El diario “El Mercurio” de Chile publicó una más que
interesante foto del Palco de Honor del Estadio Nacional durante la ceremonia
inaugural de la Copa América del pasado 11 de junio. El periódico colocó un
numerito de referencia para contar quiénes rodeaban a la presidente del país,
Michelle Bachelet, y aparecían a su lado su hija, una funcionaria del área de
Deportes, el presidente de la Federación Chilena (ANFP), Sergio Jadue, el de la
ecuatoriana, Luis Chiriboga (Chile debutaba esa noche ante Ecuador, por el
Grupo A), y el embajador argentino en Chile, Ginés Gonzáles García.
Es decir que para la ceremonia inaugural de la Copa
América no habían llegado ni el presidente de la Confederación Sudamericana
(Conmebol), el paraguayo José Angel Napout, ni mucho menos nadie representativo
de la FIFA, la entidad madre del fútbol en el mundo.
Este hecho no tuvo nada de casualidad. Apenas unos
pocos días antes, el 27 de mayo, en Zurich, habían sido detenidos varios
dirigentes de la Conmebol, como el ex presidente de la Confederación Brasileña
(CBF), José María Marín, el uruguayo Eugenio Figueredo, representante de la
Conmebol en el Comité Ejecutivo de la FIFA, y el titular de la Federación Venezolana
(FVF), Rafael Esquivel, mientras que el anterior titular de la Conmebol,
Nicolás Leoz, se mantenía en prisión domiciliaria en Paraguay por una cuestión
de edad.
El informe de la Comisión de Ética de la FIFA,
firmado por el alemán Joakim Eckert, del 29 de abril de 2013, con el que
disintió su par Michael García, ex fiscal de Estados Unidos y que terminó
siendo vital para la detención futura de los dirigentes sudamericanos, hablaba
de desvíos de fondos por coimas por distintas situaciones, entre ellas, la
compra de derechos de emisión de los partidos de las siguientes cuatro Copas
América, desde la de Chile 2015 hasta la de Ecuador 2023, pasando por la Copa
Extra de Estados Unidos 2016 y la de Brasil 2019.
Por esas cuatro Copas, la empresa Datisa pagó 110
millones de dólares en coimas a dirigentes de la Conmebol y otros 352,5
millones de dólares oficiales por los derechos.
Esos 352,5 millones de dólares oficiales fueron
distribuidos de la siguiente manera: 75 millones para Chile 2015, 112,5
millones para Estados Unidos 2016, 80 millones para Brasil 2019 y 85 millones
para Ecuador 2023.
Pero de los 110 millones de sobornos a dirigentes,
se pagaron 20 sólo por ingresar al sistema, y luego 20 para Chile 2015, 30 para
Estados Unidos 2016, 20 para Brasil 2019 y 20 para Ecuador 2023.
Hasta el momento se habían efectuado dos pagos de 20
millones, el inicial, y el de Chile 2015. Cada pago de 20 millones estaba
dividido en 3 millones para los tres dirigentes considerados top en la Conmebol
(lo cual habla también del uso político de la entidad sudamericana, claramente
manejada por Argentina y Brasil con un dirigente de un tercer país a cargo),
como el propio titular de la Conmebol (primero Nicolás Leóz, luego el actual,
José Antonio Napout, ambos paraguayos), la AFA (antes Julio Grondona, y luego
de su fallecimiento, actualmente Luis Segura) y la CBF (antes, José María
Marín, ahora Marco Polo del Nero); 1,5
millones de dólares para cada uno de los siete presidentes restantes de las
federaciones nacionales de la Conmebol, y 500.000 dólares a repartir entre once
oficiales de la entidad continental.
Claro que si hacemos la suma, la Conmebol tiene diez
federaciones pero recibieron dinero, según el informe, nueve de esas diez
federaciones porque hay una que no aceptó y que aún se continua investigando
cuál es y en todo caso, por qué no quiere dar a conocer su inocencia (sólo hay
dos chances, la uruguaya o la peruana, con mayor inclinación a la primera).
En cuanto a Datisa, la empresa que compró los
derechos en Londres utilizando los sobornos a los dirigentes, es la resultante
de la fusión de tres empresas en 2013, y cuyos dirigentes ya están todos
detenidos: Traffic (brasileña), a cargo de José Hawilla, Torneos y Competencias
(argentina), a cargo de Alejandro Burzaco, y Full Play (argentina), manejada
por Hugo y Mariano Jinkis (padre e hijo).
Para tener datos más claros del gran negocio que
hicieron los empresarios con esta compra de derechos, hay que señalar que sólo
el poderoso canal estadounidense de TV Univisión compró a Datisa los derechos
de transmisión de la Copa América de Chile, sólo para habla hispana, en 70
millones, cuando a Datisa le había costado todo 75 millones, es decir que sólo
necesitaba ya recuperar 5 millones entre más de doscientos países y hasta la
cadena estadounidense en inglés. Y aún quedaban los ingresos por venta de
derechos de radios, vallas publicitarias y merchandaising. Un negocio perfecto.
Al contrario, y tal como pasó durante el Mundial de
Brasil 2014, el Estado chileno invirtió 176 millones de dólares para
mejoramiento de infraestructura y estadios (Brasil había gastado 3818 millones
por sus 12 estadios).
Por esta razón, es sencillo entender por qué la Copa
América estuvo vaciada de dirigentes de la Conmebol y empresarios de los medios
de comunicación, o por qué fue tan pobre el servicio brindado en los estadios,
o por qué los periodistas no podían siquiera ver las conferencias de prensa
completas de los entrenadores en el propio Centro de Prensa de cada ciudad.
Simplemente, porque así lo determinó el Canal que tuvo los derechos de
transmisión internos de la Copa (el canal digital DirecTV).
Costaba creer
que a días, y luego a horas de comenzar la Copa, y luego durante todo el
torneo, el hotel de los dirigentes (el Gran Hyatt de Santiago) estuviera
absolutamente vacío con apenas pocos periodistas haciendo guardia esperando por
la aparición de alguien que pudiera responder a tantas preguntas pendientes.
En el Centro de Prensa, al final de las largas mesas
de trabajo, se pudo observar carteles publicitarios que decían “Datisa” tapados
por bandas blancas para que ese nombre tampoco se viera en las fotos o por los
presentes.
El desconcierto fue tan grande que ni siquiera llegó
el dinero para los premios de las cuatro primeras selecciones del torneo: 4 millones
de dólares para el primero, 3 para el segundo, 2 para el tercero y 1 para el
cuarto, y hasta se dijo que acabó poniéndolos el Estado chileno como para
terminar todo en paz. Es que las cuentas de la Conmebol estaban bloqueadas por
el FIFA-Gate.
La gran pregunta, ya en el final de la Copa, era si
como tantas veces antes, ahora el presidente de la FIFA, el suizo Joseph
Blatter, se animaría a venir a la entrega del trofeo, pero los indicios eran
claros. Si nadie había aparecido antes, no parecía lógico que quien tuvo que
anunciar que dejaba su cargo (aunque luego fue matizando sus dichos y ahora ya
no queda tan claro), pudiera estar presente en Santiago y arriesgar ser
detenido por la Interpol.
El propio Blatter lo dijo cuando explicó, una semana
antes, por qué tampoco acudiría a la final del Mundial de fútbol femenino en
Canadá: “mi abogado me aconsejó que en los lugares en los que no hay seguridad,
mejor no arriesgar”.
A cambio de Blatter, apareció el día anterior a la
final el tercero en el orden jerárquico de la FIFA, el titular de la Federación
Española, Angel Villar, quien le dijo a The Blizzard que él estaba “sólo en
condición de invitado”, aunque acabó entregando las medallas del tercer puesto
en Concepción, tras el Perú-Paraguay.
No es casualidad que haya viajado Villar, quien
tiene a su hijo Gorka como insólito funcionario de la Conmebol.
Para la final, el mejor ejemplo fue el del propio
titular de la Conmebol, Napout, también involucrado en los casos de corrupción:
nunca se dio a conocer si viajaba o no. Finalmente, llegó a última hora de la
final, lo llevaron al Estadio Nacional, entregó la Copa al capitán chileno,
Claudio Bravo, y rápidamente regresó a Paraguay en el mismo día, no sea cosa de
ser detenido.
Mientras esto ocurría con el vaciamiento del torneo,
se produjo el avance del “Grupo del Pacífico” (Chile, Colombia, Perú, en menor
medida ecuador y Venezuela) en desmedro del “Atlántico” (Brasil, Argentina,
Uruguay y Paraguay). De hecho, el viaje “relámpago” de Napout a la final no fue
sólo por el FIFA-Gate sino también por estar en una posición incómoda en la
propia Conmebol porque los tiempos cambiaron.
Que el titular de la CBF Del Nero haya dicho en
Zurich que votó por Blatter, sumado a la muerte del argentino Grondona en julio
de 2014 y las detenciones de Figueredo y Leoz, le quitaron mucha fuerza al
sector que antes mantenía un férreo poder en la entidad sudamericana.
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