfield lo había llevado a Alvarado como entrenador para ver si un golpe anímico sacaba al equipo de la zona de descenso – el promedio, con todo el campeonato por delante, ya entonces parecía inexorable, insalvable.

Pero Alvarado no era un motivador (suele confundirse la facilidad para auto-motivarse con la de transmitir esa misma motivación por vía de la palabra, al resto) y, mucho menos, un estratega. Es más, Alvarado demostró no comprender nada del fútbol (desde una perspectiva, digamos, integral). Tenía menos dibujo táctico que Joan Miró.

La puteada, decíamos (5ª fecha, minuto 37 del primer tiempo) fue tímida, casi un acto fallido del aparato fonador, algo que estaba exclusivamente destinado al consumo interno de las emociones y no para su publicación en la tribuna. 

En cuanto salió y se desparramó es sucinto “Obdulio y la puta que te parió” – que, como puede apreciarse, iba envuelto en el respeto del lugar común, incluyéndolo en el conjunto de todos los hombres y mujeres del mundo: todos han sido insultados de esta guisa en alguna oportunidad; detrás de un volante, en un cine, en un ascensor nutrido de un olor subrepticio, en un autobús luego de un pisotón, etcétera. 

La puteada no ahondaba en la personalización (más allá de la mención de su nombre) -; decíamos, en cuanto el insulto emergió, se hizo un silencio en la tribuna que se extendió rápidamente al resto de las gradas. Un silencio que para el autor del lugar común pareció una eternidad, mientras, dicho lo dicho, y no pudiendo volver atrás, esperaba el veredicto popular: sopapo o corifeo.

Y fue lo segundo. Enseguida pasó rodando otra puteada, y luego otra, y otra, cada vez más ingeniosas (y, en consecuencias, más rumiadas, más crueles). El mito que había llevado años en erigirse no se sostuvo ante el vendaval de improperios.

Ya para la 7ª fecha (en la 9ª la directiva del club lo despidió y contrató a otro fulano que fue igualmente puteado, porque la suerte ya estaba echada desde hacía tiempo), la memoria colectiva había comenzado a obrar la transformación del recuerdo de Obdulio Alvarado en una caricatura que ya no sólo lo emparentaba con tanto pica piedra que había ocupado su misma posición, sino con aquellos jugadores a los que la conjetura popular, debido a sus llamativamente escasas condiciones para el fútbol (cuando no, directamente, para la vida en sociedad), cree que pasan una parte de su sueldo al entrenador de turno para que los ponga.

Hacia el final del campeonato, si le preguntaba a cualquier hincha de fútbol – de cualquier club – quién era Obdulio Alvarado, nadie sabía responder. Un número considerable, vaya a saber por qué, decía que un sindicalista de los 1940. La memoria es muy traicionera; no hay que andar jugando con ella…


O acaso, crear ídolos sea una necesidad de emparentarnos (los humanos) directamente con los dioses a través de intermediarios a mano – y también, el oscuro apetito y goce de, ocasionalmente, hacerlos caer para proponer una efímera e ilusoria superioridad sobre las divinidades: sólo el hombre perduraría, en tanto que dioses (e ídolos) dependerían de su pulsión de venerar, de fundar esperanzas externas, de instaurar responsables desvinculados de sí. L’uomo è Dio per l’uomo… Que acaso sea lo mismo que decir que l'uomo è lupo per l'uomo.

lunes, 21 de septiembre de 2015

¿Los últimos partidos del Barça en la Liga? (Yahoo)



El próximo domingo, Cataluña no sólo elegirá presidente de la Generalitat sino que las autoridades actuales consideran que en el caso de obtener una mayoría entre los partidos catalanistas (lo que la mayoría de las encuestas dan como muy probable), se iniciará un proceso definitivo hacia la independencia de España.

El acto masivo del Día Nacional catalán, “La Diada”, del pasado 11 de setiembre, con casi dos millones de personas en las calles en apoyo de la independencia catalana, le da un marco dramático a la situación y quienes han concurrido alguna vez al estadio Camp Nou en Barcelona, o ha visto partidos por la TV, ha podido comprobar que desde hace ya mucho tiempo, en el minuto 17 con 14 segundos de cada tiempo, se produce un griterío a favor de la independencia, recordando el año 1714, del levantamiento de los catalanes ante el reino de los borbones.

En ese clima, el fútbol español y también el europeo, se preguntan de manera creciente qué ocurriría, en el caso de la independencia de Cataluña, con la participación del Fútbol Club Barcelona, y también en consecuencia del Real Club Deportivo Espanyol, en la Liga Española.

No sólo distintos juristas especializados en la reglamentación del fútbol sino economistas y los propios dirigentes vienen advirtiendo que en tanto que Cataluña ya no tendría participación política en España, tampoco los equipos catalanes podrían participar en la Liga y deberían buscarse otra, o bien crear una nueva en su propio territorio.

De hecho, en la semana que pasó hubo un sigiloso intento de registrar la Liga Catalana de Fútbol, pero esto fue rechazado por la Liga de Fútbol Profesional (LFP), que vio en esta maniobra un claro tinte independentista pero a la vez, una muestra de lo que puede venir en pocas semanas.

La Ley del Deporte español no permite competir en sus ligas a equipos que no estén afiliados a sus federaciones nacionales y en el caso de la Liga de Fútbol, la Real Federación Española (RFEF) sólo permite que los clubes participen pero que antes estén afiliados a alguna federación autonómica nacional.

Desde el Consejo Superior de Deportes (CSD) español se advierte entonces que si el FC Barcelona pasara a ser extranjero, por estar Cataluña fuera del territorio español, no podría seguir compitiendo en la Liga Española al no cumplir con los requisitos legales.
Es decir que el Barcelona y el Espanyol deberían buscar otra liga para competir, o primero esperar a que la Federación Catalana logre afiliarse primero a la UEFA o a la FIFA para poder organizar, luego, su propia Liga.

Desde ya que hay excepciones muy particulares como es el caso de Andorra, y no se descarta una negociación de último momento, pero en este tiempo, las cuestiones políticas no lo favorecen.

Por ejemplo, el actual presidente de Cataluña, y que se propone para la reelección el próximo domingo, el independentista Artur Mas, ha sostenido reiteradamente que en el caso de que Cataluña se fuera de España, de todos modos el Barcelona debería seguir jugando en la Liga.

Esto fue considerado “absurdo” por el presidente del CSD, Miguel Cardenal, al citar que “si no soy capaz de imaginarme sin jugar la Liga es porque es imposible entenderme a mí mismo sin ser español”.

Lo llamativo es que un club tan implicado anteriormente con el independentismo, y en tiempos anteriores, en el anti-franquismo, no ha tomado posición en este momento y todo indica que lo hará recién luego de las elecciones del próximo domingo.

También se ha especulado con que más allá de las obvias chances de jugar la propia Liga en la Federación Catalana (en la que no aparece una gran competividad y perdería mucho el interés), el Barcelona podría ser invitado a participar en otras ligas como la francesa, a la que daría un gran envión.

Lo cierto es que tras los resultados de las elecciones del próximo domingo se abre un abanico de posibilidades que pueden cambiar rotundamente el devenir de la Liga Española. No sólo porque podría terminarse la competencia entre Real Madrid y el Barcelona, que marcó la historia del fútbol español, sino que también habrá que estudiar qué camino tomarán los actuales jugadores del club blaugrana, si es que no pueden participar de un contexto más competitivo.

Por otro lado, habrá que estudiar el perjuicio económico que puede ocasionarle a la Liga esta situación y cómo se reconfiguraría el nuevo esquema del fútbol español y europeo con la posible ausencia del Barcelona en la Liga Española y en todo caso, la nueva presencia del poderoso club catalán en otra liga europea.

¿Aceptarían la UEFA y la FIFA la afiliación de la Federación Catalana? ¿A dónde irá a jugar el Barcelona? ¿Sólo veremos un Real Madrid-Barcelona en competencias europeas o amistosos? ¿Jugadores como Lionel Messi, Neymar, Luis Suárez o Javier Mascherano aceptarían competir en otra liga? ¿Qué ocurrirá con los derechos de TV? ¿cómo sobrevivirían los demás clubes españoles?


Todas estas preguntas, y muchas más, quedan sin respuesta aún. El próximo domingo, en las elecciones catalanas, comenzaremos a saber las respuestas.

jueves, 17 de septiembre de 2015

La polémica de los visitantes nos aclara demasiadas cosas



Pocas veces quedó tan expuesta la enorme dependencia que esta AFA de Luis Segura, de absoluta transición entre el grondonismo de 35 años y lo desconocido, tiene con el Estado, aunque bien podría decirse con el Gobierno, que no debería ser lo mismo, pero que en este caso lo es.

Segura, que en pocos días se juega su breve continuidad como presidente de la AFA al menos hasta el 1 de marzo de 2016 (si obtiene 4/5 de los votos en la Asamblea, es decir, 60 de los 75 sufragios), había manifestado en la noche del pasado martes que “al menos por 2015, los hinchas visitantes no regresarán a los estadios argentinos” y apenas horas después, en la mañana del miércoles, ya decía lo contrario, que al menos en la provincia de Buenos Aires este mismo fin de semana habría visitantes, “según me informaron”.

No es menor este cambio repentino. Obedece a un tiempo nuevo, distinto a los 35 años anteriores, en los que la voluntad de Julio Grondona acababa imponiéndose a cualquier funcionario del rango que fuese.

Fue Grondona quien manejó a su antojo a los funcionarios de turno (cuanto más anciano, más fácil), pero no ocurre lo mismo con Segura.

Precisamente, desde el fallecimiento de Grondona el 30 de julio de 2014, la AFA no sólo ingresó en una transición de nombres sino que el Gobierno, a través de los resortes del Estado encontró por fin la forma de controlar al fútbol, a la usanza de este momento político: no importa qué se hace con los fondos por parte de los clubes, tampoco que Torneos siga produciendo el “Fútbol Para Todos” o que la empresa involucrada en graves hechos de corrupción se haya quedado con la porción mayor de la torta de los partidos de la selección nacional.

Lo que importa es el control absoluto de la AFA, desde lo político y de esta forma, al mismo tiempo, de todos los negocios habidos y por haber, algo prácticamente imposible hasta hace 14 meses por el peso político que Grondona tenía en el mundo del fútbol.

Ahora las cosas son distintas y por eso, la AFA acata órdenes desde el más alto nivel por las que el principal candidato a presidente, y por el oficialismo, Daniel Scioli, necesita que regresen los visitantes ahora mismo y no en 2016, porque eso redunda seguramente en un importante caudal de votos en las elecciones presidenciales de octubre y si las encuestas marcan la cercanía de los 10 puntos de distancia con su inmediato perseguidor, Mauricio Macri, ese porcentaje de votos de hinchas satisfechos que pudiera sumarse, podrían aportar la diferencia definitiva para no llegar a un peligroso Ballotaje.

Desde lo estrictamente técnico cabe preguntarse qué es lo que cambió para que ahora los visitantes puedan acceder a los partidos del torneo cuando por dos años no pudieron conseguirlo, y en todo caso, qué es lo que hace que este hecho de sumo interés en lo organizativo y social, se produzca en la fecha 25 sobre 30 totales de un torneo largo y no se pueda esperar hasta 2016, como la lógica indica.

La respuesta es clara: no sólo no cambió nada (al punto de que sin visitantes, hubo 18 fallecidos por violencia del fútbol en 2014 y 5 más en 2015) sino que aparecen contradicciones que demuestran la gravedad de cómo se trabaja (es un decir) en este aspecto, como es el caso del clásico entre San Lorenzo y Racing Club, que se jugará esta noche por la Copa Argentina con los hinchas de los dos equipos, pero sólo con hinchas locales el próximo domingo en el Nuevo Gasómetro.

Es decir: los mismos equipos pueden jugar un jueves con hinchas de los dos equipos, y el domingo sólo con una hinchada, por temor a hechos violentos, y cuando en 2014 fallecieron 18 personas habiendo tomado esta precaución. Un delirio por donde se lo mire, y una absoluta falta de ideas y de coherencia en el tema.

Pero no termina allí, sino que pese al anuncio del regreso de hinchas visitantes como “prueba piloto”, en tres partidos (todos, claro, de la provincia de Buenos Aires de donde es gobernador Scioli, con la excusa de que justo ahora, qué casualidad, hay una nueva camada de policías recién egresados, dispuestos a garantizar la seguridad), en dos partidos de Primera A, Arsenal-Olimpo y Sarmiento de Junín-Defebsa y Justicia y uno de Primera B, Tristán Suárez (oh casualidad, el territorio del ministro de Justicia de Scioli, Alejandro Granados)-Sportivo Italiano, resulta que para uno de ellos, el vicepresidente de Sarmiento, Horacio Martignoni, informó que al no haber habido un proyecto que hablara de estos tiempos, su estadio no estaba preparado para este cambio, y el partido fue bajado con el mismo apuro con el que fue anunciado.

Después, que no digan que hay un proyecto de algo. El proyecto, en el fútbol y en la AFA, al menos hasta ahora, es el caos. Claro que cuando hay mucho ruido es porque éste sirve para que mientras tanto, se lleven a cabo los negocios más grandes, que a veces están demasiado cerca de las narices de la gente y tal vez por eso cueste tanto verlos.


Mientras unos hacen negocios y otros (con puntos en contacto) sacan réditos políticos, los ilusos hinchas  comienzan a emocionarse con las chances de volver a seguir a sus equipos por todas las canchas argentinas. Una realidad demasiado contrastante.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Huevos, amarillas, lesiones y un gol


Las frías estadísticas, esta vez, nos muestran un panorama extraño, como cuando se las relaciona con algunas distorsiones importantes de la realidad. Aquella famosa frase que indica que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, para las estadísticas, cada uno de nosotros tiene uno. Hay que hilar fino, profundizar, para no quedarse con las cifras.

Y en los enfrentamientos entre Boca y River en 2015, los números dirán que Boca ganó los dos partidos del torneo (2-0 en la Bombonera y 0-1 en el Monumental), que terminó empatado el partido de vuelta de la Copa Libertadores 0-0, suspendido al terminar el primer tiempo, y que River apenas ganó 1-0 y de penal, el único de los cuatro partidos oficiales en los que emergió victorioso y aún así, con un gol, y de penal, en esos cuatro partidos, pudo avanzar a cuartos de final y ganar la copa más importante de Sudamérica.

Es más, hubo otros dos enfrentamientos en el verano, de carácter amistoso (y sin valor formal) en los que Boca también se impuso, 1-0 en Mar del Plata y 5-0 en Mendoza. Es decir que en los seis partidos de 2015, Boca ganó cuatro, con nueve goles a favor, River uno, con un solo gol (y de penal) y empataron uno, que se suspendió al terminar el primer tiempo.

Y sostenemos que las estadísticas son engañosas porque esta inmensa superioridad boquense en los resultados, en los números, pareciera que quedó en inferioridad a la vista delo ocurrido futbolísticamente en el mismo lapso.

En el Monumental, tras una semana muy conversada porque Boca llegaba por primera vez tras los impresentables sucesos de la pasada Copa Libertadores en la Bombonera, todo había cambiado apenas un día antes, el sábado, cuando Huracán venció a San Lorenzo en el clásico porteño.

Esa derrota de San Lorenzo ya le permitía a Boca llegar al Superclásico sin tanta presión. Incluso una derrota lo mantenía en carrera y a lo sumo le abría la puerta a River para la pelea por el título, pero no tanto más, con 18 puntos pendientes hasta el final del certamen.

Pero Boca “se jugaba” también otras cosas en el Monumental. Había, en torno del plantel, una necesidad de demostrar carácter, personalidad, tras haber quedado una idea de haber sido avasallado por su rival en los partidos de los dos torneos continentales anteriores (Copa Sudamericana 2014 y la reciente Copa Libertadores) y el regreso de Carlos Tévez, con aquel recuerdo del gol de “la gallina” en 2004, alimentaba la idea.

Boca se jugaba mucho más que un River enfocado en el Mundial de Clubes de diciembre, donde podría esperarlo nada menos que el Barcelona en la final, pero ese torneo de Japón queda algo lejos aún y una derrota lo apartaba de toda pretensión local. Sin embargo, los títulos ya obtenidos obran de calmante y atenúan un posible descontento.

Para River, el mayor objetivo era arruinarle a Boca las chances de ganar un campeonato que le resulta esquivo desde 2011 con apenas una cosecha de una Copa Argentina en cuatro años, justo cuando en diciembre habrá elecciones y el oficialismo macrista de Daniel Angelici corre peligro de perder el poder en el club.

En ese contexto, un primer indicio lo daría el equipo que pondría en el campo de juego el director técnico de Boca, Rodolfo Arruabarrena. Tras la derrota inesperada ante San Lorenzo, era el momento de jugarse y de apostar al triunfo con un esquema ofensivo.
Pero el “Vasco” parece preso del peso de algunos jugadores y aunque vino de la gira con la selección argentina y su nivel es muy bajo para lo que fue en otros tiempos, volvió a apostar en el medio por Fernando Gago, hoy muy superado por el joven Andrés Cubas en la marca, y en la presión a soportar por el mediocampo rival.

Sin embargo, el fútbol es imprevisible, “la dinámica de lo impensado”, como lo definiera Dante Panzeri, y no había pasado más de un minuto cuando el propio Gago caía lesionado sin que ningún rival lo hubiese rozado, lo cual también nos permite preguntarnos cuánto jugó el inconsciente del propio jugador, que se sabe muy cuestionado a priori.

Entonces, este hecho fortuito, con la obligación de un inmediato cambio de piezas, acabó ordenando a Arruabarrena con el ingreso de Nicolás Lodeiro. El uruguayo se ubicó más adelante, más cerca de los dos atacantes, Tévez y Sebastián Palacios, y Boca pudo manejar el partido los primeros treinta minutos presionando a River en su campo, manteniendo el trámite lejos de área.

El uruguayo Bentancur, redimido tras el grave error en el partido ante San Lorenzo, quedó como compañía de los “luchadores” Meli y Erbes, ante un impotente mediocampo de River en el que no encontraban la marca ni Matías Kranevitter ni mucho menos Leonardo Ponzio, otra vez (como en clásicos anteriores) al borde de la expulsión pero cuenta con una coronita inexplicable, que siempre acaba salvándolo y esta vez no fue la excepción, pero evidenciado con el cambio del director técnico Marcelo Gallardo, inteligente al darse cuenta de que pudo haber estado con un jugador menos desde muy temprano.

Boca lo tenía para aumentar el marcador en cualquier momento, tras el gol de Lodeiro, porque River siempre estuvo mal parado atrás, dejando muchos espacios y no encontrando la pelota, pero los de Arruabarrena volvieron a chocar con el mismo escollo de siempre: la apuesta al empuje, la garra, el choque, el correr cada pelota, pero perdiendo la necesaria memoria de que el fútbol es, ante todo, un juego y que consiste en manejar una pelota.

Así, como en casi todos los partidos del año, Meli corrió y corrió, y chocó y chocó. De a poco, con sus errores, Boca fue cediendo el protagonismo y este River tan limitado, con tanto recambio, con jugadores en muy bajo nivel, se fue animando. Boca se fue retrasando, y sin demasiado, apenas con dos centros cruzados al final del primer tiempo y al principio del segundo, Lucas Alario tuvo dos chances que conjuró muy bien Orión, con mucha solidez.

Boca se limitó entonces a controlar a River. Con rusticidad, con “huevos” malentendidos, porque se trata de trabar fuerte pero de jugar antes, sin caer en los discursos facilistas como los de Blas Giunta, ex jugador de los años ochenta (en los que hay que recordar que Boca apenas si ganó un título local y uno internacional en once años), con Tévez y Palacios aislados, sin conexión entre sus líneas, y apenas con el oficio para bloquear a un rival sin ideas.

Así es que Boca se lleva tres puntos muy importantes del Monumental, recupera el liderazgo del torneo a seis fechas del final, pero muy poco puede engañar a quienes seguimos pretendiendo ver un partido de fútbol en el que pase algo, en el que se juegue a algo.

Boca es único puntero, ganó el Superclásico, pero no juega nada bien. Renuncia muy pronto al espectáculo, a dar dos pases seguidos, aún con jugadores de buen pie. No encuentra un equipo base, no tiene una idea de juego.

También por todo esto, las estadísticas son engañosas. Puede seguir ganando aún jugando de esta forma, pero nadie podría sorprenderse si en algún momento los resultados cambian.


River, a partir de hoy, ya debe enfocarse en el Mundial de Clubes, en afinar su plantel con miras a ese gran torneo que lo proyectará más que nunca al plano internacional. En el plano local, necesita de un milagro para aspirar algo. Y jugando como en este Superclásico, no habrá milagro posible.

Una Champions con tinte español y muchas incógnitas (Yahoo)



Con la participación de cinco equipos españoles (Barcelona, Real Madrid, Atlético Madrid, Valencia y Sevilla), se inicia esta semana una nueva edición de la Champions League, uno de los tres torneos de equipos más importantes del mundo, con muchas incógnitas que se irán despejando con el correr de los días, como si por fin el Bayern Munich de Josep Guardiola podrá llegar a la cima europea, o si el Manchester City podrá atravesar las primeras etapas para pasar a ser protagonista en las series finales.

Parece difícil que muchos más equipos que los habituales protagonistas de este tiempo (además de los equipos mencionados, el Borusia Dortmund, los dos equipos de Manchester y el PSG) puedan sumarse en la carrera al más alto nivel, pero el fútbol tiene la capacidad cada tanto de brindar alguna sorpresa o algún equipo llega ocasionalmente a las instancias decisivas, como ocurrió con la gran Juventus de la pasada temporada, en la que ganó el Scudetto, la Coppa y arribó a la final de Berlín ante el Barcelona.

Sin embargo, el importante recambio de jugadores que propició  “La Vecchia Signora”, con la salida de jugadores fundamentales como Andrea Pirlo, Arturo Vidal y Carlos Tévez, necesitará de un tiempo de transición y ya parece haber perdido buena parte de su poderío anterior.

Si hay grupos que ofrecen bastante claridad en cuanto a las candidaturas para la clasificación a octavos de final, otros en cambio muestran una mayor paridad, como por ejemplo el D, en el que precisamente la Juventus, subcampeona europea pasada, deberá enfrentarse al poderoso Manchester City, reforzado ahora con figuras como Sterling, De Bruyne u Otamendi y con puntaje ideal en la Premier League, al Sevilla, bicampeón de la Europa League, y al siempre complicado Borusia Monchengladbach.

En el Grupo A, Real Madrid, con su habitual potencia goleadora, ahora respaldada en una sólida estructura que de a poco va construyendo su nuevo entrenador Rafa Benítez y un tremendo Cristiano Ronaldo que acaba de marcar cinco goles en su visita al Español, aparece como neto favorito junto al PSG, que incorporó en sus filas a Angel Di María. El Shakhtar Donetsk aparece como el equipo sorpresa, mientras que el Malmo queda relegado en los pronósticos.

El Grupo B es uno de los más parejos a priori, y si bien el Manchester United llegó desde la fase previa, la calidad de sus incorporaciones (Depay, Schweisteiger, Martial)  lo coloca en el primer plano y en un nivel de paridad aparecen los otros tres equipos,  el PSV Eindhoven, el CSKA Moscú y un Wolfsburgo debilitado por la venta de jugadores claves en las pasadas temporadas.

En el Grupo C, el Atlético Madrid de Diego Simeone sobresale nítidamente, si bien no se observa, en las tres jornadas de la Liga, cambios importantes en el funcionamiento pese a las estrellas que llegaron (Jackson Martínez, Vietto, Ferreyra-Carrasco). El Benfica, con su tradicional buen juego, y el Galatasaray son candidatos a pelear por la otra plaza para octavos, mientras que habrá que prestar atención al FC Astana, debutante en la competición.

Una situación parecida ocurre en el Grupo E, en el que el Barcelona, actual campeón, no debería tener problemas de clasificarse. En cambio, el Bayer Leverkusen esta vez deberá pelear el otro lugar ante la Roma, luego de atravesar la fase previa ante su rival de la misma ciudad, la Lazio. El BATE Borisov tendrá una complicada situación como para aspirar a un posible pase a la fase siguiente.

El Grupo F, en cambio, puede que sea uno de los más atractivos, en el análisis previo, por la presencia de dos equipos que suelen tener un juego vistoso, como el Bayern Munich y el Arsenal de Arséne Wenger. El Olympiacos y el Dínamo Zagreb aparecen claramente por detrás en la pelea por la clasificación.

En cambio, el Grupo G presenta la incógnita de un Chelsea de José Mourinho que contrariamente a lo imaginado, comenzó mal la temporada y tendrá en la Champions la posibilidad de enderezarse. El Porto, de muy buena Champions pasada, aunque con importante cambio de jugadores, y ex equipo del entrenador de los “blues” de Londres, se presenta como la principal amenaza, y bastante más abajo aparecen el Dínamo Kiev y el Macabi Tel Aviv, éste último surgido de la fase previa.

Por último, el Valencia parece haber tenido un Grupo H accesible, aunque el Zenit puede ser un rival peligroso y lo mismo puede decirse del Olympique de Lyon, mientras que el KAA Gent cuenta, originalmente, con menos chances.

Si todo transcurre por los carriles normales, puede decirse que la fase de grupos servirá para afinar el funcionamiento de los equipos poderosos para que a la hora de la verdad, en octavos, comience n a perfilarse los candidatos.

De hecho, el actual campeón, el Barcelona, no puede contar con sus nuevas figuras, por su problema jurídico con la FIFA (Arda Turan, Aleix Vidal) hasta enero próximo.

Todas las especulaciones acabarán este martes, cuando se inicie una nueva temporada de este apasionante torneo europeo, que se definirá en mayo en Milán, sabiendo desde su inicio que ninguno de los dos equipos de la ciudad, Inter y Milan, podrán estar presentes. Ninguno de los dos participará esta vez, una muestra del momento que, con la excepción de la Juventus en la temporada pasada, atraviesa el Calcio.




viernes, 11 de septiembre de 2015

Misceláneas (Un cuento de Marcelo Wio)



El entomólogo Vilkas Zujus refería en su Historia Universal de los ritos y los juegos, que el fútbol – tal y como lo conocemos hoy en día (acaso con alguna variación, matizaba el científico lituano); no en sus diversas manifestaciones primitivas – surgió espontáneamente antes de que fuera pensado, imaginado, en cualquier otro lugar.

Zujus afirma que varias canciones dan cuenta de este hecho. Un estudio lingüístico de dichos cantares, ubica el hecho en una fecha no posterior al 1000 a.C. Las canciones hablan del suceso como de algo divino, explica el entomólogo.

Pero, así como apareció, una tarde – las canciones dicen “antes del amanecer del día que sigue al presente” -, el fútbol desapareció. Los hombres fueron incapaces de recordar reglas, de interpretar habilidades. En poco tiempo olvidaron el hecho, que pasó a formar parte del catálogo de mitologías, el acervo de hechos inconcebibles, enigmáticos, que alguna intuición (o temeroso respeto), aconsejaba recordar místicamente.


Ni los polinesios ni Zujus supieron nunca que los dioses llevaban tiempo probando su invento. Un cierto celo, y un cierto egoísmo divino – por qué no decirlo -, los llevaba a postergar la entrega de su creación más acabada. En algún punto de estos… ensayos, hubo un hombre que sí recordó trazas de lo elemental; lo suficiente para recrear los rudimentos necesarios que habrían de conducir, con el tiempo, al invento tal cual fue creado por las divinidades.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Piqué desnuda la declaracionitis aguda de los medios



Muchos medios españoles y seguidores habituales de la Liga Española de fútbol destacan la “riqueza” de la conferencia de prensa brindada por Gerard Piqué, de regreso al Barcelona tras haber formado parte durante varios días de la selección española, al referirse al conflicto entre España y Cataluña y al de Real Madrid y el Barcelona, ya en el nivel futbolístico.

Sin embargo, la riqueza, a nuestro entender, de la conferencia de prensa, además de la temática de uno de los muy pocos jugadores que suelen hablar “sin casette” (o ya en estos tiempos, “sin chip”), como Piqué, radicó en una confesión que apareció casi sin darse cuenta.

Fue cuando lo consultaron por la polémica relación que mantiene con su compañero de zaga en la selección y rival en los clubes, Sergio Ramos.

“Hablamos de todo con Ramos, pero no de los temas conflictivos. Luego, en la zona mixta, con las prisas, dices cualquier cosa para salir del paso”, alcanzó a justificarse el excelente defensor del Barcelona.

No es una declaración más, sino una muy sincera que introduce un elemento que para gran parte de la prensa suele silenciarse en pos de continuar con el negocio de los medios y el vacío que cada día están obligados a llenar en todo el mundo, toda vez que la industria del fútbol avanza y penetra en el tejido cultural de cada sociedad que asiste impávida a la invasión que día a día genera una actividad que arrasa con todo lo que tiene delante.

Acaso las generaciones jóvenes no llegaron siquiera a vivir tiempos en los que el fútbol era también una pasión desbordante, con estadios repletos, pero sin necesidad de saber a cada rato qué dicen los protagonistas, sino para poder observar muchos notables espectáculos que brindaban jugadores que sin TV de por medio, no necesitaban pensar cada movimiento cual actores camino al Oscar de Hollywood, y mucho menos, “tener que declarar” porque “algo hay que decir” porque el que está del otro lado, con micrófono o grabador (ahora hasta con publicidad en el aparato, como muchos llevan en la Argentina para que la TV los ponche) “algo tiene que preguntar”, no importa qué.

El tema es rellenar espacios, aunque cada uno de los protagonistas, en un altísimo porcentaje, diga lo obvio. Si ganó, estará contento. Si perdió, estará triste. Si el penal fue en contra, seguramente no fue penal o en el mejor de los casos, “no lo vi porque estaba lejos de la jugada” y si el penal fue a favor es porque “me tocó seguro” o “al menos yo sentí el roce”. Y para el beneficiado “fue adentro del área” y para el perjudicado “te aseguro que fue afuera”.

Es un formato que muchos canales de TV de varios países van tomando, lamentablemente, de modo creciente, porque la industria no se conforma con el partido, con el juego. Son demasiadas horas, demasiados medios, demasiado producto para vender.

Son horas no dedicadas al análisis del fenómeno, al archivo, a la comparación, o al ingenio por encontrar otras variantes, otros formatos.

En estos días, en la TV argentina, en uno de los programas deportivos más vistos por la TV, un cronista comentaba desde una conferencia de prensa que dio el ya retirado crack Juan Román Riquelme, que en la sala “quedó una silla vacía” esperando por el reconocido periodista Horacio Pagani, conocido sostenedor y admirador del juego del ex 10 de Boca Juniors y Argentinos Juniors.

Pagani, con sabiduría, respondió que él no tiene por qué ir a una conferencia de Riquelme. “A mí me gustaba verlo jugar en la cancha, pero no tengo por qué estar cuando declara”.

Los programas de radio, en la mayoría de los casos, suelen paralizarse en información cuando los DT de los equipos van a comenzar sus conferencias de prensa cual si fueran ministros de algo y tuviesen algo tan importante que anunciar. Si juega fulano o juega mengano, como si nos fuera la vida en ello, o como si, aunque sea, a la larga cambiara tanto el partido por eso, para que a los 15 minutos del primer tiempo el relator ya pida la lista de los suplentes de cada equipo a los cronistas de campo de juego.

El sistema está transformando a muchos cronistas en gente que estudió una carrera (o más de una) que corre detrás de quien no estudió ninguna, para que diga lo que de todos modos ya saben que van a decir quienes no tienen ganas de decir nada y que ya saben lo que les van a preguntar.

Hay una declaracionitis aguda, que va acabando con las pocas neuronas que nos deja esta industria futbolera.




miércoles, 9 de septiembre de 2015

En la AFA, ahora toca armisticio, mañana ya no se sabe (Jornada)



Si hubiera que contar lo que ocurre en la AFA desde la música, seguramente la mejor opción sería la obertura “1812” de Piotr Ilich Tchaikovsky, que da cuenta de la caída del ejército napoleónico en Rusia en el siglo XIX. Los momentos de esplendor, los retrocesos en plena batalla, los nuevos intentos por avanzar, el bloqueo ruso, hasta que al final, el desgaste y el frío terminan con los franceses en las campanadas finales. Una melodía memorable que acaba con los clásicos cañonazos.

En el caso de la AFA, los cañones y las campanadas parecen demasiado lejanos, aunque haya una primera cita, la del 22 de octubre a las 17,30 en el predio de Ezeiza, cuando se reúna la Asamblea de 75 miembros para refrendar o no el gobierno de Luis Segura, el heredero del trono del fallecido Julio Grondona.

Ese día, el opositor Marcelo Tinelli, a veces enemigo, otras sólo adversario, otras nuevamente enemigo y otras, nuevamente adversario, necesitará apenas 16 votos para forzar un llamado anticipado a elecciones (se habla del 26 de noviembre para que sean siempre luego de un eventual Balotaje presidencial argentino), acabando con los 36 años de grondonismo (35 de Don Julio y uno residual).

Sin embargo, en la política y mucho más en la del fútbol, no siempre uno más uno es dos. Y de hecho, lo que hoy es blanco mañana puede ser negro o viceversa. Así es que Segura no debe enemistarse frontalmente con Tinelli pero al mismo tiempo, cuando todo indica que están demasiado parejos en una votación presidencial que por ahora tiene fecha formal para el 1 de marzo de 2016, el actual presidente de la AFA necesita cuidar cada voto. Y eso puede implicar quedar entre la espada y la pared, como con la remoción del presidente del Consejo Federal, Roberto Fernández, por acercarse a su adversario/enemigo.

Es que en la AFA, desde la muerte de Grondona, el pasado 30 de julio de 2014, aparecieron dos actores fundamentales: el Estado, que se sintió fuerte como para, por fin, presionar todo lo que puede como aportante de la masa de dinero del Fútbol Para Todos, pero no tanto para controlar los fondos sino para jugar su propio juego de poder, y el propio Tinelli, que con su potencia mediática, se convirtió en un peligroso agente externo a los negocios tradicionales e incontrolables.

Ante el Estado, puede decirse que el fútbol tiene ya cierta gimnasia. Grondona dominaba a los funcionarios con apenas un chasquido, desde su “universidad de la calle” y su gambeta excepcional con la que hasta dribleó al FIFA-Gate yéndose antes de este mundo.

Pero ante Tinelli, se abre un mundo de desconfianzas. Muchos se preguntan por el alcance de sus reuniones en la casa Rosada con Máximo Kirchner, el hijo de la presidente, y su venia para su candidatura cuando parecía que el artículo 50 del reglamento no se lo permitía.

Otros se interrogan sobre cómo frenar a quien comprometiera a los tres  máximos candidatos a presidente argentino desde diciembre, para que le dieran su apoyo, si bien hoy uno de ellos parece haber reculado al enterarse de ciertas asociaciones del exitoso conductor televisivo.

Y otros temen que una vez en el Poder futbolero, comience a jugar su partido Cristóbal López, quien le comprara la productora Ideas del Sur, también se quedó con La Corte, emparentada con las transmisiones en el programa “Fútbol Para Todos” y que avanza con la idea de lo que Grondona llamaba en la jerga “Prode Bancado”, las apuestas online.

Así es que el grondonismo residual encontró un aliado en el presidente de Independiente, Hugo Moyano y su principal socio, su yerno Claudio “Chiqui” Tapia, presidente de Barracas Central y que ocupa la vicepresidencia que dejó el aislado macrista Daniel Angelici, presidente de Boca.

Pero en esta guerra de largo alcance, quedan varias etapas y algunos dirigentes agazapados, esperando el momento justo. Alejandro Marón (Lanús), que aparece en alguna escucha telefónica junto a Grondona, parece querer transitar la calle del medio, al mejor estilo de Sergio Massa en la política nacional. Alguien que lleve concordia entre los “extremos” Tinelli y Segura. Víctor Blanco (Racing) tiene muy buena relación con La Cámpora y también en su momento decía que no cuando le consultaban si quería presidir su club, en el conflicto entre Rodolfo Molina y Gastón Cogorno. Y terminó como mandatario y campeón. Tampoco hay que desdeñar al presidente de Belgrano de Córdoba. Armando Pérez, que aunque lo niega, cuenta con el apoyo del fútbol regional y es ambicioso.

Que vuelvan los hinchas visitantes en dos fechas sin que nada haya cambiado y por motivos puramente electorales, que se juegue la fecha más importante del torneo sin los mejores jugadores de cada equipo, que Torneos maneja a la selección argentina aunque esté involucrado en coimas y negociados varios con su ex CEO detenido, que nadie se preocupe por una colchoneta cuando murió un joven futbolista por falta de contención o que se busque eliminar descensos en un impresentable torneo de 30 equipos, parecen cosas de segundo plano.

El fútbol argentino está lejos de las campanadas y los cañones, y aún no sabemos quién ganará, o si, al final, todos pierden.

Todos tienen una única certeza, que apareció en boca de un veterano dirigente: “Jamás el Estado le bajará la cortina al fútbol”. No fue Grondona. Fue Valentín Suárez, de Bánfield, en los años sesenta. Y fue un visionario.

domingo, 6 de septiembre de 2015

El Caso De Gea, otra más de Florentino Pérez (Yahoo)



Y finalmente, el arquero David De Gea se quedó en el Manchester United y no será jugador del Real Madrid, al menos hasta fin de año. La novelas que en cada verano necesita crear el club blanco con el galáctico de turno, esta vez salió mal y como se sabe, en el último día del mercado de pases, la documentación llegó más tarde que lo deseado y la operación no pudo implementarse.

Los dardos van y vienen desde España a Inglaterra y de Inglaterra a España, y dos clubes que desde hace tiempo vienen rivalizando por todo, Real Madrid y Manchester United (en plantillas, en liderazgo económico mundial, en imagen, en marketing y en jugadores por contratar –en estos días, una foto con camisetas de los “Red Devils” incluyeron una enigmática de Cristiano Ronaldo con el número siete tradicional-) se atribuyen la responsabilidad en la operatoria fallida.

Al margen de quién tiene la mayor incidencia en lo ocurrido, sí hay que tener en cuenta que el Real Madrid tuvo todo el verano para fichar a De Gea, en un enredo de arqueros que comenzó cuando por fin le dio vía libre a Iker Casillas para que dejara el club luego de décadas de prestación, desgastado con los pasillos y los rumores de vestuario.

Y si el Real Madrid no accionó hasta el final por De Gea, no fue precisamente porque no lo tuviera claro desde un principio, sino que está muy acostumbrado a una política que le dio amplios resultados, pero que eso no significa que concuerde con los aspectos éticos.

El club blanco, desde la llegada del empresario Florentino Pérez en el poder, ha tomado como política de fichajes de lo que el dirigente llamó “galácticos”, el hecho de “ablandar” al club vendedor incidiendo directamente en el jugador, colocando al jugador por ser contratado en rebeldía con su club, generando enojo con su entrenador y su club de origen.

Así ocurrió con Zinedine Zidane, con Ronaldo Nazario, con David Beckham y con tantos otros, generando en muchas oportunidades tirantez con el club de origen, como en los últimos tiempos ocurriera con el Tottenham por Luca Modric o Gareth Bale.

Con el Manchester United, la cuestión ya venía desde los tiempos de Beckham, y se profundizó con Cristiano Ronaldo. Muchos recordarán aquellos cruces entre el entonces entrenador y luego manager Alex Fergusson y el Real Madrid y las protestas del escocés en público ante cuanto micrófono se le pusiera cerca.

Pero en el caso de De Gea las cosas ya fueron a mayores, porque como tantas veces, el Real Madrid operó hasta el final, apostó a que el arquero se enojara con su entrenador Louis Van Gaal y con los dirigentes, se declarara en rebeldía, y hasta rebajó a su muy buen arquero costarricense Keylor Navas, a quien quiso incluir en la operación para quitárselo de encima.

Esta vez, a diferencia de otras, salió mal. Por alguna razón, que las dos partes atribuyen a la otra, los papeles llegaron tarde y no sólo la operación no pudo realizarse sino que eso generó dos frentes: el de De Gea en el Manchester United, que ahora deberá regresar con todo en contra (el club, el entrenador, los hinchas), y el de Navas, bastante más tranquilo, aunque no por eso sin dificultades, en el Real Madrid.

De Gea tendrá ahora que pelear la titularidad con Sergio Romero, el arquero argentino que no sólo fichó el Manchester United sino que desde siempre fue del agrado de Van Gaal, pero el caso de Navas de regreso en el Real Madrid, es para detenernos un poco.

A las pocas horas de frustrarse el pase de De Gea, por el que Real Madrid pelea ahora para que se reconozca que los papeles se enviaron a tiempo y si no, regresará a la carga en el mercado de invierno, el club blanco le hizo un “reconocimiento” a Navas y le aumentó su paga, en un repentino cambio de opinión y de valoración del costarricense, en un acto de absoluta demagogia, que no es el único.

Porque hay varios ejemplos en un pasado reciente, de situaciones de hipocresía de parte de Florentino Pérez en el Real Madrid, desde aquel “never, never, never” ante la consulta por la contratación de Beckham, o la negativa cuando le consultaron si en los tiempos finales de José Mourinho, los capitanes (Iker Casillas y Sergio Ramos) fueron a sus oficinas para pedirle que al final de temporada se fuera el entrenador portugués, o la despedida formal de Casillas luego de no haber estado en la conferencia de prensa final que dio el ahora arquero del Porto entre lágrimas, como si en horas se pudiera pasar de estar ausente en el momento clave, a aparecer arropando al futbolista horas después.

Como pocas veces en el Real Madrid pudo evidenciarse el uso de métodos de empresa privada como en estos tiempos de Florentino Pérez, que fue capaz de echar en su momento, hace más de una década, a Vicente Del Bosque, como entrenador, 
seguramente porque tenía algunos kilos de más y poco cabello aunque llevaba de maravillas el vestuario repleto de grandes estrellas y había ganado varios títulos.
Así también tuvo que irse Claude Makelele, quien seguramente no inspiraba a que se compraran miles de camisetas con su número.


Muchas de estas cosas venían ocurriendo, con mejor o peor resultado, pero se iban resolviendo. Esta de De Gea, no terminó como los culebrones anteriores. Por una vez, algo salió mal. Y puso en evidencia una forma de dirigir, más expuesta que nunca.